Programa Misión Malvinas-Descarga y Archivo 2009-2017

Bueno, siendo las 21:58hs y habiendo estado armando el extracto de MM en RadioCut durante las dos horas de programa y a punto de guardarlo...me quede sin internet!. Luego de las consabidas puteadas del caso, conté hasta 20 y recorde mas tranquilo que esta vuelta habia estado grabandolo en simultaneo, asi que les dejo el enlace para bajar el archivo de audio. Sugerencia: seria muy interesante que FEEED arreglara un tema para que la niña que vocalizo anoche y el tenor "estable" del grupo, hicieran un dueto. Tienen por ej. el tema del Forrest que da para ello. Por otro lado, esperamos que la pelicula pronta a estrenar tenga la difusion que se merece. Lamentablemente ya tenemos los antecedentes de las hermosas obras de Rojas Filartiga (sobre Malvinas y sobre el Combate de Manchala) de muy limitada difusion. Abrazo Malvinero a Todos!!!.

LINK:
https://mega.nz/#!0pd0jBpb!TQI4mUrBRcn9x3xisuZdBiRzIt0V6iuA_wLNYLc7Rlk
 
Muy interesante la emision de hoy, con un invitado muy valioso y que esperamos sea contactado asiduamente por el equipo de MM. Hay que tender puentes, sobre todo en el Viejo Mundo, donde la proximidad y la influencia inglesas se dejan sentir en toda su dimension. Solo se oye una campana...la de ellos. Me quedo picando la mencion del invitado sobre los llamados "Tratados de Madrid" con UK. Muchos aqui los consideramos la puntada final del plan sistematico de desmantelamiento de nuestro sistema de Defensa Nacional. Y apreciamos que el investigador invitado, aprecia en su justa medida las consecuencias nefastas que tuvieron y tienen su firma y puesta en vigencia, para con los intereses nacionales. Les mando un Abrazo Malvinero Multiple!!!.

LINK: http://radiocut.fm/audiocut/mision-malvinas-banda-de-hermanos-1440/

PD: Acompañamos al colega Nestor en el duro trance que atraviesa!.
 
Espero que esta sea la primera de varias mesas con la gente de Av Ej!!!...quedo mucho en el tintero y hay, por lo que aprecie, mucha voluntad de contar vivencias. No lo desaprovechen muchachos!!!. EXCELENTE!!!. El Link y un Abrazo Malvinero!!!

LINK: http://radiocut.fm/audiocut/mision-malvinas-banda-de-hermanos-4905/

LINK RADIO CUT PARA TODAS LAS EMISIONES: http://radiocut.fm/cuts_by_tag/1982/?page=1

PD: El Recuerdo y el Cariño a el "Fisca" y a "Cartucho", Piloto y Mec Av de Bell UH-1H configurado Medevac, con los cuales compartimos varios Ejercicios en Avalos. Con ellos conoci el vuelo "tactico", razante sobre el Arroyo Miriñay. Para disfrute mio..y para pavor absoluto de un Tcnl sentado a mi diestra...muy "rambo" él....Gigliotti

LA AVIACIÓN DE EJÉRCITO EN MALVINAS


Sobrevolando el monte Kent
(Ilustración: capitán VGM Exequiel Martínez)

Al estallar la guerra del Atlántico Sur, el componente aéreo del Ejército Argentino integraba el arma de Infantería y se hallaba al mando del coronel Luis del Valle Arce.
Constituido por dos unidades, el Comando de Aviación de Ejército (CAE) estaba formado por el Batallón de Aviación de Combate 601 (BAC601) al mando del teniente coronel Juan Carlos Scarpa y el Batallón de Apoyo General 601 (BAG601), con base en Campo de Mayo.
Producido el desembarco el 2 de abril, el alto mando del Ejército decidió alistar dos compañías de asalto (A y B) junto a elementos de la compañía de helicópteros de ataque, a los efectos de ser desplegadas en el archipiélago.
Se seleccionaron, en primer lugar, tres Pumas y dos Agusta A-109 artillados para misiones de escolta, los que partieron en la madrugada del 6 de abril con destino a Comodoro Rivadavia, previa escala técnica en Base Aeronaval Comandante Espora. En la ciudad patagónica, se los sometió a trabajos de reacondicionamiento y cuando todo estuvo listo, volvieron a levantar vuelo en dirección al ARA “Bahía Paraíso”, que se hallaba anclado a unas 50 millas de Puerto Deseado, en cuya cubierta aterrizaron para ser guardados en sus hangares.
Tres días después, los aparatos, pertenecientes al BAC601, se hallaban apostados en su base de Moody Brook.
El 7 de abril partió hacia el Teatro de Operaciones (TO) la Compañía de Asalto B, al mando del capitán Jorge Rodolfo Svendsen, integrada por nueve Bell UH-1H Iroquis, idénticos a los que la Argentina había utilizado en Tucumán durante el Operativo Independencia, y los Estados Unidos en la guerra de Vietnam, aptos para transportar hasta 11 hombres y una carga de 2000 kg. Lo hicieron en dos secciones haciendo escalas en Tandil y Comandante Espora, donde aterrizaron al mediodía
El 9 de abril, el aparato matrícula AE-409 que piloteaba el teniente Héctor Raúl Molina levantó vuelo y se dirigió a San Antonio Oeste donde embarcó en el “Bahía Paraíso” junto a los Puma y los Agusta que habían volado hacia allí el día anterior.
Cuatro días después partieron hacia Comodoro Rivadavia los ocho aparatos restantes, haciendo escalas en San Antonio Oeste, donde cargaron combustible y en la Base Aeronaval de Trelew.
Su llegada a destino (Comodoro Rivadavia) coincidió con la declaración unilateral de la zona de exclusión marítima alrededor de las islas por parte de Gran Bretaña (07.00 horas del 12 de abril) razón por la cual se dispuso desarmar sus hélices y embarcarlos en las bodegas de aviones Hércules C-130 de la FAA, operación que demandó bastante tiempo por falta de herramientas adecuadas (según algunas versiones, la FAA se negó a facilitar las suyas).
El primer UH-1H en hacer su arribo a Puerto Argentino fue el AE-410 a cargo del teniente Carlos Fernández (apodado “Gallego”), completándose el traslado recién el 29 de abril. Al día siguiente hizo lo propio uno de los dos Chinook C-47, día trágico para la Aviación de Ejército porque debido al derribo del AE-419 cerca de Caleta Olivia, perecieron el piloto, dos suboficiales y ocho soldados conscriptos.
Para entonces, el CAE había desplegado en el archipiélago un total de 19 helicópteros (dos Chinook C-47, cinco Pumas, tres Agusta A-109 y nueve Bell UH-1H).
Esas aeronaves tuvieron a su cargo el transporte de tropas y material, volando con tripulaciones normales, como en los tiempos de paz (piloto, copiloto y suboficial de cargas) hasta que el recrudecimiento de las acciones a partir del 1 de mayo decidió a los mandos reemplazar a los segundos por un suboficial-mecánico e incorporar un artillero a cargo de la ametralladora MAG montada en la puerta, tal como ya había acontecido en Tucumán durante la guerra antisubversiva.
A bordo de los Pumas fueron trasladados los efectivos del RI8 a Bahía Fox (12 de abril) y el RI5 a Puerto Howard (26 al 29 de abril), destinándose a los Agusta, únicos helicópteros artillados, a misiones de escolta y ocasionalmente, carga general.
A partir del 1 de mayo la situación cambió por completo; los Sea Harrier se hicieron dueños y señores de los cielos y de esa manera dificultaron considerablemente el accionar de las aeronaves del Ejército que debieron hacer sus vuelos prolongados en horas del amanecer o a la caída del sol, siempre a muy baja altura y a través de rutas en las que se debían aprovechar al extremo los perfiles y el relieve del terreno. Según refieren los autores de Malvinas. La Guerra Aérea, las constantes alertas obligaban a los pilotos a aterrizar rápidamente y buscar refugio en las adyacencias hasta que desapareciese el peligro.
Aunque los primeros bombardeos no llegaron a dañar a los helicópteros, el BAC601 decidió reubicarlos en sitios más seguros, escogiéndose para ello el monte Kent, distante a escasos 15 minutos de vuelo de la capital de las islas.
Los Bell UH-1H y los Agusta lo hicieron ese mismo día, a las 10.00 de la mañana, adoptando las precauciones necesarias para no ser abatidos por la propia artillería, permaneciendo en Moody Brook solamente el AE-418 del teniente Horacio Sánchez Mariño por problemas en la transmisión de aceite.
A efectos de facilitar los desplazamientos y alejar el peligro del fuego propio, el alto mando decidió pintar una franja amarilla en la cola de los helicópteros que los hiciese fácilmente identificables, especialmente para la artillería antiaérea.
Las primeras bajas de la unidad tuvieron lugar el 9 de mayo cuando el aparato matrícula AE-505 tripulado por el primer teniente Roberto Fiorito, el teniente primero ingeniero Juan Buschiazzo y el suboficial Raúl Dimotta fue abatido por un Sea Dart del destructor “Coventry”, que los detectó en su radar a las 15.07, cuando volaban en las inmediaciones de la Isla de los Leones Marinos en busca de náufragos del pesquero “Narwal”. Ni el aparato ni sus tripulantes fueron hallados.
Ese día, por la noche, el bombardeo naval dejó fuera de servicio al Bell UH-1H matrícula AE-410, a cargo del teniente Carlos Fernández, al resultar perforados su fuselaje y rotor por varias esquirlas. Para entonces, los helicópteros habían regresado a Moody Brook pero debido a aquel incidente, se los volvió a desplazar hacia otros sectores de la capital, uno de ellos la cancha de fútbol.
La unidad estuvo apostada allí un tiempo hasta que una parte regresó al monte Kent y la otra al monte Dos Hermanas, donde su personal volvió a levantar la “ciudad de las carpas”, tal como se denominaba a su campamento.
El 19 de mayo a las 08.45, aviones Sea Harrier del Escuadrón 801 provenientes del sur bombardearon las laderas del monte Kent. Los aparatos llegaron volando a baja altura y tras una pasada de reconocimiento realizaron dos ataques, destruyendo al Chinook matrícula AE-521 que estalló y comenzó a incendiarse y al Puma AE-501, que recibió varios impactos de cañones que lo dejaron completamente inutilizado.
Al producirse el primer bombardeo, el UH-1H matrícula AE-418 tripulado por el teniente Sánchez Mariño y el cabo primero Alvarado, comenzaba a levantar vuelo en cumplimiento de una misión. Al ver venir a los aviones, el piloto se vio forzado a posarse apresuradamente y abandonar la aeronave junto a su compañero en busca de refugio.
Finalizada la incursión, los helicópteros sobrevivientes levantaron vuelo y se dirigieron a Puerto Argentino.
El 21 de mayo tuvo lugar el arriesgado rescate del teniente de navío José César Arca cuando el Bell UH-1H tripulado por el capitán Jorge Svendsen, el sargento primero Miguel Ángel Santana y el cabo primero Martín H. San Miguel se aproximó en arriesgada maniobra hasta donde se hallaba flotando el piloto e introdujo uno de sus patines en el agua para sacarlo del mar. El piloto naval integraba la escuadrilla del capitán Alberto Philippi que había atacado a la HMS “Ardent” en el estrecho de San Carlos y su Skyhawk A4Q se estrelló a 500 metros de la costa, frente al aeropuerto, al ser alcanzado por los cañones del Sea Harrier del teniente Clive Morell del Escuadrón 800.
Dos días después, tuvo lugar la dramática misión de los tres Puma y el Agusta de escolta hacia la Gran Malvina, que terminó en la destrucción de tres de los cuatro aparatos, víctimas de la implacable acción de los Sea Harrier del Escuadrón 800 tripulados por los tenientes Dave Morgan (ZA192) y John Leeming (ZA191).
Los aparatos destruidos fueron el Puma AE-500 del mayor Roberto Oscar Yanzi, segundo comandante del BAC601; el AE-503 a cargo del teniente Enrique Argentino Magnaghi y el Agusta AE-337 al comando del teniente Félix Enrique Riis, sobreviviendo únicamente el AE-508 que piloteaba el teniente primero Hugo Alberto Pérez Cometto, que a riesgo de perder su aeronave, trajo cargó a todo el personal de los helicópteros afectados y lo evacuó en dirección a la capital.
Tras la caída del monte Kent, los helicópteros del Ejército volvieron a ser reubicados, disponiéndose una vez más, su repliegue a Puerto Argentino.
Los aparatos levantaron vuelo en dirección a la capital y aterrizaron en la cancha de fútbol contigua a la Casa de Gobierno. Entre el material que dejaron atrás destacaba una considerable cantidad de cohetes “Albatros” de 70 mm para artillar a los Agusta, elementos imprescindibles que de caer en manos del enemigo iban ser empleado contra las fuerzas propias. Debido a ello, el joven teniente Guillermo Enrique Anaya, hijo del almirante que integraba la Junta Militar, se presentó en el puesto de mando de la X Brigada y tras el saludo de rigor, solicitó autorización a su superior, el general Oscar Jofre, para ir en su busca. Como era de esperar, el alto oficial se negó debido al riesgo que implicaba la misión y porque a esa altura era más que seguro que los británicos se habían apoderado de los cohetes.
Molesto por la negativa, Anaya decidió desobedecer e inmediatamente después de abandonar el puesto de mando, se dirigió al cabo primero Roberto Maggio ordenándole que preparase el AE-406 porque partía hacia el monte Kent en busca de los misiles. El suboficial sorprendido se apresuró a cumplir la orden y al darse cuenta que el valeroso teniente iba a volar solo, se ofreció voluntariamente para ir con él.

