Operación Soberanía 1978

el buen aporte de L7 no se contrapone con la nota de DESYSEG, calculo que el comandante del sub, por razones politicas no terminara de decir la verdad.
 
La mision Argentina en el 78:

EL DELIRIO ARMADO" Argentina-Chile. La guerra que evitó el Papa.
AUTOR: Bruno Passarelli – Ed. Sudamericana, S.A. 1998

En una charla entre el embajador norteamericano Raúl Castro y el nuncio Pío Laghi, el primero aseguró que fuentes militares le habían dado un panorama bastante preciso sobre las consecuencias devastadoras que el Estado Mayor del Ejercito Argentino había calculado en la primera fase de la guerra.

Puntualizó Castro: "Se estima que los muertos de ambas partes, solo en la primera semana de operaciones, serian unos 20.000 y no se descarta que, en caso de que Argentina no obtuviese una rápida victoria, con la destrucción del aparato militar y económicos chilenos, se produzca una regionalización del conflicto con derivaciones catastróficas para America del Sur, y por extensión, para Occidente todo".

Y tras el silencio sepulcral que invadió el salón, repitió en un susurro, como hablando consigo mismo:"Veinte mil muertos en una sola semana, un delirio total".

En realidad en mas de un documento se hacia esta sobrecogedora evaluación. Se aludía a un memorandum que se llamaba "Planeamiento Conjunto de las Operaciones Previstas contra Chile", que estaba en poder de los tres Comandos en Jefe, e incluía todas las hipótesis operativas elaboradas en función de la búsqueda de una rápida y favorable definición militar, y a una "Dirección Estratégica Militar"(DEMIL) aprobada por la Junta Militar.

En ellas se manejaban dos hipótesis: la rendición lisa y llana de Chile en breve tiempo, como consecuencia de la acción fulminea que se preparaba (hipótesis de máxima) o en su defecto, la aceptación de parte chilena de los reclamos territoriales argentinos, tanto terrestres como marítimos, en el extremo sur (hipótesis de mínima), a lo que seguiría el repliegue de tropas desde los puntos alcanzados en territorio chileno, al otro lado de la frontera.

Cuando los documentos habían sido elaborados, la iniciación de la guerra no tenía todavía fecha y hora. Deliberadamente, se había dejado la definición cronológica para el momento oportuno, o sea cuando el reloj de la guerra hubiese empezado a marchar sin posibilidades de retorno.
Pero su aplicación ya había comenzado en septiembre, cuando las fuerzas integrantes del "Operativo Soberanía" - así lo habían bautizado con pomposo léxico militar - habían comenzado paulatinamente a ocupar sus posiciones a lo largo de la frontera con Chile, en un despliegue que continuarían incesantemente hasta el mes de noviembre.

Así, desde la Provincia de Buenos Aires se desplazaron las dos grandes unidades de batalla del Primer Cuerpo del Ejército, o sea la Brigada I de Caballería Blindada, que era la de mayor capacidad de fuego, y la X Brigada de Infantería, cuyo asiento natural estaba en Palermo y comandaba el general Juan Saisaiñ (quien había estado a las órdenes de Menéndez en Córdoba y estaba de acuerdo con sus pensamientos). A la primera pertenecían los Regimientos de Tiradores Blindados 1 "Coronel Brandsen" y 10 "Húsares de Pueyrredón", el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 101 "Simón Bolívar", y el Grupo 1 de Artillería Blindada "Martiniano Chilavert".

Lo mismo desde el Litoral, habían hecho las unidades del Segundo cuerpo, comandadas por el general de división Leopoldo Fortunato Galtieri, y al que pertenecían la II Brigada de Caballería Blindada, a las órdenes del general Juan Carlos Trimarco (incluía los regimientos de Tiradores Blindados 6 "Blandengues" y 7 "Coronel Estomba" y el grupo 2 de Artillería Blindada con base en Rosario del Tala), y la VII Brigada de Infantería, cuyo jefe era el general Eugenio Guanañabens Perelló y comprendía, entre otras unidades, al Regimiento 5 de Infantería, cuyos cuarteles estaban en Paso de los Libres.

También habían sido destacadas unidades de artillería de asalto y antiaérea, como el poderoso Grupo Artillería de Defensa Aérea 601, con asiento en Mar del Plata que tomó ubicación en la provincia de Chubut, a la altura fronteriza de las poblaciones de Rio Mayo y Alto Rio Seguer, junto a los efectivos de la IX Brigada de Infantería de Montaña que comandaba el general Hector Humberto Gamen.

La concentración de efectivos en esa zona, dotados de fuerte capacidad de fuego, respondía a una razón muy sencilla: allí, la Cordillera de los Andes tiene escasa altura y por eso la línea fronteriza es considerada vulnerable.

Esto preocupaba al Estado Mayor Argentino, ya que planteaba el riesgo de que los blindados chilenos la superasen con cierta facilidad, apuntando a los yacimientos petrolíferos de Comodoro Rivadavia (Pico Truncado y Caleta Olivia), que el alto mando estaba dispuesto a proteger con absoluta prioridad. Por eso se había llevado a ese sector de la frontera numerosas unidades, con una presencia efectiva de no menos de 40.000 hombres. Más al sur, entre el Calafate y Rio Turbio, estaba desplegado el Regimiento de Infantería 24, que comandaba el coronel Alfredo Gómez Otero, cuya sede habitual era Rio Gallegos.

La concentración final de efectivos se realizaría en los primeros días de diciembre, por vía aérea. Los gigantescos Boeing 707 y 747 de Aerolíneas Argentinas - estos últimos flamantes y comprados para su afectación a vuelos transoceánicos - llevaban al Sur contingentes de hasta 370 hombres por vuelo, con su armamento completo, después de que a los aviones se le aplicaba lo que en la jerga militar se llamaba la "Configuración Vietnam".

¿En que consistiría el ataque argentino?

La Hora Cero coincidiría con la ocupación militar de las tres islas en disputa (Picton, Lennox y Nueva) que seria precedida entre 24 y 36 horas antes, por una operación nocturna de intrusión en al que efectivos de Elite de la Infantería de Marina desembarcarían en las islas e islotes situados al sur de la desembocadura oriental del Canal de Beagle y fuera de la zona en litigio (el llamado "Martillo"), pese a lo cual el Fallo Arbitral de 1977 las había asignado a Chile, y aniquilarían allí cualquier resistencia chilena. Se trataba de las islas Freycinet, Herschel, Wallaston, Deceyt y Hornos.

Esta ocupación seria precedida de una formal protesta argentina ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, en las que se denunciarían el emplazamiento en ellas de destacamentos militares, en abierta alteración de los equilibrios en la región.
El Alto Mando argentino sabia que esta operación sería considerada por Chile como un casus belli y que provocaría su reacción armada, para lo que había concentrado en las adyacencias a su flota naval, aunque no se creía que en su fase inicial la resistencia chilena fuera muy fuerte. Caso contrario, entraría en acción la Flota de Mar, comandada por el contraalmirante Humberto Barbuzzi que había sido dividida en dos grupos de tareas (GT).

