Un genio en la guerra de Malvinas. Recién ahora me entero del fallecimiento en el 2016 del entonces capitán Enrique Roberto Fader, de Comunicaciones, cuya amistad cultivé durante la guerra. Este verdadero genio trabajó en la electrónica del radar Rasit, integrando la electrónica del Exocet Mar-Mar, lanzado desde tierra, que impactó al buque inglés Glamorgan. También distorsionó la frecuencia del radar de nuestras baterías antiaéreas, logrando confundir las frecuencias de los aviones Harrier, logrando así que fueran derribados tres de ellos, hasta que no vinieron más a atacarnos a baja altura. En una de sus manipulaciones recibió una descarga de un capacitar o transformador. Lo llevaron inmediatamente al Hospital de Puerto Argentino... y allí reparó un electrocardiógrafo que no funcionaba. La Escuela Superior Técnica del Ejército Argentino le quedaba chica y se iba a los laboratorios para poner a funcionar y a experimentar todo. Contaban sus camaradas, que fue echado de allí porque olímpicamente ignoraba a todo el mundo. Algunos, cariñosamente, lo llamaban "el loco Fader". Muy querido entre los oficiales de Comunicaciones de su generación. Por mucho tiempo se escucharon sus anécdotas. Era mendocino y sobrino del gran pintor argentino Fernando Fader. Vivía al Noroeste de La Cumbre, en una casa aislada cerca de un pueblo muy pequeño. El lugar, que se llama Ischilin, es de difícil acceso. Esta foto se la saqué yo en Puerto Argentino. El rostro que asoma a la derecha es del capellán de la Fuerza Aérea, Gonzalo Pacheco, otro grande. ¡Que Dios te tenga a su diestra, querido y admirado Enrique!