Hola amigos foristas.
BIGUA me ha pedido que también publique aquí las vivencias del bautismo de fuego el 1-May-82 desde el CC.FF de la ROA de la BAM CONDOR dentro del PP.CC. en Pradera del Ganso-Darwin.
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Amigos foristas:
Ya que estamos en este sub-foro con el Bautismo de Fuego de la F.A.A., me parece bueno transmitirles la vivencia de ese día en la B.A.M. Cóndor.
Capítulo 4: El bautismo de fuego: 1-May-1982
A las 4:45 AM del día sábado 1-May-82, me despierto y dirijo rápidamente al PP.CC., a raíz de que nos avisan que estamos en Alerta Roja por un bombardeo sufrido en la B.A.M. Malvinas en Puerto Argentino por un Vulcan inglés que habría arrojado una veintena de bombas de 1000 libras sobre el aeropuerto.
En el camino se detiene un Land Rover del ejército que salía del sector de la escuelita y me acerca hasta el PP.CC. de mi base.
En el PP.CC. los Vicecomodoros Pedrozo y Vera Mántaras mantienen comunicación con la B.A.M. Malvinas para interiorizarse de lo ocurrido.
En el CC.FF. me hago cargo del mismo, mientras me convidan un riquísimo mate cocido en un jarro de aluminio, el que saboreo mucho mientras chequeo el equipo de comunicaciones, las frecuencias del día, la palabra clave y pregunto si hubo alguna novedad con los P.O.A.´s., a lo que me contestan que nó y que todo está normal.
Ningún P.O.A. había escuchado reactor alguno en sus respectivas zonas.
A medida que pasan los minutos vá llegando más personal e informan que por lo sucedido en Puerto Argentino, los aviones IA-58 Pucará despegarán con la primera claridad de la mañana, para dirigirse a una pista auxiliar en Bahía Elefante, que queda dentro de la Isla Borbón, en la Isla Gran Malvina.
No se puede despegar nocturno por falta de balizamiento.
A las 7:30 horas el Capitán Re me dice que saldrá con los anteojos de campaña o binoculares al techo del bunker del PP.CC. para hacer un poco de observación visual y estar atento a la salida de los Pucará que comienzan a poner en marcha sus motores.
A las 8 AM se informa desde el PP.CC. que se pasa de alerta roja a alerta celeste.
Los enlaces con los P.O.A.´s se realizan sin novedad alguna.
Son las 8:15 AM y recién comienza a aclarar como es habitual, aunque no sopla viento.
La pista tiene una extensión de 450 metros y 200 metros de ancho, pero con una hondonada en el centro.
El viento predominante ayuda siempre para el despegue, pero esta mañana está amaneciendo sin viento, lo que demandará más carreteo de los Pucará sobre la pista ya que despegarán a full de combustible y con sus coheteras.
Al IA-58 Pucará A-506 piloteado por el Capitán Grunert, se le hunde su rueda de nariz en la tierra, cediendo el soporte del tren con rotura del amortiguador y queda su nariz apoyada en el suelo en estado de F/S (Fuera de Servicio).
Mientras tanto, en el IA-58 Pucará A-527 del teniente Jukic, se prepara para salir, con los mecánicos y armeros aprontando la aeronave.
Esas novedades surgidas dificultan en cierto modo la operación de la pista y dentro del PP.CC. dicen que la remoción de esos aviones es muy dificultosa por el tipo de terreno y falta de medios.
Mientras tanto, personal de la artillería antiaérea del Ejército dependiente operacionalmente de esta base aérea, informa que aprovechando la alerta celeste procederán a hacer una alineación del sistema de tiro (Radar del sistema Skyguard y Oerlikon de 35 mm).
Por otro lado, a las 8:25 AM se informa a las piezas RH de 20 mm y radar Elta que despegarán los aviones Pucará.
A las 8:28 AM, me coloco el casco y subo a llevarle un jarro de café caliente al Capitán Ré, quien me muestra lo sucedido con el avión IA-58 Pucará y veo cómo ha quedado clavado de punta.