El primero (GT1) había sido desplegado frente a la boca oriental del Beagle; el otro grupo (GT2), delante del Estrecho de Magallanes. En nuestras aguas australes estaban el portaaviones 25 de Mayo, los destructores Piedra Buena, Bouchard y Drummond, las corbetas misilisticas Granville y Guerrico, los ARA Hércules, Santísima Trinidad y otros y el crucero General Belgrano, después hundido durante la Guerra de Malvinas. Este ultimo había sido reequipado con cañones de seis pulgadas para tiro naval y baterías de misiles Sea Cat con un alcance aproximado de 4.000 metros.

Dos horas después de completada la ocupación de las pistas Lennox, Picton y Nueva, colocadas bajo la protección cercana del GT2, aviones Mirage-Dagger y Skyhawks bombardearían objetivos militares en la ciudad de Punta Arenas y en Puerto Williams, mientras el hostigamiento aéreo alcanzaría a otros blanco relacionados con el transporte y el abastecimiento en la región de Magallanes. Para las horas sucesivas se preveían enfrentamientos aeronavales con la flota chilena en el estrecho de Magallanes y en la boca de ingreso al Canal de Beagle, por lo que en noviembre el alto mando naval había hecho su requerimiento de un fuerte apoyo aéreo, dada la amenaza que representaban los helicópteros artillados chilenos.

A las 0 horas entraría en acción el ejército, que cruzaría la frontera patagónica por cuatro puntos diferentes con tropas de la IX Brigada de Infantería de Montaña y de otras unidades asignadas al sector de Santa Cruz y Chubut. Casi contemporáneamente, aprovechando las primeras horas de la mañana, aviones de la Fuerza Aérea trataría de destruir a la aviación chilena, si fuera posible en tierra, con una ofensiva fulminante del tipo de las aplicadas por Israel con tanto suceso en el Medio Oriente. En este sentido, la Fuerza Aérea se veía favorecida por el hecho de contar con mas aeródromos en el ámbito de las operaciones, aunque se reconocía la peligrosidad de la aviación rival, por su entrenamiento, preparación y el material bélico a su disposición.

En cuanto al Ejercito, dado que la ofensiva proyectada no había sido circunscripta únicamente al sector sur del territorio enemigo, sino que seria generalizada y se extendería por toda la frontera, en un segundo momento pasarían al ataque las tropas del Tercer Cuerpo, desplegadas a lo largo de la Cordillera, en el que era su natural ámbito operativo, desde Mendoza hasta Jujuy.

Irrumpirían las dos grandes unidades terrestres de batalla integradas a dicho cuerpo, o sea la V Brigada de Infantería (...) y la VIII Brigada de Infantería de Montaña, a las ordenes del general Saá, uno de los mas fieles a Menéndez. En tanto, funciones operativas diferentes, por su propia naturaleza, tendría la IV Brigada de Infantería Aerotransportada con asiento en Córdoba, cuyo jefe era el general Gumersindo Centeno.
Algo mas al sur, casi contemporáneamente, se ejecutaría un movimiento cuyo éxito podría depender la definición favorable del conflicto del ataque: a la altura de la provincia de Neuquén, cerca del Paso Puyehue, irrumpirían a traves de la frontera la poderosa X Brigada de Infantería y otras unidades asignadas a ese sector del frente, con el objetivo de llegar al Pacifico y partir de esa manera en dos el territorio chileno. Era ese el punto en que, en esa fase del ataque terrestre, se concentraría el peso principal del ataque. Si bien las fuentes consultadas coinciden en que este corte era un objetivo prioritario, no son coincidentes sobre el lugar planificado, ya que algunos lo ubican al sur del valle de Maipo y otros mas al norte de esa zona.

En el plan de operaciones se preveía también la ocupación de una ciudad clave, que seria determinada según el curso de las acciones por la "línea menor de resistencia". El primer objetivo era Santiago, pero se tenia Valparaíso como alternativa. El avance de las tropas iba a ser constantemente apoyada por la Fuerza Aérea, en una sistemática tarea de ablande de las defensas enemigas. En el extremo sur, igual papel estaría a cargo de la Aviación Naval, si el objetivo quedaba establecido en una ciudad marítima atacada por al Infantería de Marina.
Pero - como ya se ha explicado - la ofensiva terrestre tenia un Talón de Aquiles, focalizado a la altura de Chubut, y por eso en los estudios de planificación se habían ultimado las precauciones para ganar una batalla que se estimaba podía ser decisiva.

Mas allá de las preocupaciones que el frente chubutense planteaba, en todos los niveles de comando existía una confianza muy arraigada que nacía, sobre todo, del superior poder de fuego y de movilidad de sus unidades blindadas. En cambio, esta ventaja se atenuaba considerablemente en el poder naval.

La Argentina había gastado 1.200 millones de dólares para reforzar sus fuerzas armadas( contra solo 800 millones invertidos por Chile), buena parte de ellos invertidos en la compra de modernos aviones de guerra y sistemas misilisticos. Además, había vuelto a llamar bajo bandera nada menos que a 500.000 reservistas. Pero lo que mas alentaba el optimismo de sus altos mandos militares era una frase muy arraigadas en ellos:"Chile es, lejos, después de Israel, la plaza mas vulnerable de la Tierra".


saludos
 

Armisael

Forista Borgeano
Colaborador
Perdón, per he visto y leído infinidad de notas de periodistas "iluminados" (¿por el fuego? :yonofui:), sobre el ´78.

Como dicen los yankees ¡bullshit!. :banghead:

Yo tuve la oportunidad de hablar con altos mandos de la época, y de recolectar información de distintas fuentes, y puedo afirmar lo siguiente.

1) Argentina no iba a ser la agresora, así que el tema era esperar el primer ataque chileno.

2) El desembarco no iba a ser en las islas, sino en territorio argentino (Tierra del Fuego).

3) El movimiento no desmentido de la flota "por la tormenta", fue solo una operación táctica para atraer a la flota chilena a una emboscada dentro del Mar Argentino, trampa en la que ya había caído.

4) Los tres submarinos de la Flota estaban cerrando el "tapón" del corredor de Le Maire por el sur, impidiendo la retirada de la ya localizada flota chilena.

5) Los tiros se iban a dar primero en el Mar Argentino, y una vez ocurrido, se iba a denunciar internacionalmente como una agresión chilena e invadir "en represalia" territorio chileno por Puyehue, Quila Quina, Magallanes y Tierra del Fuego, para tomar las islas sin un tiro, como parte de un acuerdo de "status quo", y devolución de "territorios ocupados", sacando todo valor jurídico a futuro al reclamo chileno sobre las mismas.

Saludos.
 
