Relaciones: EE.UU - UE


La jefe del Gobierno alemán, Angela Merkel, advierte que Europa no podrá contar con sus aliados
tradicionales. En su discurso, no aludió directamente a Trump, con quien acaba de encontrarse,
pero dijo que Europa está abocada a luchar sola.
 

La postura de Merkel es analizada por la prensa alemana como parte de un complejo plan
secreto. Ese plan comenzaría con la crisis de los refugiados y seguiría con la armonización
de las políticas económicas, después de las elecciones generales de septiembre.
 

Rumplestilskin

Colaborador
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Yo quiero que Alemania vuelva a hacer negocios con Rusia, dejé de lado a UK y reduzca su participación en la OTAN hasta que con Francia vuelvan a hablar de disolverla.

Pero es que eso es lo que (parece) no quieren hacer. Lloran ahora, cuando EE.UU habla de dejarlos solos. Mientras les dijo cuando podían bostezar y cuando no, que había que sancionar a Rusia y no venderle Mistral, etc......bailaban en una pata.

Quizá esta patada de EE.UU les sirva para reaccionar, pero lamentablemente no parece que sea el caso.
 

Sebastian

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Los líderes alemanes endurecen el pulso con la Administración de Trump

Fuentes comunitarias critican la renuncia del presidente de EE UU a influir en la agenda internacional


Ana Carbajosa
Lucía Abellán
Berlín / Bruselas 29 MAY 2017 - 21:31 CEST

El presidente de EE UU, Donald Trump y la canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G7 en Taormina el viernes. MIGUEL MEDINA AFP
Lejos de estrecharse, la brecha entre Berlín y Washington adquiere una preocupante profundidad. El día después de que Merkel lanzara la bomba de alto tonelaje con la que prácticamente certificaba la muerte en vida de las relaciones transatlánticas, la propia canciller volvió a reafirmarse en sus palabras, mientras el titular de Exteriores alemán consideró que la presidencia de Donald Trump “debilita” a Occidente supone “el fracaso de EE UU como una gran nación”. Mientras en Bruselas, aún tratan de asimilar que el hombre de maneras rudas y desafiantes que recaló en el Viejo Continente la semana pasada lidera la primera potencia mundial.

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Más que las divergencias políticas, en Bruselas sorprende la renuncia de Trump a influir en la agenda internacional para centrarse en su fuero interno. Estados Unidos rehúsa asumir ningún tipo de compromiso en cambio climático, comercio, refugiados o cualquier otro dosier multilateral con el argumento de que puede dañar los intereses estadounidenses. Ese alejamiento de quienes han sido sus principales aliados naturales —la UE y la OTAN como principales bastiones occidentales— inquieta a ambos bloques.

Fuentes conocedoras de los encuentros del G7 destacan que Trump se mostraba en todo momento “a la defensiva”, sin querer pactar nada. La brecha que separa a Bruselas de Washington en asuntos de cambio climático se convirtió en un buen termómetro de esa obsesión del presidente por la agenda interior. Trump no cuestiona la evidencia científica sobre cambio climático, pero cree que el acuerdo de París alcanzado en 2015 es malo para Estados Unidos porque los compromisos de reducción de emisiones contaminantes pueden provocar más deslocalizaciones de la industria manufacturera. Y su mantra son los empleos amenazados por la globalización.

"Quien lleva las orejeras nacionales puestas, y no tiene ojos para ver el mundo que le rodea, estoy convencida de que termina alejado en un limbo", dijo el lunes Merkel. Sigmar Gabriel, el titular de Exteriores alemán se expresó de manera similar en una conferencia de prensa. “Hay una nación líder que antepone sus intereses nacionales al orden internacional”. “Las políticas cortas de miras del Gobierno estadounidense son contrarias a los intereses de la Unión Europea”. Y siguió: “Occidente es ahora más pequeño o al menos más débil”.

Merkel y sus portavoces se afanaron el lunes por reafirmar la vigencia del vínculo transatlántico, pero sus palabras también dejaban claro que algo se ha roto durante la visita de Trump a Europa. “Somos y seguiremos siendo defensores de las relaciones transatlánticas, pero los europeos debemos tomar nuestro destino en nuestras manos”, dijo el lunes Merkel en un foro gubernamental de desarrollo sostenible, en el que volvió a insistir en que Europa no puede contar con EE UU como lo hacía hasta ahora.

