Buenas y Santas, damas y caballeros. De curioso nada más busqué información sobre este tema en el foro, pero al dar con que no hay ningún resultado al respecto me propuse armar mi primer tema en el foro. Ruego que disculpen si hay alguna falta de prolijidad o imprecisión en los datos expuestos, ya que casi todas las versiones a las que he accedido sobre el asunto han sido extraoficiales. Hay innumerables versiones sobre el asunto, desde las que dicen que se trataba de misiones secretas alemanas de posguerra, misiones soviéticas, otras más extremistas que tratan sobre invasiones extraterrestres, algunas que relacionan los incidentes con los intentos de golpe de estado que se urdían contra Frondizi, y alguna otra no menos importante que sostiene que fue todo una simulación para lograr que la Armada tuviera una capacidad antisubmarina completa en plena Guerra Fría. Después de todo, espero que sirva a mí y a uds. para poder profundizar más sobre el tema.
EL OSNI de Golfo Nuevo - Francisco Máñez
La existencia de OSNIS (objetos submarinos no identificados) ha sido parcialmente recopilada por la ufología. No obstante, la falta de rigor en la investigación ha logrado que veamos aparatos extraterrestres, en lugar de los misteriosos submarinos que a lo largo de la historia han protagonizado una serie de casos en verdad desconcertantes.
El OSNI de Golfo Nuevo (Argentina) recibió la plena atención de los medios de comunicación. No es, por lo tanto, como tantos otros casos, una simple leyenda reflejada en los libros de ufología, aunque, para atribuirle un origen no humano, los ufólogos se vieron obligados a manipular la información omitiendo la mayor parte de los hechos, las observaciones de los testigos e, incluso, las declaraciones oficiales.
Los acontecimientos
El 30 de abril de 1945 se radiaba la orden “Regenbogen” (autohundimiento) a la flota de submarinos alemana, y para el desconcierto de los comandantes, el 4 de mayo, recibieron la contraorden. El día ocho el almirantazgo británico lanzaba una humillante advertencia que les llevó a protagonizar hazañas que han pasado a la historia: Navegarían en superficie hasta los puertos en donde debían entregarse, ondeando una bandera negra, como si fueran piratas.
La derrota se unía ahora a la humillación y al miedo a ser tratados como auténticos corsarios por sus enemigos. Uno de los mejores refugios que les quedaba era Argentina. Aquel país poseía una antigua y considerable población alemana, y el gobierno argentino, aunque neutral durante el conflicto, había sido favorable a la causa germana.
La llegada de algunos submarinos despertó el interés internacional. Los casos del U-530, que arribó al Mar de la Plata el 10 de julio, y el U-977, llegado al mismo puerto el 17 de agosto, recibieron una amplia atención por parte de los medios de comunicación. Sin embargo, las observaciones de otros submarinos fueron consideradas secretas por el gobierno, y hasta fechas recientes no hemos tenido noticias oficiales de su existencia.
El 25 de junio, un informe de la Armada Argentina, indica la observación de un submarino en la zona de Claromecó. El 19 de julio fue visto un periscopio en San Antonio Este. Entre julio y agosto otros documentos secretos hablan de la presencia de estas naves en las playas de Necochea y de San Clemente del Tuyú.
El motivo para esta presencia de submarinos germanos puede encontrarse en los informes del interrogatorio de Heinz Schaeffer, comandante del U-977: “Una de las principales razones para que yo procediera hacia Argentina fue por la propaganda alemana, que exhibió que al final de la guerra, todos los alemanes serían esclavizados y esterilizados. Otra consideración fue el maltrato y el largo retraso en volver a casa sufridos por los prisioneros de guerra alemanes retenidos en Francia al final de la Primera Guerra Mundial. Entonces, por supuesto, la esperanza de mejores condiciones de vida estaba en Argentina”.[1]
La gente comenzó a notificar la presencia de submarinos por toda la costa, y la Armada mandó aviones y barcos para ratificar su existencia, sin que se produjera ningún enfrentamiento armado.