Una verdadera pena, ya que queda inoperante.
Inmediatamente le digo que baje a tomarse el café adentro en el CC.FF, así se calienta un poco, mientras yo me quedo afuera.
Apenas pasan las 08:30 horas de este día y levanto los anteojos de campaña (Binoculares) en dirección a Darwin para hacer observación.
Comienzo de izquierda a derecha y de repente aparecen en mis anteojos de campaña las tres figuras inconfundibles de los Harriers saliendo por detrás de la loma de Darwin, en vuelo rasante hacia esta base.
Suelto los anteojos de campaña y grito con todas mis fuerzas en la boca de entrada al bunker ALERTA ROJA !!!!!!! ataque aéreo desde Darwin.
Los tres Harriers levantaron un poco la nariz buscando un poco más de elevación con respecto al terrero.
El de la derecha (En el sentido que yo los veo, caso contrario es el de la izquierda de ellos en el sentido de vuelo que traen) mantiene la dirección hacia el PP.CC. en cuyo techo estoy parado.
El del medio corrige apenas su rumbo por derecha para pasar por donde están los Pucará A-506 y el A-527 de Jukic con los mecánicos y cajas con coheteras a cielo abierto.
El de la izquierda (O sea el de la derecha de ellos en el sentido de vuelo que traen) hace un viraje más pronunciado por derecha con rumbo hacia donde hemos colocado los tachos de 200 litros vacíos de combustible el día anterior.
Pienso qué pasa que no los detectamos y la artillería antiaérea no dispara.
El Harrier que viene de frente al PP.CC., desprende una bomba grande que sigue la trayectoria que trae, la que se viene directo hacia el PP.CC donde yo estoy parado.
Pienso “hasta aquí llegué”, es imposible evitarla.
En ese instante, de la misma bomba y apenas un segundo después, salen una innumerable cantidad de bombas más pequeñas que oscurecen el frente.
El Harrier del medio lanza otra de similares características que vá camino a impactar al Pucará A-527 y no llego a ver la descarga de las bombas del Harrier de la izquierda (derecha de ellos).
Todo está sucediendo en apenas unos pocos segundos por la velocidad que traen los Harriers y al decir pocos segundos me refiero a no más de 6 a 7 segundos desde que los ví.
Desde mi posición veo una persona no uniformada correr desde la costa hacia una casa, en el sector del poblado de Pradera del Ganso.
Trato de tirarme al suelo cuerpo a tierra sobre el techo del bunker del PP.CC. para disminuír la superficie de impacto de esquirlas y/u onda expansiva sobre mi cuerpo, pero fue inútil, veo y escucho las primeras detonaciones de las bombas de los dos primeros Harriers y me estoy dando cuenta que esquirlas me están impactado.
Caigo al costado del bunker y bruscamente boca arriba en la tierra, golpeando mi espalda contra una estaca del PP.CC.
Eso me corta un poco la respiración y me cuesta moverme.
Giro y tengo mi cara del lado derecho apoyada sobre la tierra.
Las piernas me duelen mucho, como así también la espalda y el costado derecho de mi cuerpo.
Trato de arrodillarme y lo logro.
Espero unos segundos.
Hago el mismo intento para pararme.
Me tambaleo, pero lo logro.
Me duelen las piernas y la espalda y no sé por qué.
El F.A.L. está en el piso a mi lado y creo que me golpeé con el mismo, por eso me duele el lado derecho del cuerpo.
Me miro y toco a través la garibaldina para ver si tengo algo y toda la garibaldina tiene pequeños cortes en la tela, especialmente en las mangas a la altura de los codos.
Tengo un corte en la ceja que sangra un poco y los pantalones con sangre.
Me falta la punta del borceguí derecho y las medias están rojas con sangre, pero me toco los dedos, también el pié y veo que los tengo a todos y no me duelen.
El borceguí izquierdo tiene aún un pedazo de esquirla fundida en la punta y cortó también la punta en una mitad y la media está roja también.
Se nota que una esquirla me rebanó la punta de un borceguí y en el otro cortado a medias.
