Con la adaptación de un reactor nuclear construido en nuestro país, todo hace suponer que el submarino ARA Santa Fe sería el primero en contar con esa tecnología en el país y transformarse en uno de los pioneros en Sudamérica. Detalles y características de su construcción y la llegada del propulsor enriquecido a uranio que permitirá mayores y mejores prestaciones con tecnología de avanzada.
Aquel 4 de junio de 2010 los periodistas reunidos en el Edificio Libertad por las autoridades del Ministerio de Defensa para festejar su día, escucharon de labios de la entonces titular de la cartera, doctora Nilda Garré, una revelación sin precedentes. Luego de los plácemes del caso, anunció un plan para incorporar sistemas de propulsión alimentados por energía atómica para navíos de la Armada.
Una vez disipada la sorpresa, los hombres de prensa echaron mano de sus contactos en la Fuerza para obtener más precisiones. Así, surgió la posibilidad de que un submarino fuese el receptor de esa tecnología. Todas las miradas apuntaron sin lugar a dudas, al Complejo Naval Industrial Argentino (CINAR). En uno de sus enormes galpones, donde se dan los últimos retoques a los trabajos de media vida (extensión de la vida útil) del submarino ARA San Juan, con un presupuesto de 60 millones de dólares y en la misma línea de trabajo, la silueta del ARA Santa Fe S-43 sería la respuesta que satisfaría la inquietud periodística. Al respecto, nadie quiso ni quiere decir una sola palabra, sin embargo, es casi un hecho de que el sumergible sea el elegido para ser impulsado con un reactor nuclear.
Su historia es de larga data. El 70% de su construcción había sido interrumpido en 1994 (incluso fueron comprados hasta sus motores convencionales), junto con la del ARA Santiago del Estero S-44, armado en un 30%. Daba pena verlo desde la avenida España, en la Costanera Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En un costado del astillero (ex Domecq García), la estructura del navío de color rojizo sucumbía lentamente a las inclemencias del tiempo, abandonado a su suerte. Hoy, con 2300 toneladas de desplazamiento, 68,60 metros de largo y 8 de diámetro y por la solidez de sus mamparos, su destino apuntaría a cosas realmente mayores.
¿ARGENTINA AÑO VERDE?
En su momento, un grupo de técnicos del INVAP y de la Comisión Nacional de Energía Atómica se encargó de verificar las posibilidades que ofrecía un buque de esas características para albergar un reactor del tipo CAREM, en tamaño reducido y que exigirá de su casco, una estructura de un tercio mayor que uno convencional y una torreta de seis metros. Además, estará en condiciones de recibir el sistema AID de Propulsión Independiente del Aire (Air Independent Propulsión System). ¿Y los números? “No se han revelado costos y el presupuesto del que dispondría el proyecto.
Esto ha generado dudas debido a que sería inviable si se desarrolla dentro del presupuesto ordinario de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, algunos observadores esperan que este plan reciba un financiamiento especial”, señaló un experto. Otra posibilidad que dio vuelta por la cabeza de los entendidos fue la de instalarlo en el rompehielos Almirante Irizar, hoy en proceso de reparación por los daños sufridos en un incendio en alta mar, en abril del 2007.
En síntesis, ese submarino de la clase TR-1700 sería el indicado para “competir” con un similar proyecto brasileño que se anuncia será botado en 2015, en la línea de garantizar un poder disuasivo acorde con las necesidades que impone la preservación de las riquezas naturales del espacio marítimo de ambos países. En ese sentido, en 2008, el presidente Luiz Inácio da Silva, Lula, solicitó la colaboración del INVAP para la puesta a punto del reactor que propulsaría al navío del Brasil. En un principio, el gobierno argentino reaccionó positivamente para permitir el acceso a dicha información, pero según fuentes confiables, “ese entusiasmo se enfrió rápidamente al percibirse que implicaría entregar la experiencia y tecnología obtenidas a lo largo de años de trabajo e inversión”.
Por eso, hoy los brasileños lo construyen con asistencia de ingeniería de Francia. También, descartaron que el proyecto representase un relanzamiento de la competencia militar e industrial binacional. Solo basta con comparar sus respectivos presupuestos militares. El de Argentina asciende actualmente a casi 2600 millones de dólares anuales; o sea, solo el 0,9 por ciento del PBI, uno de los porcentajes más bajos de la región. No es el caso del Brasil que lidera el gasto militar de América del Sur: 51.000 millones de dólares, equivalentes a la mitad de lo que gasta el conjunto de los países sudamericanos.
VENTAJAS Y DIFERENCIAS
El objetivo de las autoridades de Defensa fue el de apuntar a no solo cambiar la matriz energética sino a recuperar las capacidades de la Argentina en los campos científico, tecnológico e industrial. Y además, aprovechar el generador nuclear desarrollado en el país que podría ser instalado en el 2015. Sin embargo, la disyuntiva fue la de resolver el futuro del submarino clase 209 ARA San Luis, radiado de servicio desde hace más de 10 años, o de completar la construcción del ARA Santa Fe. Finalmente, se decidió por la segunda posibilidad. El pequeño San Luis terminaría -dicen-, convertido en museo como testigo de su extraordinario accionar durante la Guerra de Malvinas. Cabe recordar que atacó tres veces a la flota inglesa con sus torpedos y permaneció bajo las quillas enemigas durante más de 24 horas sin ser detectado.