Esta presencia de submarinos, que parecía una clara consecuencia del final de la guerra, debería haber desaparecido por completo con el paso del tiempo, no obstante, durante los años siguientes las observaciones continuaron. Los submarinos comenzaron a ser llamados “sumergibles fantasmas”, ante la aparente imposibilidad de que los navíos alemanes, careciendo de una base en donde obtener repuestos y combustible, siguieran navegando, siendo capaces de eludir a la Armada Argentina.
Lo más sorprendente ocurrió transcurridos quince años después del final de la Segunda Guerra Mundial, durante la batalla del Golfo Nuevo, cuando los sumergibles fantasmas resultaron ilocalizables para los últimos sistemas de detección de la época, no siendo dañados por las armas antisubmarinas más modernas que poseían los Estados Unidos de Norteamérica.
Con la llegada al poder del nuevo gobierno, tras la caída de Perón, la actitud de las fuerzas armadas argentinas comenzó a ser hostil frente los sumergibles fantasmas. En febrero de 1957, los barcos y la aviación militar argentina hostigaron a un sumergible fantasma que apareció en Río de la Plata. La persecución duró cinco días, pero el navío intruso consiguió escapar ileso.
El 22 de mayo de 1958, el presidente Arturo Frondizi reconoció la presencia de un sumergible desconocido en la Patagonia, al noroeste de Puerto Cracker, en Golfo Nuevo. La aviación y marina atacaron intensamente al navío, y aunque aparentemente fue alcanzado, logró escapar. La segunda incursión reconocida oficialmente por las autoridades argentinas ocurrió en octubre de 1959, en el mismo golfo. De nuevo los esfuerzos combinados de la aviación y la marina resultaron inútiles y el submarino consiguió huir sin problemas.[2]
La historia de la batalla del Golfo Nuevo comenzó el 30 de enero de 1960, cuando unidades de instrucción de los cadetes navales navegaban por este golfo situado a 1.200 kilómetros al sur de Buenos Aires. Los jóvenes distinguieron un submarino inidentificable navegando, precisamente, en la zona utilizada por la Armada Argentina para sus maniobras.
A partir de este momento y durante todo el conflicto, diversos testigos, lo describieron como un navío del tipo “21”; la línea más moderna desarrollada por Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial.
El alto mando movilizó todas las fuerzas que tenía a su disposición. El submarino intruso pareció ser localizado dentro de Golfo Nuevo a 150 metros de profundidad. Los hidroaviones de las bases de Bahía Blanca y Mar de Plata bombardearon durante días la zona donde se suponía ubicado al submarino, hasta que llegaron a pensar que había sido alcanzado y averiado el 4 de febrero.
El contratorpedero “Cervantes” y los patrulleros “King” y “Muratore” sembraron de minas los 16 kilómetros de anchura que medía la boca del golfo. Hombres “rana” auxiliaron a los buques de guerra. Las pantallas de “radar” permanecieron alerta, y unidades de Infantería de Marina se distribuyeron a lo largo de la costa, con intención de evitar un posible desembarco. Por la noche se lanzaban cientos de bengalas y los barcos barrían la superficie del agua con sus reflectores, intentando poder observar si el submarino emergía para repostar sus baterías.
Se llegó a pensar que se trataba de un submarino atómico, teniéndose en cuenta la velocidad que le atribuían ciertas informaciones de prensa. Otro navío pareció unirse al primero dentro de Golfo Nuevo, o como informaron las emisoras de radio locales, eran dos los submarinos atrapados desde el principio.
Pese al despliegue, el submarino seguía sin ser hundido. El 11 de febrero el presidente Frondizi ordenó el ataque total. En la operación participaron trece navíos y cuarenta aviones, mientras se desviaban las rutas comerciales aéreas y marítimas para evitar cualquier accidente, y los periodistas eran excluidos de la zona de operaciones. A los cazas de la marina se les unieron los bombarderos pesados argentinos. El día 13, el submarino seguía sin ser hundido, y su situación pareció desesperada cuando llegaron las modernas cargas de profundidad, bengalas de aviones, boyas preparadas con detectores de sonido y diverso material antisubmarino del tipo más avanzado suministrado por los Estados Unidos.
