Acá hay que hacer explotar las cabezas de la gente, y empezar de cero muchísimas cosas, sin que vengan a romper las pelotas los defensores de esto y aquello.
Los institutos no sirven para los jóvenes que no han tenido guía ni de padres ni de maestros, que no tienen la más básica estantería mental, y ni hablemos ya de la información mínima indispensable con que debiera llenarla...
Las instituciones de menores no funcionan en la mayoría de los casos, porque estos chicos, acostumbrados a vivir de una manera silvestre -en el más literal de los sentidos-, sobreviviendo de la manera que pueden, cazando como predadores, sin más condicionantes que las de sus propias y poco racionalizadas necesidades e impulsos no sienten más que encierro, y se escapan, es el sistema contra ellos.
Diferente puede ser una estructura en la que se impulse a obtener logros, a enfrentar desafíos para conseguir resultados, a ver al otro como un semejante, en asociarse para sumar fuerzas, en pensar en función de grupo, y con ello ir destruyendo la visión del otro como una presa, como una víctima necesaria para la propia sobrevivencia, en entender mejor el sistema de valores que da forma a una sociedad, desde lo más pequeño, desde lo más sencillo.
No se puede combatir la diferencia, aumentándola, como suele darse en un instituto clásico, en donde una personalidad silvestre se encuentra aprisionada, no sólo por paredes y rejas, sino por imposiciones que son tanto o más incomprensibles que un límite físico, todo cambio en una persona siempre nace desde adentro, cuando una necesidad demanda respuestas concretas, cuando es imperativo hacer algo, entonces hay que intentar algo nuevo, que tenga como fundamentos básicos, aquellos que servirían para moldear personalidades, en vez de aprisionarlas.
Sería mucho más positivo que muchos jóvenes desocupados, incluso con familia, en vez de cobrar los vergonzantes planes "no trabajar", podrían asumir una tarea real, dignificarse a sí mismos al saberse haciendo algo real, un servicio reconocible y reconocido, en donde aprendan y crezcan.
Y de cualquier manera, sería un paliativo concreto, y menos hipócrita que el SMV, en donde sabemos que sólo los pobres se incorporan por necesidad, y ni así se cumplen los cupos.
¿Queremos reservas entrenadas?, tenemos los planes trabajar, metamos a esa gente a hacer algo real, algo con un sentido de responsabilidad que incorpore a su personalidad valores mínimos comunes, sentido de la dignidad.
Ni siquiera hablo de entrenarlos en el uso de armas de fuego -si queremos evitar algún peligro posterior-, que sean logísticos, sanitarios, ingenieros, intendencia, que sientan que dan algo, y que merecen algo a cambio, no solo económicamente, sino en dignidad y respeto.