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Una ofensiva más riesgosa de lo que parece
Slovodan Lekic
Agencia AP
Domingo 20 de marzo de 2011
BRUSELAS.- Con el operativo que montaron ayer para imponer una zona de exclusión aérea sobre Libia, las potencias occidentales pusieron de manifiesto su superioridad sobre las anticuadas aeronaves del régimen de Muammar Khadafy. Pero sobre la base de la lección que dejó la intervención de la OTAN en los Balcanes en la década de 1990, los analistas y expertos advierten que cualquier intento de lanzar un ataque aéreo contra las fuerzas terrestres del líder libio podría ser mucho más peligroso y resultar en serias pérdidas para los países que participen.
Las potencias occidentales tienen mucha experiencia en este tipo de operaciones: sus aviones de guerra lograron imponer con éxito zonas de exclusión aérea sobre Bosnia, a principios de la década de 1990, y sobre Kosovo, en 1999, en un esfuerzo por terminar con los ataques sobre civiles por parte de las fuerzas serbias.
Debido a la anárquica compra de armamento, su pobre mantenimiento y el entrenamiento inadecuado de los pilotos, la fuerza aérea libia se ha ido reduciendo de los más de 400 cazabombarderos, cazas livianos y helicópteros de guerra con los que contaba en la década de 1980, a unas pocas decenas de aeronaves, muchas de las cuales ya fueron destruidas por los insurgentes o sacadas del país por pilotos que desertaron.
El estado de sus defensas antiaéreas de largo alcance es similar y se limita a 200 lanzamisiles considerados obsoletos. Un reciente informe del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, con sede en Washington, señala también que los pilotos libios tienen serios problemas de entrenamiento y que muchas aeronaves se perdieron debido a accidentes y otras fallas.
Sin embargo, la preocupación de los estrategos occidentales está centrada en el abundante arsenal de armas antiaéreas livianas y lanzamisiles de hombros de corto alcance, sistemas que probaron ser muy efectivos contra sus aviones durante la guerra de Kosovo, según afirmó un diplomático que pidió no ser identificado. Ese arsenal incluye 500 cañones de calibres diversos, cuyo despliegue podría impedir a las fuerzas aliadas descender a menos de 4500 metros de altura, agregó el diplomático. En Kosovo, la mayoría de los bombardeos debieron realizarse desde una altitud que estuviera más allá de alcance de las armas serbias.
Tal como lo demostró la experiencia en Bosnia, a los veloces jets se les hace muy difícil interceptar a los helicópteros. Los expertos advirtieron, sin embargo, que es difícil hacer una evaluación exacta de la capacidad militar de Libia, en particular cuando las tropas desertoras no sólo se llevaron aviones, sino también armamento.
"La aparente proliferación de armas cortas, sistemas portátiles de defensa antimisiles y de armamento pesado en ambos bandos hizo que los expertos en contraterrorismo y tráfico de armas expresaran su preocupación por las consecuencias para la seguridad de la región", destacó un comunicado difundido en Washington por el Servicio de Investigaciones del Congreso.
Por su parte, los estrategos occidentales dicen que la comunidad internacional cuenta con entre 200 y 300 modernos jets que pueden desplegarse rápidamente sobre Libia desde las bases que se extienden desde Gibraltar hasta Grecia, así como desde los portaaviones norteamericanos y franceses en el Mediterráneo.
La coalición también cuenta con una ventaja sustancial respecto de Khadafy por sus aviones AWAC, cuyos radares rotativos pueden rastrear hasta 320 kilómetros dentro del espacio aéreo enemigo, monitoreando los movimientos aéreos sobre el territorio libio y enviar aviones de ataque contra cualquier presencia que viole la zona de exclusión.
Las aeronaves destinadas a asegurar la zona de exclusión aérea despegarán de las bases de la OTAN en Sigonella (Sicilia), Aviano (norte de Italia), Istres (sur de Francia) y Ventiseri-Solenzara (Córcega).
"Esta debería ser una operación bastante sencilla, mucho más fácil que las misiones aéreas de la OTAN en los Balcanes en la década de 1990", dijo Marko Papic, del grupo de análisis de inteligencia Stratfor, con sede en Austin, Texas. "A diferencia del escarpado y boscoso territorio balcánico, Libia es llana, sin follaje ni lugares donde esconder armamento, y la fuerza aérea de Libia es francamente un chiste."
No obstante, un funcionario de la OTAN advirtió que un despliegue de fuerzas tan numeroso conlleva consideraciones logísticas que jugarán un papel muy importante en el proceso de planificación del operativo. Para evitar el permanente reabastecimiento de combustible desde aviones cisterna, es probable que los jets deban apostarse en bases militares cercanas a Libia, pero algunas de esas bases carecen de la infraestructura necesaria para abastecer las necesidades de escuadrones de cazabombarderos, señaló un funcionario que pidió conservar su anonimato.