Resoplo de alivio.
Piso fuerte y no me afecta al pisar.
Recojo el F.A.L., le saco uno poco de turba clavada en la boca y apaga llamas.
Golpeo fuerte con la culata del fusil la esquirla de la punta del otro borceguí y se sale.
Lo cargo y me cruzo la correa por el hombro derecho en posición de combate.
Miro a mi alrededor y el escenario no es bueno.
Hay bombas que han caído sobre el Pucará A-527 y se está incendiando entero, ya que estaba con combustible y artillado.
También se están quemando cajones en el sector izquierdo donde están los cohetes de los Pucará entre otras cosas.
Escucho otras explosiones y veo humo negro que sale de distintos sectores.
Todos se alejan del avión en llamas ya que hay varias explosiones.
Hay gritos desde el sector de los Pucará.
Recién veo que tengo un pedazo de esquirla fundida en la hebilla de mi cinturón.
No encuentro los anteojos de campaña.
Me acomodo el casco y me percato que tiene una esquirla grande pegada y un poco abollado.
Veo que no hay más ataque enemigo y coloco el seguro al F.A.L. y me lo cuelgo del hombro izquierdo.
A todo esto no han pasado más que 45 segundos ó 1 minuto.
Trato de ir lo más rápido posible al sector donde está el IA-58 Pucará en llamas.
El piloto está muerto en su interior y es imposible sacarlo.
Hay mecánicos desparramados por todos lados.
Algunos no reaccionan y otros gritan.
El calor que desprende el incendio hace imposible acercarse.
Veo por la sangre que les sale, que tienen heridas serias.
Grito pidiendo que otros se acerquen a ayudar y médico.
Agarro a uno de ellos y lo tiro para atrás para que el fuego y calor no lo alcancen.
Otros a mi lado dicen que otros están muertos.
Veo que de a poco comienzan a acercarse otros miembros de la base y entre todos llevamos a los heridos y fallecidos a metros del lugar, para alejarlos del incendio que tiene el IA-58 Pucará, con peligro de otras explosiones.
Levanto a uno de los heridos, pero su herida era de tal magnitud que fallece en mis brazos a los pocos segundos.
Ya no tenía pulso y quedó con los ojos abiertos.
Lo dejo junto a los otros, le cierro los ojos y vuelvo al sector del avión.
Es indescriptible lo que se siente: Es un camarada, un compañero de guerra, un integrante de la fuerza, pero hay que ser frío y seguir adelante.
El calor con el humo, dificulta mucho ver y respirar en el lugar.
Se usan los matafuegos, pero la carga se agota inmediatamente y ya es tarde para cambiar el destino que ha quedado sellado para muchos camaradas en esta incursión aérea enemiga.
Más atrás veo otro sector con fuego y humo, pero son los tachos vacíos de combustible que habíamos colocado como cebo el día anterior.
Pienso que al menos eso salió bien y el Harrier que pasó por allí descargó sus bombas en pura chatarra vacía.
Entre muchos comienzan a trasladar a heridos al Chinook para llevarlos al hospital de Puerto Argentino.
Hay más de una veintena entre muertos y heridos para trasladar.
El Chinook despega inmediatamente en vuelo bajo hacia Puerto Argentino.
Mientras tanto, el fuego en los cajones de cohetes sigue ardiendo y nadie se acerca al lugar, por lo que corro hacia allí para tratar de correr los cajones que se están quemando, para que no afecten a los otros.
Grito para que alguno me ayude, pero hay peligro de más explosiones y todos se alejan.
Es una reacción lógica, pero si explotaba alguno de ellos, habría peores consecuencias.
Los cajones son pesados y me cuesta mucho arrastrarlos y hay algunos encendidos con fuego.
Lo apago mientras lo traslado con un pedazo de turba.
Hay detonaciones a pocos metros, pero sin consecuencia alguna.
Hay algunas cajas que se abren y se caen los cohetes a la turba encendida.
Con la mano los agarro y pongo nuevamente adentro del cajón.
Es una locura pero no queda otra cosa por hacer.