-Mire que la misión va a implicar riesgos, cabo- le dijo Anaya.

-¡Cuente conmigo, mi teniente! – respondió aquel.

De ese modo, sin la autorización de sus superiores, abordaron la aeronave y enfilaron directamente hacia la montaña donde secciones del RI7 que aún se encontraban allí representaban un serio riesgo porque podían confundirlos con el enemigo y derribarlos.
Por esa razón, después de levantar vuelo, Anaya tomó una ruta entre el cerro y el mar, dejando a un lado al monte Challenger, para ingresar por el oeste, oculto por la niebla que cubría el sector.
Así llegaron al pie de la elevación, situada a solo 800 metros de la vanguardia enemiga, cuyos elementos adelantados era más que seguro que podía escuchar el ruido de sus motores.
Anaya dejó las turbinas encendidas y seguido por Maggio, echó pie a tierra y corrió hasta donde había estado ubicado el campamento de la Aviación de Ejército, comprobando con asombro que las cajas de madera con los “Albatros” seguían allí.
Como la capacidad del Bell era limitada, a los aviadores no les quedó más remedio que abrir las cajas y cargar la mayor cantidad de cohetes posibles para llevarlos corriendo hasta la aeronave, repitiendo varias veces la operación, en las narices del enemigo.
Cuando el helicóptero quedó atiborrado de proyectiles, cabezas y espoletas, subieron rápidamente y se dispusieron a partir. Sin embargo, para su asombro, el aparato se negó a despegar porque el peso de la carga era excesivo. Fue entonces que Anaya ensayó una maniobra que le permitió abandonar el lugar, elevando unos pocos centímetros los patines del suelo y deslizándose pendiente abajo hasta conseguir la velocidad adecuada para remontar vuelo.
El UH-1H se perdió en la bruma y minutos después sobrevolaba Puerto Argentino en dirección al aeropuerto. Una vez allí, solicitó permiso a la torre para aterrizar y grande fue su asombro cuando el mismo le fue denegado. Los cohetes que traían representaban un verdadero peligro y por esa razón, se les ordenó dirigirse hacia la bahía cercana y arrojar la carga al mar.
Negándose una vez más a cumplir la orden, el bravo piloto se encaminó hacia la capital y después de volar sobre ella, se posó en el hipódromo, a escasos metros de sus tribunas, efectuando una maniobra que, por los vientos y el peso que llevaban, no estuvo exenta de riesgos.
Una vez en tierra, siempre con la fiel asistencia del cabo Maggio, procedió a descargar el arsenal, poniendo fin a una de las misiones más arriesgadas de la unidad.
Las últimas operaciones de la Aviación de Ejército durante la guerra tuvieron lugar el 14 de junio, cuando se le ordenó al capitán Svendsen desalojar la cancha de fútbol y trasladar a sus helicópteros hasta la pista del hipódromo, a efectos de permitir el aterrizaje de sus pares británicos con quienes ya se había pactado el “alto el fuego”. Svendsen había solicitado autorización para destruir las máquinas, a efectos de que no cayesen en manos del enemigo pero su solicitud fue denegada.
En cumplimiento de esa directiva levantaron vuelo los Bell UH-1H AE-406, AE-412, AE-417, AE-422 y AE-424 y los Agusta AE-331 y AE-334.
Dos de aquellos aparatos hicieron las veces de “ambulancias”, trasladando heridos al rompehielos “Almirante Irizar”, convertido a esa altura en buque hospital, lo mismo los Bell UH-1H AE-409 (teniente Héctor R. Molina) y AE-413, a los que se les pintó sobre el fuselaje una cruz roja sobre fondo blanco.
Al día siguiente, 15 de junio, el capitán Svendsen, el teniente Pérez Cometto y un oficial británico de la 3ª Brigada de Comandos de apellido Rowe, abordaron uno de los Puma (posiblemente el AE-508) y se dirigieron al monte Round en lo que fue la última misión de la unidad durante la guerra. Iban en busca de una sección de diez hombres del Regimiento de Infantería Mecanizado 7, al mando del subteniente Darío Alejandro Selser, que se negaba rotundamente a deponer las armas.
Costó bastante persuadir al abnegado oficial para que él y sus hombres se convenciesen que la lucha había terminado. Finalmente, al ver que con los dos oficiales viajaba un militar inglés, comprendieron que Puerto Argentino había caído y accedieron. Abordaron la aeronave cuando nevada y enseguida levantaron vuelo, tomando hacia el este. “No puede ser; no puede ser”, decía mecánicamente uno de los subalternos de Selser mientras volaban hacia la capital; Svendsen, Pérez Cometto y el mismo británico intentaron darle ánimo, sin éxito.
Los helicópteros de la Aviación de Ejército que se desplegaron en el Teatro de Operaciones fueron los Chinook C-47 AE-520 y AE-521, los Puma AE-500, AE-501, AE-503, AE-505 y AE-508; los Agusta A-109 AE-331, AE-334 y AE-337 y los Bell UH-1H AE-406, AE-409, AE-410, AE-412, AE-413, AE-417, AE-418, AE-422 y AE-424. Otros dos Puma fueron utilizados fuera del Teatro de Operaciones Malvinas, el AE-504, perteneciente a la Compañía de asalto A, embarcado en el mes de febrero en Ushuaia, a bordo del “Bahía Paraíso”, con el que viajó a las Orcadas del Sur y la Antártica, donde operó hasta el estallido de la crisis de los chatarreros en las islas Georgias. Resultó destruido durante el primer combate de Grytviken, el 3 de abril, al ser alcanzado por el fuego reunido de los Royal Marines, pereciendo en su interior dos infantes de marina argentinos. Sus restos seguían allí a fines de 1983.
Desde el “Bahía Paraíso” operó también el AE-506 (o AE-507) pintado de blanco, con cruces rojas en su fuselaje y nariz, esquema típico de los helicópteros ambulancia. Después del 14 de junio tuvo activa participación en la evacuación de heridos (posiblemente haya sido el helicóptero averiado por los embates del mar durante la Operación Rosario, la noche del 31 de marzo al 1 de abril) y finalizó su campaña al regresar al continente.
El personal que integró el BAC601 durante la guerra fue:

