La fuerza aérea francesa en la guerra del Golfo.
Patrulla de Mirage 2000 RDI de la defensa aérea.
Han pasado veinte años y allí, durante la noche del 17 de enero de 1991, cientos de aviones de varias nacionalidades (incluídos Jaguar franceses), forman la primera ola de una enorme falange aérea, despegando de sus bases desde la península Arábiga y Turquía para dirigirse al asalto del territorio iraquí. Desde la Segunda Guerra Mundial, nunca han sido reunidos tantos medios, del orden de más de 2.400 aviones de todo tipo. Estos aparatos, que alcanzarán el número de 2.800 el siguiente 15 de febrero, vienen de todos los países que conforman la coalición moviilizada alrededor de los Estados Unidos. Hasta último momento, la comunidad internacional intentó negociar con el Irak de Saddam Hussein una retirada de las fuerzas que invadieron Kuwait unos meses antes, a principios de agosto de 1990. Y fue en vano. La vía de la diplomacia, al haberse revelado como ineficaces las sanciones de la ONU, en lo sucesivo, la palabra dio lugar al uso de las armas.
Mirage F 1 CR del escuadrón de reconocimiento 3/33 «Moselle».
Entre tanto, las naciones comprometidas en el acontecimiento procedieron a aumentar el poderío del dispositivo militar destinado a asegurar la seguridad de Arabia Saudita y de varios países o emiratos del Golfo. La operación Desert Shield (Escudo del Desierto), tal como es nombrada, permite traer al pie del cañón medios colosales, y, una vez agotados los últimos recursos de la negociación, se transformará en una acción de guerra que recibe el nombre de Desert Storm (Tormenta del Desierto). La guerra comienza con una vasta campaña aérea, sumamente planificada y cuyo primer objetivo es adquirir la superioridad en el aire destruyendo las bases del adversario, sus radares y sus centros de detección y de transmisiones. Se busca también la neutralización de todos los centros neurálgicos del país, se traten de objetivos políticos y militares (en particular, la guardia republicana de Saddam Hussein), pero también de la destrucción de las vías de comunicación, puertos e incluso puentes.
Avión Jaguar de la 11ª escuadra.
Dos Jaguar de la 11ª escuadra sobrevolando Arabia Saudita.
La fuerza aérea francesa, con todos los altos mandos implicados, a través de su aviación de combate, sus abastecedores en vuelo, sus aviones de transporte, sus helicópteros y su personal en tierra, toma parte activa en esta operación inédita. Ella efectúa durante los cuarenta y tres días que dura la fase aérea de Tormenta del Desierto cerca de 1.400 misiones de combate sin perder ninguno de sus aviones o personal, alcanzando una tasa notable de disponibilidad del 95 %.
El balance de la acción aérea llevada a cabo es edificante. La batalla terrestre, lanzada el 24 de febrero, dura sólo noventa y seis horas. Cuarenta y tres días de batalla aérea para noventa y seis horas de batalla terrestre…
Aplastado, desorientado, estupefacto, incapaz de oponer una seria resistencia, el ejército iraquí se desmoronó bajo la potencia de los golpes que le han sido llevados desde el cielo. Nunca antes, ni en la corta pero densa historia de la misma guerra aérea durante la batalla de Normandía (1944), donde la dominación anglo-norteamericana en todo punto era abrumadora, tal resultado había sucedido. «Una de las lecciones de la Guerra del Golfo fue poner en evidencia la importancia de la potencia aérea. Nuestros ataques aéreos fueron los más eficaces de toda la historia de las guerras», afirmará poco después el presidente George Bush padre.
Fuente: Patrick Facon, historiador.
Fotos: Servicio Histórico de Defensa francés.
Traducción propia
Helicoptèro SA 330 Puma.
Dos Jaguar se aprestan a despegar.
Mirage F1 CR del escuadrón de reconocimiento 3/33 «Moselle» en la base de Al Ahsa en Arabia Saudita.
Operación de mantenimiento del radar de un Mirage 2000C RDI del escuadrón de caza 2/5 «Ile de France» en la base de Al Asha.