-Unos datos de esos años:

LA FAA en 1978




EL COAN en 1978





LA FACH en 1978



LA NACH






LAS FLOTAS DE MAR en 1978

LA ARA




LA ACH








Saludosss:cool:
 
Interesante artículo aparecido esta semana en enfoque estrategico:

22-12-2008



1978: La Fuerza Aérea de Chile en la Crisis del Beagle


La Fuerza Aérea de Chile debió enfrentar la crisis de 1978 con Argentina por las islas con múltiples limitaciones, como resultado de una situación de rezago que era producto de décadas de postergación por parte de las autoridades políticas. A ello se sumo la postración de la economía nacional en la segunda mitad de los años setenta, la aplicación de embargos por parte de los proveedores tradicionales a partir de 1976 –debido a atropellos a los derechos humanos tras el golpe militar de Septiembre de 1973- y una inclinación quizás involuntaria a privilegiar la improvisación por sobre la planificación de mediano y largo plazo.


Por Raúl Zamora


En el año 2003 la editorial La Tercera/Mondadori publicó en Santiago de Chile un interesante libro titulado Matthei, Mi Testimonio. La obra es el resultado de una minuciosa recopilación de aspectos desconocidos sobre la vida del General del Aire (R) Fernando Matthei Aubel, Comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile entre los años 1978 y 1993, realizada por las investigadoras en Historia Patricia Arancibia Clavel e Isabel de la Maza. A lo largo de las páginas del libra queda reflejada la visión del General Matthei, sobre distintos hechos de la historia reciente de Chile que le tocó vivir desde su posición de oficial general, incluyendo la crisis vecinal con Argentina en 1978.


Sobre esa crisis, y al ser consultado si la Fuerza Aérea chilena estaba preparada para una guerra con Argentina, la respuesta del ex Comandante en Jefe fue que “no, no lo estaba, pese a los preparativos realizados en 1974 para amortiguar la amenaza peruana y al hecho de haber recibido ya los F-5. Conversamos en su momento sobre la falta de radares, de cañones, de misiles antiaéreos, pero aparte de eso, en 1978 los Hunter estaban embromados a causa del embargo inglés: de los treinta que teníamos en inventario, en vuelo quedaban tal vez una docena. Por otra parte, lo poco y nada que teníamos estaba concentrado en el norte. […] La situación en la base de Punta Arenas era una verdadera pesadilla, más cuando lo que no se había hecho planificadamente sólo se podía improvisar en ese momento”.

Este artículo tiene por objetivo profundizar en el sentido, contexto y fondo de la respuesta dada por el alto jefe aéreo, respecto de las capacidad operativas de la fuerza que comandaba al momento de la crisis del Beagle de 1978, el cual pudo haber derivado en un choque bélico.

Cabe destacar que este trabajo ha sido elaborado en base a información oficial desclasificada por la Fuerza Aérea de Chile con fines de investigación histórica, que complementa documentos aparecidos en diversas publicaciones, permitiendo tener una visión bastante más amplia y concreta, aunque en ninguna forma definitiva, sobre el verdadero estado de operatividad del arma aérea de Chile en las reciente y grave de las crisis vecinales enfrentadas por el país.

Historia poco conocida

Para nadie es desconocido que durante la década de los 70 y comienzo de los años 80 las relaciones fronterizas entre Chile y sus vecinos fueron foco de sucesivas tensiones. Los roces que a diario se vivieron en la relación chileno-argentina, entre 1977 y 1982, provocaron un flujo importante de intercambio de notas entre las cancillerías de ambos países, todas ellas relacionadas con violaciones de los correspondientes límites territoriales soberanos. En dichas notas, chilenos y argentinos se acusaban mutuamente, y en forma abierta, de incursiones terrestres, aéreas y navales sobre las fronteras comunes.

Uno de esos incidentes es descrito por la excelente revista española Fuerza Aérea, en un artículo aparecido en el año 2001. La nota, titulada Los Sabres en Argentina: Incidentes con Chile. En el texto los autores señalan textualmente: “Durante una salida de entrenamiento, cuatro Sabres armados con munición completa efectuaron una penetración del espacio aéreo chileno el 19 de diciembre de 1978, que duró 18 minutos, en un claro intento por probar la capacidad de reacción de la defensa chilena”.

Revisando otra documentación, también es posible encontrar material oficial de la FACh, que no sólo hace referencia a violaciones del espacio aéreo en la zona sur o austral del país. En la frontera norte, conociendo las debilidades que enfrentaba la fuerza aérea chilena durante la segunda mitad de los 70, se produjeron una serie de contactos con aeronaves peruanas que traspasaban los límites fronterizos, los que fueron informados a través de un oficio enviado por el Comando de Combate a la Comandancia en Jefe de la institución.

Es así como, en un informe fechado en Santiago el día 06 de febrero de 1978, se describen detecciones aéreas registradas los días 15 y 16 de diciembre de 1977 en el extremo norte del país, en el espacio aéreo comprendido entre el sur-oeste de la ciudad de Arica y nor-oeste de Iquique. Se mencionan tres contactos desconocidos, que volaban a casi 90.000 pies de altitud. En todas y cada una de estas ocasiones, siguiendo un patrón común sistemático, las aeronaves intrusas cambiaron las frecuencias de sus transponder al ser detectadas, a fin de evitar ser identificadas. En todos estos casos la FACh despachó un elemento de CESSNA A-37, sin lograrse contacto visual con la aeronave desconocida, que según el radar ponía rumbo norte y se perdía tras cruzar la frontera con Perú.

En el mismo documento se describen otras dos detecciones, ocurridas entre el 20 de Noviembre y el 15 de Diciembre de 1977, con las aeronaves intrusas siguiendo el mismo patrón de conducta. En ninguno de estos casos se logró interceptar a la aeronave desconocida, ya que los reactores F-5E, Hawker Hunter y A-37 no tenían capacidad para alcanzarla a la altura y distancia en que ella se encontraba. Ante esta situación, el Ala Nº 4 mantuvo elementos de A-37 en estado Ambar Uno para funciones de interceptación. El oficio que detalla estos hechos dirigido al comandante en jefe de la FACh, fue firmado por el General de Brigada Aérea Eduardo Fornet Fernández, que en ese entonces era jefe del Comando de Combate.