Pero muchos se preguntarán, ¿en qué consiste un submarino con características nucleares? Habla un veterano submarinista de nuestra Armada. “Es aquel en donde el conjunto de turbinas diesel, generadores eléctricos y baterías, que constituyen la planta motriz de los llamados sumergibles de propulsión diesel-eléctrica (SSK), es reemplazado por un reactor atómico. Este los hace más silenciosos y más difíciles de detectar que los convencionales. No sufren sus limitaciones tácticas por la necesidad de subir a profundidad de periscopio para poder “respirar” a través del “snorkel” y hacer funcionar sus motores diesel y cargar baterías que solamente les permiten navegar completamente sumergidos por unos pocos días, a baja velocidad, o por muy pocas horas, si deben hacerlo a velocidad máxima.
Además, emerger o navegar a profundidad de periscopio incrementa las posibilidades de que puedan ser descubiertos y destruidos. Aunque hoy, con los sistemas AIP disminuyó en parte esa desventaja no se equiparan de ninguna manera con los subs a propulsión nuclear”. En este punto, marca la diferencia. “Estos, incluso, pueden permanecer sumergidos durante semanas y navegar a velocidad máxima todo el tiempo, si es necesario. Lo mismo que en los submarinos diesel-eléctricos, el oxígeno y el agua son producidos a bordo mediante electrolisis. La única limitación es la necesidad de reabastecerse de alimentos y otros elementos de consumo o recargar armas utilizadas en caso de un conflicto”.
EL REACTOR CAREM
Desde la década del 50, la Argentina ha dominado todos los aspectos del ciclo de producción de energía atómica. Ha hecho punta en América Latina. En esa tarea, la empresa estatal Investigaciones Aplicadas S.E. (INVAP) exportó sus reactores atómicos de investigación a Argelia, Australia y Egipto, con cuya vanguardia tecnológica trabaja en las áreas de desarrollo y construcción de satélites, radares, generadores de energía eólica y nucleares. Todo indica que para 2013 y a partir del reactor CAREM, sus técnicos y especialistas habrán completado la construcción de un prototipo de reactor nuclear. Y con el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF) lo pondrán en funcionamiento en una nave de la Armada, cuyas pruebas en el mar empezarían dos años después.
Sin dudas, el reactor es el centro de este proyecto, llevado adelante junto con la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina (CNEA) en base al diseño de un reactor nuclear construido en Alemania en los años sesenta, para propulsar al navío mercante Otto Hann. El desarrollo incluyó la realización de la ingeniería, cálculo y análisis de los sistemas del reactor, sistemas auxiliares, sistemas de instrumentación y control, hasta el análisis de seguridad del comportamiento frente a posibles fallas (se apaga solo frente a cualquier desperfecto). El resultado de las investigaciones es un reactor de agua presurizada con varios generadores de vapor alimentado con uranio enriquecido al 3,4 y 1,8% con una potencia de 100 MW, aunque también existen planes para la construcción de variantes de 150 y 350 MW. Además, tiene un sistema primario integrado y autopresurizado, refrigeración por convección natural y sistemas de seguridad pasivos que no requieren de generadores diesel de emergencia. El control de la planta está manejado por un sistema de software y cuenta con circuitos de extracción de calor residual del núcleo; válvulas de alivio y supresión de presión y la posibilidad de inyectar agua de emergencia.
Uno de los técnicos de INVAP hace una salvedad. “Aunque la central CAREM tiene un gran potencial para la propulsión naval, el esfuerzo de los últimos años apuntó esencialmente al mercado de la generación de energía con fines civiles. De hecho, su diseño hace posible sumar reactores hasta alcanzar la capacidad o los niveles de generación de energía demandados por el usuario ya sea para propulsar una nave o proveer de electricidad a una ciudad”.
LOS CONVENCIONALES
La empresa Thyssen Nordseewerke fue la encargada de construir los submarinos del tipo TR-1700 ARA Santa Cruz y ARA San Juan, hacia fines de 1977, que hoy forman parte de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina. Ambos fueron completados y entregados en 1984 y 1985, respectivamente. Entre sus características, miden 66 metros de eslora (largo), desplazan 2264 toneladas bajo el agua con una tripulación de 29 oficiales y marineros, pueden navegar sumergidos a mayor velocidad (25 nudos) y sumergirse hasta los 270 metros; algunos afirman que pueden llegar hasta los 350 metros. Están propulsados por un sistema diesel-eléctrico con una autonomía de entre 30 y 70 días, cuentan con seis tubos lanza-torpedos para los 22 torpedos SST-4 o Mk.37 o 33 minas que llevan. El cuarto de torpedos está equipado con un sistema automático de recarga y rearmado en tan solo 50 segundos.
Cabe destacar que los trabajos de media vida en el San Juan -de los que DEF dio cuenta en varias de sus ediciones-, apuntaron a modernizar la planta motriz, generadores, baterías y los sistemas de navegación y comunicaciones, sin introducir grandes cambios en sensores y armas del sistema de combate, salvo en cuanto al software, componentes informáticos y medios de presentación de datos. En ese aspecto, quedaría pendiente la integración de un nuevo sonar, de un nuevo periscopio de ataque, el recambio de las superficies de control y hélices para reducir el efecto sónico y aumentar la “invisibilidad” del sumergible, la modificación de los tubos lanza-torpedos para lanzar misiles como el SM-39 Exocet. A metros de donde se hacen sus reparaciones y en línea recta, el ARA Santa Fe espera lo que todos suponen será una realidad: convertirse en el primer submarino argentino a propulsión nuclear.