BATALLÓN DE AVIACIÓN DE COMBATE 601

Tcnl l SCARPA, Juan Carlos J B Av Comb 601
My A YANZI, Roberto Oscar 2do J B Av Comb 601 SA 330 PUMA/ AE-500
Cap l SVENDSEN Jorge Rodolfo J Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-424
Cap Ing OBREGÓN, Pedro Ángel Oficial Logístico Chinook CH 47/ AE-520
Tte 1ro l MAGNAGHI, Enrique Argentino J Ca Hel. Asal "A" SA 330 PUMA/ AE-503
Tte 1ro l FIORITO, Roberto Mario (1) J Sec Ca Hel. Asal "A" SA 330 PUMA/ AE-505
Tte 1ro l RUBIO, Martín Justiniano J Ca Hel. Atq A109A AGUSTA AE-331
Tte 1ro l PÉREZ COMETTO, Hugo Alberto J Sec Ca Hel. Asal "A" SA 330 PUMA/ AE-508
Tte 1ro Ing VILLAGRA, Alejandro Esteban J Sec Ca Hel. Asal "A" SA 330 PUMA/ AE-504
Tte 1ro l OROZCO, Fernando Rubén J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-422
Tte 1ro C FONTANA, Victorio Cándido J Sec Ca Hel. Atq A109A AGUSTA AE-331
Tte 1ro LÓPEZ LEGUIZAMÓN, Eduardo G. Ca Hel. Asal "A" SA 330 PUMA/ AE-504/6
Tte lng FERNÁNDEZ, Carlos Enrique J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-410
Tte A MOLINA, Héctor Raúl J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-409
Tte l CÚNDOM, Ricardo Luis J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-412
Tte C JARDEL, Manuel Arturo J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-417
Tte l RAMÍREZ, Francisco Alejandro J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-413
Tte A SABIN PAZ, Eduardo Guillermo J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-412
Tte l SÁNCHEZ Mariño, Horacio Sebastián J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-418
Tte Pil FLORIO, Marcelo Andrés J Sec Ca Hel. Atq A109A AGUSTA AE-337
Tte Pil RIIS, Félix Enrique J Sec Ca Hel. Atq A-109A AGUSTA AE-334
Tte Pil SAGRISTÁ, Omar Alejandro J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-422
Tte Pil ANAYA, Guillermo Enrique J Sec Ca Hel. Asal "B" BELL UH-1H/ AE-406
Tte pil. Civitillo Mario J Sec Ca Hel. Asal “B”
Subt Int MEDINA, José Eduardo J Sec Intendencia
Subt Med EULIARTE, José Alberto J Sec Sanidad
Sarg Ay Mec NOBILE, Luis Emilio Ca Hel. Asal "A" Copil SA 330 PUMA/ AE-500
Sarg Ay Mec PIÑAL, Mario Enc Sec Hel. Asal "A"/ Copil Chinook CH 47/ AE-521
Sarg Ay Mec SANTANA, Miguel Ángel Ca Hel. Asal "B"/ Copil BELL UH-1H/ AE-424
Sarg Ay Mec COLOMBO, Antonio Florentino Enc Pel Mant
Sarg Ay Mec GUTIÉRREZ, Juan Florencio Tripul. Hel. Sanitario SA 330 PUMA/ AE-502
Sarg 1ro Mec MARTÍNEZ, Juan Roberto Mec Vlo Chinook CH 47/ AE-521
Sarg 1ro Mec MEDINA, Carlos Alberto Gpo Ca Hel. Asal "B"/Copil BELL UH-1H/ AE-417
Sarg 1ro Mec OBANDO, Julio Eustaquio Gpo Ca Hel. Asal "B"/Copil BELL UH-1H/ AE-422
Sarg 1ro Mec LUNA, Horacio Antonio Tripulante Hel. Sanitario SA 330 PUMA/ AE-502
Sarg Mec DÍAZ MEDÍN, Jorge Andrés Tripul Hel. Embarcado SA 330 PUMA/ AE-504
Sarg Mec VEROLIN, Carlos Alberto Mec Vlo / Copil BELL UH-1H/ AE-412
Sarg Mec MELLA, Oscar Horacio Tripulante Hel. Embarcado SA 330 PUMA/ AE-504
Sarg Mec MARCHI, Daniel Horacio Mec Vlo Chinook CH 47/ AE-520
Sarg Mec GUTIÉRREZ, Carlos Alberto Mec Vlo / Copil SA 330 PUMA/ AE-501
Sarg Mec MOREIRA; Ernesto Roberto Mec Vlo / Artillero de Puerta BELL UH-1H/ AE-410
Sarg Mec DIMOTTA, Raúl Horacio Mec Vlo / Copil SA 330 PUMA/ AE-505
Sarg Ing MONZÓN, Antonio Pel Ab Sec Int
Sarg C PORTILLO, Raúl Orlando Pel Ars Sec Ars
Sarg A LENCINA, Ernesto Miguel Ángel Pel Ars Sec Ars
Sarg A DIP, José Alberto Enc Centro Control de Vuelo
Cbo 1ro Mec VERÓN, Carlos Andrés Tripulante Hel. Sanitario SA 330 PUMA/ AE-502
Cbo 1ro Mec VILLAFAÑE, José Pel Ab Sec Int
Cbo 1ro Mec GODINO, Miguel Clemente Mec Vlo / Copil SA 330 PUMA/ AE-503
Cbo 1ro Mec BACA, Vicente Mec Vlo / Copil SA 330 PUMA/ AE-508
Cbo 1ro Mec VILDOZA, Roberto Osvaldo Mec Vlo / Copil BELL UH-1H/ AE-409
Cbo 1ro Mec HERRERA, Marcelo Alejandro Mec Vlo SA 330 PUMA/ AE-503
Cbo 1ro Mec LÓPEZ, Roberto Francisco Mec Vlo/Artillero de Puerta BELL UH-1H/ AE-409
Cbo 1ro Mec ROMERO, Orlando Norberto Mec Vlo / Copil A109A AGUSTA AE-337
Cbo 1ro Mec ROMERO, Alfredo Rubén Mec Vlo Chinook CH 47/ AE-521
Cbo 1ro Mec CRAVERO, Eduardo Daniel Mec Vlo / Copil A109A AGUSTA AE-334
Cbo 1ro Mec BRUNO, Alberto Raúl Mec Vlo / Copil A109A AGUSTA AE-331
Cbo 1ro Mec RÍOS, Juan Carlos Mec Vlo SA 330 PUMA/ AE-500
Cbo 1ro Mec GONZÁLEZ, Eduardo Daniel Mec/Artillero de Puerta BELL UH-1H/ AE-410
Cbo 1ro Mec MOSTRACCIO, Mario Francisco Pel Ab Sec Int
Cbo 1ro Mec GUDIÑO, Sergio Gustavo Mec Vlo/Artillero de Puerta BELL UH-1H/ AE-413
Cbo 1ro Mec ALOISO, Walter Eduardo Mec Vlo / Artillero de Puerta BELL UH-1H/ AE-412
Cbo 1ro Mec CORSINI Carlos Oscar Mec Vlo / Copil BELL UH-1H/ AE-413
Cbo 1ro Mec ALVARADO, Ramón Francisco Mec /Artill. de Puerta BELL UH-1H/ AE-418
Cbo 1ro Mec MAGGIO, Roberto Mec Vlo/Artill. de Puerta BELL UH-1H/ AE-406
Cbo 1ro Mec SAN MIGUEL, Martín Héctor Mec Vlo/Artill. de Puerta BELL UH-1H/ AE-424
Cbo 1ro Mec CARDOZO, David Marcelo A. Mec Vlo/Artill. de Puerta BELL UH-1H/ AE-417
Cbo 1ro Mec PEREIRO, Omar Gerardo Mec Vlo/Artill. de Puerta BELL UH-1H/ AE-406
Cbo 1ro Mec DESSIO, Rafael Mec Vlo/Artillero de Puerta BELL UH-1H/ AE-418
Cbo 1ro Mec AHUMADA, Luis Alberto Mec Vlo/Artill. de Puerta BELL UH-1H/ AE-422
Cbo 1ro Ofic GUSTINI, Daniel Eduardo Pel Personal
S/C 62 Drag FALCÓN, Antonio Emilio Aux Pel Personal
S/C 62 Drag ZUCHELI, Jorge Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 MARIO, Luis Alberto Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 BUSTOS, Roberto Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 IBARRA, Luis Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 PEÑALVER, Pedro Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 ZICARELLI, Héctor Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 IGLESIAS, Rubén Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 GALLO, Daniel Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 VERGALITO, Domingo José Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 BAZÁN, Víctor Sabino Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 RAMÍREZ, Oscar Luis Pel Ab Sec Intendencia
S/C 62 SOTO, Raúl Basilio Pel Ab Sec Intendencia
S/C62 Drag Hernández Sergio embarcado