Consideró también, que no tenía sentido maquillar las diferencias que separan a Washington de Bruselas en materia de cambio climático, donde Estados Unidos se plantea desmarcarse del acuerdo de París de reducción de emisiones contaminantes.

Ante este escenario, la UE confía en mantener al menos unos mínimos lazos con Estados Unidos, pero a la vez busca otros socios con los que suplir el vacío de iniciativa estadounidense. El club comunitario celebrará una cumbre con el primer ministro chino, Li Keqiang, los próximos jueves y viernes en Bruselas para mantener vivo el acuerdo del clima, del que Trump parece dispuesto a desvincularse, formal o informalmente. Bruselas y Pekín anunciarán compromisos de reducción de emisiones y de refuerzo de las renovables, explican fuentes comunitarias.

Rivales electorales
En Alemania, la gira europea de Trump ha propiciado una exótica unidad entre los candidatos rivales, en plena precampaña electoral. “Ningún jefe de Gobierno en nuestro país debe dejarse humillar, de la manera en que ese hombre [Trump] humilló en Bruselas”, ha dicho Martin Schulz, el rival socialdemócrata al que se enfrentará la canciller Merkel en las lecciones de finales de septiembre. Schulz acusó a Trump de imponer sus ideas a través del “aislacionismo y el poder del más fuerte”.

Precisamente, la contienda electoral alemana es una de las lecturas del explosivo discurso pronunciado por Merkel bajo la tienda de campaña de fiesta de la cerveza en Baviera el domingo. La canciller hablaba en un mitin de la CSU, el partido hermano bávaro de la CDU de Merkel, cuyo líder, Horst Seehofer, se ha mostrado en el pasado crítico con la jefa de Gobierno.
El acto fue la escenificación regada con cerveza, de una unidad necesaria para concurrir con una sola voz a la cita electoral de septiembre. Pero además, al ponerse Merkel la camiseta proeuropea —“los europeos tenemos que tomar el destino en nuestras manos”, dijo—, robaba de paso protagonismo a su rival Schulz, expresidente del Parlamento Europeo, en el terreno en el que se siente más fuerte.
Competir por ver quién exhibe credenciales más proeuropeas y rechaza más y más alto al presidente de Trump empieza a ser una marca distintiva de una precampaña que se avecina larga.
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/05/29/actualidad/1496078576_469351.html
 

El enfrentamiento entre Donald Trump y Angela Merkel no ceja. El presidente de EEUU ha
vuelto a acusar hoy a Alemania de no gastar suficiente dinero en defensa. La jefe del Gobierno
alemán reitera que Europa ya no se puede fiar de la nueva Administración estadounidense

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Sebastian

Colaborador
Trump arremete contra Alemania y le acusa de dañar la economía de EEUU

El presidente estadounidense devuelve el golpe a Merkel con un tuit en el que responsabiliza a Berlín del déficit comercial



Jan Martínez Ahrens
Ana Carbajosa

La primera ley de Trump es: golpea siempre que puedas. Y la segunda: hazlo por Twitter.
En 140 caracteres, el presidente de Estados Unidos ha dado hoy la razón al histórico veredicto de la canciller alemana, Angela Merkel.
Washington ha dejado de ser un aliado y Europa debe empezar a tomar las riendas de su futuro. Una reflexión de profundidad mineral que en Trump suscitó este tuit:
“Tenemos un déficit comercial MASIVO con Alemania, además ellos pagan MUCHO MENOS de lo que deberían a la OTAN. Muy mal para USA. Esto va a cambiar”.​

La respuesta muestra al desnudo la ideología de la Administración estadounidense. Ya no hay intereses comunes por encima de los nacionales. Una clave que afecta a todo el árbol de relaciones multilaterales. El acuerdo sobre cambio climático está en duda, la estrategia de defensa mutua de Occidente dependerá del gasto que cada uno haga y las alianzas se supeditan al beneficio propio, un elemento que en la visión de Trump no se puede disociar del apoyo a las áreas deprimidas por la globalización que le votaron frente a la demócrata Hillary Clinton.

En este horizonte, el patriotismo económico propugnado por el presidente y su estratega jefe, Steve Bannon, tiene en Alemania su blanco perfecto. La nación que resurgió de las cenizas de la mano del Plan Marshall ve ahora cómo su prosperidad desata los peores humores de su hermano trasatlántico.

