Deudas y sospechas llevan a la fábrica de aviones a un futuro con turbulencias
La empresa estatal debe millones a proveedores extranjeros. Su situación motivó consultas de las embajadas. “Lo vamos a resolver”, prometió el ministro Agustín Rossi.
- Por Fernando Oz | 25/01/2014 | 03:42
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Promesas. Rossi y el despedido Argañaraz (primeros a la derecha) durante un acto en la compañía. | Foto: Cedoc
La Fábrica Argentina de Aviones (Fadea), uno de los logros que exhibe el Gobierno en materia de industria militar, se encuentra virtualmente paralizada por deudas de cientos de millones de dólares. Las quejas llegan del extranjero y generaron gestiones de embajadas europeas.
La fábrica llegó a 2014 sin entregar ninguno de los 40 aviones Pampa que el Gobierno anunció el 8 de septiembre de 2011. Las aeronaves que estaban listas para ser otorgadas a fines de 2013 no pudieron ser ensambladas a causa de las deudas que la fábrica tiene con más de una docena de proveedores.
Lo mismo sucede con la compra de aviones de entrenamiento Grob 120-TP. Fadea compró diez y pagó cuatro. La fábrica alemana Grob Aircraft no entregó los otros seis por falta de pago. La operación fue por unos 20 millones de euros. Fadea también se dedica al mantenimiento de los aviones de la Fuerza Aérea, pero ya no tienen repuestos por las deudas con los proveedores. “El escándalo de la campaña antártica es un botón comparado con esto”, reconoció a PERFIL un ex funcionario del Ministerio de Defensa.
En 2009 el Senado aprobó y convirtió en ley la estatización de la fábrica de aviones de Córdoba, que había sido privatizada en la década de los 90 y concedida a la firma norteamericana Lockheed Martin. Al tratarse de una sociedad anónima con capital estatal, Fadea puede realizar contrataciones directas y licitaciones. Es por eso que el Ministerio de Defensa, durante la gestión de Arturo Puricelli, dejó que Fadea encarara una serie de contrataciones que derivaron en un pasivo millonario.
Al rojo vivo. A la estadounidense Honeywell, que se encarga de hacer las turbinas del Pampa, se le deben 5 millones de dólares. Otros 11 millones a IAI, una de las principales empresas aeronáuticas de Israel. Con Elbit hay una deuda de 15 millones; esta firma israelí se dedica a realizar la aviónica del Pampa.
Derco, empresa de Estados Unidos a cargo de la aviónica del Hércules, reclama la módica suma de 500 mil millones de dólares. La francesa Turbomeca, que fabrica los motores del Pucará, pide otros 5 millones de dólares. Y la alemana Grob 13 millones.
La firma italiana Martin Baker, dedicada a los asientos eyectables de los Pampa, no sólo reclama 600 mil dólares, también movilizó al embajador de Italia en Buenos Aires para que exija a la cartera de Defensa de Argentina que dé explicaciones sobre la presunta compra de asientos a Rusia, pese al convenio de la empresa italiana con Fadea. Una auditoría interna realizada a pedido del Ministerio de Defensa habría detectado un presunto desvío de fondos de poco más de 300 millones de pesos. Todas las miradas se posan sobre Raúl Argañaraz, que fue desplazado de su cargo de presidente de Fadea antes de Navidad.
En diálogo con PERFIL, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, reconoció la existencia de deudas pero restó trascendencia al escándalo. “Estamos bien, lo vamos a resolver. Acá lo fundamental es que Fadea tiene buenos proyectos como el Pampa III. Lo que pasó no es para tanto”.
De Antonini a la industria
El contador Raúl Argañaraz siempre se jactó de ser un hombre del riñón del ministro de Planificación Julio De Vido. Se hizo cargo de Fadea el 20 de julio de 2011, cuando Arturo Puricelli estaba al frente del Ministerio de Defensa.
El primer escándalo de Argañaraz en Fadea estalló cuando contrató a la actriz kirchnerista Florencia Peña por la suma de 42.350 pesos, más los gastos de hotel y viáticos, para que diera una charla sobre violencia de género que duró tres horas.
Argañaraz, un íntimo del ex titular del Occovi Claudio Uberti, quedó involucrado en el caso de la valija de 800 mil dólares que trasladaba el venezolano Guido Antonini Wilson en agosto de 2007. Fue Argañaraz, como director financiero de Enarsa, el que firmó el alquiler del avión Cessna que trasladó al venezolano y al resto de la comitiva que dirigió Uberti.
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