COMPAÑÍA DE ABASTECIMIENTO Y MANTENIMIENTO DE AERONAVES 601

Tte Pil CATELLA, Jorge Hugo 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg Ay Mec GIOVANINNI, Omar Reinaldo 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg Ay Mec JAWORSKY, Roberto 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg 1ro Mec BRITO, Luis Alberto 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg 1ro Mec DE VARGAS, Mariano Domingo 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg 1ro Mec SALVATERRA, José Felipe 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg 1ro Mec TAPIA, Eduardo David 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg Mec OSUNA, Daniel Jorge 3er Escalón de Mantenimiento
Sarg Mec MIOR, Jesús Enrique 3er Escalón de Mantenimiento


COMANDO DE AVIACIÓN DE EJÉRCITO

Tcnl Ing GONZÁLEZ, Norberto Eduardo Tripulante Chinook CH 47/ AE-521
My l ARTUSO, Mario Oscar Tripulante Chinook CH 47/ AE-520
Cap AGUILERA, Carlos Alberto Tripulante Chinook CH 47/ AE-521

COMANDO DE ARSENALES

Tte 1ro Ing BUSCHIAZZO, Juan Carlos Gpo Ca Hel. Asal "A" SA 330 PUMA AE-501



ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA "Teniente General LUIS MARÍA CAMPOS"

Tcnl Com REVEAND, Carlos Washintong Of. Enlace Cdo.
Cap LUZURIAGA, Ezequiel Honorio Pil Hel. Sanitario SA 330 PUMA/ AE-506
Cap Ing DA COSTA SILVA, Antonio Tripulante Chinook CH 47/ AE-520
Cap C ANTONIOLI, Carlos Eduardo Tripulante SA 330 PUMA/ AE-505
 

njl56

Colaborador
Colaborador
El Sr Martín San Miguel, suboficial de mi querido Ejército, nos ha dado una inyección de coraje anoche, además de haber disfrutado de su bonomía y buen gusto. Ayer y hacía mucho no me pasaba, sentí nuevamante que dos horas de Malvinas no me alcanzan.

Quiero agradecer públicamente a Fertruco y a Juana, su hija, por estar presentes siendo que Fernando ha sido el artífice del encuentro con Don Martín.

Abrazos
norberto
 

njl56

Colaborador
Colaborador
Buenos días, disculpándome por la ausencia de ésta y un poco más acomodado en los tiempos, saludo a quienes siempre se dan una vuelta por acá para saber de novedades. Novedades que Tordo se encarga con paciencia infinita como lo ha hecho Thunder en su momento de poner a disposición de los interesados. Lo mismo que el Amigo Eddie que no afloja aunque vengan por la huella degollando....

En la noche de hoy, MMBDH ofrecerá un testimonio múltiple considerando las fechas. Llegado ayer entiendo de su viaje, Don Alberto Frontera nos acompañará para compartir con todos nosotros la experiencia que la vida le ha reservado: encontrarse luego de 34 años con quien fuera su oponente durante la batalla por Darwin y Pradera del Ganso en 1982. Un encuentro del que Don Oscar Tevez ha compartido una fotografía a modo de adelanto.

Quiero destacar, la intervención de dos hombres que sin participar físicamente del encuentro, han permitido con su desinterés y dedicación que el mismo se llevara a cabo. Me refiero al Sr. Nick Van Der Bijl y a nuestro Dr. Alejandro Amendolara quien además se encargó de hacer que el My. Chris Keeble considerara la posibilidad del evento a lo que en principio se había declarado "no interesado"

Durante el programa de hoy, haremos referencia a los documentos que prueban esto que digo y que muestran el éxito rotundo de la histórica gestión de nuestro "Doctor A"

Pero aunque pueda parecer que no, y con el debido respeto, no es el plato principal del día... ya que el Coronel Horacio Losito compartirá con todos nosotros, sus recuerdos del combate de Top Malo House al cumplirse un nuevo aniversario de aquél hecho.

Querida BDH: la mesa está servida... a Ustedes (Biguá Dixit)
norberto
 
Para que tengas algo en décimas para esta noche, por las dudas:
YKHAWK:
que se acople le agradezco
a mis versos compañero
resulté medio mañero
mis disculpas hoy le ofrezco...
sin saber si las merezco
hoy le quiero preguntar
a ver si me puede contar
con sus versos, que pasó
en la casa TOP MALÓ
aquí me quedo a escuchar

Patacón:
Comandos fríos . . .Mojados
decidieron descansar
así fueron a parar
a una casa al descampado.
Top Malo House, era nombrado
ese puesto ovejero
donde la pasaron fiero
al caerles de sorpresa
siendo ellos ahora presa
ardiendo como un brasero.


Yo no los voy a juzgar
si algún error cometieron,
a esa casa recurrieron
para poder descansar,
su ropa poder secar
pa' poder seguir luchando
pues la sangre del Comando
no le permite errar.
Naides se iba a pensar:
¡Nos estaban entrampando!


No doy nombres, pues son muchos
y a naides quiero dejar,
todos ganan mi nombrar
estos Comandos, tan duchos.
Por ellos estos cartuchos
de salva en forma e' versos
que si hicieron algo adverso
se supieron defender
unidos y sin perder:
¡Garra, Temple y Esfuerzo!
 
Cuando ya no alcanzan las palabras para calificar la emision, prefiero quedarme con algun concepto del entrevistado o los entrevistados. Hoy me quedo con lo expresado por el Cnl Losito "De la nada a Todo Para lo Maximo". Sepa mi Cnl que estamos y seguimos con Uds hasta agotar la municion...Un Eterno Abrazo!!!

LINK: http://radiocut.fm/audiocut/mision-malvinas-banda-de-hermanos-5428/



EL 25 DE MAYO DE 1810 Y LA GUERRA DE MALVINAS -
por: Cnl ¨VGM¨ H. Losito

"Los acontecimientos revolucionarios de la denominada “Semana de Mayo”, que culmina el 25 de Mayo de 1810 con la asunción de la Primera Junta de Gobierno luego de deponer al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, inicia el proceso del surgimiento del estado argentino en busca de la independencia de España, la que se plasmaría seis años después.