Alemania es el país con mayor superávit comercial del planeta (253.000 millones de euros el año pasado). La cifra saca de quicio a Trump y a su consejero comercial, el sulfúrico y extremista Peter Navarro. Para ellos representa, más que un triunfo de un aliado, un fracaso propio. EE UU sufre un déficit en su balanza de 470.000 millones (50.000 millones con Alemania). En su ardor proteccionista, Navarro ha llegado a acusar a Berlín de forzar un euro débil para favorecer sus exportaciones y ha amenazado con imponer muros fiscales a los productos alemanes.

Ante este pulso, Merkel ha mostrado los dientes y su Gobierno llegó a sugerir que estaba dispuesto a emprender una guerra comercial. La sangre no ha llegado al río, pero el desencanto tampoco ha dejado de crecer. La visita de la canciller a Washington en marzo ya dio un anticipo de esta glaciación. Merkel aterrizó con la idea de que era “mejor hablar uno con otro, que uno de otro”. Bajo esta argumento, recordó la larga amistad germano-estadounidense y los intereses compartidos. De nada sirvió. El viaje se saldó sin avances y en la retina del mundo sólo quedó una imagen: Trump evitando (o eso pareció) dar la mano a la canciller.

La primera gira al exterior del presidente de Estados Unidos no ha estabilizado la relación. Por el contrario, Trump ha salido al extranjero para demostrar que donde mejor se encuentra es en casa, ejerciendo de gran patriota económico. Las cumbres de la OTAN en Bruselas y del G-7 en Taormina (Italia) han materializado este despegue. Como buena doctora en Física, Merkel ha dado con la ecuación que resume el cambio: “Los tiempos en que los que podíamos depender completamente de otros, han terminado. Los europeos tenemos que pelear por nuestro propio destino”.

Trump ha validado esta conclusión. En su esquematismo, en su estocada de 140 caracteres, tira por la borda 70 años de amistad. Alemania ya no es un aliado fiel sino un deudor que se aprovecha de las debilidades americanas. Y él, el presidente encargado de evitarlo y devolver lo perdido a Estados Unidos. Nadie sabe aún cómo. Pero pocos dudan de que será como le gusta a Trump: golpeando siempre que pueda.

Una actitud que en Alemania enciende pasiones, como demostró ayer Martin Schulz, el candidato socialdemócrata que se enfrentará a Merkel en las elecciones de septiembre. El cabeza de lista de la socialdemocracia (SPD) dijo que Trump es “el destructor de los valores occidentales”. “Destroza el respeto y la cooperación de los pueblos basada en la tolerancia mutua”, afirmó Schulz, dejando claro que la animadversión al inquilino de la Casa Blanca es un asunto prácticamente nacional y no patrimonio exclusivo de la canciller. “Hay que interponerse en el camino de ese hombre y su ideología de desarrollo armamentístico”, añadió el candidato del partido que ahora gobierna en coalición con la CDU de la canciller. Thomas Oppermann, el jefe del grupo parlamentario del SPD consideró que el tuit de Trump “deja claro que considera a Alemania su adversario político”.

Sigmar Gabriel, ministro de Exteriores alemán y también socialdemócrata, trató de calmar los ánimos y de inyectar algo de optimismo trasatlántico en medio del fuego cruzado. “Es verdad que atravesamos un momento difícil entre EE UU y Alemania […] pero el vínculo con EE UU es más antiguo y mayor que el conflicto actual y pienso que volveremos a tener buenas relaciones en un futuro”.

La canciller Merkel, que el domingo se desmarcó de su natural templanza en Baviera, durante un mitin de la CSU, se mostró ayer algo más comedida, pero evidenció de nuevo que el vínculo trasatlántico que une a Alemania -y por lo tanto a la UE- con Estados Unidos se debilita por momentos. Durante la visita del primer ministro indio, Narendra Modi, a Berlín, Merkel exhibió, frente a la hostilidad hacia Trump, complicidad máxima con su homólogo indio, en una escenificación que rozó lo pueril. Coincidieron en lo prioritario de la lucha contra el cambio climático y la vigencia del Acuerdo de París del que Trump se desmarca y acordaron profundizar las relaciones comerciales, precisamente el área en la que EE UU acusa a Alemania de no jugar limpio. “También volvió a repetir que “los europeos tenemos el destino en nuestras manos”, en una clara alusión a la neonata desconfianza hacia el aliado estadounidense.
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/05/30/estados_unidos/1496153910_792003.html
 
Europa se tiene que defender a si misma de una forma real y a ser posible contundente, si ha de ser porque en los USA hay un presidente medio ido, pues oye da igual, lo mejor es que no dependamos de nadie.
 

