La misteriosa declaración de los golpistas que fueron a por Erdogan
El ex general golpista Gökhan Sahin Sönmezates no se lo explica. En la noche del 15 de julio pasado, con su comando desplegado en Marmaris, asegura que su superior tardó cuatro horas en darle luz verde para, según él, capturar a Recep Tayyip Erdogan; según el abogado del Presidente, ejecutarlo. El relato oficial del golpe de Estado fallido dice que cuando el pelotón revuelto llegó al hotel Grand Yazici Club Turban hacía apenas diez o 15 minutos que Erdogan se había ido. Las horas no encajan y eso genera dudas.
Diversos medios turcos han publicado declaraciones de golpistas confesos esta semana, en la que se juzga a 47 personas - tres de ellas 'in absentia' - por su rol en la sangrienta asonada. En esta pieza separada del caso el jefe de Estado se presenta como acusación particular. La Fiscalía pide cadenas perpetuas para 37 de los oficiales, que fueron recibidos en Mugla - en cuya cámara de comercio se les juzga por motivos de espacio - este lunes al grito de "¡queremos pena capital!".
Sönmezates no entiende por qué les hicieron esperar hasta que el Presidente se fue. O por qué les mandaron ir a por Erdogan sin darles la dirección exacta del alojamiento del líder, que tuvieron que preguntar a los vecinos del área. "La pregunta que intento responderme ahora es '¿Quién nos condujo al engaño y nos hizo esperar cuatro horas? Reconozco todas las responsabilidades que me corresponden, pero no las de otros", dijo al juez el golpista según el periódico pro gobierno Yeni Safak.
Grandes interrogantes
"Si yo [mismo] hubiese planificado esta misión, la hubiésemos cumplido con éxito o bien la hubiese cancelado", concluye Sönmezates, que acusa del descalabro organizativo a quienes le asignaron la operación, el general Semih Terzi entre ellos. Terzi no podrá responder porque murió en el Cuartel General de las Fuerzas Especiales durante la intentona golpista.
"Si lo hubiésemos sabido, no hubiésemos ido ahí", concluye. Cuando su comando del elitista Grupo de Ataque Subacuático (SAT) llegó al complejo de Marmaris sólo halló policías, con quienes se enfrentaron a tiros. Dos de los agentes murieron. Ante el fracaso de la misión, los insurrectos huyeron a los montes cercanos, donde fueron buscados durante días. La mayoría fueron encontrados escondidos en cuevas y refugios de la zona. Entre ellos Zekeriya Kuzu, uno de los jefes del supuesto equipo magnicida, cuyo relato al juez apenas ha trascendido.
Los interrogantes en torno a qué ocurrió alrededor de Erdogan en la noche del golpe son mayúsculos. Su primera aparición llamando a los turcos a confrontar a los soldados en las calles fue en televisión, a través de 'FaceTime' - una aplicación de videoconferencia para móvil - desde un lugar no especificado a las 00:26 de la madrugada. Esto es casi dos horas y media después de las primeras noticias de maniobras militares sospechosas. Según el gobierno, los servicios secretos turcos (MIT) supieron de la planificación de un golpe el 15J a las tres de la tarde; Erdogan ha dicho que supo de la asonada por su cuñado, el 15J, sobre las diez de la noche. Qué ocurrió entre las tres y las diez sigue siendo un misterio.
"No sabemos la respuesta, pero hay muchas cosas que no tienen sentido", dice Gareth Jenkins, un analista en relaciones civiles - militares residiendo en Turquía desde hace 28 años. "Particularmente hubiesen actuado fácilmente de haber sabido dónde estaba Erdogan en el momento concreto. El hecho de que les hicieron esperar, lo que se supone que creían que iban a hacer -algunos de los golpistas aseguraron que creían que iban a capturar al líder del PKK-, las declaraciones contradictorias que se han hecho, hay mucho sinsentido", opina Jenkins.
"No tengo miedo de nada. Llevé a cabo un golpe"
La versión oficial dice que Erdogan escapó por los pelos del hotel de lujo de Marmaris, en la costa sur, y despegó en su avión presidencial con el que, con hábiles triquiñuelas del piloto, lograron burlar los cazas golpistas que sobrevolaban Estambul para aterrizar en el aeropuerto de Atatürk, donde el Presidente se dio un triunfal baño de multitudes. Desde allí desafió públicamente a su ex aliado, el teólogo Fethullah Gülen, al que acusó de dirigir la asonada y ejecutarla mediante sus acólitos.
Pero los que se sientan en el banquillo de los acusados esta semana niegan pertenecer a la cofradía del predicador. "No hay datos ni fotografías de mi relación con estos", ha declarado Sönmezates. "Lo hice por el país, por la nación, para detener el declive doméstico, para poner fin a la corrupción, para proteger a mi país de [la guerrilla kurdoturca] PKK", ha justificado el ex general. Zekeriya Kuzu también ha negado vínculos con Gülen, aunque los había admitido previamente: "Nunca he sido miembro [del grupo de Gülen]. El 99 por ciento de los sujetos y declaraciones pasadas son imaginarias. Monté toda esa historia porque estaba bajo presión".
"No tengo miedo de nada. Llevé a cabo un golpe. No sentiré ningún dolor si me ejecutasen por ello. Lo que hice fue realizar, llevar a cabo la orden dada por los comandantes Gokhan y Semih. La misión que se nos encomendó fue llevar al presidente a Ankara", ha explicado fríamente al juez otro de los enviados contra Erdogan, ex mayor Sukru Seymen, en la corte de Mugla. El destino de Erdogan era, presuntamente, la base aérea de Akinci, considerado centro neurálgico del golpe de Estado. "Si hubiésemos ido allí [al hotel] con ánimo de matar no sobrevive nadie", ha dicho Seyman.
240 víctimas mortales
Más de 240 personas, la mayoría civiles, fueron masacradas durante la intentona golpista. Gülen, residente en EEUU y cuya extradición espera Turquía, niega que sus fieles, infiltrados en el aparato de Estado en el pasado con la complicidad de Erdogan y su ex partido AKP, sean los culpables. A Ankara, que se refiere a la organización gülenista como "grupo terrorista" FETÖ, no le cabe duda. Se basa en declaraciones de los golpistas y otros datos no expuestos públicamente para reforzar su teoría. Tras el golpe ha expulsado a decenas de miles de funcionarios, principalmente e Educación y fuerzas de seguridad, acusados de lazos con la comunidad del teólogo.
Organizaciones internacionales han alertado de que esta purga se ha extendido hacia todo crítico con el Presidente turco, incluidos aquellos que se posicionaron del lado del gobierno la noche del 15J. Es el caso de los colíderes del partido izquierdista ***, en prisión provisional acusados de "terrorismo". Cientos de maestros se han quedado sin trabajo, docenas de medios de comunicación han sido cerrados y más de 140 periodistas están entre rejas. Uno de estos reporteros es Ahmet Sik, quien hace cinco años pagó temporalmente con la cárcel el descubrir la infiltración de los seguidores de Gülen y que, tras el golpe, elevó algunos interrogantes sobre su autoría.
"El problema es que [en Turquía] no se nos ha permitido hacernos preguntas", concluye Gareth Jenkins.
http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/23/58aee433468aeb513c8b4617.html