Dejar de ser colonia para formar una verdadera nación fue un claro objetivo de un grupo de patriotas, los cuales fueron acompañados por la masa del pueblo. Estos últimos confiaban en el valor y aptitudes militares de Saavedra, la decisión de Juan José Paso, la valentía, inteligencia y abnegación de Belgrano, la sapiencia de Castelli, la entrega de Alberti, la vocación republicana de Azcuénaga y la generosidad de Matheu y Larrea.

Cuando un pueblo encara un proyecto de la magnitud como el que evocamos, son indispensables la unidad, el valor y la decisión, primero para asumir la transformación del estilo de vida y luego para aceptar con firmeza las consecuencias derivadas, sean cual fueren éstas.

Esos idearios de libertad, independencia y soberanía debieron conquistarse con las armas en la llamada “Guerra por la Independencia” que exigiría durante 15 años lo máximo de cada uno para consolidar tan sublime aspiración.

En esos años la Patria llenó sus bronces con nombres de civiles y militares que fueron y siguen siendo motivo de inspiración y guía de lo que significan las virtudes en su real dimensión ante situaciones límites.

Las ya Provincias Unidas del Río de la Plata heredaron los territorios del ex virreinato, dentro de los cuales incluía las Islas Malvinas.

En 1813 comenzaron a desarrollarse actividades de orden económico y a levantarse algunas instalaciones y en 1829 se instala la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas al mando de Luis Vernet.

Solo cuatro años mas tarde el, 2 de enero de 1833, el buque de guerra inglés “Clio” al mando de John James Onslow, tomó por la fuerza las islas, despojándonos en forma arbitraria de un pedazo de territorio soberano argentino.

Una nueva presencia colonial en territorio argentino, cuando aun permanecía el recuerdo fresco de la recién culminada “Guerra por la Independencia”, promovía la intranquilidad en el desorden por lo tanto nos alejaba de la paz.

No obstante durante 149 pacientes años Argentina efectuó por medios diplomáticos los reclamos soberanos ante Gran Bretaña y organismos internacionales sin ningún resultado.

Durante 149 años, cientos de generaciones aprendieron a amar a nuestras Islas Malvinas en el seno familiar y en las escuelas, pasando la posta unas a otras de que en algún momento se tomara la firme decisión de recuperar lo que por derecho nos pertenecía.

Es así que el 2 de abril de 1982, mediante una brillante operación militar conjunta llamada “Operación Rosario”, el pabellón nacional volvió a flamear en nuestras islas. Esa decisión política fue nuevamente acompañada mediante una ejemplar unión nacional sin banderías de ningún tipo, en un momento de desencuentro entre argentinos, demostrando una vez más que detrás de causas nobles, como la conquista de objetivos nacionales, el espíritu patriótico argentino deja de lado los intereses particulares, sean ideológicos, políticos o de otra naturaleza para encolumnarse detrás de su conquista.

Como en aquel patriótico 25 de mayo, la nación debía hacerse cargo de las consecuencias de tamaña decisión…..

La reacción de Gran Bretaña no se hizo esperar, y durante 74 días de real soberanía sobre las islas, enfrentamos en una guerra de alta intensidad, no solo a Gran Bretaña sino que a la propia OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con el agravante de ocuparnos a la vez de un latente nuevo frente de guerra con Chile, que amenazaba con invadir la Patagonia.

El pueblo unido en el continente aunaba esfuerzos de todo tipo para apoyar a los que combatíamos en el frente. No podía ser de otra manera, la historia de la Patria así lo confirma. La tradición solidaria ante emergencias extremas siempre fue una constante. Con respecto a las tradiciones, decía Nicolás Avellaneda “EL PUEBLO QUE OLVIDA SUS TRADICIONES, PIERDE LA CONCIENCIA DE SU DESTINO. MIENTRAS LOS QUE SE APOYAN EN SUS TUMBAS GLORIOSAS, SON LOS QUE MEJOR SE PREPARAN PARA SU PORVENIR”.

El resultado fue desfavorable por múltiples razones, pero ¡Dios mío ¡que derroche de coraje, esfuerzo, abnegación, amor a la Patria se vivieron en los diferentes frentes de combate. ¡Que honor hicieron esos soldados a sus predecesores! ¡Con tan poco hicieron tanto!.

En las páginas de nuestra historia como de las grandes potencias, quedaron inscriptos nombres como Puerto Argentino, Bahía San Carlos, Monte Longdon, Capitán Giachino, Soldado Carrascul; Sargento Cisneros; Teniente Espinosa; Crucero General Belgrano, Alférez Vásquez y otros mil, que vinieron a engrosar con renovado brío las lista de los arquetipos tradicionales como ejemplos de conductas ejemplares que antepusieron el bien común a sus propias vidas. No hay mayor amor que el de dar la vida por el prójimo.

¿Cuáles fueron las diferencias esenciales entre ese pueblo que se reunió frente al Cabildo el 25 de mayo de 1810 y el pueblo que se reunió en la Plaza de Mayo el 2 de abril de 1982?

¿Cuáles fueron las diferencias esenciales entre los soldados que pelearon en la Guerra por la Independencia y los que pelearon en la Guerra de Malvinas?

No veo diferencia alguna salvo las accidentales como vestimentas uniformes, armas, etc., pero el espíritu de liberad e independencia, el espíritu de lucha, la entrega, el compromiso, el valor cívico militar, el amor a Dios y la Patria, permanecieron inalterables a través del tiempo. El General San Martín decía “CUANDO LA PATRIA ESTA EN PELIGRO, TODO ES LÍCITO, MENOS DEJARLA PERECER”.

Sirvan estos ejemplos históricos de reflexión en esta fecha patriótica, donde queda plasmado que sólo la unión nacional no harán fuertes e inclaudicables ante cualquier contingencia, sólo la unión nacional nos hará merecedores de la obtención de los objetivos nacionales contenidos en el preámbulo de nuestra carta magna. Eso no quiere decir perder la libertad de expresión, pensamiento o creencias religiosas, al contrario, unidos en la diversidad nos hará más fuertes, luchando codo a codo para ser lo que merecemos ser y aun no somos.

Las divisiones, enfrentamientos, odios y revanchas, debilitan nuestro sentido de nación, carcomen nuestro espíritu, nos hacen perder de vista el bien común para concentrarse en la mezquindad sectorial o individual. Nos hacen débiles ante el concierto de naciones. Impiden la justicia y la concordia como base de cualquier proyecto común.

Nadie nos puede imponer nada que vaya en contra de la grandeza nacional al menos que lo aceptemos concientemente, por ingenuidad o ignorancia. Recordemos que no hay peor violencia que la injusticia ni mal más grande que la ignorancia.

Todo depende de nosotros, ejemplos en nuestra historia nos sobran. El pueblo el 25 de Mayo de 1810 después de 268 años de colonialismo español dijo ¡basta!. El 2 de abril de 1982 después de 149 años de colonialismo inglés dijo ¡basta!, y no declinaremos en exigir nuestros derechos soberanos hasta que los consigamos por el medio que sea más adecuado.

Querida comunidad de FASTA (*), semillero de futuros dirigentes con sentido nacional y católico, asumamos el compromiso de ser misioneros de los ideales de Mayo y de Malvinas, cualquiera sea el lugar donde desempeñemos nuestras actividades. Miremos hacia el futuro sin atarnos al pasado, somos herederos de mucha sangre derramada y heroicidad desplegada en pos de nuestra libertad, en custodia de nuestras tradiciones y sistema de vida, no los defraudemos, Todo está en nuestras manos...."


¡VIVA LA PATRIA!

