Podría explicitar el caso del F27 ?
Manotazos desesperados por estar cerca de la Presidenta
16 de octubre de 2011
Milicos de mierd@. El insulto de Diego Machado, secretario privado de la ministra Débora Giorgi, salió casi al mismo tiempo que su manotazo hacia el interlocutor. El Fokker 27 de la Fuerza Aérea acababa de aterrizar sobre la plataforma militar de Aeroparque y Machado, hombre corpulento y de poca paciencia, se había abalanzado sobre el jefe de la Agrupación Aérea, que en ese momento tenía la camisa rota de tanto tironeo e insistía en defender al piloto, su subordinado, de la decisión de no bajar en Venado Tuerto y regresar a Buenos Aires. Me siento discriminado dijo por fin el militar. Voy a presentar una denuncia en el Inadi.
Fue el martes pasado en Aeroparque, después de la presentación del Plan Industrial 2020 que hizo Cristina Kirchner en Venado Tuerto con empresarios. Lo de Machado era en realidad un reverbero de un conflicto que había explotado momentos antes en el avión que llevaba a Giorgi; al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno; al presidente del Banco Nación, Juan Carlos Fábrega, y a funcionarios y gobernadores al acto. Por mal tiempo, el piloto decidió no bajar en la ciudad santafecina y frustró la ilusión de la ministra, que venía preparándose meses antes para la celebración, y que incluso había mandado en ómnibus a casi toda la cartera de Industria.
El malestar era entendible. El estilo hermético de la Presidenta desencadenó en los últimos tiempos pujas y elucubraciones dentro de los posibles miembros del próximo gabinete. Giorgi se había reunido en infinidad de foros empresariales y confeccionado un libro estadístico de 290 páginas, para que nubes inoportunas le impidieran estar. Para colmo, desde la platea, empresarios que habían salido horas antes y que sí pudieron aterrizar elaboraban teorías y conspiraciones. ¿Por qué no estaba la ministra y sí, por ejemplo, Julio De Vido, a quien en la Unión Industrial Argentina (UIA) preferirían como futuro jefe de la cartera económica? "Es increíble sonrió un operador que estuvo en el acto. Mendiguren es un maestro: no fue Giorgi y quedó sentado como miembro del Gabinete."
Eso explica la turbulencia en pleno vuelo. Giorgi había sido la primera en enojarse al ver que, cuando se aprestaban a descender, el piloto levantaba motores e iniciaba lo que en aviación se conoce como "aproximación frustrada". La maniobra tenía una justificación: el de Venado Tuerto es un aeródromo público no controlado, es decir, sin torre, con una pista de 1500 por 30 metros y sólo operable cumpliendo normas de VFR (reglas de vuelo visual, según las siglas en inglés). En otras palabras, al alcance del ojo humano. Cualquier piloto sabe que en VFR el techo de nubes mínimo para bajar son los 1500 pies. En ese momento, a pesar de que horas antes habían descendido otros aviones, era de 400 pies.
Apenas percibió la decisión, en un momento complicado para la seguridad, la ministra abrió la puerta de la cabina e increpó al piloto. Sobran los ejemplos de funcionarios que obligan a comandantes a maniobras riesgosas. El último, famoso y fatal, fue el año pasado en Rusia, y terminó con la muerte del presidente polaco, Lech Kaczynski, y otras 96 personas. El conductor había recomendado no bajar en el aeropuerto de Smolensk, pero fue presionado a hacerlo.
Al ver así a Giorgi, el piloto dejó la cabina en manos de su copiloto y se acercó a tranquilizar a la ministra, que le cuestionó en la discusión estar faltándole el respeto. Opinaron otros. Fábrega y gobernadores le daban en voz baja la razón al militar: Volvamos. Desde su asiento, a través de un tercero, Moreno envió la misma orden que suele impartir entre empresarios respecto de los precios, con idénticos resultados: Dígale al piloto que le ordeno que baje.
No hubo caso. El aeronauta volvió y, en Aeroparque, recibió el respaldo de su jefe ante las críticas de la comitiva. Fue entonces cuando la plataforma militar por poco se vuelve un ring. Al oír la amenaza de la presentación en el Inadi y que la pelea podía crecer, Moreno asumió un rol acaso novedoso: el de componedor y pacifista. Llevó a ambos a un recinto contiguo y ordenó: Pídanse disculpas. Ahí sí obedecieron. Sus disculpas no son sinceras, reprobó por último Machado. Mientras tanto, en Venado Tuerto, y para alivio de todos, la Presidenta enviaba señales alentadoras desde el discurso: "La verdad que también quiero hacer una mención especial a una persona que creo que, en estos momentos, o está matando al piloto del avión o se suicidó, que es Débora Giorgi, nuestra ministra de Industria, y para quien pido un aplauso. Sinceramente, y conociéndola a Débora, con todo lo que trabajó con este plan, la flaca debe estar enroscada no sé dónde, yo no sé si no la pierdo hoy".
El aplauso fue ensordecedor.
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Por:
Francisco Olivera
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