En primer plano, un Mirage 2000C del escuadrón de caza 3/5 «Comtat-Venaissin», en segundo plano, un Mirage F1 CR del escuadrón de reconocimiento 3/33 «Moselle», en tercer plano, un Jaguar del escuadrón de caza 3/11 «Corse» y al fondo un C-160 Transall «Gabriel» del escuadrón de transporte 1/54 «Dunkerque».
Sistema de defensa antiaérea Mistral en el desierto de Arabia Saudita durante la operación “Daguet”
L'armée de l'air dans la guerre du Golfe.
ll y a vingt ans, dans la nuit du 17 janvier 1991, des centaines d’avions de toutes nationalités (dont des Jaguar français), formant la première vague d’une énorme phalange aérienne, décollent de leurs bases de la péninsule arabique et de Turquie pour se porter à l’assaut du territoire irakien. Jamais, depuis la Seconde Guerre mondiale, autant de moyens n’ont été rassemblés, de l’ordre de plus de 2 400 avions de tous types.Ces appareils, qui seront passés à près de 2 800 le 15 février suivant, viennent de tous les pays qui forment la coalition mobilisée autour des Etats-Unis. Jusqu’à l’ultime moment, la communauté internationale a tenté de négocier avec l’Irak de Saddam Hussein un retrait des forces qui ont envahi le Koweit quelques mois plus tôt, début août 1990. En vain. La voie de la diplomatie et les objurgations de l’ONU s’étant révélées inefficaces, la parole revient désormais aux armes.
Entre-temps, les nations engagées dans l’affaire ont procédé à une montée en puissance d’un dispositif militaire destiné à assurer la sécurité de l’Arabie saoudite et d’un certain nombre de pays ou d’émirats du Golfe. L’opération Desert Shield (Bouclier du désert), telle qu’elle est nommée, permet d’amener à pied d’œuvre des moyens colossaux et, une fois les derniers recours à la négociation épuisés, elle se transforme en une action guerrière qui reçoit le nom de code de Desert Storm (Tempête du désert). La guerre commence par une vaste campagne dans les airs, remarquablement planifiée et dont l’objectif premier est d’acquérir la supériorité dans les airs en détruisant les bases de l’adversaire, ses radars et ses centres de détection et de transmissions. Elle s’accompagne de la neutralisation de tous les centres névralgiques du pays, qu’il s’agisse d’objectifs politiques et militaires (en particulier, la garde républicaine de Saddam Hussein), mais aussi de la destruction des voies de communication, des ports ou encore des ponts.
L’armée de l’air, tous grands commandements concernés, à travers son aviation de combat, ses ravitailleurs en vol, ses avions de transport, ses hélicoptères et son personnel au sol, prend une part active à cette opération inédite. Elle effectue pendant les quarante-trois jours que dure la phase aérienne de Tempête du désert près de 1 400 missions de guerre sans perdre aucun de ses avions ou de ses personnels, en atteignant un remarquable taux de disponibilité de 95 %.
Le bilan de l’action menée par la voie des airs est édifiant. La bataille terrestre, engagée le 24 février, ne dure que quatre-vingt-seize heures. Quarante-trois jours de bataille aérienne pour quatre-vingt-seize heures de bataille terrestre… Ecrasée, désorientée, abasourdie incapable d’opposer une résistance sérieuse, l’armée irakienne s’est effondrée sous la puissance des coups qui lui ont été portés depuis le ciel. Jamais, auparavant, dans la courte mais dense histoire de la guerre aérienne, même lors de la bataille de Normandie (1944), où la domination anglo-américaine était en tout point écrasante, un tel résultat n’avait été atteint. «Une des leçons de la guerre du Golfe a été de mettre en évidence l’importance de la puissance aérienne. Nos frappes aériennes furent les plus efficaces de toute l’histoire des guerres», affirmera peu après le président George Bush père.