Coronel ( R ) “VGM” Horacio Losito

(*) Fraternidad de Agrupaciones "Santo Tomás de Aquino" (http://www.ufasta.edu.ar/)
 
Relato del Combate de Top Malo House


“Todo comenzó en la noche del viernes 28, cuando el capitán José Vercesi, jefe de la 1ra sección, recibió la orden de ejecutar una exploración de 40 kilómetros, para informar sobre las actividades de los británicos que habían desembarcado el 21 de mayo, y de los cuales se sabía poco y nada. La realidad nos golpeó bruscamente cuando el mayor Mario Castagneto, jefe de la Compañía 601, a las pocas horas de arribar a las islas, nos impuso acerca de la situación. Nada iba a ser fácil. Con un panorama contradictorio y confuso comenzamos a planificar la misión. Con un particular cansancio, producto de las tensiones vividas en los últimos días y con falta de sueño, los hombres de la 1ra Sección, reforzados con suboficiales apuntadores de misiles Blow-Pipe, un enfermero y el sargento 1ro Helguero de la Compañía de Comandos 601, nos alistamos para la salida. Partimos a poco de amanecer en dos helicópteros ‘peinando’ las formas del terreno para evitar radares y armas, y tratando de familiarizarnos con el recorrido, en prevención de tener que volver a pie. Desembarcamos a pocos kilómetros del monte Simons, un cerro de gran altura. No nos imaginábamos que a escasos metros estaba el campamento del enemigo, situado en Caleta Trullo (Teal Inlet) Settlement, cuyo jefe era el brigadier Julian Thompson. Cuando se alejaron los helicópteros una extraña sensación nos envolvió. Un silencio tajante contrastaba con el ruido ensordecedor de los motores. Estábamos en tierra de nadie, a mitad de camino entre la cabeza de playa de los británicos y nuestras posiciones, lejos de cualquier ayuda, confiando solamente en la propia capacidad y creyendo ciegamente en el camarada”, contó Losito.
“Luego de una marcha forzada, llegamos a proximidades de la cima del monte, lugar desde el cual se podía observar con mayor precisión y distancia. A las pocas horas, divisamos un corredor aéreo de helicópteros enemigos que transportaba externamente cañones y bultos en grandes cantidades. Volaban en la dirección general la línea San Carlos - Puerto Argentino. Intentamos informar lo que veíamos, aplicando todos los conocimientos de comunicaciones a nuestro alcance, sin éxito. La interferencia era enorme y no queríamos mantener prendido el equipo durante mucho tiempo para evitar ser detectados. Sin embargo, en uno de los intentos logramos escuchar los partes que trasmitían las otras Secciones de las Compañías; de esta manera, conocimos los resultados del combate en Monte Kent, donde la otra sección de la 602 se enfrentaba con el escuadrón "D" del SAS y con los hombres del Comando 42 inglés. El saldo fue negativo. Murieron lamentablemente, el teniente 1ro Rubén Márquez, el sargento 1ro Oscar Blas, y el sargento 1ro Raimundo Viltes recibió heridas, que le produjeron la amputación del pie derecho. El 30 de mayo de 1982 amaneció frío pero soleado. A media mañana, el capitán resolvió desplazarse hacia Fitz Roy, a unos 20 kilómetros del lugar. El objetivo era conectarse con una sección de Ingenieros y desde allí poder trasmitir los informes. Comenzamos la marcha sobrecargados, porque también transportábamos armamento y munición de un depósito que había instalado la Compañía de Comandos 601. El desplazamiento sobre la turba se hizo muy dificultoso y agobiante”, describió el oficial.
Ante la posibilidad de pasar mojados otra noche gélida, decidieron hacer un alto en un sitio que el mapa describía como una elevación, pero estaba del otro lado del arroyo Malo. Era una cabaña de ovejeros, aparentemente abandonada. Su nombre: Top Malo House. "Luego de cruzar el arroyo de agua helada y torrentosa, donde algunos cayeron al resbalar en el verdín de las piedras del lecho, abordamos la casa con técnicas apropiadas para el caso, en previsión de que estuviera ocupada por el enemigo. La sección se dividió en dos grupos: uno ocupó el piso superior y el otro, la planta baja. Sabíamos que el estar dentro de la casa no ofrecía seguridad, pero existía una real necesidad de recuperarnos y secar el equipo para poder enfrentar con éxito las futuras exigencias. La decisión que se adoptó ante el dilema planteado, la pagaríamos con sangre horas más tarde..."

EL COMBATE
Se despertaron muy temprano, cuando aún estaba oscuro. No sentían frío después de dormir secos y haberse recuperado físicamente; mientras desayunaban con chocolate caliente y galletitas, comentaban lo que hubieran sufrido de haber permanecido en Monte Simons. Concluido el desayuno, todos comenzaron a alistar sus equipos, ya con buen ánimo para soportar otra jornada de marcha. Eran las ocho y empezaba a clarear. En ese momento oyeron ruidos de aspas de helicóptero. Algunos especularon en un rescate anticipado: no estaban muy lejos de la capital, era el día señalado para ser recuperados, y la zona era la probable.
No era creíble que se tratara de un aparato británico; pero alguien acotó que los argentinos no volaban sin luz. Pasó cerca, a unos cuatrocientos metros, y el sargento primero Pedroso observó: “Me pareció ver que no tiene la franja amarilla. A causa de la bruma se distinguía poco, ni aun recurriendo a los visores nocturnos, y sólo se oían los motores que al rato cesaron.” Reinaba incertidumbre, pero se aceleraron los preparativos para abandonar el edificio. El capitán Vercesi, ya con su correaje colocado aunque sin la mochila puesta, se hallaba en la cocina, y echando rodilla en tierra, intentó comunicarse por radio.
En la planta alta, el teniente Espinosa recorría el horizonte con la mira telescópica de su fusil. De pronto exclamó: “¡me parece que hay gente que viene avanzando! Helguero, respondió ¡No, mi teniente!, deben ser ovejas, que hay muchas por acá.” Un lúgubre presentimiento invadió a Vercesi. A su lado se hallaba el Sargento primero Mateo Sbert, aquel al que mucho apreciaba por haber compartido destinos anteriores y en quien había descubierto algo mucho más importante que un subordinado eficiente. Ante la extrañeza de éste, le tendió la mano, se la estrechó y reteniéndosela un segundo, le dijo con profundo afecto “¡Suerte, Turco!”. Elementos del M. & A. W Cadre (Cuadro de guerra para la Montaña y el Ártico) habían descendido de un helicóptero a unos mil metros de la posición argentina. Los mandaba el capitán Boswell quien puso a los siete hombres de su grupo de apoyo, comandado por el teniente Murray a ciento cincuenta metros de la casa, mientras con los doce del grupo de asalto la contorneó hacia el sudeste, protegido por una elevación.
Entendiendo que se trataba de tropas especiales argentinas, daba por hecho que tendrían centinelas afuera. Era consciente que por donde se movían, el terreno estaba dominado por una ventana del piso superior. Cuando Boswell consideró que estaba suficientemente cerca de la casa y a la vista de su grupo de apoyo, dio orden de armar las bayonetas, aunque seguía sin dar crédito a la posibilidad de que hubiera personal enemigo justo dentro de una casa… Ante el anuncio de Espinosa del avance de hombres no identificados, el sargento primero Castillo subió la escalera.
Efectivamente distinguió bultos, pero sin precisar su naturaleza, pese a que ya se había levantado el sol y la claridad permitía distinguir mejor el campo. De pronto, un haz de luz se reflejó sobre una de las presuntas ovejas: un soldado británico, inadvertidamente, había hecho espejar el sol de su anteojo de campaña con el cual observaba mejor la casa.