Con el material también llegaron los especialistas estadounidenses en la guerra antisubmarina. Trece de ellos eran veteranos de la Segunda Guerra Mundial. El equipo de técnicos estaba dirigido por el capitán Ray Pitts, de la Jefatura de Operaciones Navales, quien debía asesorar directamente al vicealmirante Alberto Raga, jefe de Operaciones Navales de la Argentina.
Las cargas de profundidad eran arrojadas cada diez minutos y tenían una doble función. En primer lugar, atemorizar a la tripulación para que se rindiera, y en segundo lugar, impedir que los buzos del submarino salieran a reparar las supuestas averías que sufría.
El 14 las fuentes oficiales informaron que la tripulación del submarino había rechazado el ultimátum que les daba a elegir entre rendición o muerte. Ese día un rayo de esperanza pareció iluminar la suerte del navío. Dos nuevos submarinos gemelos comenzaron a maniobrar alrededor de la escuadra de guerra argentina, intentando llamar su atención y distraerla para ayudar a la evasión del sitiado.
El tamaño de estos era gigantesco, siendo mayores que el navío cercado, aunque no se pudo identificar el modelo de los nuevos submarinos con exactitud. La esperanza se vio enturbiada con la intervención del portaaviones argentino “Independencia”.
Durante todo este tiempo el sumergible fantasma escapó repetidamente de forma misteriosa a la detección electrónica. El día 15 reinó el pesimismo en los círculos navales cuando desapareció por completo de las pantallas de sonar.
Según las declaraciones del ministro de defensa, Justo Vilar: “No sabemos si el submarino ha conseguido eludir nuestra vigilancia y escapar”. Sin embargo, se aseguró que el “King” lo localizó y atacó, con ayuda del “Murature”, dos días después, mientras los técnicos estadounidenses se trasladaban a Puerto Madryn para ayudar en asalto naval. Pero, pese a todos los esfuerzos, el día 18, las fuentes oficiales informaban que el submarino fantasma parecía haber conseguido escapar a mar abierto.
De nuevo la Armada Argentina confirmaba que el día 20 el submarino había sido detectado otra vez, y se preparó una nueva ofensiva total contra él usando las modernas armas estadounidenses. En aquella jornada se reunió la mayor concentración aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial. Durante la madrugada del día 21 el submarino apareció de nuevo frente a los asombrados observadores, momento en el cual le fue lanzado uno de los nuevos torpedos electrónicos.
Este nuevo tipo de arma nada tenía que ver con los clásicos torpedos de la Segunda Guerra Mundial. Su poder de destrucción y precisión eran formidables para aquella época. Al llegar a cincuenta metros del fondo se activaba un dispositivo que lo guiaba hasta su objetivo.
El torpedo, incomprensiblemente, erró su objetivo y fueron lanzados otros del mismo tipo, que de nuevo no dieron en el blanco. La aviación entró entonces en acción lanzando nuevos torpedos dirigidos por sonar, pero los resultados fueron nulos de nuevo. Al mismo tiempo, desde la costa, se podía escuchar el tableteo constante de la artillería ligera.
El día 22 las noticias, no confirmadas, afirmaban que un submarino emergió a la superficie, mientras perdía gran cantidad de aceite debido a que había sido alcanzado dos veces. Sin embargo, tras la ofensiva fracasada de la madrugada del día 21, el 23 un comunicado de la marina argentina explicaba: “Las aguas del Golfo Nuevo fueron cuidadosamente cribadas en los días 21 y 22 de febrero, sin que se estableciera contacto con submarinos incursores, lo que sugiere que hayan podido escapar.
