Contrato de la Embraer firma relacionamiento cordial entre Brasil y EUA
No es lo que mucha gente esperaría encontrar escondido en los campos pacíficos y verdejantes del interior del Estado de São Paulo. Una pista de pouso de cinco kilómetros de largura corre al largo de los campos de caña de azúcar, conduciendo al vasto complejo de armazéns azules y blancos de la Embraer.
Dentro de ellos, hileras de aviones de ataque, muchos decorados con pinturas sinistras de boca de tubarão, están esperando los toques finales de acabado antes de ser transportados a países como Angola, donde realizarán misiones de patrulla de frontera y participarán de operaciones de combate al narcotráfico.
La línea de montaje de la Embraer en Gavião Peixoto, donde la compañía fabrica diversos jatos y concluye la producción del Super Tucano, un avión de ataque leve, hay mucho está en la vanguarda del sector industrial brasileño.
Sin embargo, a medida que la Embraer firma nuevos contratos para suministrar aviones la fuerzas aéreas de todo el planeta, ese polo industrial también se hizo un punto focal para las relaciones internacionales brasileñas.
El momento decisivo surgió en marzo de este año, cuando la fuerza aérea de Estados Unidos por fin aprobó el suministro por la Embraer de 20 aviones Super Tucano a ser usados en misiones de combate la insurgentes en Afganistán. La Embraer y su compañera norteamericana Sierra Nevada conquistaron un contrato en el valor de US$ 428 millones –el primero de la compañía brasileña con la fuerza aérea norteamericana.
El contrato fue no sólo entendido como un “sello de calidad” ofrecido por el país con el mayor presupuesto mundial de defensa pero también como una señal de un relacionamiento mejor entre Brasil y Estados Unidos, tras un proceso de competencia largo y políticamente indelicado.
DISPUTA
La Embraer conquistó el contrato en enero de 2012, inicialmente; a encomienda tenía el valor original de US$ 355 millones. Sin embargo, un mes más tarde, la fuerza aérea de Estados Unidos repentinamente canceló el acuerdo, afirmando no estar satisfecha con la documentación presentada.
Las autoridades norteamericanas venían enfrentando intensa presión de la competidora derrotada en el proceso de competencia, la Hawker Beechcraft, que pidió concordata tres meses más tarde. Lo cancelación del contrato, que surgió poco antes de una visita de la presidente brasileña Dilma Rousseff a Washington, fue visto como gran revés político.
Mucha gente en Brasil sospechaba que la decisión había sido tomada por motivos políticos, ya que la disputa amarga por el contrato había si expandido, gradualmente, a una controversia pública sobre que programa sería más capaz de generar empleos nos Estados Unidos. La Embraer y la Sierra Nevada reaccionaron abriendo un proceso contra el Departamento de la Defensa de los EUA en un tribunal federal, y en febrero el contrato volvió a ser conferido a la asociación.
Tras una suspensión de último minuto del contrato causada por nueva contestación de la Beechcraft, el nombre que la compañía americana adoptó tras salir de la concordata, la fuerza aérea norteamericana en marzo finalmente autorizó la Embraer a iniciar la producción.
El contrato es relativamente pequeño para los patrones de Estados Unidos, que, a pesar de los cortes en el presupuesto de defensa, aún responden por más del 40% de los gastos militares mundiales.
Para la Embraer, representa una puerta de entrada vital en el mercado de Estados Unidos, que puede conducir a nuevos negocios tanto allá cuánto en otros países.
“Aunque la fuerza aérea norteamericana no ejerza la opción de adquirir aparatos adicionales y servicios, además del dispuesto en el contrato inicial, el contrato del A-29 Super Tucano puede representar valor muy mayor del que la suma inicialmente anunciada, especialmente se consideremos los montantes de contratos adicionales de servicios”, escribió la Moody’s Investors Services en nota de investigación reciente.
“Tener un pedido de valor considerable de la parte del Departamento de Defensa norteamericano debe propiciar mayor éxito a la compañía en futuras competencias junto la clientes internacionales”, añadió la agencia de clasificación de crédito.
TRANSPORTE
El contrato surge en el momento en que la Embraer está desarrollando también el jato de transporte milite KC-390, en cooperación con Boeing, una asociación que puede propiciarle aún más acceso al mercado de defensa americano.
“El segmento de defensa y seguridad de la Embraer responde por cerca de 16% del total de ventas de la compañía, pero anticipamos que rápidamente se hará un componente más importante en su receta consolidada, en los dos próximos años”, escribió la Moody’s.
Tras el final feliz para la Embraer nos Estados Unidos, tal vez en breve llegue el momento en que los brasileños retribuirão el favor. A presidente Dilma prometió tomar este año la decisión final sobre un contrato muy aguardado para el reequipamento de la fuerza aérea brasileña, cuyo valor es estimado en por lo menos US$ 4 bilhões, casi 10 veces más que el contrato conquistado por la Embraer.
Boeing está disputando con la Dassault, de Francia, y la Saab, de Suecia, un contrato cuyo vencedor suministrará a Brasil más de 36 cazas la jato.
Autoridades brasileñas dieron a entender que Boeing ahora está en mejor posición para garantizar el contrato.
INVESTIGACIÓN
El mes pasado, la compañía anunció planes para construir un centro de investigación en Son José de los Campos, São Paulo, donde la Embraer está acogida, como parte del que parece ser una nueva tentativa de cortejar el gobierno brasileño.
Lo Brasil viene postergando hace años la decisión sobre los cazas, y restricciones presupuestarias pueden forzar a presidente a aplazar la decisión aún una vez, hasta tras la elección presidencial del año que viene.
Una victoria para Boeing en Brasil ciertamente ayudaría la cimentar aún más el relacionamiento entre Brasil y Estados Unidos, pero, delante de una desaceleração en la economía del país, Dilma puede optar por dejar los Estados Unidos esperando.
FUENTE: ”FINANCIAL TIMES” – Samantha Pearson
Traducción: Paulo Migliacci para la Folha de São Paulo