Simultáneamente, se producían situaciones de hostigamiento también permanente y sistemático en Argentina a las aeronaves comerciales chilenas, que debían sobrevolar territorio de ese país en sus rutas de vuelo hacia la austral ciudad de Punta Arenas. Uno de los casos difundidos por aquella época fue el que afectó a aeronaves de la Línea Aérea Sudamericana Ltda. (LASA). El día 24 de Enero de 1978 el avión matrícula CC-CCI de la mencionada aerolínea, que estaba al mando del piloto comercial Humberto Dueñas Rivera, fue retenido durante una escala técnica en el Aeropuerto de Córdoba. La tripulación fue forzada a permanecer allí con su avión durante un lapso de tres días, con enormes perjuicios para la empresa y sus clientes, mientras el aparato era inspeccionado repetidamente por personal de la Fuerza Aérea Argentina, que no descubrió nada inusual o indebido. El vuelo de retorno a Chile se pudo realizar recién el día 27 de Enero de 1978 a las 10:00 hrs. AM. Una situación similar afectó al CC-CCF otra aeronave de LASA también en tránsito por territorio argentino entre los días 25 y 27 de enero. Los hechos fueron informados al gobierno, que los derivó a la Dirección de Fronteras y Límites del Ministerio de Relaciones Exteriores, en un oficio fechado el 2 de febrero de 1978 por el Jefe del Departamento de Extranjería y Policía Internacional del Aeropuerto Los Cerrillos, Prefecto de la Policía de Investigaciones Sr. Daniel Aguirre Mora.
El Regazo

Era muy evidente la abismante superioridad numérico y técnica que ostentaba la Fuerza Aérea Argentina (FAA) frente a la FACh durante los momentos de mayor tensión en la crisis fronteriza de 1978, que obligó a la fuerza aérea chilena a redoblar esfuerzos en lo referente a logística y material.

El inventario y orden de batalla de la FACh en 1978 era el resultado de rápidas adquisiciones de material efectuadas entre los años 1974 y 1975, que obedecieron fundamentalmente a la necesidad de hacer frente a la amenaza representada por elementos revanchistas dentro del liderazgo militar del Perú, cuya fuerza aérea se había reequipado y modernizado substancialmente entre finales de los años 60 y comienzos de los años 70. La rapidez, urgencia e improvisación con que la FACh adquirió material generó una serie de problemas e inconvenientes e improvisaciones, que se agravaron con la aplicación en 1976 de la Enmienda Kennedy, que dificultó el acceso a nuevo material de origen estadounidense en momentos en que el aumento de la tensión fronteriza oscurecía el horizonte.

Las dificultades se hicieron patentes en 1978, aunque no afectando la disponibilidad de repuestos para el material ya adquirido, sino la velocidad y el volumen con que ellos llegaban. Eso forzó a recurrir a proveedores informales en operaciones de triangulación, en operaciones de mayor costo que incluían también dificultades para el traslado de los repuestos y munición a Chile. Otra falencias que también afectaron a la FACh en esos años de emergencia fueron la carencia de procedimientos de inspección adecuados y la falta de personal capacitado tanto para operar el material como para darle mantenimiento.

El Porque

Respecto de cómo fue que la FACh se encontró en tan complicada condición en 1978, hay muchas razones que permiten explicar la abismante brecha que la distanciaba de su homóloga argentina, una diferencia que era incluso superior a lo que el tamaño y capacidad económica del vecino transandino podrían implicar. El rezagado estado de la fuerza aérea chilena era resultado de un proceso que se retrotrae a décadas antes de la crisis del Beagle, y que tiene que ver con las políticas seguidas por distintos gobiernos, tanto en la asignación de recursos a las fuerzas armadas en general y como a la institución aérea en particular. A ello se sumó también la subscripción en 1952 del Pacto de Ayuda Militar (PAM) con Estados Unidos, que subordinó el desarrollo tecnológico de las capacidades técnicas de las fuerzas armadas chilenas a los intereses de Washington.

Algunos datos sobre ese aspecto se pueden encontrar en el libro El 11 en la Mira de un Hawker Hunter del General de Aviación (R) Mario López Tobar. En los capítulos III y IV del mencionado libro, este extraordinario piloto de combate y oficial general señala lo siguiente: “Don Jorge Alessandri trató bastante mal a las Fuerzas Armadas, principalmente en lo referido al presupuesto […] Luego vino Don Eduardo I y la "Patria Joven” y entonces se decidió que ya no habría más conflictos fronterizos ni se necesitarían las Fuerzas Armadas. Hasta hubo clases magistrales en las Academias de Guerra sobre el tema: “América Latina, Unidad de Hermanos”.

Ahondando en el tema, el general (R) López Tobar agrega que “el círculo de conocimiento que tienen los políticos de lo que es la Defensa, es muy pequeño […] En las ocasiones en que debimos acudir a defender la Patria […] nadie nos preguntó si estábamos entrenados y equipados para hacer frente a una probable escaramuza”. “Los integrantes de las FF.AA no son masoquistas. Son chilenos […] que desean progresar y que se les dé un trato justo y la oportunidad para estar bien entrenados y equipados para defender a Chile. Si llegara el caso, y que no sea como ha sido hasta aquí, donde el combustible para los aviones, buques y tanques sólo aparece cuando la cosa está al límite, cabe preguntar: ¿quién hará un sumario o juicio para encontrar a los responsables? ¿Será responsable el soldado que se quedó sin municiones o el político que se negó a comprar el armamento?”

Es un hecho que, es este contexto de mínima preocupación por la Defensa, las autoridades políticas chilenas no atendieron durante muchos años las necesidades presupuestarias y de material de la fuerza aérea. No se adquiría material acorde a los tiempos, de modo que sin equiparar las adquisiciones de los vecinos en términos de calidad y cantidad, al menos proveyese una medida adecuada de disuasión y contención. Durante 1947 la revista de la fuerza aérea chilena publicó editoriales donde se apelaba directamente a la autoridad política, con el fin de contar con mayor atención tanto en aspectos presupuestarios y de equipamiento, sin encontrar mayor eco en el nivel político.

Sobre el segundo aspecto crítico, el Pacto de Ayuda Militar o PAM, resulta evidente que la autoridad política local encontró un medio útil - provisto por la política exterior norteamericana en los tiempos de la Guerra Fría- que permitía proveer a los institutos armados y en especial a la FACh, con medios material de relativa sofisticación y capacidad operativa sin incurrir en costos mayores. Así, se logró contar con aviones de instrucción, exploración, transporte y bombardeo que incrementaron la operatividad a la joven Fuerza Aérea. Bajo el PAM, la formación de pilotos también se vio incrementada debido a intercambios y giras de estudio, a la vez que la presencia de la fuerza a lo largo del país se amplió al contarse con una mayor cantidad de aeronaves de enlace y transporte.

Sin embargo, los medios operados provistos por Estados Unidos bajo el PAM conformaban más bien una fuerza de transporte y enlace, no una real y verdadera fuerza de combate. Al respecto, un detalle no menor es que los primeros medios a reacción de la FACh, los DE HAVILLAND Vampire DH.115, no fueron provistos por el PAM. Fueron adquiridos en 1953 en el Reino Unido con fondos del erario nacional, luego de que Washington se negó a proveer aviones LOCKHEED F-80 y T-33, argumentando que Chile que no contaba con pistas preparadas para operar dicho material.