Mise à jour:18/01/2011
Texte: Monsieur Patrick Facon, historien
Photos: Service historique de la Défense
Patrulla de Mirage 2000 RDI de la defensa aérea.
Han pasado veinte años y allí, durante la noche del 17 de enero de 1991, cientos de aviones de varias nacionalidades (incluídos Jaguar franceses), forman la primera ola de una enorme falange aérea, despegando de sus bases desde la península Arábiga y Turquía para dirigirse al asalto del territorio iraquí. Desde la Segunda Guerra Mundial, nunca han sido reunidos tantos medios, del orden de más de 2.400 aviones de todo tipo. Estos aparatos, que alcanzarán el número de 2.800 el siguiente 15 de febrero, vienen de todos los países que conforman la coalición moviilizada alrededor de los Estados Unidos. Hasta último momento, la comunidad internacional intentó negociar con el Irak de Saddam Hussein una retirada de las fuerzas que invadieron Kuwait unos meses antes, a principios de agosto de 1990. Y fue en vano. La vía de la diplomacia, al haberse revelado como ineficaces las sanciones de la ONU, en lo sucesivo, la palabra dio lugar al uso de las armas.
Mirage F 1 CR del escuadrón de reconocimiento 3/33 «Moselle».
Entre tanto, las naciones comprometidas en el acontecimiento procedieron a aumentar el poderío del dispositivo militar destinado a asegurar la seguridad de Arabia Saudita y de varios países o emiratos del Golfo. La operación Desert Shield (Escudo del Desierto), tal como es nombrada, permite traer al pie del cañón medios colosales, y, una vez agotados los últimos recursos de la negociación, se transformará en una acción de guerra que recibe el nombre de Desert Storm (Tormenta del Desierto). La guerra comienza con una vasta campaña aérea, sumamente planificada y cuyo primer objetivo es adquirir la superioridad en el aire destruyendo las bases del adversario, sus radares y sus centros de detección y de transmisiones. Se busca también la neutralización de todos los centros neurálgicos del país, se traten de objetivos políticos y militares (en particular, la guardia republicana de Saddam Hussein), pero también de la destrucción de las vías de comunicación, puertos e incluso puentes.
Avión Jaguar de la 11ª escuadra.
Dos Jaguar de la 11ª escuadra sobrevolando Arabia Saudita.
La fuerza aérea francesa, con todos los altos mandos implicados, a través de su aviación de combate, sus abastecedores en vuelo, sus aviones de transporte, sus helicópteros y su personal en tierra, toma parte activa en esta operación inédita. Ella efectúa durante los cuarenta y tres días que dura la fase aérea de Tormenta del Desierto cerca de 1.400 misiones de combate sin perder ninguno de sus aviones o personal, alcanzando una tasa notable de disponibilidad del 95 %.
El balance de la acción aérea llevada a cabo es edificante. La batalla terrestre, lanzada el 24 de febrero, dura sólo noventa y seis horas. Cuarenta y tres días de batalla aérea para noventa y seis horas de batalla terrestre…
Aplastado, desorientado, estupefacto, incapaz de oponer una seria resistencia, el ejército iraquí se desmoronó bajo la potencia de los golpes que le han sido llevados desde el cielo. Nunca antes, ni en la corta pero densa historia de la misma guerra aérea durante la batalla de Normandía (1944), donde la dominación anglo-norteamericana en todo punto era abrumadora, tal resultado había sucedido. «Una de las lecciones de la Guerra del Golfo fue poner en evidencia la importancia de la potencia aérea. Nuestros ataques aéreos fueron los más eficaces de toda la historia de las guerras», afirmará poco después el presidente George Bush padre.
Fuente: Patrick Facon, historiador.
Fotos: Servicio Histórico de Defensa francés.
Traducción propia
Helicoptèro SA 330 Puma.
Dos Jaguar se aprestan a despegar.
Mirage F1 CR del escuadrón de reconocimiento 3/33 «Moselle» en la base de Al Ahsa en Arabia Saudita.
Operación de mantenimiento del radar de un Mirage 2000C RDI del escuadrón de caza 2/5 «Ile de France» en la base de Al Asha.
