¿Chantaje o saco lo mejor que pueda?
La UE acuerda expulsar a Turquía incluso a los sirios en suelo europeo
Europa ha celebrado una cumbre crucial con Turquía para tratar de frenar las llegadas ilegales al continente
Lucía Abellán
Claudi Pérez
Bruselas
8 MAR 2016 - 03:03 CET
Europa y Turquía han pactado un cambio radical en la gestión
de la crisis de refugiados. La desesperación por frenar el flujo migratorio ha llevado a los Veintiocho a forjar un polémico acuerdo con Ankara para devolver al país vecino a todo extranjero que llegue ilegalmente a las costas griegas, incluso a los sirios. A cambio, la UE se compromete a traer desde Turquía a un número de refugiados equivalente al de expulsiones. El trato, que anoche cerraron en Bruselas los jefes de Estado y de Gobierno, incluye otras tres condiciones para Europa: aumentar los 3.000 millones destinados a Turquía para atender a los refugiados, eximir a sus ciudadanos de la necesidad de visado para viajar a la UE ya en junio y avanzar en el proceso de adhesión al club comunitario.
La UE ha dado finalmente luz verde a una propuesta que hasta ahora nadie se había atrevido a defender en público por su crudeza. Se apoya "en la lógica de que los sirios pueden solicitar asilo en Turquía. Y eso es un punto de inflexión", subrayó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la conferencia de prensa conjunta ofrecida entre él, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, al término de la cumbre. "Hemos conseguido un gran logro", añadió Tusk.
El consenso con Davutoglu, que deberá desarrollarse en los próximos días, se ha plasmado en un breve documento que insta a aplicar el mecanismo a todos los migrantes que lleguen a Turquía a partir de ahora y certifica el principio de que “por cada sirio que Turquía readmita, otro sirio será reasentado desde Turquía hacia la UE”.
Fuentes comunitarias precisan que en esa acogida en origen deberán participar todos los Estados miembros, probablemente con una cuota de distribución similar a la que se usó para el reparto de los refugiados arribados a Grecia e Italia. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ya dejó anoche patente su disconformidad con el reparto obligatorio.
No son las únicas reticencias que habrá que superar. Chipre, país europeo que mantiene un contencioso con Ankara debido a la ocupación turca del norte de la isla, no está dispuesto a abrir nuevos capítulos del proceso de adhesión de Turquía a la UE, como esta reclama como parte de la negociación. También Francia y otros países miembros recelan de las prisas y la falta de preparación con que se ha abordado esta propuesta tan controvertida, de la que hasta ahora solo había rumores en los despachos. Finalmente, aceptaron los principios del acuerdo, aunque acordaron cerrar los flecos en la próxima cumbre del 17 y 18 de marzo.
Públicamente, el primer ministro holandés, Mark Rutte, solo había abogado, al llegar a la cumbre, por devolver a Turquía a todos los extranjeros que no fueran sirios. Rutte, cuyo país asume este semestre la presidencia de la UE, se reunió el domingo con la canciller alemana, Angela Merkel, y con Davutoglu para preparar la cita crucial con Turquía.
En esa cita, Davutoglu lanzó su inesperada propuesta a la UE, que ha revolucionado toda la negociación: la posibilidad de expulsar a Turquía incluso a los sirios que lleguen a suelo europeo. A cambio, Europa acogería una cifra de sirios similar a las de devoluciones realizadas. El objetivo es mandar una señal clara, incluso a quienes huyen de la guerra: el único modo de acceder a Europa es ensayar la vía legal.
El respaldo que mostró ayer el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, al retorno de los sirios da la medida del nivel de urgencia en la UE por encontrar una solución eficaz. “Habrá que ver los detalles, pero si la medida consigue el mismo efecto para el sirio afectado porque logra la misma protección aquí [tras ser acogido legalmente desde Turquía], sin tener que pasar por las redes que trafican con migrantes, sí me parece adecuado”, opinó Schulz, normalmente una de las voces más garantistas con el respeto a los derechos humanos.
Dudosa legalidad
Pese a que Juncker la defendió en sala de prensa, la legalidad de expulsar a asilados de libro resulta incierta, porque una cosa es devolver a los llamados migrantes económicos, personas que no son objeto de persecución y, por tanto, no optan, en principio, al asilo y otra incluir en esos retornos, de manera masiva, a víctimas de guerra. Pero independientemente de que más tarde la legislación lo matice —o el Tribunal Europeo de Justicia pueda anularlo—, Europa está decidida a enviar el mensaje que lanzó el pasado jueves el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk:
“No vengáis a Europa”.
Fuentes europeas lo justifican así: el bloqueo que afronta Grecia, con más de 30.000 personas atrapadas en su territorio, tampoco le permite dar condiciones dignas a todos los extranjeros que recalan allí. Así que Turquía, considerada ahora un país seguro para ciudadanos de terceros países, puede atenderlos con la financiación adecuada. Y la UE los acabará admitiendo, pero por la vía legal.
La clave de este trato son las grandes compensaciones que pide Turquía por quedarse con todos los migrantes y refugiados que le reenvíe la UE. En primer lugar, ampliar —Turquía pedía duplicar para 2018— los 3.000 millones que la UE ha buscado debajo de las piedras para permitir que Ankara atienda a sus más de 2,5 millones de refugiados sirios durante dos años. En segundo lugar, abrir nuevos capítulos del proceso de adhesión a la UE, algo que levanta ampollas en muchos Estados miembros. Y en tercer lugar, acelerar aún más la desaparición de visados para los ciudadanos turcos que viajen a Europa, con el objetivo de aplicarla ya en junio.
También se establece un compromiso vago para fijar “zonas humanitarias seguras” en Siria, algo que no se halla en la mano de ninguno de los 29 firmantes del pacto.
Además de desgranar el pacto, Davutoglu se vio obligado, a preguntas de los periodistas europeos, a pronunciarse sobre la libertad de prensa.
Tras haber intervenido las autoridades el principal diario del país por sus críticas al régimen, el mandatario turco negó esos cargos y defendió que la medida, adoptada por un tribunal, obedece a que este diario afronta cargos criminales por haber blanqueado dinero. "Nadie puede acusar a Turquía de no tener libertad de prensa. He resaltado estas ideas a mis colegas; la libertad de expresión es un valor común [con la Unión Europea]", añadió el líder turco.
A petición de algunas delegaciones -especialmente la italiana-, el comunicado final de los Veintiocho más Turquía incluyó una vaga referencia a que en el debate se había abordado "la situación de los medios en Turquía", sin más precisiones. En un intento de superar la tibieza con que los líderes han abordado este asunto -por no poner en juego el objetivo principal: sellar el pacto sobre refugiados-, Tusk concluyó: "La libertad de prensa sigue siendo clave y será evaluada en el proceso de adhesión de Turquía a la UE".
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/07/actualidad/1457352301_920991.html