parte 1
Aeronaves suicidas y gasolineras volantes: los drones de combate del futuro
La guerra del futuro tendrá pocas bajas humanas. Los robots dominarán tanto los cielos como los mares, aunque sus vehículos se parecen poco a los androides de 'Terminator'
El X-47B en pleno vuelo. (Foto: USAF)
Autor
Pepe Cervera
11.04.2016 – 05:00 H.
Los aviones sin piloto ya son normales en las operaciones militares, a gran o a pequeña escala: como aparatos de reconocimiento, ya sea de alcance intercontinental o para ver por encima de la colina, pero también como elementos de ataque capaces de destruir un blanco al que han estado siguiendo durante horas.
También hay desactivadores mecánicos de explosivos o centinelas robot que vigilan puntos clave o incluso patrullan fronteras. Existen programas en marcha para desarrollar francotiradores robóticos voladores, tanques automáticos e incluso barcos autónomos para localizar (y hundir) submarinos.
Pero el verdadero potencial de los robots y aparatos teledirigidos para cambiar el aspecto de la guerra no está ni en el reconocimiento ni en el reemplazo de algunas de las funciones que hoy llevan a cabo humanos sino en la posibilidad de que con sus nuevas capacidades provoquen cambios sustanciales en el modo de hacer la guerra.
Algunas de las máquinas que se están probando, o que acaban de entrar en servicio, prometen que las batallas futuras serán radicalmente diferentes a las actuales en muchos aspectos. Mucho menos 'Terminator' y mucho más guerra en Red.
El Reaper es uno de los drones más utilizados por el ejército de Estados Unidos. (Wikipedia)
Minas en el cielo: los drones kamikaze
A finales del pasado mes de marzo un autobús de ‘voluntarios’ armenios en la disputada región de Nagorno Karabaj fue atacado por el ejército de Azerbaiyán; el ataque aéreo causó más de media docena de víctimas.
Lo interesante de esta escaramuza en una región altamente volátil fue el tipo de munición empleado. Según un vídeo que circuló tras el ataque, se trató del primer uso en combate de un nuevo tipo de arma: una bomba merodeadora de fabricación israelí llamada Harop.
Es un avión sin piloto pero de características muy peculiares, puesto que está diseñado como kamikaze: capaz de mantenerse durante horas sobrevolando el campo de batalla vigilando los movimientos enemigos hasta que se le ordena estrellarse contra ellos y volarlos con su cabeza de 23 kilos de explosivo.
El IAI Harop estándar tiene 2,5 metros de largo y 3 metros de envergadura, utiliza un motor de hélice impulsor y está optimizado para la misión de atacar las defensas aéreas del enemigo (SEADS), para lo cual es capaz de detectar y encaminarse contra radares u otras fuentes de emisión de radio, incluso de modo autónomo.
También puede ser dirigido por un operador desde tierra, que puede usar sus sensores electroópticos para localizar blancos, atacar a cualquier ángulo y abortar el ataque en cualquier momento.
Harop (también llamado Harpy 2) tiene una persistencia de hasta 6 horas en el aire y un alcance de hasta 1.000 km, y es capaz de regresar a su base y aterrizar por sí mismo en caso de no localizar un blanco.
Puede lanzarse desde un contenedor especial que se puede montar en vehículos de tierra o en barcos y está diseñado para ser poco visible para los radares enemigos, lo cual unido a su tamaño relativamente pequeño hace que sea difícil de detectar.
Existe una versión optimizada para la misión SEADS (Harpy NG) y otra miniaturizada para uso táctico (Green Dragon).
El IAI Harop es un dron kamikaze. (Wikipedia)
Este aparato es un buen ejemplo del tipo de operaciones que serán posibles en el futuro contra blancos terrestres o aéreos: nubes persistentes de drones relativamente económicos (en comparación con el coste de un avión tripulado de combate, un buque de guerra o incluso un tanque) que actúen como ‘campos de minas voladores’, impidiendo el movimiento en determinadas áreas o a través de según qué líneas.
Su persistencia y la capacidad de reacción inmediata cuando detecten una intrusión o se cumplan sus parámetros de ataque hacen de este tipo de municiones ‘persistentes’ una nueva forma de combate capaz de modificar sustancialmente la situación en un campo de batalla.
Sobre todo si se les dota de la capacidad de decisión autónoma que al menos Harop y Harpy NG tienen en sus misiones antirradar, o de sistemas de maniobra y ataque
de tipo ‘enjambre’ si se utilizan contra aviones en vuelo.
Interferencias en red, drones miniatura
Claro que los aviones de combate pueden no ser tan vulnerables como pudiera parecer ante este tipo de amenazas, sobre todo si pueden desplegar sus propias flotas de minidrones para protegerse y atacar a los adversarios.