La primera ministra británica, Theresa May, intenta suavizar el enfrentamiento entre el
presidente de EEUU, Donald Trump, y la jefe del Gobierno alemán, Angela Merkel.
 
Alemania pide contramedidas contra las sanciones "ilegales" de EE.UU. contra Rusia

Publicado: 31 jul 2017 14:14 GMT
Las nuevas sanciones contra Moscú propuestas por los legisladores estadounidenses "violan el derecho internacional, así de simple", denuncia la ministra de Economía de Alemania, Brigitte Zypries.


Tobias Schwarz / Reuters

La ministra de Economía de Alemania, Brigitte Zypries, ha denunciado que las nuevas medidas contra Moscú propuestas por los legisladores estadounidenses "violan el derecho internacional, así de simple", ha declarado a Funke Mediengruppe.

En opinión de Zypries, los estadounidenses "no pueden castigar a las empresas alemanas" porque tengan intereses comerciales en otro país.

La ministra ha enfatizado que "por supuesto que no queremos una guerra comercial" con EE.UU., pero ha recordado que Alemania había pedido repetidamente a Washington que no se desviara de la política común de sanciones occidentales contra Rusia.

"Desafortunadamente, eso es exactamente lo que están haciendo", se ha lamentado Zypries, añadiendo que "es correcto que la Comisión Europea considere ahora contramedidas" contra Washington.

Europa se rebela contra las sanciones antirrusas
La semana pasada, el Congreso de EE.UU. aprobó un proyecto de ley que prevé introducir nuevas sanciones contra Rusia y que ahora debe ser firmado por el presidente Donald Trump.

La propuesta de adopción de nuevas medidas punitivas ha despertado críticas en el seno de la UE, ya que las sanciones podrían afectar a empresas europeas. La Comisión Europea se ha mostrado dispuesta a adoptar medidas si Washington amplía las restricciones contra Moscú "sin tener suficientemente en cuenta" las preocupaciones de la Unión Europea.

  • La portavoz adjunta del Gobierno alemán, Ulrike Demmer, declaró que las medidas restrictivas de EE.UU. "no deben tener como objetivo a la industria europea", mientras que el portavoz del partido izquierdista Die Linke en el Parlamento europeo, Fabio De Masi, defendió que "las sanciones extraterritoriales de EE.UU. requieren contramedidas de la UE y Alemania".
  • La Cancillería de Francia también se pronunció en contra de la ley extraterritorial de EE.UU. sobre las sanciones impuestas a Rusia, afirmando que "parece ilegal desde el punto de vista del derecho internacional".
  • El portavoz del Ministerio de Exteriores de Austria, Juergen Schwarz, consideró que dichas sanciones están motivadas por los intereses económicos propios de Washington y ha tildado de "inaceptable" la aplicación extraterritorial de las leyes de EE.UU.
Asimismo, se dio a conocer que Bruselas está estudiando la adopción de una serie de restricciones propias contra EE.UU. si el país norteamericano impone este nuevo paquete de sanciones contra Rusia, porque estas afectarían a los intereses estratégicos de la UE en el ámbito energético.

Entre otras medidas, las autoridades comunitarias estudian limitar el acceso de varias empresas estadounidenses a los préstamos de bancos europeos.

https://actualidad.rt.com/actualidad/245763-alemania-contramedidas-sanciones-ilegales-rusia
 

Sebastian

Colaborador
Trump se reafirma en el proteccionismo elevando los aranceles al acero y el aluminio importado

El presidente de Estados Unidos convoca a los ejecutivos de la industria para definir las medidas que anunciará la semana próxima

Sandro Pozzi
Nueva York 2 MAR 2018 - 12:23CET

Estados Unidos alza aún más las espadas en el ámbito del comercio internacional, en la que se anticipa será la decisión proteccionista de mayor calado hasta la fecha. El presidente Donald Trump anunció este jueves que la próxima semana instaurará un nuevo arancel global del 25% al acero y del 10% al aluminio que importa de China, Alemania, Canadá o México entre otros países. Lo hará invocando la seguridad nacional y para revitalizar su industria.

Trump convocó a ejecutivos del sector en la Casa Blanca para definir las medidas que adoptará. El presidente, que cuenta con plenos poderes para modular los aranceles, tiene de plazo hasta mediados de abril para concretar la nueva tarifa. La cuestión está en saber contra qué países lo dirige exactamente. Canadá, Brasil y Corea del Sur son los principales exportadores hacia EE UU, junto a Europa, Japón, México y China.

