del FB Malvinas: Tras los Submarinos Ingleses
Ejercicio STINGER
Para la segunda semana de Mayo de 1982, los británicos ya habían logrado desplegar su Flota en torno a Malvinas, habían producido la recuperación de las Islas Georgias, habían comenzado tareas de recolección de “inteligencia táctica” en el terreno de las Islas y se preparaban para definir hora y lugar de la que sería la Operación SUTTON. El espacio aéreo sobre las islas parecía no tener dueño: ni la FAA ni los Sea Harrier de la RN habían demostrado interés por ejecutar operaciones que les permitieran garantizar la superioridad aérea en forma continuada. Lo que se observaba de parte de los argentinos, eran veloces y furtivas infiltraciones de aviones con intenciones de interdicción aero-naval, numerosas maniobras de distracción a alturas medias y altas y –en contadas ocasiones- algunas misiones de intercepción aire-aire que casi nunca lograron atraer a sus rivales al combate. La contraparte británica, apenas se esforzaba por ir algo mas allá de la protección de los buques capitales de la flota, aunque volaba sobre las islas mas seguido que los argentinos, montaba misiones de ataque a tierra y de reconocimiento, asi como intentos de intercepción de los incursores argentinos, con una frecuencia cada vez mayor, especialmente después del ataque al HMS Sheffield, el 4 de Mayo.
En este contexto, los encuentros esporádicos que se habían dado desde el 1° de Mayo entre aviones de ambos bandos, especialmente entre cazas Mirage/Dagger argentinos y Sea Harrier británicos, terminaron de convencer a los aviadores ingleses primero, y a sus mandos después, de la necesidad de disponer de mas información sobre las performances, posibilidades y capacidades mas evidentes de los aviones argentinos, especialmente en combates aire-aire. Aunque existía un saldo de derribos que crecía en favor de los pilotos de la Task Force, no existía el convencimiento de que –en ciertas circunstancias puntuales- los argentinos no estuvieran en capacidad de plantear combates en el aire que resultaran en derrotas para los británicos. Y en esta línea de pensamiento, a mediados de Mayo se pensó en la posibilidad de ejecutar ejercicios (en el marco de la cooperación inter-aliados que suponía la OTAN) entre aviones Harrier y Mirage en conjunto con la Fuerza Aérea de Bélgica, que disponía en sus arsenales del caza galo.
El 22 de Mayo de 1982, el Wing Commander A.C. Tolhurst (de una tal “Malvinas Cell”), redactó y remitió un informe sobre un ejercicio ocurrido “en algún momento de la pasada semana”. En tres páginas, a las que agregó una cuarta conteniendo comentarios recogidos de un piloto del US Marine Corps sobre el desempeño posible y probable del A-4 Skyhawk en combate aire-aire, el informante refirió con precisión y síntesis lo acontecido en los cielos de Bélgica.
Esencialmente, en una docena de subtítulos, el autor explica que los encuentros aire-aire se ejecutaron en modalidad “1 contra 1” y “dos contra dos” (1 vs 1; 2 vs 2), con pilotos que sumaban en torno a las 400 horas/vuelo para el avión británico y mas de 1500 para el modelo francés. Habida cuenta de la falta de elementos físicos apropiados, se eligió evaluar las performances de ambos modelos en la “configuración limpio” (aunque con tanques de 500 litros para el Mirage III), por lo que debió simularse la dotación armamento, el que resultó ser el mismo para los dos modelos de avión (AIM-9G Sidewinder G y cañones). Vale la pena mencionar que todos los encuentros quedaron registrados en soporte audio-visual (probablemente, video y film de celuloide, como era habitual en la época)
En torno a las limitaciones geográficas para la simulación, se establecieron mínimos y máximos de altitud (10.000 y 24.000 fts), ninguna restricción “en horizontal”, y las velocidades mínimas y máximas propias de cada modelo (para el caso del Mirage III, se impusieron 200 nudos de mínima y “supersónico libre”, por ejemplo). Al mismo tiempo, se estipuló que cada encuentro comenzaría fuera del alcance visual de los pilotos involucrados, por lo que los aviones volarían “en recíproco” desde distancias de alrededor de 15 NM (Millas Náuticas)
Enseñanzas y Conclusiones rápidas:
Entre las conclusiones que para los observadores británicos arrojó el Ejercicio STINGER, vale la pena destacar las siguientes:
a) Si un piloto de Harrier obtenía contacto visual primero que el piloto del Mirage, este último jamás pudo obtener un derribo en el encuentro aire-aire;
b) los camuflajes de ambos aparatos (de acuerdo al uso de cada Fuerza Aérea, que en el caso de la belga era muy similar al empleado por los aviones de las VI y VIII Brigadas de la FAA) resultaron totalmente inapropiados para los combates aire-aire en las alturas propuestas por el ejercicio;
c) ambos aparatos presentaban limitaciones muy importantes de retrovisión;
d) pese a tener superficies alares similares, el modelo alar “delta” de los Mirage, los hacía mas fácilmente visibles a mayores distancias;
e) las bajas velocidades y capacidades de maniobras (imposibles para el Mirage), redundó en una tasa de supervivencia muy alta del pequeño avión inglés, especialmente porque los pilotos belgas encontraban sumamente difícil mantener el contacto visual con el enemigo una vez empezado el combate;
f) en un combate cerrado de persecución, el Mirage siempre llevaría las de perder, al punto tal de resultarle incluso muy difícil desprenderse y romper el contacto;
g) se apreció una tendencia muy marcada de los pilotos británicos a disparar sus misiles a distancias bien por debajo del alcance máximo teórico de esos ingenios
—