En primer plano, un Mirage 2000C del escuadrón de caza 3/5 «Comtat-Venaissin», en segundo plano, un Mirage F1 CR del escuadrón de reconocimiento 3/33 «Moselle», en tercer plano, un Jaguar del escuadrón de caza 3/11 «Corse» y al fondo un C-160 Transall «Gabriel» del escuadrón de transporte 1/54 «Dunkerque».
Sistema de defensa antiaérea Mistral en el desierto de Arabia Saudita durante la operación “Daguet”
L'armée de l'air dans la guerre du Golfe.
ll y a vingt ans, dans la nuit du 17 janvier 1991, des centaines d’avions de toutes nationalités (dont des Jaguar français), formant la première vague d’une énorme phalange aérienne, décollent de leurs bases de la péninsule arabique et de Turquie pour se porter à l’assaut du territoire irakien. Jamais, depuis la Seconde Guerre mondiale, autant de moyens n’ont été rassemblés, de l’ordre de plus de 2 400 avions de tous types.Ces appareils, qui seront passés à près de 2 800 le 15 février suivant, viennent de tous les pays qui forment la coalition mobilisée autour des Etats-Unis. Jusqu’à l’ultime moment, la communauté internationale a tenté de négocier avec l’Irak de Saddam Hussein un retrait des forces qui ont envahi le Koweit quelques mois plus tôt, début août 1990. En vain. La voie de la diplomatie et les objurgations de l’ONU s’étant révélées inefficaces, la parole revient désormais aux armes.
Entre-temps, les nations engagées dans l’affaire ont procédé à une montée en puissance d’un dispositif militaire destiné à assurer la sécurité de l’Arabie saoudite et d’un certain nombre de pays ou d’émirats du Golfe. L’opération Desert Shield (Bouclier du désert), telle qu’elle est nommée, permet d’amener à pied d’œuvre des moyens colossaux et, une fois les derniers recours à la négociation épuisés, elle se transforme en une action guerrière qui reçoit le nom de code de Desert Storm (Tempête du désert). La guerre commence par une vaste campagne dans les airs, remarquablement planifiée et dont l’objectif premier est d’acquérir la supériorité dans les airs en détruisant les bases de l’adversaire, ses radars et ses centres de détection et de transmissions. Elle s’accompagne de la neutralisation de tous les centres névralgiques du pays, qu’il s’agisse d’objectifs politiques et militaires (en particulier, la garde républicaine de Saddam Hussein), mais aussi de la destruction des voies de communication, des ports ou encore des ponts.
L’armée de l’air, tous grands commandements concernés, à travers son aviation de combat, ses ravitailleurs en vol, ses avions de transport, ses hélicoptères et son personnel au sol, prend une part active à cette opération inédite. Elle effectue pendant les quarante-trois jours que dure la phase aérienne de Tempête du désert près de 1 400 missions de guerre sans perdre aucun de ses avions ou de ses personnels, en atteignant un remarquable taux de disponibilité de 95 %.
Le bilan de l’action menée par la voie des airs est édifiant. La bataille terrestre, engagée le 24 février, ne dure que quatre-vingt-seize heures. Quarante-trois jours de bataille aérienne pour quatre-vingt-seize heures de bataille terrestre… Ecrasée, désorientée, abasourdie incapable d’opposer une résistance sérieuse, l’armée irakienne s’est effondrée sous la puissance des coups qui lui ont été portés depuis le ciel. Jamais, auparavant, dans la courte mais dense histoire de la guerre aérienne, même lors de la bataille de Normandie (1944), où la domination anglo-américaine était en tout point écrasante, un tel résultat n’avait été atteint. «Une des leçons de la guerre du Golfe a été de mettre en évidence l’importance de la puissance aérienne. Nos frappes aériennes furent les plus efficaces de toute l’histoire des guerres», affirmera peu après le président George Bush père.
Mise à jour:18/01/2011
Texte: Monsieur Patrick Facon, historien
Photos: Service historique de la Défense