Ingenieros anfibios en la guarnicióngracias por la informacion
Como consecuencia de los bombardeos de la aviación británica con bombas de racimo Cluster a la pista de tierra de la base aérea, se había generado una serie de limitaciones relacionadas con la imposibilidad de operar en determinados sectores, en donde se encontraba restringido el movimiento tanto de personal como de vehículos y aeronaves debido a la presencia de numerosas granadas sin estallar. Incluso, una de aquellas había ocasionado averías a un Land Rover y heridas a su conductor, el suboficial auxiliar Norberto Bazáez.
El 15 de mayo, procedente de Puerto Argentino, un equipo de trabajo perteneciente a la Compañía de Ingenieros Anfibios, llegó a la Base “Cóndor” en un Chinook de la Fuerza Aérea con la finalidad de efectuar la voladura de los artefactos explosivos y la limpieza de las bombas Cluster lanzadas sobre el sector. El grupo estaba conformado por el teniente de fragata Jorge Daniel Marquardt (quien era segundo jefe de la compañía), el suboficial segundo Marcos Quiroga y el cabo principal Roque Yerace; los infantes de marina llevaban consigo su equipo individual, carteras de minador y explosivos.
Ya en Pradera del Ganso, el equipo fue recibido por el vicecomodoro Pedrozo. Explicado el problema, el jefe de la base requirió la localización de las granadas esparcidas en el terreno y su limpieza o destrucción, y les asignó a los recién llegados dos suboficiales, catorce conscriptos y un vehículo liviano, como refuerzo para la tarea.
El teniente de fragata Marquardt y sus dos suboficiales reconocieron el sector de la pista y verificaron que, en una zona de dispersión significativa, había una gran cantidad de granadas sin explotar, dispersas y semienterradas. Además hallaron cinco contenedores abiertos y casi llenos, sin que se observaran en el sector bombas de fragmentación.
Iniciado el trabajo los ingenieros efectuaron algunas voladuras pero, posteriormente, el equipo decidió juntar los artefactos a mano y tirarlos al mar en un sector próximo a la escuela denominado Carcass Bay. Apreciando que se podría cumplir satisfactoriamente con lo requerido, Marquardt ordenó al cabo principal Yerace que instruyera al personal de la base asignado por Pedrozo sobre cómo manipular las granadas luego de ser desactivadas; a partir de allí, la tarea de los ingenieros fue de dirección: los explosivos se juntaban en mantas y se depositaban en el vehículo. Por el riesgo de transporte, al estar el camino en mal estado, el traslado era efectuado por los infantes de marina; el Land Rover solo llevaba al conductor, seguido a distancia por los dos restantes. Los contenedores encontrados también fueron cargados en el vehículo entre dos ingenieros y trasladados al sector ya mencionado; allí se los puso al borde de una pendiente y se los pateó hacia el mar.
El domingo 16 de mayo, cerca de la medianoche, arribó al muelle de la localidad el buque de transporte “Monsunen” con un cargamento de munición y combustible. La llegada de la nave fue aprovechada por el teniente de fragata Marquardt y su gente para confraternizar con personal del arma. El comandante del barco, el teniente de navío Jorge Gopcevich Canevari, les obsequió unas cajas de lengua congelada, lo que les permitió preparar una buena comida.
El 18 de mayo, finalizadas las tareas de limpieza, los infantes de marina retornaron a Puerto Argentino en el mismo helicóptero que los había traído.