A pesar de esta presunción, pudiera quedar algún incursor en el Golfo Nuevo, o volver a entrar en él para resguardarse. Por ello, la Marina ha decidido reducir la intensidad de la búsqueda al mínimo compatible con la adecuada vigilancia antisubmarina” El 25 la Marina anunció la suspensión definitiva de la búsqueda de los submarinos no identificados detectados en el golfo.El origen de los submarinos
El 13 de febrero el diario Las Provincias (España) publicaba un teletipo enviado por William L. F. Horsey, en el que se resumían los principales datos disponibles en el momento sobre el misterioso submarino. El navío era de los fabricados en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, desplazaba unas 1.700 toneladas y parecía proceder de algún país oriental, existiendo opiniones de peso para creer que se trataba de un navío soviético.
Desde su primera inmersión, tras ser visto, había salido a la superficie unas siete veces volviendo a sumergirse inmediatamente, lo que, a juicio de los técnicos, revelaba que la carga eléctrica de sus máquinas procedía de baterías que debían ser recargadas cada veinticuatro horas.
El agregado soviético en Buenos Aires, Constantine Kourin, rechazó inmediatamente la idea de que las naves fueran de su país, y el viceprimer ministro Anastas Mikoyan, que estaba de visita en Cuba, realizó una confusa declaración: “... lo único que van a matar es un montón de peces”. Lo que se transformó en realidad cuando, en la orilla opuesta al lugar en que se presumía estaba oculto el submarino, a unas 40 millas de Puerto Madryn, comenzó a aparecer una gran cantidad de pescado muerto flotando en el mar y cierto número de cadáveres de pingüinos, pero ningún resto de una posible avería del submarino.
Tras las misteriosas y molestas palabras de Mikoyan, y la siguiente declaración formal del gobierno de la URSS, negando que ninguna nave rusa se encontraba en Golfo Nuevo, la hipótesis soviética fue perdiendo fuerza hasta casi desaparecer por completo. Especialmente, cuando con el paso de los días, se comprobó que la URSS no realizaba ningún intento diplomático o militar para ayudar al submarino fantasma.
Si el navío era hundido, hallándose pruebas que lo identificaran como soviético, la URSS se vería en un formidable aprieto. El descubrimiento de su engaño le hubiera llevado al ridículo internacional, teniendo que soportar ver como Estados Unidos se jactaba de sus nuevas armas y por tanto, lo que era sumamente más peligroso, también era de esperar una profunda irritación de los propios militares soviéticos.
Un rumor aseguraba que el aceite del submarino había sido analizado, y el resultado indicaba que se trataba del tipo fabricado por los países satélites de la URSS. Al final de la guerra los soviéticos se habían apoderado de varios submarinos tipo “21”, así que era posible que algún país dentro de su influencia estuviera utilizándolos, aunque, en realidad, esto no aclaraba nada, pues también habían capturado los lubricantes y carburantes alemanes; así que la hipótesis sobre el origen germano no se veía revocada, pues en ambos casos hubieran usado las mismas fórmulas químicas.
El gobierno argentino advirtió desde el principio a la tripulación del submarino sobre el final que les esperaba, avisando al mundo entero que sus intenciones eran hundirlo a toda costa, y, con propósito de no verse involucrado en un incidente internacional, pidió a veintiséis países que aclararán si el navío era suyo. Estados Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra, Francia y Alemania; es decir, aquellos que podían disponer de submarinos de estas características, respondieron negativamente.
Una vez descartada la idea de que se trataba de un navío perteneciente a otro país, comenzaron a aparecer toda clase de especulaciones sobre su origen. Al encontrarse un deposito secreto de suministros perfectamente camuflado, cerca de donde fue visto por primera vez el navío intruso, comenzó a pensarse en contrabandistas que habían adquirido un submarino tipo “21”, pero el necesario mantenimiento de un navío de esta clase, quince años después de la guerra, sólo podía ser realizado por personal experto. Además, quedaba por aclarar el origen de los otros dos submarinos que acudieron a ayudarlo.