“Nuestras industrias del acero y del aluminio se han visto diezmadas por décadas de comercio injusto y malas políticas con países por todo el mundo”, comentó el presidente en su cuenta en las redes sociales antes de la reunión con los ejecutivos, “no debemos seguir permitiendo que se tome ventaja de nuestro país, de nuestras compañías y de nuestros trabajadores. Queremos un comercio libre, justo e inteligente”.

Trump firmará la orden ejecutiva la próxima semana. El argumento de Washington es que los astilleros militares y los grandes proyectos en infraestructuras dependen demasiado del acero importando, que es más barato. También la industria de la automoción, aunque en su caso los fabricantes se oponen a las tarifas por el efecto que puede tener en el empleo del sector. Trump busca, sin embargo, incentivar la producción doméstica de acero especializado.

El Departamento de Comercio publicó hace justo dos semanas los resultados de un estudio, tras consultar con varias agencias, en el que concluía que estas importaciones minan las necesidades militares de EE UU y ponen en riesgo la seguridad. Planteaba tres opciones a considerar para pasar a la acción, utilizando una legislación de 1962: imponer una tarifa global, aplicar cuotas o aplicar aranceles específicos. Trump quiere más allá de la recomendación.

Ataque a la OMC
El sector siderúrgico da empleo a 385.000 personas en EE UU. Eran cerca de 640.000 asalariados en 2000. Trump se concentró durante la campaña en las localidades del viejo tejido industrial más afectadas por la destrucción de empleo para captar votos y acusó a China de vender el acero por debajo del precio del mercado. "La Organización Mundial de Comercio ha sido un desastre para nuestro sector manufacturero", reiteró, "necesitamos a estas compañías para nuestra defensa".

Las estadísticas, sin embargo, muestran una realidad muy diferente de la que defiende Donald Trump. EE UU produce el 70% del acero que consume y solo el 3% es de uso militar, de acuerdo con los datos del American Iron and Steel Institute. El Cato Institute señala que la industria da empleo a una proporción muy marginal cuando se compara con las empresas que lo consumen, que superan los 6,5 millones.

La acción unilateral está respaldada por Robert Lighthizer, representante de Comercio Internacional, que como abogado defendió los intereses de la industria siderúrgica en Washington, el secretario Wilbur Ross, que como inversor reestructuró compañías de la industria, y Peter Navarro, su asesor económico. Gary Cohn, principal consejero económico de la Casa Blanca, con una visión más globalista, y James Mattis, secretario de Defensa, fueron más cautos.

Alan Greenspan, Ben Bernanke y otros antiguos economistas que pasaron por la Casa Blanca ya urgieron que se evitara imponer las nuevas tarifas bajo la bandera de la seguridad nacional, porque consideran que “el coste diplomático” no redundará en beneficio de la economía, ya que los aranceles elevarán el coste de producción y el precio que paga el consumidor final. "Es una vía muy cara de preservar empleos en industrias en declive o menos competitivas", añade el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley.

Reacción de Wall Street
Los títulos de las compañías de la industria siderúrgica se apreciaron con fuerza en anticipación del anuncio. AK Steel subió un 8% durante la sesión bursátil mientras que su rival US Steel lo hizo más de un 5%. Nucor ganó un 3,5% y casi un 2% el productor de aluminio Alcoa. El alza de aranceles afecta, sin embargo, a grandes clientes como Boeing, Caterpillar o General Motors y el temor a una guerra comercial hizo de lastre en Wall Street, que cayó más de un 2%.

La Unión Europa advirtió por su parte que adoptaría medidas de represalia si se daba este paso. De hecho, el temor de los economistas del Council on Foreing Relations es que este tipo de aranceles acaben detonando litigios comerciales que dañen más a las empresas que protegerlas. Que el presidente invoque la seguridad nacional como argumento para alzar más el muro proteccionista no le libra de la Organización Mundial de Comercio puede considerar la medida ilegal.

