Los militares en el poder en Egipto necesitan garantías de seguridad
El poder de los militares debe ser provisional. Esto, lo recordó el viernes, 9 de septiembre,
la juventud revolucionaria de Egipto reunida en manifestación multitudinaria en la plaza Tahrir de El Cairo.
La prensa calificó la manifestación del viernes “millonaria”, en alusión al elevado número de participantes. Fue la primera protesta de tal envergadura en más de un mes. Algunas de las razones de la aparente calma, que precedió a esa manifestación, fue sin duda el calor de verano y el obligatorio ayuno del mes de Ramadán. Además, la atención pública estuvo fija en el
juicio contra el ex presidente Hosni Mubarak, sus hijos y alegados, a comienzos de agosto.
Islamistas están preparados para cualquier guión
Ahora, cuando el ayudo terminó y bajaron las temperaturas, aumentó la tensión. Porque se hizo claro que ni las elecciones parlamentarias prometidas en septiembre, ni las presidenciales se celebrarán en las fechas fijadas anteriormente.
La verdad es que era previsible: derrumbar el antiguo régimen resultó ser mucho más fácil que construir un sistema de poder nuevo. Sin embargo, muchos activistas están deseando nuevas acciones.
Cabe destacar que los islamistas ahora muestran muy poco interés por las manifestaciones. Los militantes del partido Hermanos Musulmanes son organizados, disciplinados, no tienen miedo al trabajo rutinario y saben esperar. Ellos también critican a los militares pero rara vez participan en las protestas masivas.
El viernes fueron a las mezquitas, no a las plazas. Los islamistas tienen muy buenas perspectivas en las futuras elecciones y están preparados para los comicios.
Estos, en el mejor de los casos, tendrán lugar en noviembre. Hasta ese momento el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto gobernará en el país.
Los generales tomaron el poder en sus manos el 11 de febrero de este año, justo después de que
Mubarak había sido destituido de la presidencia.
Ahora están seguros de que son capaces de mantener el orden mejor que nadie en el país, donde, tras el derrocamiento del rey Faruk en 1952, han gobernado los militares.
Nasser, Sadat y Mubarak fueron oficiales de ejército. Actualmente a la cabeza del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas está el mariscal Mohamed Hussein Tantawi, el ministro de Defensa de Mubarak.
Al igual que muchos de sus colegas participó en las guerras con Israel y entremedias consiguió cursar estudios militares en la Unión Soviética.
Los generales comparecen en el juicio el 11 de septiembre
Los manifestantes concentrados en la plaza Tahrir el viernes pidieron que se cumplieran las promesas de la revolución. Las fuerzas opositoras exigen que los militares ocupen un lugar moderado en la vida política del país. En caso contrario, según los activistas de la Unión de Juventud Revolucionaria de Egipto, organizadora del acto, se frenará el proceso revolucionario sin conducir a las metas propuestas, en particular a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos de a pie.
Mientras tanto, es evidente que el deseo de los generales de conservar el poder no se debe precisamente a que quieren, como buenos patriotas que son, mantener la estabilidad en el país y ser sus salvadores.
Muchos de los militares, conjuntamente con los grandes y medianos empresarios, se beneficiaron con el antiguo régimen.
De modo que no quieren cambios bruscos. Sin embargo, a algunos revolucionarios ya se les ha subido el éxito a la cabeza.
Los egipcios están orgullosos de haber sido unos de los primeros en el mundo árabe que, siguiendo el ejemplo de los tunecinos, obligaron a marchar a su líder que parecía que se hubiera pegado a la silla presidencial.
Se nota a veces cómo se colman de asombro por sus propios actos. “Por primera vez en los siete mil años de la existencia de Egipto estamos enjuiciando a nuestro gobernador!” - escriben los periódicos nacionales. Parece que los egipcios están deseando sentar en el banquillo de los acusados no sólo a Mubarak sino también a todos sus faraones antiguos.
Ahora el tribunal cita a la audiencia a los miembros del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y otros generales destacados, por ahora en calidad de testigos. Tienen que contestar si el presidente Mubarak y su ministro del Interior Habib al Adli dieron órdenes de abrir fuego contra los manifestantes o si las confrontaciones callejeras surgieron de manera espontánea.
El 11 de septiembre en la sesión judicial a puertas cerradas intervino el mismo mariscal Mohamed Hussein Tantawi. En vísperas uno de los periódicos escribió al respecto: “Para los Estados Unidos y todo el mundo
la fecha del 11 de septiembre conmemora lo ocurrido en Nueva York hace 10 años. No será una simple casualidad que este mismo día en Egipto también tendrá lugar todo un acontecimiento: ante el tribunal comparecerá el presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas seguido por los demás generales”.
Los testigos que acaban en la cárcel
Para el 12 de septiembre estaba previsto interrogar al jefe del Estado Mayor, Sami Anan, y para el 13 de septiembre, en la sala habilitada en la Academia de Policía, donde se llevan a cabo las sesiones, estaba citado el antes poderoso ex jefe del Servicio Secreto de Egipto, Omar Suleiman, nombrado, en los días del apogeo revolucionario el invierno pasado, vicepresidente interino del país.
En los días posteriores el juez Ahmed Rifaat planeaba hacer preguntas a los nuevos altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Los militares saben perfectamente que los ciudadanos de vez en cuando exigen que alguno de ellos compareciera ante el tribunal en calidad de acusado. Uno de estos días un oficial de 31 años fue arrestado justo durante la audiencia ya que, en vez de testimoniar contra sus ex jefes, declaró que ni él ni sus colegas habían recibido ninguna orden de reprimir a los manifestantes.
En el acto fue acusado de prestar “falso testimonio a favor de los acusados” y arrestado, lo que provocó un escándalo.
«Si queremos que los militares abandonen el poder y permitan preparar y organizar los comicios, tenemos que darles ciertas garantías. Los generales necesitan estar seguros de que sus intereses y, lo más importante, su seguridad personal se respetará”, - dijo en la entrevista a RIA Novosti el politólogo egipcio Mazen Abbas del Club de prensa árabe en Rusia. El experto considera que esta concesión es inevitable ya que de otra manera los militares seguirán aferrándose al poder. Así que de momento Egipto se encuentra en el cruce de caminos.
http://www.sp.rian.ru/opinion_analysis/20110915/150647015.html