Reunión entre Putin y Erdogan: ¿giro en la política turca?
26 de julio de 2016
Dmitri Filomenko,
RBTH
El anuncio de la reunión entre Putin y Erdogan para el próximo 9 de agosto en San Petersburgo es una muestra del restablecimiento de las relaciones entre ambos países tras la crisis surgida por el derribo de un caza ruso Su-24. ¿Cuáles son las causas del nuevo acercamiento entre ambos países?
El viceprimer ministro turco, Mehmet Simsek, anunció la fecha del encuentro tras una reunión con su homólogo ruso Arkadi Dvorkóvich. Será el primer cara a cara entre los dos líderes tras el derribo del
caza ruso Su-24 por parte de Turquía y una muestra clara del restablecimiento de las relaciones bilaterales.
"Estamos aquí para normalizar cuanto antes nuestras relaciones, interrumpidas desde el 24 de noviembre. Rusia no es sólo nuestro vecino, sino también un socio estratégico", subrayó Simsek, según informa EFE.
Mientras, Dvorkóvich recordó que las
disculpas de Erdogan "sentaron las bases para restablecer las relaciones" entre los dos países. Hace un mes el presidente turco envió a Putin una misiva en la que expresaba sus condolencias por el suceso y apelaba al acercamiento, un paso que Moscú exigía para la normalización.
"Estamos preparados para un diálogo constructivo. El restablecimiento de nuestras relaciones debe avanzar por etapas. Paso a paso, debemos descongelar la cooperación en el ámbito económico y comercial", apuntó el viceministro ruso.
La llamada de teléfono de Putin
Poco después del intento del fallido golpe de Estado, Vladímir Putin llamó a Tayyip Erdogan por teléfono. El mandatario ruso presentó condolencias por la pérdida de vidas y confirmó su apoyo al restablecimiento del "orden constitucional".
La reacción de Putin contrastó con la de los líderes occidentales, que decidieron no hablar directamente con el líder turco. La postura autoritaria y el apoyo a la islamización de la sociedad turca han creado un ambiente de desconfianza en Occidente.
Erdogan llamó también al presidente iraní Hasán Rouhaní y declaró que Ankara está dispuesta a unir sus esfuerzos a Irán y Rusia para restablecer la paz y la estabilidad en la región.
Estas declaraciones de Erdogan para acercarse a Rusia e Irán podrían implicar un cambio significativo en la política exterior de Turquía. En la guerra siria Ankara ha apoyado desde el principio a la oposición contra Bashar al Asad, mientras que Moscú y Teherán han dado apoyo militar al régimen de Damasco.
Tensiones con EE UU
La promesa de un restablecimiento de las relaciones entre Ankara, Moscú y Teherán podría atribuirse a la creencia de Erdogan y sus seguidores de que el intento de golpe de Estado lo planeó el clérigo Fethullah Gülen, que se autoexilio a los EE UU en 1999 y continúa viviendo allí.
Gülen niega que haya participado en la conspiración y las acusaciones sobre la creación de una "estructura paralela" dentro de la judicatura, el sistema educativo, los medios de comunicación y el ejército.
La insistencia de Ankara esta cuestión irritó a Washington. "Las insinuaciones públicas sobre el papel de EE UU en el fallido golpe de Estado son totalmente falsas y dañinas para nuestras relaciones bilaterales", declaró el secretario de Estado, John Kerry.
El primer ministro turco declaró que "podía incluso haber un cuestionamiento de nuestra amistad", lo que implica un claro aumento de la presión turca.
La dura retórica del gobierno turco se debe también a la narrativa negativa que los medios occidentales han mostrado durante el último año acerca del mandato de Erdogan.
La intensa y continua crítica al mandatario turco han ayudado a moldear una opinión pública en Occidente contra el "nuevo sultán", algo que no ha pasado desapercibido para el gobierno turco y, sin duda, ha contribuido al deterioro de las relaciones dentro de la OTAN.
El restablecimiento de las relaciones con Rusia
Tras el derribo de un caza ruso Su-24 a finales de noviembre en la frontera entre sirio-tuca, las relaciones bilaterales se enfriaron y se congeló el diálogo político, que hasta ese momento parecía era vibrante y constructivo.
El distanciamiento político provocó también un alejamiento en las relaciones económicas, aunque la cooperación energética es crucial para ambos, y es que Turquía es el segundo comprador de gas ruso, solo por detrás de Alemania. Los proyectos conjuntos se congelaron pero no llegaron a cancelarse.
Las grandes empresas de ambos países están interesadas en mantener la interacción. La agencia Rosatom ha ganado un concurso público para construir una central nuclear en Akkuyu y no quiere perderlo.
Gazprom está interesado en la construcción del
Turkish Stream, un gasoducto que llevará gas ruso hasta Europa a través del lecho marino del Mar Negro y evitará pasar por Ucrania.
Además, Sberbank, el mayor banco de Rusia, tiene una filial turca – Denizbank- y tiene intenciones de hacerse más fuerte en este mercado, con el estímulo que suponen las visitas de 3,5 millones de turistas rusos al año.
Finalmente, Lukoil, la mayor petrolera privada de Rusia, cuenta con una amplia red de gasolineras en las mayores carreteras de Turquía y tiene también interés en quedarse en el páis otomano.
Los mismo es aplicable a los principales negocios turcos: Enka, Vestel, Beko, Şişecam, Garanti Bankası o Pegas son firman que están bien establecidas en el mercado ruso. Las constructoras turcas tienen contratos valorados en 10.000 millones de dólares en Rusia.
Al mismo tiempo, hay que sumar un factor social que favorece la actitud positiva. En las últimas dos décadas han aumentado considerablemente los matrimonios entre ciudadados de los dos países. Millones de peronas están interesadas en que las relaciones bilaterales sean estables.
Dejar de lado el orgullo y los prejuicios
El poco espacio de maniobra que le han dejado a Turquía sus socios occidentales le deja con escasas alternativas. Tras ver que se podía quedar aislado Erdogan ha tomado una decisión difícil. Ha resuelto sus disputas con Israel y Rusia, dejando así de lado las diferencias, las ofensas y hasta el orgullo y los prejuicios.
Todo esto parece indicar que la apertura procedente de Ankara es sincera, aunque quizá de una sinceridad forzada, obligada por las circunstancias.
De la misma manera que las sanciones de EE UU y la UE contra Rusia hicieron que Moscú acelerase su “giro asiático”, en particular hacia China, la presión psicológica contra Erdogan por parte de los políticos y los medios occidentales ha provocado que Ankara busque aliados en otros lugares.
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