La acción de Trump no es una sorpresa. Hace ahora un año que el Departamento de Comercio publicó un estudio en el que dejaba claro que EE UU defendería con “agresividad” sus intereses en el ámbito del comercio. Trump considera también que se firmaron acuerdos en el pasado que fueron dañinos para la economía. Por eso decidió nada más tomar posesión renunciar al tratado del Transpacífico y a renegociar el del Norteamérica. Las nuevas medidas pueden dificultar las discusiones con México y Canadá.
https://elpais.com/economia/2018/03/01/actualidad/1519913088_536857.html
 

Sebastian

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Trump alienta una guerra comercial y se jacta de que EE UU la ganará

“Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar", afirma el presidente tras de EE UU la polémica con Europa por los aranceles al acero

Amanda Mars
Washington 2 MAR 2018 - 23:25CET

Donald Trump ha hecho sonar los tambores de una guerra comercial de forma explícita y en su cuenta de Twitter, al más puro estilo Trump. El anuncio el jueves de nuevos aranceles al acero y al aluminio activó a la Unión Europea, que advirtió de posibles represalias, y cayó como un jarro de agua fría en México y Canadá, en plenas y difíciles negociaciones para reformular el tratado comercial norteamericano (Nafta, en sus siglas en inglés). Este viernes, por la mañana, el presidente se jactó de que Estados Unidos tiene las de ganar en un pulso mercantil.

“Cuando un país está perdiendo miles de millones de dólares en comercio virtualmente con cada país con el que tiene negocios, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar", espetó en la red social. "Por ejemplo, cuando estamos perdiendo 100 mil millones de dólares con un país y se hace el listo, dejamos de comercializar y ganamos en grande. ¡Es fácil!", agregó, en un sorprendente despliegue de sus conocimientos de comercio internacional.

El secretario de Comercio, Wilbur Ross, defendió y quitó hierro al posible impacto sobre el acero (cuyo arancel global será del 25%) y sobre el aluminio (10% al importado de China, Alemania, Canadá o México). “El motivo por el que tenemos que hacer esto es que ellos no solventan el problema de la sobrecapacidad en la competencia desleal global”, dijo en una entrevista en la cadena televisiva CNBC. Ross tomó en sus manos una lata de sopas Campbell para restar gravedad al asunto: En dicho bote, dijo, “hay acero por valor de 2,6 peniques. Si sube un 25%, eso son seis décimas partes de un penique… Acabo de comprar esto en el 7 Eleven y costaba 1,99 dólares. ¿A quién en el mundo le va a molestar?”.

La compañía Campbell le replicó poco después que los precios de sus sopas sí subirán. "cualquier nueva tarifa fronteriza sobre el acero para latas -del cual es insuficiente la producción en Estados Unidos- resultará en precios más altos para uno de los productos más asequibles de la cadena de de alimentación", dijo un portavoz a la misma cadena.

Las palabras y el tono de Trump van, en cualquier caso, más allá de unos peniques, hay un fondo muy político en su mensaje de Twitter. El déficit comercial de Estados Unidos, la nación más rica del mundo, fue uno de los elementos centrales de la agenda económica en la candidatura de Trump, con China y México como bestias negras. La diferencia entre lo que la economía importa y lo que exporta tocó el pasado noviembre su nivel máximo en los últimos cinco años -un total de 50.500 millones en el mes- espoleado sobre todo por las compras al gigante asiático. El lema “América, primero” que ha marcado el discurso de Trump, ha pasado en su versión económica por abandonar el Tratado Comercial Pacífico (TPP, también cuestionado por los demócratas), olvidarse del proyecto de nuevo acuerdo con Europa (el TTIP), poner el jaque la pervivencia del Nafta e incorporar aranceles.

https://elpais.com/internacional/2018/03/02/estados_unidos/1520015170_750712.html
 

Sebastian

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La UE prepara represalias comerciales como respuesta a la guerra del acero

La Comisión Europea debatirá imponer aranceles a una lista de productos estadounidenses

Lucía Abellán
Bruselas 2 MAR 2018 - 20:19CET
En vídeo, Donald Trump anuncia los aranceles al acero y el aluminio extranjeros. Foto: BORISLAV TROSHEV (EFE) | Vídeo: Reuters
Los países productores de acero toman posiciones ante la guerra comercial que declara Donald Trump. Europa, segundo exportador de ese material a Estados Unidos, ha alertado este viernes de que adoptará represalias en los próximos días contra una lista de productos estadounidenses si se concretan las amenazas vertidas por su gobernante. China, el mayor productor mundial, avisó de que esa estrategia perjudicará al comercio internacional. Las bolsas de todo el mundo y los gigantes del sector reaccionaron con pérdidas ante esos riesgos venideros.