En junio de 2015 un F-16 estadounidense demostró el lanzamiento en vuelo de drones miniatura Perdix desde sus tubos de lanzamiento de bengalas.
Parecen bricolaje casero, pero los drones Perdix son tecnología punta del ejército de Estados Unidos.
Los Perdix
han sido desarrollados por un reducido y secreto grupo de investigación del Pentágono llamado Oficina de Capacidades Estratégicas (SCO), se fabrican por medio de impresoras 3D a partir de kevlar y fibra de carbono, pesan menos de medio kilo y alimentan su pequeño motor con baterías de litio.
Una vez lanzados en contenedores del tamaño de una lata de refrescos despliegan un paracaídas y se reconfiguran para iniciar el vuelo autónomo; cuando se lanzan varios de ellos son capaces de establecer contacto entre sí y organizarse en un enjambre. Durante las maniobras, en junio de 2015, la USAF lanzó al menos 150 de estos minidrones.
Sus capacidades reales son secretas, pero es probable que tengan que ver con la guerra electrónica.
Disponer de decenas de emisoras capaces de comunicarse entre sí fuera del avión permitiría desde crear falsos blancos por medio de la interferencia con los radares enemigos hasta refinar las soluciones de tiro de los radares propios, aumentar su alcance o bloquear las comunicaciones del adversario.
Las posibilidades son múltiples y la capacidad de lanzar los minidrones sin modificar los sistemas ya instalados en el avión hace que se puedan desplegar con efectividad y rapidez; algo muy típico de los productos de la SCO, que ha trabajado en conceptos como la adaptación de misiles antiaéreos para la misión antibuque o el avión arsenal caracterizados por este reaprovechamiento de capacidades y plataformas ya existentes.
Todos contra los submarinos
Los submarinos, con su capacidad de ocultarse bajo las aguas y esquivar los sensores del enemigo, son la plataforma furtiva por excelencia.
Silenciosos y letales, están equipados tanto para darle un susto a un grupo de portaaviones (los chinos lo hicieron con el Ronald Reagan el pasado octubre) como para lanzar misiles sin previo aviso ni posibilidad de evitarlo o para recoger información o mandar comandos a la costa sin que nadie se entere.
La variedad de misiones que llevan a cabo y su efectividad al cumplirlas los hace extremadamente útiles y provoca que se dediquen muchos recursos a desarrollar nuevas formas de detectarlos y destruirlos.
Una apuesta cuyo premio es infinito cuando hablamos de los submarinos de misiles balísticos (SSBN) , esas máquinas de destrucción masiva creadas para disuadir de un ataque nuclear con su promesa de venganza de ultratumba. Los drones y robots, por supuesto, no iban a quedar al margen de este tipo de caza. Hay varios programas y aproximaciones muy diferentes al mismo objetivo: encontrar y cazar submarinos.
Hay varios programas y aproximaciones muy diferentes en la robótica bajo el mar pensados para encontrar y cazar submarinos
La pasada semana se botó el Sea Hunter, un robot experimental semiautónomo diseñado para patrullar y localizar los más avanzados submarinos diésel-eléctricos, cuyo nivel de silenciamiento los convierte en grandes amenazas para los buques de superficie, sobre todo en mares poco profundos.
El Sea Hunter tiene una configuración de trimarán y tiene 43 metros de eslora, el tamaño de algunas corbetas tripuladas, pero sólo lleva a bordo una persona durante las pruebas, para hacerse cargo en caso de emergencia: el resto del tiempo es autónomo o guiado por control remoto.
Está equipado con radares de corto y largo alcance, un sistema automático de reconocimiento de blancos, una cámara y un sonar Modular Scalable Sonar System (MS3) diseñado por Raytheon capaz de realizar búsquedas activas y pasivas, seguimiento de objetivos, detección de torpedos y de obstáculos.
El barco ha demostrado ser capaz de alcanzar los 27 nudos en superficie, una velocidad superior a la de los submarinos que caza, y puede interactuar con otros ejemplares para cazar en manada.
El Sea Hunter llevará a cabo un programa de investigación de dos años de duración tras el que pasará a formar parte de la marina de Estados Unidos.
Su principal ventaja es la velocidad y el precio: con un coste de apenas 20 millones de dólares, ofrece capacidades antisubmarinas que complementan y multiplican las de buques mucho más caros como los Littoral Combat Ship (LCS), que cuestan 440 millones cada uno.
Los costes de operación, apenas 20 o 30.000 dólares al día, son mucho menores también que los de cualquier buque de guerra.
Hoy, el Sea Hunter es el mayor dron naval del mundo; mañana sus descendientes protegerán el perímetro de las flotas estadounidenses con la mayor ventaja de todas: en caso de ser atacados y destruidos no habrá ataúdes que repatriar.
http://www.elconfidencial.com/tecno...tes-los-drones-de-combate-del-futuro_1181010/