Hay que caminar despacio, ya que hay algunas de esas bombas pequeñas lanzadas por los ingleses y sin explotar en varios lados.
De a poco se suman otros.
Con lo que había a mano vamos marcando esas bombas para que queden bien señaladas y nadie las pise.
Se está quemando la turba y un sector de setos, lo que genera más humo y dificulta respirar.
El viento comienza a soplar, complicando aún más el trabajo de extinción de los incendios.
Alguien grita CUIDADO CON LAS BOMBAS, ALEJENSE, sin saber uno si se refería a las que estaban en el lugar de los Pucará o a las pequeñas bombas que se desprendieron de la bomba racimo de los Harriers y que han quedado esparcidas por el terreno sin explotar debido a lo blando de la tierra o a las que estaban en los cajones.
Un soldado me dice “Señor, mire sus pies”.
Están bien, gracias, solo rotas las puntas de los borcegos.
Transcurren un par de horas hasta que logramos extinguir todo el fuego, pero demandará varias horas más para que todo vuelva a la normalidad, quedando en la turba malvinera y en nuestros uniformes, las huellas de nuestro bautismo de fuego.
Tengo hollín y sangre propia y de otros en la cara, en las manos y en el uniforme.
Regreso al PP.CC. y me cruzo con el Teniente Serra quien está a cargo del abastecimiento de la base, quien me vé los borceguíes rotos y me pregunta qué me pasó.
Le explico que esquirlas de la bomba me cortaron las puntas y me quedaron las medias al aire con los dedos.
Me pregunta si estoy bien mientras me señala el uniforme de combate que estaba con mucha sangre.
Le digo que sí estoy bien, que mi uniforme tiene mucha sangre por todos lados, pero seguro es de la de los heridos y fallecidos que ayudé a mover del sector del Pucará.
Le digo que ya me revisé los pies y no tengo nada.
Luego le digo que lavaré el uniforme a la noche y que tengo otro uniforme de combate.
Me pregunta cuánto calzo y le digo 42.
Vá hasta una carpa cercana y regresa.
Me dá unos borceguíes nuevos y dos pares de medias adentro de los mismos.
Me saco las medias para ponerme las limpias y veo que un hilo de sangre cae por ambas piernas, siguiendo con mis dedos el recorrido para ver de dónde salía.
Cuando llego a ambos lugares me levanto el pantalón y veo 2 agujeros de más o menos 2 a 3 centímetros cada uno y al mover las piernas, se veía el hueso en ambas, pero no me dolía mucho. Me saco pedazos de esquirlas con mis dedos y eso si me duele.
Me pongo los dos pares de medias limpias como apósitos sobre ambas heridas y los sostengo con los cordones de los borceguíes que me había sacado.
Me dejo las medias sucias y mojadas y me coloco los borceguíes nuevos.
Con un hierro que había de una estaca del bunker, saco de un golpe el pedazo de esquirla de la hebilla de mi cinturón y mi casco y me retiro del lugar.
El Teniente Serra me dice: “Pibe, andá a hacerte ver a enfermería”.
Quédese tranquilo Señor, luego voy para allá, pero primero pasaré por el PP.CC.
Después cambiá el casco en la sala de armas con el suboficial.
Así lo haré Señor y muchas gracias por la gauchada.
Me retiro del lugar hacia el PP.CC.
Al llegar al lugar, veo los anteojos de campaña tirados en el techo del bunker, así que los recojo.
Entro al PP.CC. y percibo inmediatamente que la situación es muy diferente a la que habíamos vivido hasta ahora.
Tuvimos nuestro bautismo de fuego y a un precio alto, con la vida de algunos de los integrantes del Escuadrón Pucará y varios heridos de la base.
Hay agua en un jarro así que mojo mi pañuelo y me limpio un poco la cara.
El Vicecomodoro Pedrozo y Vera Mántaras mantienen enlace con la Base Aérea Militar Malvinas informando lo sucedido.
Una de las bombas cayó muy cerca del PP.CC.