¡Ingleses! ¡Ahí vienen!” resonaron los gritos dentro de la casa. Automáticamente el teniente primero Gatti, como radiooperador, sacó sus claves e instrucciones del bolsillo y las quemó. Todos se pusieron en movimiento para salir; Castillo gritó a Espinosa, mientras se abalanzaba hacia la escalera: -¡Vamos mi teniente! Este le replicó: ¡No, yo me quedo! ¡Desde acá tengo mejor campo de tiro!
En el mismo instante en que abría el fuego, la casa tembló por la explosión de un proyectil antitanque Carl Gustav. Comenzaron los disparos de ambas partes. Los ingleses se incorporaron y avanzaron corriendo; varios de ellos utilizaban lanzacohetes descartables Law de 66 Mm y fusiles lanzagranadas M-79 de 40 Mm. Vibraba la estructura de la casa por los impactos sobre sus chapas exteriores, y cantidades de balas atravesaban las endebles paredes de madera. Los comandos argentinos no vacilaron en abandonar el edificio para combatir mejor desde el exterior.
El capitán Vercesi logró llegar corriendo hasta un alambrado colocado antes del arroyo, y allí, con enorme presencia de ánimo, tomó posición de pie y comenzó a hacer fuego y a recibirlo. “Salimos entre los dos, yo te apoyo”, avisó Medina al teniente Martínez. Al hacerlo, este último sintió que lo golpeaba fuerte en la espalda una granada caída dentro de la casa, y cayó al suelo. Comenzó a arrastrarse. El impacto había sido en la cocina, volteando un panel sobre Medina, al que tiró aturdido contra la pared, pero también pudo salir. Castillo se precipitó escaleras abajo, y al pisar el último escalón sintió la explosión de un cohete detrás, que destrozo e incendió la escalera.
El humo comenzaba a invadirlo todo. Luego de Castillo, Helguero quiso abandonar la casa. Pero una granada que explotó en la puerta, entre ambos, lo hirió en el pecho arrojándolo hacia adentro sobre Pedroso, que venía por detrás. Una granada lanzada con fusil M-79 penetró por la ventana del piso superior, matando instantáneamente al teniente Espinosa. El estallido aturdió a Brun y Gatti, que estaban allí: un acre olor a pólvora se sintió en forma penetrante. La llamarada, el ruido y la sensación de vacío que produjo, conmocionaron a los dos oficiales sobrevivientes por unos instantes. La casa temblaba por los tiros y ya comenzaba a arder. Gatti se recobró del shock causado por la onda expansiva, tomó su fusil y fue hacia la escalera: ésta no existía, era un completo aro de fuego hasta abajo. Sin pensarlo saltó por medio de él.
El teniente primero Brun, al tiempo que Espinosa caía hacia atrás ensangrentado, sintió una esquirla que le cortaba la frente. Supo que la próxima explosión no lo perdonaría, e instantáneamente se zambulló a través del tragaluz. A medida que caía podía oír los balazos que pegaban contra la pared enchapada. Cayó desde una altura no menor de cinco metros, procurando cubrirse la cabeza, pero recibiendo tan fuerte golpe que quedó completamente aturdido. Merced a su excelente estado físico y a la inmediata reacción no fue muerto en esa oportunidad. A un tremendo dolor en la frente y en la cabeza se sumó que no veía bien: ¡Dios mío perdí un ojo!”, pensó en el acto, aunque la falta de visión le había sido producida por la pólvora que le quemó la cara, y la sangre que le caía en la frente.
Los Comandos habían logrado en su mayoría abandonar Top Malo House. La abnegación de Espinosa, que con su resistencia atrajo el fuego enemigo hacia el segundo piso y la reacción de aquellos de salir para combatir, sorprendiendo a la tropa británica habían impedido el total aniquilamiento de la patrulla.
En forma descuidada, disparando de pie con sus pistolas ametralladoras y lanzagranadas desde la cintura sin cubrirse, los ingleses no tuvieron en cuenta el impulso de la sección de Comandos. Estos avanzaron corriendo hacia el arroyo, al tiempo que tiraban con sus fusiles. Las balas enemigas pegaban en el suelo siguiendo sus huellas. El teniente primero Brun pudo hacer algo más de cincuenta metros hasta que cayó sentado, atontado, sintiendo un constante zumbido en su cabeza a consecuencia de su violento golpe.
De pronto vio venir derecho hacia él una granada. En forma instintiva la alejó con su mano al llegar, a tiempo que tornaba la cabeza. El artefacto explotó muy cerca, cubriéndole de esquirlas la espalda, y averiando su fusil. Luego sacó la pistola e hizo fuego contra un escalón británico que se aproximaba, pero a los pocos disparos se le trabó. Tomó entonces una granada y la tiró, pero por la conmoción sufrida no advirtió quitarle el seguro. En esos momentos un tiro le hizo impacto en su pantorrilla derecha. El teniente primero Gatti también había podido salir, llegando ileso a una zanja situada metros abajo de la casa, antes de alcanzar el arroyo Malo. Cerca de Vercesi, Gatti disparaba arrodillado, mientras veía cómo la munición enemiga levantaba el barro a su alrededor. Losito estaba herido. Al abandonar el edificio en medio del humo que lo envolvía y las balas que lo atravesaban, dirigiéndose por la cocina hacia el porche para alcanzar el arroyo, una granada había explotado contra la pared dos metros atrás, derribándolo ensordecido y lastimándolo en la cabeza. Sintió un golpe quemante y un fuerte ardor, pero seguía dueño de sus movimientos.
La sangre le caía detrás de la oreja y por la mejilla. Un grupo de cuatro ingleses ubicados a no más de veinte metros lo dieron por muerto y continuaron disparando sus lanzagranadas contra la casa sin prestarle más atención. Entonces Losito se levantó y medio agazapado vació contra ellos un cargador en automático. Un inglés cayó tocado en una pierna y el resto echó cuerpo a tierra. Luego emprendió la carrera hacia el arroyo, cambiando de posición y disparando a cada rato, perseguido por los proyectiles enemigos, esperando a cada instante un tiro en la espalda. Era su intención cruzar el curso de agua y trepar por la altura del frente.
La casa estaba ubicada en una hondonada, pero a unos cuantos metros antes de alcanzar el arroyo Malo, encontró la zanja y decidió ocuparla. Al darse vuelta para volver para hacer fuego, un impacto en su muslo derecho lo volteó de espaldas en la zanja. Herido dos veces, rodeado de enemigos que avanzaban haciendo fuego y sin posibilidad de reaccionar, se dio por muerto. Un soldado inglés se aproximaba gritando, pero rápidamente le hizo fuego y lo abatió. El sargento primero enfermero Pedroso y el sargento primero Helguero pudieron salir de la casa en llamas y abandonarla a través de una ventana, cayendo aturdidos por los estampidos y echando a correr.
A los quince metros, Helguero se desplomó, doblado por el dolor de su herida en el pecho. Medina se dio cuenta que quedaba solo y que el enemigo estrechaba el cerco. Con la protección que le brindaba el fuego que hacía el sargento primero Sbert, alcanzó la zanja donde sus compañeros estaban tirados y arrodillándose, comenzó a disparar. Los británicos se aproximaban a ellos, y estaban a cincuenta metros, cuando Medina pudo hacer impacto en un inglés, al cual siguió tirándole ya caído por ignorar si había muerto. De pronto sintió un golpe en su pierna izquierda, que no creyó herida por no sentir dolor, al tiempo que algunas granadas estallaban detrás de él, matando al abnegado Sbert, que lo estaba cubriendo. La onda expansiva de varias explosiones simultáneas lo había destrozado por concusión, dañando mortalmente sus órganos internos.
Retrocedió Medina y pudo derribar a otro soldado enemigo. Pero la patrulla de Comandos estaba completamente aferrada. Es indudable que la posición argentina pudo haber sido eliminada sin correr mayores riesgos, atacándola con cohetes y bombas desde el aire. Quizá el M. & A. W Cadre haya imaginado que luego de sus primeros disparos, los refugiados en Top Malo House se rendirían y que no saldrían a combatir afuera; pues lo cierto es que permitiéndoles abandonarla sin estar rodeada por completo, respondieron enérgicamente, haciéndoles fuego desde un flanco mientras avanzaban
Comandos