En palabras simples, y al margen de la vinculación formada con la USAF y los beneficios obtenidos en algunos aspectos, era evidente que Estados Unidos buscaba imponer criterios y modelos de operatividad que no respondían a las necesidades de Chile. Las aeronaves provistas por el PAM permitían configurar una fuerza orientada hacia el apoyo táctico en las dimensiones de transporte y enlace, sin las capacidades de combate que tenían las fuerzas aéreas de Argentina, Perú o Brasil.

Como resultado del material provisto por el PAM, los grupos de combate de la FACh sólo operaban bombarderos medianos B-26, reactores F-80C y T-33, y anfibios de patrulla aeromarítima y lucha antisubmarina HU-16 Albatros, equipos que resultaban evidentemente insuficientes para proyectar algún balance frente a Argentina o Perú. Esta situación cambia en parte en 1966 bajo el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva cuando, ante la negativa de Estados Unidos a proveer NORTHROP F-5, se adquirieron los cazabombarderos Hawker Hunter en Gran Bretaña. Esta compra, así como la posterior adquisición de destructores y fragatas también de origen británico para la Armada, marco un punto de quiebre con el PAM, aunque se no significó la renuncia a ese pacto por parte de Chile. En el caso de la FACh, la compra de loa H.H. permitió implementar un programa de reequipamiento fuera del control estadounidense.

Llueve sobre Mojado

La planificación de la defensa, aunque presupone esperar lo inesperado, no es un tema que deba ser resuelto en base a la improvisación. Como diferentes conflictos lo han demostrado a lo largo de la historia, la improvisación puede ser un buen complemento de la planificación pero nunca al revés. La Guerra de Los Seis Días, donde el joven y pequeño estado de Israel pudo derrotar -gracias a una planificación quirúrgica y milimétrica cuyas bases habían sido fijadas con anterioridad- a una coalición de oponentes árabes en una guerra donde estaba en desventaja numérica y donde el poder aéreo fue un protagonista clave.

Como ya hemos dicho, las urgentes y apresuradas adquisiciones de material aéreo efectuadas entre los años 1974 y 1976 tenían como objetivo configurar una fuerza de combate capaz de conjurar una potencial agresión de Perú. Sin embargo, su improvisación y carencia de planificación de largo plazo trajo consigo una serie de problemas e inconvenientes, que se vieron agravados por la aplicación de la Enmienda Kennedy en 1976.

Ante las dificultades que se enfrentaban en lo referente a la operación, el mantenimiento rutinario y el soporte logístico de sus aviones de combate, la FACh recurrió a la improvisación. Así, al ingenio y los contactos sociales de algunos oficiales, que por distintos medios lograban obtener los repuestos y los manuales necesarios para mantener el material en condiciones operativas, se sumó la contratación instructores y asesores extranjeros.

Al analizar la forma en que la FACh enfrentó esta emergencia, se identifican cuatro aspectos claves entre las dificultades que el personal de la institución tuvo que enfrentar y solucionar –con los escasos o caros recursos disponibles- entre los años 1977 y 1978. El análisis que sigue esta hecho en base a información que se desprende de documentos oficiales de la época.


Continúa:yonofui:
 
1.- Reparación de Pistas.

En 1977 la FACh se enfrentó una dificultad no contemplada en sus planes, consistente en la carencia de planes, procedimientos y medios que se encargasen de la reparación de las pistas que pudiesen resultar dañadas por ataques aéreos, como hace notar un memorando remitido al Jefe de Estado Mayor General y al Director de Operaciones, titulado “Ideas para materializar las Unidades de Reparación de Aeródromos”. Su autor y fecha precisa no están precisados en el documento, pero es claro que data del año 1978.

La solución entregada por el oficial responsable del informe es de lo más acertada y simple: se debe recurrir directamente a los especialistas, trabajar con ellos y hacerlos parte de la solución. En el documento se da a entender que se trabajó en conjunto con ingenieros especializados del Ministerio de Obras Públicas, entidad encargada de la construcción y mantenimiento de las pistas aéreas, a quienes se expuso los requerimientos de la Fuerza Aérea en la eventualidad de un conflicto. Según el informe, se obtuvo un inmediato y espontáneo apoyo, lográndose la definición de un conjunto de procedimientos y medidas orientadas a la reparación de las pistas que pudiesen resultar dañadas.

2.- Destinación de Personal.

El 19 de junio de 1978 el Comando de Combate envió al Sr. Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea un oficio con carácter reservado, donde se expone la distribución errada de Personal del Cuadro Permanente (PCP). El texto detalla “los problemas que se han presentado con Personal del Cuadro Permanente, que ha sido seleccionado para efectuar cursos en el extranjero para apoyar el mantenimiento del material con que cuenta la Institución, que una vez regresado al país no fue destinado a las unidades que requerían de los conocimientos adquiridos, como por ejemplo el Ala Nº 1 (material F-5) y Grupo 10 (material C-130)”. El inconveniente, según uno de los párrafos del documento, había sido informado en reiteradas ocasiones a las instancias involucradas, como el Comando de Personal, “sin obtener respuesta favorable a las peticiones formuladas”.

Según añade el oficio, el paquete de soporte incluido en la operación de compra del material NORTHROP F-5E se había adquirido un curso de mantenimiento de línea, orientada a preparar personal para el apoyo de éstos aviones. Personal de las unidades más representativas fue seleccionado para recibir ese entrenamiento, dándosele cursos avanzados de inglés y de actualización en electrónica, con profesores tanto de la institución como de la Universidad de Chile. Los cursos buscaban alcanzar nivel adecuado de conocimientos básicos para enfrentar el curso, que se desarrollaría en Estados Unidos. Pero parte de este personal fue asignado a su regreso a Chile a otras reparticiones, resultando en que especialistas que debían estar en el Ala Nº 1 dando servicio a los F-5 se encontraban trabajando en el Ala de Mantenimiento de El Bosque.

Como resultado, los dos únicos mecánicos que efectuaron el curso de estructuras para aviones F-5 estaban en Santiago, mientras que el taller de mantención de estructuras habilitado en el Grupo 1 en Antofagasta seguía inoperante a mediados de 1978, por no disponer de los especialistas necesarios.

3.- La Amenaza de un HV3.

La década de los 70 estuvo marcada por las dificultades en las relaciones diplomáticas con el vecino Perú, que obligó a las FF.AA chilenas a concentrar grandes cantidades de medios y hombres en la zona norte del país. El ánimo revanchista de las FF.AA peruanas, ampliamente potenciadas con material bélico proveniente de la ex URSS, Francia e Inglaterra, y la cercanía del centenario de la derrota militar del Perú en la Guerra del Pacífico, provocó que la nación del norte siempre fuera considerada como el segundo adversario iniciadas las hostilidades con Argentina.