Enrique Manera propuso una hipótesis atrevida. Según este capitán de fragata español podría tratarse de un antiguo submarino alemán hundido en el golfo que, al cabo de los años, fue detectado. Al lanzarle las primeras cargas de profundidad comenzó a ser movido de un lugar a otro, chocando contra las rocas del fondo. Cuando fue nuevamente bombardeado, alguna explosión los lanzó hasta la superficie, haciéndole enseñar la torreta que fue vista por la aviación.[3]
Con el historial de submarinos alemanes observados durante los años anteriores, pronto comenzó a circular insistentemente la tesis que hablaba de uno o varios navíos germanos refugiados desde el final de la guerra en las costas desérticas de la Patagonia. Algunos personajes del Tercer Reich habían desembarcado en ciertos lugares del enorme litoral de 3.000 kilómetros que llegaba hasta los fiordos de Tierra del Fuego; de los cuales se perdió posteriormente la pista.[4] Las calas y ensenada escondidas eran el lugar ideal para realizar operaciones de desembarco y de suministro clandestino, y tal vez fueran el destino del depósito de víveres que se había encontrado.
La hipótesis alemana también tenía los mismos inconvenientes que las otras, y resultaba demasiado novelesca. Además quedaba el interrogante de cómo un viejo submarino había resistido el mayor castigo sufrido en la historia de los combates navales.La ineludible simbiosis
Antes de intentar la destrucción del submarino, el gobierno argentino tomó un cuidado especial en asegurarse de que no perteneciera a ningún país, por miedo a provocar un incidente internacional. Y, naturalmente, la nave de Golfo Nuevo no fue un aparato extraterrestre, pues las acciones bélicas emprendidas por Argentina, contando con el apoyo de los Estados Unidos, habrían supuesto una declaración de guerra a una potencia de otro mundo.
Desconocemos el origen del OSNI de Golfo Nuevo, pero desde luego no era un objeto desconocido; era un submarino del tipo “21”, un modelo tan avanzado para su época (los años cuarenta) que diversas naciones lo usaron cerca de medio siglo después de ser diseñado, y que en este caso, encerrado y acosado en un estrecho rada, demostró ser capaz de resistir el mayor castigo sufrido por un submarino en toda la historia bélica.
Pero, cualquiera que fuera su origen, casos como éste dejan a la luz la relación existente entre los objetos no identificados, ya sea en el mar o en el aire, y la tecnología desarrollada en Europa durante la primera mitad del siglo pasado; de forma especial, la aplicada por Alemania en sus proyectos militares secretos en la Segunda Guerra Mundial.
Allí donde fue transportado el material científico y tecnológico, o se trasladaron los especialistas alemanes, aparecieron las naves desconocidas y las tecnologías asombrosas, que inmediatamente fueron atribuidas a seres extraterrestres, intentando ocultar su verdadera naturaleza.
Los submarinos fantasmas siguieron navegando por los mares del planeta, produciendo en ocasiones hechos similares al de Golfo Nuevo, de forma especial en las costas de Noruega y Suecia. Los medios de comunicación de estos países cubrieron los infructuosos esfuerzos militares realizados para hundirlos. Por lo tanto, no resulta extraño que estas naves aparezcan en los libros de ufología y no en los de historia. Cualquier gobierno, antes de reconocer su impotencia ante ellas, prefiere que el público hable de “hombres del espacio” o de “aparatos extraterrestres”.
[1] El Snorkel, http://www.elsnorkel.com
[2] Blanco y Negro, Madrid, España, 20 de febrero de 1960, número 2494
[3] Diario “Arriba”, 21 de febrero de 1960, página 20.
[4] Diario “Las Provincias”, 17 de febrero de 1960, número 36944, Valencia, España.
Fuente:
http://www.bolinfodecarlos.com.ar/osni.htm
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Informe: Operación Lobo de Mar
Se van a cumplir, en febrero, cincuenta años de una noticia que conmocionó al país: la aparición de un misterioso -algunos dicen dos- submarino en el Golfo Nuevo, Chubut. La evocación desde el recuerdo de un protagonista.
En los primeros días de febrero de 1960, cuando yo cumplía con el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento Motorizado 8 de Comodoro Rivadavia, en Chubut, fui, en cierto modo, testigo privilegiado de un sorprendente hecho que conmocionó y tuvo en vilo a la mayoría de los argentinos.
El insólito acontecimiento fue protagonizado por la presunta presencia de un submarino "intruso" o "misterioso", como lo bautizarían los periodistas que seguirían el caso, en aguas argentinas.
