Ya que la discusión derivó hacia lo doctrinario y la forma de organización, de administración, despacho y hasta pago del despliegue (¿por cada fuerza o por el Estado Mayor Conjunto?) aquí va un insumo del mismo artículo anterior sobre la experiencia del Arpía IV FAC, como opera lo conjunto en la práctica, y lo que piensa el EJC (Ejército Colombiano) respecto de la solución:
¿Qué sigue?
Colombia posee una de las flotas más grandes de UH-60 Black Hawk en el mundo (100 unidades).
La mayoría en manos del Ejército Nacional (60 %), que los usa estupendamente para el asalto aéreo, así como para apoyar a la población civil en caso de emergencia, o catástrofe. Resulta que
por un asunto de doctrina en algún momento se decidió que los helicópteros artillados debían pertenecer a la Fuerza Aérea, y es por eso que los UH-60 del Ejército Nacional no pasan de tener ametralladoras en las puertas -con excepción de un par de Mi-17 que fueron artillados con cohetes y ametralladoras en semiplanos, en un experimento que no dio frutos-.
Por fortuna, en Colombia se ha desarrollado progresivamente y con gran éxito la doctrina para las operaciones conjuntas, coordinadas e interagenciales, lo que ha posibilitado que las distintas unidades engranen perfectamente para la ejecución de complejas operaciones contra los grupos narcoterroristas. Podría darse el caso de que un grupo de “hombres jungla” de la Policía Nacional sea enviado a apoyar a una unidad fluvial de la Infantería de Marina, pero para llegar al sitio deben ser transportados por aire, y que el elemento aéreo que los va a llevar podría estar compuesto por
helicópteros de transporte del Ejército, escoltados por un Arpía de la FAC. Mientras que la operación es coordinada a miles de kilómetros del lugar de los acontecimientos. De hecho cosas parecidas son comunes hoy en día en Colombia, y no deja de resultar asombroso.
A pesar de que en apariencia no hay problema para que las fuerzas de superficie cuenten con el apoyo oportuno de los helicópteros artillados de la Fuerza Aérea Colombiana,
es una conocida aspiración de la División de Aviación Asalto Aéreo del Ejército Nacional, el llegar a contar con sus propias unidades artilladas, incluso se ha hablado del helicóptero de ataque AH-64 Apache. Esto sin duda ha debido generarse en la mente de los muchos oficiales del Ejército Colombiano que han recibido instrucción en Fort Rucker (Alabama, EUA), y están claramente influenciados por la doctrina del US Army. Sería un avance muy importante para el Ejército Colombiano llegar a contar con un escuadrón de Apaches, esto no solo le permitiría a Colombia aumentar su capacidad de disuasión frente a posibles amenazas -provenientes fundamentalmente de los gobiernos inestables de corte izquierdista que hay en la región-, sino que además le permitiría mejorar notablemente sus capacidades para participar en operaciones multinacionales que persigan el sostenimiento de la paz y la estabilidad mundial. Es una decisión que deberá tomarse.
Mientras ese momento llega,
hay una solución intermedia que permitiría fortalecer a la Aviación del Ejército Colombiano. Por ahí están los pioneros del proyecto Arpía, Javier Herrera y Hernando Barrera, disfrutando de su pensión como Técnicos Jefe de la Fuerza Aérea Colombiana en uso de buen retiro. Perfectamente podrían ayudar al Ejército a crear un “Arpía” II-E, después de todo el proyecto se encareció y se complicó fue a partir de la versión III, con toda la electrónica que se incorporó a los helicópteros de la FAC.
El Ejército de Colombia en este momento cuenta con siete helicópteros S-70i, habiéndose recibido los primeros en enero del 2013. Los S-70i son una de las versiones más modernas del Black Hawk. Este modelo ya cuenta con 4 pantallas MFD en su cabina; un sistema de autodiagnóstico que informa sobre necesidades de mantenimiento o logística, a través del Integrated Vehicle Health Management System (IVMS), que monitorea los motores del helicóptero, la transmisión y los rotores; tiene piloto automático y puede cumplir por sí solo con un curso preprogramado, realizando durante el trayecto los cambios de ruta y altura que sean requeridos de forma automática, a través de su sofisticado sistema de vuelo (Flight Management System - FMS). Posee un sistema digital que constantemente presenta a la tripulación un informe situacional de la nave y el terreno en los 360°, tiene controles de vuelo digitales duales, y características técnicas y operacionales mejores que la versión UH-60L que es la mayoritaria en Colombia.
Si se aprovechan todas esas particularidades tecnológicas, y estos siete helicópteros se arman al modo en que lo fueron los Arpía II de la Fuerza Aérea Colombiana, con ametralladoras GAU19 de calibre .50 y cohetes, además de dotarlos un sistema de contramedidas de misiles, de los que ya posee el Ejército Nacional y que están instalados en algunos de sus UH-60L, tendríamos una nave excepcional, que se parecería a los Arpía II de la Fuerza Aérea Colombiana, pero serían aún mejor, estos helicópteros podrían denominarse S-70i Arpía II-E.
Si se tiene en cuenta la amplia experiencia de los pilotos del Ejército Nacional, que conocen el territorio colombiano como la palma de su mano, que han participado en múltiples operaciones de asalto aéreo bajo fuego enemigo, que han hecho extracciones C-SAR, que saben operar con NVG, y que han realizado
múltiples operaciones conjuntas, coordinadas e interagenciales, tendremos un poderoso activo para
apoyar a las fuerzas de superficie que perfectamente complementarían a los AH-60L Arpía IV de la FAC. De esta forma,
además de una bandada de Arpía IV operando en modo antitanque, con misiles de largo alcance y data link, podremos contar también con siete helicópteros que haciendo uso de sus sistema de navegación avanzado, se pueden poner en piloto automático para ser lanzados en vuelo rasante de día o de noche contra sus blancos, y aparecer allí de repente con cuatro ametralladoras GAU-19 y 64 cohetes, desatar el infierno y luego regresar a su base de lanzamiento con el mismo sigilo con el que llegaron.
O también podrían formar elementos de combate con los Arpía IV, complementándolos, las posibilidades son bastante interesantes y flexibles.
La doctrina debe ser dinámica, las Fuerzas Militares deben anticiparse a los cambios, no esperar a que estos ocurran para adaptarse. En este sentido, la negativa a que el Ejército Nacional posea helicópteros artillados es un serio obstáculo al desarrollo de todo su potencial. Lo propuesto es una posibilidad viable, que puede avanzar mucho más cuando se disponga de la voluntad política y el presupuesto: el Arpía V podría llegar a ser el resultado de la adaptación de los S-70i del Ejército con las armas y sistemas de los AH-60L Arpía IV de la Fuerza Aérea. ¿Por qué no?
(Fragmento:
AH-60L “Arpía” IV: El halcón que se convirtió en águila).
Creditos al autor
Douglas Hernández
Fuente:
Saludos