Sequía, el arma impensada de Estado Islámico
La nueva arma de destrucción masiva en el arsenal de Estado Islámico (EI) no fue desarrollada en laboratorios secretos ni en los departamentos de física. Los jihadistas ahora se aprovechan del agua: milicianos del grupo cerraron el dique de Ramadi, sobre el río Éufrates, limitando el flujo de ese vital elemento en algunas localidades iraquíes que tienen asediadas.
Además de afectar los sistemas de riego y las plantas de tratamiento de agua en las zonas en manos de Bagdad y de tribus contrarias a EI, la medida busca reducir el caudal del Éufrates, una barrera natural que impidió el avance de la milicia, para poder lanzar nuevos ataques sobre las fuerzas gubernamentales que pretenden reconquistar Ramadi.
"El uso del agua como arma es condenable en términos muy claros", dijo el vocero del secretario general de la ONU, Stephane Dujarric. "Este tipo de informes son, cuanto menos, inquietantes", agregó.
Por ahora, EI abrió sólo dos de las 26 esclusas en la represa Al-Warar, y por períodos muy breves cada día. En consecuencia, el nivel del río es tan bajo que puede cruzarse a pie.
La noticia llegó en medio de un recrudecimiento de los combates en Siria e Irak, y luego de que Washington recibiera críticas por la falta de compromiso de la coalición en la lucha contra el jihadismo.
Según militares estadounidenses, más de 10.000 milicianos de EI murieron en los bombardeos llevados a cabo por la coalición en Siria e Irak, aunque todavía no se movilizaron tropas en la región. El grupo islamista lanzó hace un mes un nuevo ataque en la región.
La restricción del agua, un bien extremadamente preciado en los desiertos de Medio Oriente, es la última muestra de su ofensiva.
"Cortar el agua es el peor crimen que pueden cometer. Así forzarán a los chicos, las mujeres y los ancianos a irse", dijo Sabah Karhout, jefe del consejo provincial de Al-Anbar, la provincia de la que Ramadi es la capital.
"Tal vez EI no tenga suficientes combatientes para enfrentarse a nosotros en una batalla convencional", dijo Arkan Jalaf al-Tarmuz, otro miembro del consejo provincial. "Por eso está usando el agua como arma para volver más vulnerables zonas en las que hay bases militares", agregó. En realidad, EI ya intentó usar esta táctica en enero, cuando se redujo el suministro de agua a la ciudad de Fallujah. Pero la restricción se levantó rápidamente luego de las quejas de los residentes. En esta oportunidad, no se sabe hasta dónde están dispuestos a llegar.
"Se corre el riesgo de una tragedia humanitaria", dijo Rafae Fahdawi, líder de una tribu local que lucha contra EI. El grupo jihadista conquistó Ramadi el mes pasado, luego de intensos combates contra las tropas de Bagdad. Ahora, el gobierno intenta retomar la ciudad y se espera una férrea resistencia de EI.
Además, la reconquista avanza lentamente debido a las tensiones entre las tribus sunnitas que viven en la región y las tropas chiitas de Bagdad, que resisten en conjunto el avance jihadista, pero que no confían el uno en el otro.
Al mismo tiempo, familias iraquíes que viven en los pueblos de la zona empezaron a migrar por miedo a un ataque de EI. La falta de agua acrecentó el número de refugiados, y la ONU teme por una crisis humanitaria inminente. Más de ocho millones de civiles iraquíes han sido afectados por el conflicto (hay tres millones de refugiados), y dependen en mayor o menor medida de la ayuda humanitaria que provee la ONU. Sin embargo, hay una falta importante de recursos.
"Si no hay más apoyo, en las próximas semanas la mitad de los programas podría tener que recortarse o incluso suspenderse", advirtió en Bruselas Kyung Wha Kang, de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
El principal peligro es que millones de personas en Irak queden sin acceso al agua potable. Se calcula que 85.000 personas abandonaron Ramadi luego de ser conquistada por EI. Ahora se espera que debido a la ofensiva sobre el agua crezca la cantidad de refugiados iraquíes.
Por otra parte, ayer también se informó que unos 5000 civiles sirios huyeron hacia Turquía, en la provincia de Sanliurfa, al escapar de los cruentos combates. "Se pasaron al otro lado de la frontera en medio del pánico y quedaron entre los jihadistas y las fuerzas kurdas", informó la prensa turca.
La Nación