El 25 de enero de 1978, el gobierno argentino declara “insanablemente nulo” el Laudo Arbitral de su Majestad Británica, encendiendo las luces de alarma en los planificadores militares chilenos. Posteriormente en marzo de 1978 Bolivia rompe unilateralmente las relaciones diplomáticas con Chile. La planificación general de las FF.AA en Chile ante el inminente choque con Argentina contempló el escalamiento del conflicto por las islas del Canal Beagle a la frontera norte de nuestro país, con Perú y Bolivia. Este tipo de conflicto contempla choques en las tres fronteras simultáneamente y es conocido como HV-3: Hipótesis Vecinal 3 (Argentina, Perú, Bolivia).

Debido a la falta de medios disponibles y operativos, y a lo inminente de una guerra con Argentina, la Fuerza Aérea tomó la decisión de movilizar y concentrar gran parte de sus aeronaves en el extremo sur del país, en el Teatro de Operaciones Austral (TOA). A pesar de esto, la FACh mantuvo presencia real en apoyo de la VI División de Ejército. En oficio fechado durante el mes de noviembre de 1978 y firmado por el General Julio Canessa Robert, Jefe de la Región Militar Norte por aquellos años, se menciona que la FACh mantiene en el norte del país el siguiente grupo de aeronaves: 8 aviones Cessna A-37B y 16 Cessna T-37.

En este sentido, durante diciembre de 1978 se efectúa un ejercicio de comprobación del Plan de Guerra Nacional para HV-3 “Cóndor Alfa”, denominado Ejercicio Cúpula, donde las autoridades responsables, tanto militares como civiles debieron comprobar el estado de alistamiento y la capacidad de toma de decisiones ante situaciones no consideradas. Cabe mencionar que la planificación para la guerra con Argentina no fue HV-1, sino siempre un HV-3.

4.- Dificultades Logísticas

Como ya se ha indicado en párrafos anteriores, la premura con que se adquirió el material aéreo de combate se combinó con desinteligencias en la administración del recurso humano necesario para su operación y mantenimiento, que no siempre estuvo disponible cuando y donde era necesitado. A esto se sumó la aplicación de la Enmienda Kennedy, que prohibió el libre acceso a los insumos, repuestos y material de guerra de origen estadounidense, generando una serie de inconvenientes en la operación rutinaria de los equipos de ese procedencia.

La mencionada Enmienda, que tuvo un impacto adverso en aspectos tan básicos como la disponibilidad de botones para los uniformes de los aviadores, tuvo también el grave efecto de impedir que se contase con los manuales de operación, los manuales de mantenimiento y los catálogos de partes de los aviones y sus subsistemas. Es así como, el día 07 de agosto de 1978, ante la serie de inconvenientes sufridos en la operación del material CESSNA A-37B Dragonfly, el entonces Comandante en Jefe de la FACh, General Fernando Matthei Aubel, solicitó en oficio dirigido al jefe de la Sección Aérea del Grupo Militar Norteamericano la presencia de un asesor USAF para la instrucción de A-37. No era la primera vez que se realizaba tal petición, ya que el instructor estadounidense se venía solicitando desde julio de 1978. En dicho oficio el general Matthei hace presente que, de acuerdo a las clausulas del respectivo contrato de compra, en caso de fallas el usuario final del avión tiene derecho a requerir asesoría técnica en terreno.

La respuesta de los estadounidenses llega el día 8 de agosto de 1978, cuando el Tte. Coronel de la USAF Edward Pratt le informa al general que la petición fue derivad al Departamento de Estado en Washington el día 25 de julio de 1978 y que se está a la espera de una respuesta. En forma bastante diplomática y ajena a la premura que movía al General Matthei –que sin duda no era desconocida por el Tte. Coronel Pratt- el mensaje culmina señalando que “nos será muy grato informar inmediatamente que esta Sección Aérea reciba una respuesta sobre esta materia”.

A la Guerra con lo Puesto

Durante el segundo semestre de 1978, el General del Aire Fernando Matthei Aubel encabeza los esfuerzos de la FACh por solucionar las falencias y debilidades que no habían sido abordadas durante la comandancia del General Gustavo Leigh Guzmán. Comenzaron las gestiones para conseguir todo lo que no se había priorizado antes, como las municiones, repuestos de diversa índole, reasignación de personal y otros puntos dentro de una larga lista. En medio de este ajetreo, el General Matthei envía una serie de oficios remitidos a diferentes reparticiones de la Fuerza Aérea, demandando informes sobre el estado de avance diario de cada uno de los problemas a enfrentar.

Al mismo tiempo y ante un alto mando recién formado - tras el descabezamiento de la institución que representó la destitución del general Gustavo Leigh y su cuerpo de Generales – Matthei comienza a distribuir las responsabilidades dentro de un nuevo plan de guerra. Este plan de guerra es oficializado el 24 de noviembre de 1978, bajo el nombre de Águila Dos. Este es remitido al Sr. Ministro de Defensa Nacional, informando que, ante inminencia de un conflicto con Argentina, la FACh está sustrayendo gran parte de sus medios desde el norte para redesplegarlos en la zona austral.

Los resultados de los esfuerzos dependieron en gran medida de conocer el real estado de operatividad de las aeronaves de la Fuerza Aérea. Un instrumento muy útil a ese fin fueron los llamados Informes Semanales de Operatividad, que habían comenzado a elaborarse durante el mando del general Leigh. Esos informes incluían un resumen del estado de operatividad de todas las aeronaves, consignando el número de aviones por grupo, cuantos de ellos estaban operativos, fuera de vuelo o en condiciones de vuelo limitado. Adicionalmente contemplaba otros campos que permitían estimar próximos aviones a estar fuera de vuelo. En caso de ser necesario y dependiendo de los números entregados por el documento, se podía solicitar un reporte más detallado por modelo de aeronave, donde se precisaba las reales causas de la inoperatividad de cada avión, a fin de estimar y tomar las medidas para devolverlo al servicio.

La inminencia de la guerra con Argentina se vió agravada el mes de agosto de 1978 por la baja operatividad de los medios aéreos de las principales unidades de combate de la Fuerza Aérea. De los 84 reactores de combate con que se contaba, conformados en su totalidad por A-37B, DH.115, Hunter Mk.71 / 71A y T.72 y F-5E/F, durante el mes de agosto no se logró contar con más de 37 aviones en condiciones de vuelo, lo que representaba apenas el 44% del total. En los reportes correspondientes no se menciona el estado operativo de los grupos aéreos especiales de apoyo ligero, que habían sido formados con aparatos de instrucción CESSNA T-37 y BEECHCRAFT T-34 Mentor.

De un total de 26 cazabombarderos Hawker Hunter en inventario -operados en conjunto entre los grupos 8 y 9- el total de aviones en condición de vuelo sumaba tan sólo nueve aparatos, como resultado de mantenimientos imprevistos, falta de repuestos, falta de motores, y otras complicaciones de orden técnico y logístico. En la misma línea, los NORTHROP F-5E/F Tiger II del Grupo de Aviación Nº 7 se anotaron el menor índice de operatividad de toda la flota a principios de Agosto, con sólo seis F-5E y dos F-5F Tiger II en condición de vuelo. A finales del mismo mes la situación empeoró, con tan sólo tres F-5E Tiger II operativos. Seis F-5 estaban de baja por mantenimiento imprevisto, siete por espera de repuesto y uno por mantenimiento programado.

