Sebastian
Colaborador
Las opciones de Egipto pasan por la dictadura militar y la república islámica
Los disturbios en Egipto continúan provocando más interrogantes que respuestas y una de las principales preguntas es: ¿cuál es la posición del Ejército?
¿Qué protagonismo puede tener en la situación actual? y ¿qué papel juega en la vida política de Egipto?
Igual que en muchos otros países creados sobre los despojos del Imperio Otomano el Ejército egipcio desempeña una función clave.
Basta recordar que tras el derrocamiento de la monarquía, los tres líderes que han gobernado Egipto, Jamal Abdel Nasser, Anwar Sadat y el actual Hosni Mubarak todos han sido militares.
Hasta el momento, el Ejército era casi la única forma posible para ocupar un alto cargo en el Estado, y su importancia es tal, que Mubarak nombró vicepresidente, un cargo vacante durante 30 años, al teniente general Suleimán Omar, jefe del Servicio de Inteligencia.
La neutralidad y sus consecuencias
Desde el comienzo de los sucesos, el Ejército egipcio ha declarado que no sofocará la “manifestación pacífica de la población”, y de esta manera consigue mantener su neutralidad. Con todo, el Ejército a menudo se ve obligado a disolver las manifestaciones de violencia que intentan provocar los grupos radicales para agravar la situación.
¿Quién sale ganando de esta situación? Está claro que no ganan los “Hermanos Musulmanes”, ya que no reciben el apoyo de un Ejército que, a lo largo de una década con gran empeño consiguió quitarse de encima a los elementos islamistas radicales.
Actualmente, la posibilidad de que los radicales islamistas alcancen el poder en Egipto se ha convertido en una pesadilla para Israel y una molestia en las capitales de los principales países que obviamente preferirían ver en el puesto de presidente alguien más del estilo de Mohamed El-Baradei, ex director general de la OIEA.
¿Quién sale ganando de la neutralidad del Ejército? Evidentemente, el presidente de Egipto Hosni Mubarak. Éste tiene bastantes partidarios que ya han tropezado anteriormente con la oposición en las calles del Cairo, y no tiene quien le haga sombra en tema de autoridad, carisma y experiencia; por esa razón no tiene porqué temer un derrocamiento violento.
Es imposible que la oposición consiga una retirada pacífica y, gracias a la actual posición del Ejército, no tiene porqué temer una apropiación violenta del poder por parte de la oposición.
El segundo vencedor es…el mismo Ejército. A éste no le importa que Mubarak continúe siendo jefe del estado, ya que de todos modos, el Ejército es la fuerza principal de la política egipcia. Hay que recordar que, más que la oposición política, lo que realmente juega en contra de Mubarak es el tiempo; su edad y su estado de salud, inevitablemente pronto le obligarán a dejar el poder y entonces el actual vicepresidente Omar Suleimán tendrá todos las cartas para ponerse al frente del país.
Para muchos, entre ellos Israel, ésta sería la resolución ideal de los acaecimientos en Egipto. A los militares egipcios no les interesa en absoluto la oposición con Israel, sobre todo si los que toman el poder son islamistas. Es poco probable que una vez llegado al poder el inminente descendiente del Ejército esté dispuesto a aceptar que los “Hermanos Musulmanes” trabajen con ellos.
¿De qué manera puede amenazar la democracia?
En Turquía ya es tradición que el Ejército use las revueltas militares con el fin de influir en la política. Ante la amenaza de una desviación de las tradiciones kemalistas los militares respondían con una revolución o bien amenazaban con provocarla.
El Ejército nunca se quedaba en el poder, de este modo el país volvía a la normalidad y periódicamente organizaba elecciones para cambiar de dirigente.
En Egipto los militares se quedan en el poder hasta 60 años y en el caso de que alguien se desvíe de las tradiciones creadas por la dictadura militar durante todo este tiempo puede tener unas consecuencias imprevisibles.
Las palabras de Winston Churchill “La democracia es el peor sistema político que existe, a excepción de todos los demás” – son fáciles de refutar en Egipto donde hay muchas posibilidades de que en unas elecciones democráticas los radicales islamistas asciendan al poder.
La subida al poder de islamistas bastante moderados en Turquía ocasionó una ruptura en las relaciones entre Ankara y Tel- Aviv provocando ofensas por las dos partes e incidentes armados.
En Egipto, donde los “Hermanos Musulmanes” son mucho más radicales que sus colegas turcos, incidentes parecidos pueden ir mucho más allá. Y el Ejército es totalmente consciente de esto.
En Egipto parece que el resultado más probable de los actuales acontecimientos sea el principio de un nuevo bucle de dictadura militar. No importa si el nuevo jefe del país es Omar Suleimán o cualquier otro general del Ejército. Lo más importante es cómo actuará el nuevo dirigente ante los islamistas, porque ellos seguro que solo quedarán satisfechos si consiguen subir al poder.
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