Yo estaba de guardia aquella noche en un apartado puesto de vigilancia y pude observar, a eso de las dos de la mañana como, una especie de "bola de fuego" surcaba la oscuridad desde un punto ubicado cerca de la costa de la ciudad de Comodoro en dirección a alta mar. Al instante el ruido casi apagado de una explosión -que sonó como una bomba de estruendo- llegó desde la lejanía.
Operación.
Al concluir mis horas de vigilancia y dirigirme a la oficina de guardia para dar el parte de novedades todo era un ir y venir de oficiales y suboficiales, órdenes en voces imperativas y movimientos de vehículos posicionándose dentro del perímetro de la Plaza de Armas. Al instante pude conocer que la "bola de fuego" que yo había observado y la explosión casi simultánea se había debido a que, al parecer, había sido detectado con el sonar de un buque que estaba realizando maniobras en el área de Golfo Nuevo, un submarino de origen desconocido; y otro buque de nuestra Armada, fondeado en las costas de la ciudad petrolera de Comodoro, había efectuado un disparo de cañón. Tal vez como una señal de alerta para las otras naves que, por esos días, hacían ejercicios navales en la zona sur de nuestra costa marítima.
Los soldados de las diversas compañías -respondiendo a precisas instrucciones de sus jefes- ya estaban alistando sus pertrechos ante la inminente posibilidad de tener que trasladarse hasta el lugar del avistaje, cosa que pocas horas después ocurriría con numerosos pelotones.
En mi caso, y por ser el dibujante de la oficina de operaciones, fui llamado allí para que me abocara a la tarea de realizar numerosas ampliaciones de mapas de la zona donde, presuntamente, estaría el submarino intruso, tarea que me tuvo "en vela" durante muchas horas...
Mis compañeros de oficina -especialmente los dactilógrafos- tuvieron que dedicarse a tipiar los textos con instrucciones que llegaban desde la oficina del Jefe de Regimiento a la oficina de Mayoría. El jefe del Regimiento 8 era por esos días el teniente coronel Juan Jacobo Olmedo, quien tenía familiares en la pampeana Santa Rosa.
Todo el material que nosotros producíamos conformaría una especie de Manual de Instrucciones Operativas que llevaría el pomposo título de "Operación Lobo de Mar".
La búsqueda.
A casi 50 años de aquel acontecimiento, y apoyándome en los diarios de la época -especialmente del archivo de La Arena- trataré de rescatar parte de lo que esos medios reflejaron a través de sus crónicas, las que por dos semanas tuvieron en suspenso a gran parte de nuestra población que seguía con enorme interés el suceso. Que también difundieron permanentemente los boletines radiales y, en menor medida, los pocos canales de TV que por esa época existían.
Las primeras noticias hablaron de que el submarino había sido avistado en aguas del golfo y ante la presencia de buques argentinos cercanos se había sumergido. Posteriormente su búsqueda a través del sonar habría permitido determinar que los sumergibles intrusos eran dos, y así lo señalaban las crónicas.
El desaparecido diario piquense Zona Norte del 6 de febrero de 1960 destacó, en primera plana, la información y, en tipografía de buen cuerpo titulaba: "La caza del Submarino. Versiones extraoficiales sobre el caso". Para continuar: "Las autoridades de la Marina se muestran muy cautas en sus declaraciones, pero hay distintos indicios de que la búsqueda del submarino intruso ha tomado un nuevo sesgo. Al parecer, habría dos sumergibles, uno de los cuales ha escapado, pero el segundo estaría en el Golfo Nuevo (que tiene puntos de mucha profundidad). Nuevos aviones fueron llevados ayer desde Comandante Espora, mientras que numerosas naves cubren la salida del golfo, atentos los 'sonar' y dispuestas las bombas de profundidad".
"Según versiones que se difundieron ayer en Bahía Blanca, el submarino que permanece en el golfo habría sido alcanzado con una bomba (posiblemente lanzada desde avión) lo que lo obligó a salir a la superficie en la noche del jueves al viernes. En esa circunstancia habría sido atacado por la artillería de los barcos".