Europa lleva meses temiendo el proteccionismo de Trump y ya tiene medidas preparadas para la guerra comercial que ha abierto el mandatario estadounidense. La Comisión Europea analizará el próximo miércoles posibles represalias comerciales como respuesta a los aranceles que Estados Unidos quiere imponer sobre el acero y el aluminio provenientes del exterior. Bruselas ha elaborado una lista de productos estadounidenses (siderúrgicos, agrícolas y de otro tipo) que afrontarán a gravámenes comerciales cuando se exporten a la UE, explican fuentes comunitarias.

Pocas veces las autoridades europeas esgrimen el discurso nacionalista frente a terceros. Pero el cariz de los mensajes provenientes de Washington ha provocado una subida de tono en la capital comunitaria. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha avanzado esos movimientos: “No permaneceremos sentados mientras nuestra industria es atacada con medidas injustas que ponen en riesgo miles de puestos de trabajo europeos. La UE actuará con firmeza y con mesura para defender nuestros intereses”.

El malestar resonó en otros bloques afectados. Canadá, primer exportador de acero a Estados Unidos, también amagó con respuestas contundentes. “Una decisión así sería inaceptable y tendría consecuencias a ambos lados de la frontera”, aseguró el ministro de Comercio, François-Philippe Champagne. Su homólogo japonés, Hiroshige Seko, negó que las exportaciones de su país “dañen en absoluto la seguridad nacional estadounidense”, como argumenta Trump. El Ministerio de Exteriores chino le exigió “contención”.

Los expertos de la Comisión Europea, que gestiona en exclusiva las competencias comerciales de la UE, comenzaron a perfilar su estrategia cuando Trump lanzó las primeras señales de contienda comercial. Además de elaborar esa lista de productos estadounidenses, Europa supervisará los flujos del acero y del aluminio —claves para la industria automovilística y la electrónica, entre otras— que no llegan a Estados Unidos como consecuencia de la nueva política para ver si aplicar medidas de defensa comercial contra ellos. El objetivo es evitar que, al no venderse en Estados Unidos, acaben inundando el mercado europeo en perjuicio de los productores del club comunitario. Por último, la UE tratará de adoptar una posición común con otros bloques afectados por las medidas (principalmente China) para ganar fuerza.

Efecto dominó
Las fuentes consultadas eluden dar más detalles con el argumento de que Estados Unidos aún no ha detallado su estrategia ni ha dicho a qué países afecta. Pero incluso si la intensa presión diplomática que ha ejercido Europa sobre la Administración estadounidense acabara eximiendo al bloque comunitario de los gravámenes, las medidas de Bruselas podrían llegar igualmente. Porque si los aranceles a China desvían una buena parte del acero producido en ese país al territorio europeo, la Comisión Europea contemplaría mecanismos de defensa. La iniciativa estadounidense, por tanto, amenaza con desatar un efecto dominó.

“El impacto directo para Europa no será muy elevado. El riesgo es la guerra comercial. Cuando un país se mueve, lo hacen todos y eso genera incertidumbre en los mercados”, explica Ángel Talavera, experto de Oxford Economics. Los primeros efectos de esa incertidumbre se dejaron sentir en los mercados. Las principales bolsas europeas cerraron con pérdidas (2,2% en Alemania, el gran productor europeo; 2,4% en Francia y 1,5% en Reino Unido). También Tokio y Hong Kong experimentaron descensos similares. Y las grandes firmas europeas del sector (ArcelorMittal, Thyssenkrupp...) acumulan números rojos en las dos últimas jornadas.

Los portavoces comunitarios han querido apartarse del mensaje belicista adoptado por Trump y han insistido en que cualquier medida que adopte el Ejecutivo comunitario respetará las reglas de la Organización Mundial de Comercio. Bruselas alerta también de que las propias empresas estadounidenses se verán perjudicadas. “Estas medidas impactarán negativamente en la relación transatlántica y en los mercados internacionales. Además, elevarán los costes y reducirán la oferta para los consumidores estadounidenses de acero y aluminio, incluidas las industrias que importan estas materias primas”, ha avisado la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström.