Los ingleses no imaginaban tan vigorosa resistencia ni las varias bajas que ocasionarían al equipo de Boswell. Ellos mismos caracterizaron la acción como “un combate fiero y breve''. Con todo, por más ardoroso que fuera su ánimo, la primera sección de la Compañía 602 no tenía escapatoria. Ignoraban la presencia de la patrulla del teniente Haddow, que permanecía al acecho detrás del arroyo, oculta en la elevación que lo dominaba. El teniente Daniel Martínez se había guarecido en el cobertizo del fondo, arrastrándose en dirección al agua en medio de los proyectiles que le pasaban por encima o pegaban cerca de él.
Disparó contra un par de soldados que iban corriendo, obligándolos a tirarse al suelo, notando que los ingleses tenían dirigida su atención a la zanja cercana al arroyo donde sus compañeros, en línea, respondían al ataque. Mientras tanto, un británico salió velozmente del depósito de atrás, disparándole, pero Martínez le disparó una ráfaga de FAL haciéndolo caer a tres metros de distancia. El fragor del combate se aumentaba por el ruido de las municiones que explotaban dentro de la casa en llamas. Losito, caído sobre el extremo de lo precaria trinchera había podido observar cómo Medina se movía hacia Sbert al haber éste muerto, y sabiendo que él también iba a sucumbir, agazapado y dificultosamente reinició sus disparos.
A veinte metros por la derecha avanzaban dos ingleses a paso ligero, disparándole con sus pistolas ametralladoras. Losito derribó a uno de ellos. En la otra punta de la línea, Vercesi vio llegar al teniente primero Brun, cubierto de sangre de la cabeza a los pies, quien cayó a su lado. Detrás de los tiradores británicos que avanzaban en cadena, pudo distinguir que cerca de la casa, el sargento primero enfermero Pedroso, arrodillado para cubrir a Helguero, agitaba un trapo blanco indicando que allí había un herido y que no combatía. El jefe de la sección miró a Brun espectacularmente herido y sangrante y le dijo: “Esto no va más”... El oficial le respondió triste y concordantemente: “No, no va más”. Entonces el capitán levantó su fusil, ordenando cesar el combate. Con un setenta por ciento de bajas, no tenía sentido proseguir esa briosa resistencia; sólo quedaban ilesos él mismo, Gatti y los sargentos primeros Castillo y Pedroso.
El teniente primero Gatti lo imitó gritando: “¡Alto el Fuego!, ¡alto el fuego!” Miguel Ángel Castillo no se conformó, e instaba: “¡Todavía no se entregue, mi capitán!” No muy lejos, tirado en la zanja, Losito podía observar que continuaban rebotando impactos en torno a su compañero. Losito gritó desesperado: “¡Gatti, cúbrase; no se rindan, carajo, porque nos van a matar! ¡Mi teniente primero! -le contestaba aquél a Losito-, ¡no tire más que estamos totalmente rodeados! Pero éste no cejó. Dispuesto a morir peleando se preparó para disparar al otro soldado de la pareja que se le acercaba, pero ya no pudo hacerlo: la pérdida de sangre se lo impidió y se derrumbó de espaldas en la zanja. Plenamente consciente todavía, pudo ver que el enemigo se paraba con sus piernas abiertas sobre el borde apuntándole con su pistola ametralladora.
En un instante fugaz se encomendó a Dios, esperando morir rápido. Volvió a levantar los ojos y el inglés le intimó: “¡Up your hand!, ¡up your hand!” (Arriba las manos). Losito estaba muy débil y el inglés, advirtiéndolo, dejó su ametralladora, y quitándole el fusil, tomó al oficial por la chaquetilla para sacarlo, con palabras de aliento. “No problem. No problem, it’s the war” (No hay cuidado, es la guerra). Le hizo un torniquete en una pierna y le inyectó morfina con una jeringa descartable que sacó de su pecho, luego de lo cual le pintó una “M” en la frente. Enseguida pidió auxilio para transportarlo.
Sonaban todavía algunos disparos. Medina, sordo por las explosiones y atento sólo a su frente, mantenía el fuego, y Gatti, nuevamente le gritó: “¡Medina, Gordo! ¡Dejá de tirar que nos matan a todos!”. Cuando el suboficial levantaba sus manos, volvió a ser alcanzado en el muslo de la misma pierna izquierda por una granada, que le produjo una herida impresionante. Se acercó el cabo primero Valdivieso para ayudarlo pero fue también alcanzado, cayendo al suelo. El fuego cesó bruscamente, por ambos lados.
Miguel Ángel Castillo no quiso correr riesgos: "Yo me quedé tirado", relató, "pensé que si me paraba me iban a poner fuera de combate, así que me quedé en el suelo con el fusil al costado, hasta que llegaron dos tipos a mi lado: apartaron con su pie el fusil, me apuntaron, y por señas me indicaron que me levantara''. Todos los británicos avanzaron para tomarlos. Cada uno de los argentinos permaneció en el lugar en que se hallaba y los hombres de Boswell se apoderaron de su armamento y les hicieron quitar el correaje. Se oían quejidos y órdenes en inglés. ¡Finish the war!, (terminen la guerra), repetía el jefe británico para abortar cualquier reacción desesperada, aunque el estado de los Comandos argentinos tornaba ilusoria cualquier otra medida. A la distancia, Top Malo House terminaba de arder. Al concluir el combate, desde el otro lado del arroyo apareció otra patrulla británica, que corriendo y gritando, abrazó a los vencedores. La patrulla de Haddow, que había observado todo el combate, avanzó agitando una bandera británica como una señal para ser reconocida.
Los británicos ataron las manos de sus prisioneros mientras los revisaban, y luego volvieron a soltarlos, indicándoles que recogieran a sus heridos y muertos. Ellos también comenzaron a atender a los de uno y otro lado, juntando las armas y correajes de aquellos; algunos mantenían apuntados a los Comandos ilesos. El capitán Boswell, con una libreta en la mano, pasaba lista a voces para conocer sus bajas. Éstas eran relativamente numerosas, dada la iniciativa del ataque y el armamento usado: 5 muertos y ocho heridos. Algunos hombres lloraban en torno a un cadáver que posiblemente fuera del segundo jefe del M. & A. W. Cadre.
Los Comandos argentinos que estaban en mejor estado se dirigieron a ayudar a sus compañeros. Vercesi pasó junto a un herido inglés muy pálido, alcanzado en el pecho, que se hallaba tirado en el suelo apoyado en el regazo de un camarada, quien lo saludó murmurando: ¡Friends, friends! (Amigos). Los que aparentaban estar más graves eran los tenientes primeros Brun y Losito, completamente cubiertos de sangre; el teniente Daniel Martínez fue interrogado para saber si había sido tocado: “No problem”, contestó, ignorante del balazo que había recibido en un pie. En un grupo estaban reunidos Medina, Valdivieso y algo alejado, Losito.
Se le acercó Pedroso quien se había hecho reconocer como enfermero, con su brazalete de la Cruz Roja. Acompañado de su custodio, y controlando el pulso de Omar Medina, le dijo: “Quedate tranquilo; no tengo nada para darte ahora; esto está coagulando bien. Acordate de soltar el torniquete para que circule la sangre.” Al suboficial lo había vendado un inglés. Otro que se aproximó comenzó a tratarlo con un paquete de curaciones; la hemorragia hizo que el sargento primero se desmayara por un momento. Recuperado de a poco, fue el teniente Martínez para cargarlo: “¡Cómo pesás!” “A mi no me pasó nada”, le explicó, desconociendo aún haber sido también herido. Pero al llegar al lugar de reunión, Martínez sintió un dolor como una torcedura; asombrado, hizo un movimiento y pudo ver que le salían borbotones de sangre. Se quitó el borceguí y la media y comprobó que había sido alcanzado en el talón por una bala de fusil M-16, sin orificio de salida. Uno de los militares británicos comenzó a hablarle y Pedroso le tradujo: “Dice que te tapes para que no se enfríe, porque te va a doler. Daniel Martínez volvió a calzarse, ató bien su borceguí y se hizo un torniquete, sintiendo efectivamente mucho dolor", y pasó a ser un herido más.
El suboficial enfermero tuvo una lucida actuación. Prácticamente sin elementos, trató de estabilizar y contener las hemorragias y de calmar a sus compatriotas. Losito comenzó a temblar por la pérdida de mucha sangre y por estar muy mojado. Entonces, Pedroso le sacó el gabán de duvet al pobre Sbert y se lo puso a Losito. Luego, se sentó en la nieve y lo puso sobre su regazo, abrazándolo para darle un poco de calor. Igual procedimiento empleó el teniente primero Gatti con el sargento primero Medina. Los prisioneros, heridos e ilesos, fueron retenidos a un costado de la casa incendiada, hasta que los helicópteros vinieron a llevarlos.
Al teniente primero Brun lo animó el ver a Losito vivo, quien, agotado, débil y dolorido, lo alentó: “Tranquilo, Cachorro, no más”. El médico británico revisó a todos, marcando con una “M” sobre la frente de los inyectados con morfina. La pierna de Medina, desgarrada y con una fractura expuesta, presentaba mal aspecto; Helguero estaba muy preocupado por su herida sobre el corazón, porque ignoraba su profundidad.
Vercesi se notaba sumamente afectado: pidió ir por el cuerpo de Espinosa pero el capitán inglés meneó su cabeza y le dijo que era inútil. El final del abnegado teniente conmovía a todos. Mirando la casa que terminaba de quemarse, Brun murmuró: “Espinosa está ahí adentro...” Luego, la morfina y la solícita atención médica británica, los calmaron, y entonces, agobiados, comenzaron a observar más detenidamente a sus vencedores, pintarrajeados sus rostros y tocados con boinas verdes...
Pero de quienes habían quedado ilesos, tal vez quien más se mostraba mortificado, era el capitán Vercesi. Además de la negativa recibida de ir a buscar a Espinosa, conmovido, con dolor y angustia, agachado al lado del cadáver de su sargento primero Sbert, le decía: “¡Qué me has hecho, Turco!”…
 

njl56

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Alberto Frontera, Mayor Segundo Jefe en Malvinas del RI12 sostiene en sus manos el asta de la Bandera del Regimiento. Antes de la capitulación de GG, la bandera fué quemada y sus restos arrojados al mar, el PARA 2 recogió lo que quedaba y durante todos estos años fue guardada por el segundo Jefe del PARA 2 en Malvinas, Christofer Keeble y entregada hace horas nada más a Frontera.

 

njl56

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De este encuentro y sus consecuencias evidentes, hay dos máximos responsables detrás de la escena donde obviamente lo protagonistas han sido los dos Veteranos de Guerra. Ellos han sido Nick v.d. Bijl y el Dr. Alejandro Amendolara.

La modestia de Alejandro no le ha permitido hacer pública la información, pero yo que gracias a su generosidad he tenido acceso a ella, les puedo asegurar que que el entonces en Malvinas Mayor Keeble ha tenido conceptos sumamente elogiosos y sobretodo, cálidos para con nuestro co-forista, el Dr. "A".

Un verdadero orgullo haber estado cerca de toda esta gestión desde un principio, es un Hecho Histórico que se engarza en la Historia Viva de Malvinas y de la que ZM siempre es protagonista.

saludos
norberto
 
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