Infructuosa.
No obstante, la búsqueda, cada día con mayor poderío naval, resultó infructuosa, y así lo remarcó La Arena en su edición del 10 de febrero en un suelto que titulaba: "Sin novedades en Golfo Nuevo".
"La Secretaría de Marina -indicó- dio un comunicado señalando que continúa el patrullaje naval y aeronaval en Golfo Nuevo, para localizar al sumergible presumiblemente cercado en esa zona. Añade que se dispuso cerrar la navegación de buques comerciales nacionales y extranjeros por esa zona, como así los vuelos de aviones comerciales a la Península de Valdez. Mientras, en Mar del Plata zarpó la corbeta Brasil, que se unirá al patrullaje de las unidades de Armada, que operan en Golfo Nuevo. En Puerto Belgrano se decretó el estado de alerta, y hoy asumió el nuevo comandante de la base, contralmirante Guzmán".
Al día siguiente las informaciones fueron de lo más contradictorias -como lo fueron durante las más de dos semanas que el tema ocupó las primeras planas de todos los diarios- aunque La Arena seguía desarrollando el tema en lugar destacado y a cuatro columnas titulaba: "Culminaría la Operación Golfo Nuevo. El submarino estaría inmóvil a 150 metros de profundidad".
La crónica explicó: "Se insiste en que el misterioso submarino cercado, se hallaría averiado, sin posibilidades de movilidad, en el fondo del Golfo Nuevo, a una profundidad de 150 metros, cerca del punto denominado Cangrejos. Se atribuyen a altos jefes las afirmaciones que las operaciones de localización del sumergible no se prolongarían por más de tres días".
"Otro submarino habría penetrado al Golfo con elementos adecuados para el rescate de la tripulación del averiado, y luego trataría de forzar la salida. Para evitar esta contingencia vendrían desde Estados Unidos poderosas bombas de profundidad (y) una red antisubmarina que se colocaría en el acceso del Golfo. Otra de las versiones indica que el submarino averiado habríase comunicado con el comando de operaciones, pidiendo condiciones para una rendición".
Preocupación.
La información que publicó La Arena provino de una agencia noticiosa de Buenos Aires y evidenció que existía preocupación en los más altos niveles políticos y militares. Y concluía la nota con otra inesperada y curiosa versión: "Con relación a afirmaciones de que el submarino era de bandera británica, el embajador inglés dio un enérgico desmentido a esa versión. Señala además que es imposible que la nave sea británica".
Los días pasaron, la búsqueda infructuosa continuó y la incertidumbre pareció que se apoderaba de todos los actores involucrados. Las más disparatadas informaciones salían de algunas agencias noticiosas y al día siguiente eran desmentidas con la misma frescura y liviandad con que habían sido publicadas; no obstante el tema seguía en la primera plana de los diarios.
El 16 de febrero La Arena en destacados caracteres -a seis columnas- tituló: "Contradictorias las versiones sobre el sumergible".
Y la noticia, que provenía de Puerto Madryn, contenía algunos ingredientes novedosos: "Periodistas argentinos elevaron una protesta en virtud que no se les permitió sobrevolar Golfo Nuevo, en tanto pudieron hacerlo reporteros yanquis de 'Time' y 'Life'. Poco después las autoridades procedieron a la detención de los periodistas norteamericanos, secuestrando el avión empleado, secuestrando gran cantidad de placas fotográficas. El senador Racedo, de la comisión senatorial de Defensa, junto al Secretario de Marina, se traslada a Puerto Madryn para tomar contacto directo con la actividad de patrullaje".
¿Hombre rana muerto?
Como bien lo expresó La Arena, las informaciones continuaron siendo contradictorias. Prueba de ello fue lo que indicaba la nota: "Mientras, se desmintió oficialmente el hallazgo del cadáver de un 'hombre rana', versión a la que los periodistas dan fe por los numerosos testimonios que la corroboran".