Traducción de Jaime Arrambide
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Para Chávez, la "injerencia" militar es "irresponsable"
CARACAS (AFP).- El presidente venezolano, Hugo Chávez, calificó ayer de "irresponsable" y de "injerencia" la acción internacional armada contra Libia que, según el mandatario, pretende apoderarse del petróleo. "Ya comenzó la acción militar contra Libia. Es muy lamentable [...] Hay que ver qué irresponsabilidad. Y detrás de eso, la mano de Estados Unidos y de sus aliados europeos", criticó Chávez. "Es lamentable que la ONU se preste para avalar la guerra (...) Pero la mano del imperio se impone. ¿Cuándo les importó la vida de los pueblos, si siguen bombardeando Irak, Afganistán o la Franja de Gaza?", se preguntó Chávez.
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Sarkozy, decidido a recuperar el brillo con la reelección en mente
El mandatario encabezó la iniciativa para lanzar la intervención militar sobre Libia
Domingo 20 de marzo de 2011
Ulrike Koltermann
Agencia DPA
PARIS.- Hace tres años, Muammar Khadafy era un socio de negocios apreciado y por quien en París se desplegaba la alfombra roja. Ahora, el presidente Nicolas Sarkozy se ha colocado a la cabeza de sus detractores, con el fin de conseguir un renovado lustre diplomático.
La última vez que el histórico líder libio visitó Francia, instaló su jaima a tan sólo unos metros del Palacio del Elíseo. Los puentes de París se bloquearon para que pudiera realizar un paseo por el Sena, y se programó una caza de faisanes en el bosque de Rambouillet. Eso fue en diciembre de 2007, cuando Sarkozy aceptó que el coronel y su corte realizaran la primera visita oficial a un país europeo. Tiempo después, ese mismo Sarkozy es el que lidera una intervención militar internacional contra Libia.
La visita de cinco días a Khadafy fue el precio que Sarkozy tuvo que pagar por la liberación de cinco enfermeras búlgaras. El líder libio las acusaba de haber contagiado intencionalmente con el virus del sida a cientos de niños en un hospital de Benghazi y por ello las encarceló. Sarkozy envió incluso a su esposa de entonces, Cécilia, a Trípoli para negociar con el régimen.
La liberación de las enfermeras despejó el camino para amplios negocios con Libia. Después de años de sanciones, las fuerzas armadas del país africano tenían una gran necesidad de modernizarse, y Francia estaba bastante dispuesta a suministrar al dictador, que empezó a gozar de la aprobación internacional.
Tras una comida de gala en el Elíseo, se firmaron acuerdos por más de 15.000 millones de dólares, entre ellos para el suministro de aviones Airbus, armas y centrales nucleares. Los defensores de los derechos humanos protestaron y Sarkozy contraargumentó señalando la necesidad de mantener puestos de trabajo en Francia.
Que ahora Sarkozy se haya pasado al otro extremo con el que fuera su socio de negocios tiene más bien que ver con el lastimoso papel que Francia desempeñó en las revoluciones de Túnez y Egipto. En ambos casos soportó críticas, incluso de su propio partido. Libia ofrece a Sarkozy una oportunidad para posicionarse en el escenario internacional una vez más en el papel del gestor de la crisis. Ya tuvo éxito con ello en 2008, cuando, sin consultar con el resto de sus socios de la Unión Europea, medió en el conflicto en Georgia.
Jugada
Tan sólo hace unos días parecía que Sarkozy estaba haciendo el ridículo a nivel internacional. Primero concedió reconocimiento diplomático a los insurgentes libios sin siquiera hablarlo con su ministro de Asuntos Exteriores. Además, se quedó aislado con su petición de ataques militares selectivos.
Pero al final se salió con la suya: el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, abogó con palabras conmovedoras ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La titubeante Casa Blanca se dejó convencer, y los grandes opositores -Rusia, China y Alemania- se dejaron arrastrar, absteniéndose.
Ayer, mientras los líderes internacionales de la Unión Europea, la Liga Arabe y las Naciones Unidas se sentaban a comer en el Palacio del Elíseo en París, los aviones de combate franceses ya estaban en el aire: la operación militar contra Libia había comenzado.
La comunidad internacional tiene ahora, después de Irak y Afganistán, un escenario de guerra más, con la diferencia de que esta vez está mucho más cerca de Europa.
Lo que debió provocar una especial satisfacción a Sarkozy fue que hasta la oposición en su país lo respaldó. "Por fin", comentaba el diario de izquierda Libération. Hasta el eurodiputado verde Daniel Cohn-Bendit, famoso por su papel en el Mayo francés del 68, reconoció: "Por una vez, la diplomacia francesa trabajó bien".
Para Sarkozy, la campaña para las elecciones presidenciales del año próximo ya comenzó hace tiempo, aun cuando su candidatura no fue oficialmente lanzada. Brillar en la escena internacional es algo que siempre viene bien para cosechar votos. Si al final éste es tan sólo el principio de un largo y difícil conflicto, como teme Alemania, entonces el nuevo brillo de Sarkozy se apagará pronto.