Dejo los anteojos de campaña sobre la mesa, al lado del equipo de comunicaciones.
El Capitán Ré me dice:
“Alfeta, ¿está bien?
Sí Señor.
Luego de unos instantes, el Primer Teniente “Mono” Basilio, Jefe de Inteligencia de la Base, me dice que hay que hacer yá un patrullaje en el poblado ante la posibilidad de que alguien haya colocado una baliza que hubiera guiado el ataque de los Harriers.
Le comento acerca del movimiento que había visto de lejos al momento del ataque en esa casa del pueblo y me dice que iremos con el Suboficial Héctor Vilchez para dicho lugar.
Salimos del bunker camino al poblado.
Vamos a esa casa.
El “Mono” Basilio golpea la puerta y atiende un kelper.
El “Mono” Basilio comienza a tratar de hacerse entender con él.
Parece la charla de dos locos, pero yo me mantengo sin hablar en inglés.
En medio de la charla entre ambos, el kelper dice la palabra “mirá”.
Me resulta por demás extraño que el kelper use ese término, ya que es muy argentino y recién cuando hay confianza o tuteo.
El “Mono” no se dio cuenta de eso y sigue manteniendo la conversación.
El Suboficial Vilchez comienza a revisar el lugar.
En ese momento, veo una biblioteca que llama mi atención.
Camino hacia ella y comienzo a leer el lomo de los libros.
Encuentro un libro de Martín Fierro de José Hernández, escrito en castellano.
Lo saco de la biblioteca y veo que en la primera página tiene una dedicatoria del Ministro de Cultura y Educación de la Nación.
Por detrás de los libros se vé algo.
Saco unos libros pensando que podía ser una radio y me encuentro con un estuche tipo porta planos.
Lo abro.
Encuentro un diploma enrollado en su interior.
Lo desenrollo.
Es un título de egreso de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (U.B.A) extendido al kelper, por lo que lo miro y deduzco automáticamente que no solo sabía perfectamente bien nuestro idioma, sino que podía comunicarse claramente en idioma castellano.
El mismo kelper deja de hablar inglés y me mira, diciendo: “me delaté solo”.
Asiento con la cabeza y le digo: vamos.
Regresamos al PP.CC., el “Mono” Basilio habla con el Vicecomodoro Pedrozo y luego éste último habla con el Teniente Coronel Italo Piaggi, Jefe del regimiento del Ejército, y se toma la decisión de que un poco más de un centenar de kelpers deberían quedar alojados en el salón comunitario que estaba en el medio del poblado y requisados sus equipos de comunicaciones y sus casas.
Al haberme enfriado un poco, me duelen las piernas y la espalda.
Voy a enfermería y allí está el enfermero cabo principal Pérez.
Lo saludo y le pido si tiene algo para para que yo me haga unas curaciones en las piernas.
Un tipo macanudo y está destinado en la E.A.M. junto a los doctores Beranek y el “Indio” Miranda.
Han estado a las corridas en la mañana con el ataque y siguen así.
También ha sido su bautismo de fuego médico y no es nada agradable lo que les toca pasar.
Me saco los borceguíes, me subo los pantalones y me quito las medias con los cordones que tapan las heridas.
Me limpio las heridas con agua oxigenada; sangraban poco; les pongo un polvo cicatrizante, gasas y cinta adhesiva.
Habría que coser alférez, se vé el hueso; le avisaré a los doctores.
Ni se te ocurra, a ver si me mandan al Hospital de Puerto Argentino.
Ya las curé y listo.
No me duelen y debo ir rápido al PP.CC.
O.K. Señor me dice.
Me dá unos packs de gasas de repuesto y un rollito chico de cinta adhesiva.
Le agradezco la gauchada, les doy un apretón de manos y me retiro del lugar.
Voy caminando y agradezco a Dios de la que me salvó, ya que esa bomba grande tipo racimo, me podría haber matado.
El casco, el cinturón, mis borceguíes y mi chapa de grupo sanguíneo pararon esquirlas que hubieran sido letales o bien me hubieran mandado de regreso a continente.