El precedente de 2003
El choque comercial por el acero tuvo un precedente en 2003, bajo mandato de George Bush. EE UU había impuesto un arancel de hasta el 30% al proveniente de Europa y otros territorios. La UE ideó entonces represalias para una lista de productos estadounidenses, entre ellos los siderúrgicos, motores de barcos, zumos de naranja, gafas de sol o fotocopiadoras. Bush retiró las medidas justo antes de que la UE aplicara las suyas.
https://elpais.com/internacional/2018/03/02/actualidad/1519998921_384504.html
 

Sebastian

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Trump amenaza con fijar aranceles sobre los coches de fabricación europea

El presidente de EE UU alarma a la UE, México y Canadá al invocar la guerra comercial

Amanda Mars
Ignacio Fariza

Washington / México 4 MAR 2018 - 01:05CET

Donald Trump no frena. El presidente de Estados Unidos parece decidido a un cuerpo a cuerpo comercial con Europa. El viernes la UE había advertido de represalias por el anuncio de nuevos aranceles al acero que exporta al mercado estadounidense y el sábado Trump replicó en su cuenta de Twitter con otro desafío. “Si la UE quiere aumentar aún más sus aranceles y barreras sobre las empresas estadounidenses, simplemente aplicaremos un impuesto sobre sus coches que llegan libremente a EE UU. Hacen imposible que nuestros coches (y otros productos) se puedan vender allí. ¡Gran desequilibrio comercial!”, escribió.

También insistió en su discurso proteccionista: “EE UU tiene un déficit comercial anual de 800.000 millones de dólares por nuestros estúpidos acuerdos y políticas. Nuestros trabajos y riqueza están siendo entregados a países que se han aprovechado de nosotros durante años. Se ríen de lo tontos que nuestros líderes han sido. ¡Nunca más!”.

El lenguaje ya se ha adentrado en el terreno de la guerra comercial, esa que Trump invocó con ligereza el viernes, y queda por ver si también lo hacen las políticas de ambas grandes economías. El discurso de esta semana ha sembrado el pánico en Canadá y México, sus viejos socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), en plena renegociación del mismo.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se expresó de forma combativa y, aunque si amenazas directas, alertó de que nada que considere una afrenta comercial saldrá gratis a Estados Unidos. Tachó las nuevas tarifas de “absolutamente inaceptables” y aseguró que causarán daños “significativos” a ambos lados de la frontera. “Por eso le estamos recalcando a la Administración estadounidense la naturaleza inaceptable de estas propuestas que van a perjudicarles a ellos tanto como a nosotros”, subrayó.

El jueves Washington anunció la introducción de unos nuevos aranceles del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio. Aunque los detalles de las tarifas se harán públicos la próxima semana, no parece que vaya a haber países exentos, según fuentes de la Casa Blanca, lo que pone a Canadá en aprietos. Se trata del mayor proveedor de acero y aluminio de EE UU, con un volumen de 7.200 4.300 millones de dólares el año pasado, respectivamente. México, por su parte, es el cuarto mayor exportador de acero a la primera potencia mundial, tras la propia Canadá, Brasil y Corea del Sur.

Más allá de los nuevos aranceles, lo que más siembra inquietud en la Ciudad de México y Ottawa canadienses y mexicanos es el discurso que lo acompaña. En paralelo a los continuos ataques de Trump discurre la séptima ronda de renegociación del TLC, ya de por sí lastrada por la discusión telefónica que Trump y el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, tuvieron hace unos días y que llevó a cancelar los planes de un encuentro.

El desencanto en las conversaciones para la actualización del mayor acuerdo comercial del planeta no se circunscribe únicamente al lado mexicano: también al canadiense y, en cierta medida, al estadounidense. En el primer caso, el encargado de verbalizarlo ha sido Jerry Dias, jefe del mayor sindicato de Canadá (Unifor): “El equipo canadiense está completamente frustrado. Está claro que todo el tono de las negociaciones del TLC ha dado un paso atrás”, ha afirmado después de reunirse con el jefe negociador canadiense, Steve Verheul. En el segundo, el estadounidense, por el desconcierto de sus propios negociadores: muchos son los mismos que se sentaron a la mesa, también con México y Canadá, para tratar de sacar adelante el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) en tiempos de Barack Obama. Por aquel entonces, la máxima estadounidense era el libre comercio. Ahora, menos de un lustro después, les toca defender el discurso contrario.

La séptima ronda estaba señalada en rojo en el calendario como aquella en la que los tres países debían acercar posturas si querían cerrar un acuerdo preliminar dentro de un mes, en la cumbre de Washington. De no alcanzar ese pacto en la capital estadounidense, el margen para alcanzar un acuerdo antes de las elecciones presidenciales mexicanas de julio es mínimo.

https://elpais.com/internacional/2018/03/03/estados_unidos/1520103211_331554.html
 
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