Con respecto a los mantenimientos imprevistos, una parte de éstos estaba conformado por incidentes en tierra, como por ejemplo choque de carro de servicio con tubo pitot de avión, reventón de neumático en maniobras de aterrizaje y posterior salida de pista; otro conjunto de mantenimientos imprevistos estaba conformado por salidas de remaches del avión ante altas maniobras G, mantenimiento no efectuados a canopia por falta de documentación al respecto, otros. La cifra de aviones en vuelo fue posteriormente mejorada con la llegada de los repuestos correspondientes y la aplicación de medidas correctivas en la operación de los aviones.

Por otro lado, los grupos aéreos 1, 4 y 12; que concentraban la totalidad de los CESSNA A-37B, lograron disponer de un total de 21 aviones en vuelo de los 34 en inventario. Al igual que en el caso del F-5, la operatividad del material A-37 se vio afectada por la falta de bibliografía técnica para su correcta operación y mantenimiento. Esto produjo una serie de incidentes, incluyendo la eyección accidental de porta-cohetes y estanques auxiliares de combustible en a lo menos cuatro ocasiones registradas durante 1978, daños en trenes de aterrizaje por malas maniobras en tierra o por aterrizajes forzosos en tres ocasiones: y la pérdida de una aeronave durante maniobras nocturnas en Mayo de 1978.

Un aspecto importante de destacar es la coordinación permanente que la FACh mantuvo con las otras dos ramas de la Defensa en los momentos de mayor tensión en 1978. Atendiendo el rol que debía jugar la fuerza aérea en la potencial guerra a disputarse en la zona austral, el general Matthei decide aplicar el mismo criterio seguido por la Marina, desplazando y concentrando la mayor cantidad de medios aéreos en la zona próxima al conflicto.

Debido al redespliegue masivo de los medios de la FACh desde Iquique y Antofagasta hacia la zona austral, el ejército debió asumir sólo la responsabilidad de prestar todo apoyo aéreo a las unidades terrestres destacadas en el norte. Existió una coordinación permanente entre la FACh y el Ejército en el despliegue de los medios aéreos de éste último en el norte. A las aeronaves del ejército se les asignó el rol de apoyo estrecho (helicópteros LAMA artillados), transporte (C-212 / SA-330 Puma) y enlace/observación (CESSNA 172).

El Goteo de Suministros y la Ayuda India

Pese a las restricciones impuestas a Chile por sus principales proveedores de armas -EE.UU. e Inglaterra- siempre existió la posibilidad de contar con los repuestos necesarios para la operación de las aeronaves. En los documentos disponibles y posibles de leer en el MNAE nunca se habla de aviones sin repuestos, sino en espera de repuestos. La disponibilidad de repuestos no se vio afectada pero si el flujo y los canales de aprovisionamiento. Es decir, no llovía pero si goteaba. Se debió recurrir a triangulaciones y medios informales para el traslado de los mismos, lo que de todas maneras implicó una disminución del volumen de los suministros y costos muchos mayores. No se conoce si alguna de estas adquisiciones logró ser interceptada o desbaratada por los países que aplicaban las restricciones relativas a venta de armamento.

Durante el mes de junio de 1978 se produjo un embargo en suelo británico de una partida de motores Avon 203 y 207 de Hawker Hunter, que habían sido enviados a la nación europea para ser reparados por ROLLS ROYCE. El embargo, que había sido promovido por parlamentarios y líderes sindicales laboristas de East Kilbridge, región donde estaban las instalaciones en que se iba a realizar la reparación impidió el retorno de cuatro motores requeridos para la puesta en operaciones de aviones de los grupos 8 y 9. El gobierno chileno hizo notar su molestia a su par británico por los canales diplomáticos correspondientes, Esas notas de protesta, al igual que las declaraciones del General del Aire Gustavo Leigh, fueron cubiertas por la prensa británica en notas editoriales.

El entonces Primer Ministro Británico, Sr. Callaghan, de tendencia laborista en una sesión de interpelación en el parlamento británico hace ver que las turbinas pertenecen a Chile y que el trabajo de reparaciones fue cancelado, por lo que estas deben ser devueltas a la brevedad. Posteriormente se firmó un acuerdo con HINDUSTAN AERONAUTICS LTD (HAL), que fue gestionado con el apoyo de personeros de las firmas británicas BRITISH AEROSPACE y ROLLS-ROYCE y que contó con el beneplácito del Gobierno de la India, lo que permitió el mantenimiento y la reparación en el país asiático de componentes claves de los motores Avon 203 y207 de la flota de Hunter, como las hojas de los ventiladores. Un total de 30 motores Avon fueron enviados a la India.

Al igual como se vio afectada la operatividad de las aeronaves por la falta inmediata de repuestos, la disponibilidad de armas y munición enfrentó similares problemas. En el caso de misiles aire-aire, la compra de los F-5E y F Tiger II se habían adquirido 100 misiles AIM9-J, los cuales no se encontraban operativos al momento de generarse la crisis con Argentina en 1978, debido a que el proveedor estaba entregando cada uno de sus componentes por separado. En caso de que se requiriese un armado inmediato de los AIM-9J, se planificó recurrir a componentes de AIM-9B, que la USAF había cedido en préstamo a la FACh con fines de entrenamiento. Con respecto al armamento aire tierra, la FACh disponía de más de 4000 cohetes SNEB para su empleo en aviones Hunter, así como munición de 30 mm en cantidad suficiente para las aeronaves en condiciones de vuelo.

Conclusión

Sistemáticamente abandonada por autoridades políticas que no creían en la necesidad de invertir en equipamiento militar, a lo largo de los años setenta la Fuerza Aérea de Chile se vio forzada a asumir sus tareas –en un contexto de crecientes tensiones con los países vecinos y de embargos a las ventas de nuevo material y suministros aplicados por los países proveedores- por la vía de improvisar y seguir improvisando sobre lo ya improvisado. Sin embargo, en Defensa no se puede improvisar, porque la tarea consiste en estar preparado para lo inesperado.


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Fuente: http://www.enfoque-estrategico.com/reportajes/1978_crisisbeagle_4.htm

Saludos

do:yonofui:
 

Armisael

Forista Borgeano
Colaborador
Do, excelente nota. :cheers2:

No se apoya en el "wath if", sino que presenta las situaciones reales acontecidas y cómo se afrontaron dichos problemas.

Saludos
 

Chan!

Colaborador
Do, excelente nota. :cheers2:

No se apoya en el "wath if", sino que presenta las situaciones reales acontecidas y cómo se afrontaron dichos problemas.