El resto son varios cortes chicos por todos lados, pero cerrarán sin problema alguno.
Llego al CC.FF. pensando que ante lo sucedido, los P.O.A.´s sabían del ataque, pero no se les brinda detalle de nada, pero desde los mismos deben haber visto las columnas de humo negro, escuchado las explosiones y desde el P.O.A. Biguá, además la espantada de los Harriers.
Me entero que el ELTA y las piezas RH de 20 mm detectaron los Harriers a 2 km de distancia, que para la velocidad a la que vienen, es tarde y ya se los tiene encima, no dando tiempo de reacción ni coordinación del tiro alguno.
Pienso que tampoco se anticipó desde un P.O.A.
¿Por dónde carajo entraron?
Veo el mapa del PP.CC. y por la dirección que traían los Harriers, pienso que han entrado rasantes por la ladera Sur bordeando los Montes Sussex y Alberdi (Usborne) y allí viraron hacia Darwin y Pradera del Ganso, motivo por el cual, los P.O.A.´s ROCA y HIENA no los vieron hacer la aproximación.
Como las bombas cayeron en inmediaciones del PP.CC., el Vicecomodoro Pedrozo nos informa que el PP.CC. se trasladará a una casa del poblado sobre el sector izquierdo, al igual que otra casa pasará a ser ocupada por los pilotos y mecánicos de Pucará, mientras que en la otra casa al lado del salón comunitario se mantendrá sanidad.
Es una correcta postura, ya que estando dentro del poblado, es de suponer que los ingleses no harán bombardeos ni cañoneos al poblado.
Ya son casi las 2 PM y la mañana se ha hecho dura y eterna.
El clima operacional en todos lados es distinto y todos son conscientes de que hemos entrado en guerra y que los combates se han iniciado.
El personal de las piezas de artillería antiaérea está a full en las mismas, con los cascos puestos, por si hay un nuevo ataque.
En la turba de diferentes sectores, han quedado las huellas de las bombas, los restos del Pucará del Teniente Jukic, el olor a quemado del suelo y zonas de setos quemados.
Aún me queda en las fosas nasales el olor penetrante al humo del Pucará, ya que las cubiertas al quemarse, desprenden un olor muy fuerte y desagradable y el de los cuerpos humanos quemados.
El Cabo Primero Sosa me convida un mate cocido, el que acepto con agrado, charlando sobre la mudanza del PP.CC.
Hay que cambiar las antenas de HF y VHF, los cables coaxiles, conectores, fuentes de alimentación y el equipamiento.
Hay algunas mesas donde apoyan los equipos, sillas, un armero chico de madera, algunos mapas y cartas de navegación, elementos para calentar y tomar algo y un cajón de madera con algo de galletitas, yerba, té y café.
En realidad es un lugar chico con pocas cosas, por lo que su traslado será hecho con rapidez.
Hay una comunicación de Puerto Argentino sobre el derribo de un M-V Dagger en la entrada del Seno del Choiseul por una PAC de Harriers que estaba cerca de dicho lugar.
Salen los helicópteros Bell 212 a realizar tareas de búsqueda y salvamento.
El P.O.A. BIGUA informa sobre el movimiento de nuestros “Palas”.
Los otros enlaces con los P.O.A.´s son sin novedad alguna.
A la noche voy a cenar con el resto de los oficiales de la base y uno me dice: “Oiga Alfeta, usted tuvo esa corazonada ayer y no la pifió”.
Moví la cabeza asintiendo con orgullo de haberlo presentido, pero con el dolor de las bajas de mis camaradas.
Me sentí orgulloso de lo hecho durante el combate, ya que uno no sabe nunca cómo reaccionará ante una situación determinada, si hará lo correcto o no.
Comí algo.
Muchos eran superiores míos conocidos de la Escuela de Aviación Militar, lo que daba más camaradería, como los tenientes Vergara, Brea, Ludueña, Sánchez, Calderón, Morales y Valazza, como así también los alfereces Sassone, Lema y otros.