Casi al final del texto se informaba que circulaba la versión sobre la posibilidad de que los submarinos -a esa altura se dio por confirmado que eran dos- hubieran eludido el bloqueo y escapado.
Algunas publicaciones destacaron que había sido posible apreciar, en la zona de la búsqueda, grandes manchas de aceite. Alentando la posibilidad de que los sumergibles pudieran haber sido alcanzados por bombas de profundidad.
Pedido de ayuda.
Un día después La Arena -esta vez a dos columnas- titula: "Técnicos yanquis asesoran a la Marina en el Golfo Nuevo. Versiones insistentes sobre la huída".
"Una emisora bahiense, LU3, asegura que 'cayó el telón sobre Golfo Nuevo', que las operaciones de búsqueda del sumergible desconocido han entrado en un virtual estancamiento y ya numerosos periodistas destacados en la zona han comenzado el viaje de regreso", afirmó.
Con el subtitulado "Técnicos yanquis", la información continuaba: "Otro comunicado de la Marina, señala que cuatro técnicos de los Estados Unidos asesoran al personal que maneja el material adquirido recientemente a ese país. Asimismo mañana arribarán un oficial y tres técnicos yanquis que se agregarán a esa dotación asesora".
La crónica informaba más abajo sobre el convencimiento de las autoridades de la Marina de que el submarino aún estaba sumergido en aguas del golfo y por tal motivo se habían vuelto a efectuar vuelos rasantes y lanzamiento de bombas en proximidades de Punta Conscripto, sitio donde se sospechaba podría estar el esquivo objetivo.
El humor periodístico.
Esos días fueron tiempos del inefable Alvaro Alsogaray en el Ministerio de Economía y la inflación era "galopante", pero el humor de los argentino no decaía por ello y lo demuestra el cierre de la información que la remata con una cuota humorística y el subtitulado de "Menos el submarino...".
"En una conferencia de prensa concedida por el jefe de las operaciones en Golfo Nuevo, un periodista tuvo una salida ingeniosa; dijo que en el país 'todo sube... menos el submarino'". No aclara la crónica si también los marinos que brindaban la conferencia adhirieron a la carcajada general...
Al día siguiente, La Arena tituló, a dos columnas, "El submarino sigue rodeado de misterio". La información no aportaba demasiadas novedades, a excepción de una proveniente de Brasil donde las autoridades de aquel país desmentían que el sumergible se dirigiera a sus aguas jurisdiccionales.
El 20 de febrero, y en un suelto a una sola columna, lo que evidenció la falta de noticias novedosas, La Arena informó sin que el texto de su agencia informativa en Buenos Aires trajera mayores novedades. Parecía que confirmaba lo que, desde Bahía Blanca LU3 había anticipado y, a pesar de que volvía a hablarse de que eran dos los submarinos que estarían deambulando por las removidas aguas del golfo.
Durante los siguientes días se espaciaron las informaciones y se diluyó el interés en la gente sobre este acontecimiento que, durante un puñado de días, había acaparado la atención pública. El misterio seguía sobrevolando cada vez con menor intensidad sobre Golfo Nuevo, quedando flotando sobre sus azules y frías aguas sólo el manto de la duda.
Conclusión.
Las reflexiones y especulaciones sobre este sorprendente hecho fueron muchas: desde que se trató de una operación de la Marina para justificar la compra de modernos armamentos a los Estados Unidos, hasta que se trató de embozadas maniobras navales ante un posible golpe de estado contra el entonces presidente Arturo Frondizi.
Se habló de submarinos rusos que venían detrás del "oro nazi" oculto en algún lugar de la Patagonia y también de sumergibles alemanes que traían en su seno a jerarcas nazis para ocultarlos y reubicarlos en Bariloche o en el país trasandino, donde el ambiente era más propicio para su clandestina convivencia.
Hasta hoy el misterio continúa; tal vez la verdad esté oculta entre viejos archivos oficiales o la memoria de viejos "lobos de mar".
CARLOS A. RODRIGO*
*Escritor e investigador
Fuente: http://www.laarena.com.ar/caldenia-informe__operacion_lobo_de_mar-43885-1.html
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