Saludos

w"H"at if...
jajajaja, perdón, no quiero ser grosero, pero me tenté...:yonofui:
 

CHACAL

Colaborador
Colaborador
-Unos datos de esos años:

LA FAA en 1978



[:

La I Brigada Aérea se encuentra en la localidad bonaerense de El Palomar, para 1978 todos los C-130 habían sido estandarizados a H.

En ese momento la FAA operaba unos 20 DC-3/C-47 repartidos entre las II (4), III, IV, V, VII Brigadas Aéreas, la EAM y el INAC.

Pucará se lograron juntar 15, incluido al AX-04 del CEV y todos sus pilotos.

Para ese momento solo habían arribado 6 Dagger, se decidió desplegarlos en AMRIV, baste lejos del teatro de operaciones principal ya que sistema recién se incorporaba y los pilotos tenían muy poca experiencia en el (un promedio de 25 horas).

Los CH-47, llegaron recien en 1980, en cantidad de tres.

Los Mirage eran 9 + 2, el segundo lote recién llegaría al año siguiete.
 
La I Brigada Aérea se encuentra en la localidad bonaerense de El Palomar, para 1978 todos los C-130 habían sido estandarizados a H.

En ese momento la FAA operaba unos 20 DC-3/C-47 repartidos entre las II (4), III, IV, V, VII Brigadas Aéreas, la EAM y el INAC.

Pucará se lograron juntar 15, incluido al AX-04 del CEV y todos sus pilotos.

Para ese momento solo habían arribado 6 Dagger, se decidió desplegarlos en AMRIV, baste lejos del teatro de operaciones principal ya que sistema recién se incorporaba y los pilotos tenían muy poca experiencia en el (un promedio de 25 horas).

Los CH-47, llegaron recien en 1980, en cantidad de tres.

Los Mirage eran 9 + 2, el segundo lote recién llegaría al año siguiete.


-Y del otro lado el numero real de unidades en servicio era de

(8) F-5E/F Tiger II
(12) Hunter FGA Mk.71/FGR-Mk.73/T-Mk.72
(20) A-37 Dragonfly
(5) Vampire T-Mk.55
(16) T-37




Saludosss:cool:
 
Consulta: Para por la superiridad aerea, creo que el de chile el F5 y Arg el MIII?
Con los radares y misiles que se tenian en ese tiempo, cual estaba en ventaja?
Dejando de lado pa que se encuentren en 3000 km de frontera 8 aprox de cada uno, realmente tenian que tener mala leche.

saludos.-
 
Consulta: Para por la superiridad aerea, creo que el de chile el F5 y Arg el MIII?
Con los radares y misiles que se tenian en ese tiempo, cual estaba en ventaja?
Dejando de lado pa que se encuentren en 3000 km de frontera 8 aprox de cada uno, realmente tenian que tener mala leche.

saludos.-

-En aquella epoca la FACh contaba con (8) F-5E/F operativos
mientras que la FAA contaba con (11) M-3EA/DA y (7) Dagger
todos operativos

-El F-5 contaba con el radar APQ-152 (30 Km), misiles AIM-9B Sidewinder
y dos cañones de 20mm con 280 disparos c/u

-El M-3 con el radar Cyrano IIb (50 Km), el misil BVR R-530EM y R-530IR
y dos cañones de 30mm con 125 disparos c/u

-El Dagger sin radar con el misil IR Shafrir y dos cañones de 30mm con
125 disparos c/u




Saludosss:cool:
 
Consulta: Para por la superiridad aerea, creo que el de chile el F5 y Arg el MIII?
Con los radares y misiles que se tenian en ese tiempo, cual estaba en ventaja?
Dejando de lado pa que se encuentren en 3000 km de frontera 8 aprox de cada uno, realmente tenian que tener mala leche.

saludos.-

creo que en radares ellos estaban mejor , vole en esa epoca desde el norte de neuquen casi en la cordillera , cada vez que saliamos mendoza nos decia que despegaban
 
-En aquella epoca la FACh contaba con (8) F-5E/F operativos
mientras que la FAA contaba con (11) M-3EA/DA y (7) Dagger
todos operativos

-El F-5 contaba con el radar APQ-152 (30 Km), misiles AIM-9B Sidewinder
y dos cañones de 20mm con 280 disparos c/u

-El M-3 con el radar Cyrano IIb (50 Km), el misil BVR R-530EM y R-530IR
y dos cañones de 30mm con 125 disparos c/u

-El Dagger sin radar con el misil IR Shafrir y dos cañones de 30mm con
125 disparos c/u




Saludosss:cool:

que buenos datos, se agradece.


Bueno, creo que bien, no? en realidad estimado Litio, me complica lo de sidwider, buesque un poco y lei que no estaban listos, pero todos supuestos-

Saludos-
 
Recientes revelaciones y declaraciones hablan de un numero diferente de F5E/F disponible, de hecho la cifra mencionada por Litio mas arriba me parece que es el numero desplegado en zona austral, no el operativo en forma completa. Recordar que los aviones habian llegado recien en 1976 y estaban literalmente nuevos. Estaban aun con sus spares de entrega. De la misma manera, se ha sabido recientemente que HAL en India habia overhauleado mas de 30 motores Avon en torno a 1978, de modo que no se entenderia tan baja disponibilidad de Hunters, mas aun cuando estaba bastante activo el programa de incorporacion de Shafrir y los primeros upgrades locales ( reemplazo del cartucho de partida Avpin, etc. El forista Ratatrampa da bastantes detalles de eso en el foro Saorbats)

Respecto a los Sidewinder, estos eran AIM9J, algunos recibieron motores de B, que en esencia eran mas humeantes...pero lo relevante es el seeker, que era el J, el modelo mas avanzado de Sidewinder "USAF" exportado, por ej, a Iran por las mismas fechas. Era un tail chaser de cono de busqueda ampliado que era netamente superior al mas que debatible R530, portable en una sola unidad en los Mirage IIIEA

Recuerda que la USAF, al contrario de la US Navy ( ambas ramas tenian desarrollos separados de la familia AIM 9 hasta la version L que es conjunta) , reciclaba componentes, de modo que el AIM 9E es un B modernizado y el J/P son nuevos seekers con motores modificados. La data esta en Sidewinder, a case of creative development, asi como en la tradicional obra sobre la guerra aerea en Vietnam, de Marshall Michel titulada Clashes

La serie USAF fue de AIM 9 B, E, J/P. La US Navy fue B, C ( el unico radarico semiactivo de la familia),D, G, H y L..que tambien fue adoptado por la USAF al igual que el M y ahora el X.


Solo eso, ya que hay foristas mas duchos en temas aeronauticos...

Saludos,

Sut

PS, ¿los Dagger estaban operativos ya para Diciembre del 78?, las diferentes obras argentinas son algo confusas al respecto, aludiendo mas bien a un apresurado proceso de incorporacion de entre seis y ocho aviones..agradeceria cualquier info al respecto.

PS 2, corrijo lo anterior , refiriendo que los motores Avon overhauleados por HAL habrian sido en Julio del 78
 
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