Me lavé un poco la cara y las manos, me saqué la garibaldina, el pantalón de combate y la camisa, pudiendo sentir algo que me chorreaba por la espalda.
Me miro en el espejo y veo que tengo una herida en la espalda. Trato de tocarla pero no llego con los dedos.
Veo por el espejo y se vé un corte de unos 4 cm.
Pongo agua oxigenada en una gasa, la sujeto con la punta del facón con cinta adhesiva y me la paso, tocando y no sientiendo nada adentro.
Es probable que me haya clavado una de las estacas que sostiene con alambre acerado al bunker, ya que todas mis heridas son del lado frontal de mi cuerpo.
Me tiro polvo cicatrizante, una gasa nueva y trato de pegar la cinta adhesiva, ya que es una posición incómoda, así que luego me froto la espalda con la pared para que me quede bien pegada.
Saco de la bolsa aeronáutica el pantalón y garibaldina con piel de corderito en su interior y una camisa, calzoncillo, medias y camiseta limpia. Todo lo otro lo meto en una bolsa de consorcio negra y la guardo dentro de la bolsa aeronáutica.
Ya me siento un poco mejor.
Tomo mi equipo de combate y me encamino de regreso al PP.CC.
Mientras voy caminando, pienso que uno se siente mal por las pérdidas de vidas humanas de camaradas, por las pérdidas de material aéreo y de que nos “habían entrado” sin poder detectarlos ni verlos previamente.
Por otro lado, siento la satisfacción de haber dado todo lo que estuvo hoy a mi alcance, que la adrenalina me sirvió de anestésico en las heridas y que cuando tuve que meterme al lado del Pucará y de los cajones de cohetes y munición, en medio de un fuego voraz y explosiones constantes a sacar la gente y material, no dudé un solo instante en hacerlo.
El cebo de los tachos de 200 litros alejados de todo, también salió muy bien y eso hizo que uno de los Harriers descargara allí sus bombas de 250.
Si bien los matafuegos se descargaron rápido, fueron de gran ayuda el haberlos terminado de instalar la noche anterior.
Toda la tarea del 30-Abr-82 había sido fructífera y seguiré confiando en mis instintos o presentimientos, ya que no me han fallado.
Hoy tuve suerte y estuve muy cerca de integrar el listado de caídos de este día.
Debo cuidar y curar bien mis heridas y esperar que cierren rápido, para mi próximo despliegue al terreno en tres días.
No estuve en ningún P.O.A. este día, pero tuve el honor de haber estado aquí, en el bautismo de fuego de mi Base Aérea Cóndor y de mi querida Fuerza Aérea Argentina.
Al terminar el día, este primer ataque aéreo enemigo a nuestra Base se ha cobrado las vidas del Teniente Jukic; Cabo Principal Duarte; Cabo Principal Rodríguez; Cabo Principal Montaño; Cabo Primero Peralta; Cabo Primero Brasich, Cabo Primero Carrizo y Cabo Primero Maldonado.
También se cobró la vida del Primer Teniente Ardiles, derribado por misiles de Harriers mientras piloteaba su Mirage V Dagger.
Hemos perdido 1 avión Pucará y otro inoperante, como así también perdimos 1 Mirage V-Dagger.
La noche en el CC.FF. no tuvo ninguna novedad, excepto cuando el P.O.A. BIGUA informa que alguna luz se enciende en Pradera del Ganso rompiendo la regla de oscurecimiento.
Un piloto de Pucará se queda también a cubrir el turno del PP.CC.
Aprovecho para hacerme curaciones con las gasas con cicatul que traigo en una latita, que me vienen al pelo para ponérmelas en las heridas de las piernas y así evitar que se me peguen las gasas.
Tengo parches por todos lados en el cuerpo.
Más de 30 cortes chicos y las 3 heridas profundas, pero siguen sin dolerme mucho.
Sólo cuando se empapa la gasa, pasa al pantalón y lo mancha un poco.
Este es el relato de ese día tal como fué desde el PP.CC. y CC.FF de la R.O.A. de la BAM Cóndor.
Un abrazo a todos
QUEKA