¿Desalojo definitivo para el “cementerio de aviones” de Aeroparque Jorge Newbery?
26/03/2018Texto de Carlos Ay
El
Aeroparque Internacional “Jorge Newbery” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha servido en las últimas dos décadas como depósito de aeronaves que quedaron en desuso producto de diversas circunstancias (fin de su vida útil, fracaso o quiebra de sus operadores, intervención judicial, etc.).
Si bien buena parte de ellos han sido chatarreados in-situ, trasladados a otros aeropuertos en un agónico último vuelo, retirados por compradores particulares o bien re-asignados a funciones educativas o museológicas, cinco de ellos sobrevivían a fines del año pasado dentro del aeropuerto.
En una movida que pudimos comprobar durante el mes de noviembre de 2017, todas esas máquinas fueron trasladadas al sector que ocupaba el
Museo Nacional de Aeronáutica (MNA) al Sudeste del aeropuerto hasta su mudanza a Morón (Buenos Aires) a principios del Siglo XXI.
El predio lleva casi dos décadas sirviendo como obrador, depósito de materiales de construcción y “cementerio de aeronaves” en desuso aunque, sabiendo que también va camino de desaparecer bajo la inminente construcción de nuevas instalaciones para la terminal aérea más movida del país, nos propusimos reseñar e ilustrar los ocupantes aéreos que han transitado por ese sector “camino al olvido”…
Troncales & feeders
Sus residentes más grandes fueron dos
McDonnell Douglas MD-88 adquiridos a fines de la década de 1980 por Austral Líneas Aéreas pero eventualmente incorporados al servicio por Aerolíneas Argentinas en la primera mitad de la década siguiente.
El más antiguo de ellos era el
LV-VCB “Parque Nacional Los Alerces” (c/n 53351, número de línea 2043, año de fabricación 1993), un ejemplar que habría alcanzado a lucir en fábrica el esquema de Austral pero llegó al país con el de Aerolíneas Argentinas a principios de 1993.
Más allá de una “pasantía” de dos años en la aerolínea española, Air Comet, la máquina completó aproximadamente 15 años de servicio operando para la marca combinada Aerolíneas Argentinas/Austral, empleando el esquema básico de la empresa de bandera y, en los últimos años de su carrera, los títulos de Austral.
El segundo “Mad Dog” en transitar por el sector fue el
LV-VGC “Parque Nacional Calileua” (c/n 53447, l/n 2064, año 1993), que también llegó al país en 1993 y operó por algo más de 15 años hasta abandonar la flota de la marca combinada Aerolíneas Argentinas/Austral.
Ambos ejemplares arribaron al “cementerio” a fines de la década de 2001 y fueron chatarreados allí en el primer semestre del año 2013, aunque algunas fuentes aseguran que el timón de dirección del “Charlie Bravo” sobrevivió en el BAC 111 LV-MRZ que se conservó en una heladería de San Justo (Buenos Aires).
Los sigue un
Boeing 737-2P6 de primera generación, el
LV-WGX “Maalaoula” (c/n 21358, l/n 498, año 1977), que operó en el país entre 1994 y 2003 con dos empresas distintas: Aerolíneas Argentinas primero (1994-1996) y American Falcon después (2000-2003).
Tras el cese de operaciones de esa última empresa en marzo de 2004, el ejemplar comenzó a peregrinar por la aeroestación: Durante algunos años se lo vio al Sudoeste de la plataforma comercial (donde más de un pasajero inexperto fue embaucado por bromistas que pretendían hacerlo embarcar en él para algún vuelo chárter) y luego se mudó al extremo Norte de la plataforma de talleres.
“Feeders, bizjets & propjets”
También habitaron brevemente el sector dos
British Aerospace 3201 Jetstream de larga trayectoria en Argentina, ya que llegaron al país a fines de la década de 1990 de la mano de la aerolínea regional AeroVIP (donde también prestaron servicios de alimentación para Aerolíneas Argentinas Express, LAPA VIP y ARG Express), pasando luego a MacAir Jet y terminando su vida útil en el fallido intento de establecer una filial paraguaya de la empresa aérea de la familia Macri, Ad Maiora Líneas Aéreas.
Matriculadas
LV-ZOW (c/n 869, año 1989) y
LV-ZRL (c/n 928, año 1991), las máquinas conservaban el esquema de pintura blanco y rojo de su último propietario y llevaban el nombre de su último operador escrito en tipografía califráfica de mínimas dimensiones debajo de las ventanas de la cabina de pilotaje.
También sobrevivía hasta febrero de este año un clásico exponente de la aviación ejecutiva del Siglo XX, el
Learjet 35 LV-ZZF (c/n 35-049, año 1976), aeronave traída al país por Baires Fly en el año 2003 y que en julio de 2015 ya se mostraba inactiva en el extremo Norte de la plataforma de hangares junto al 737 Whisky Golf X-Ray.
El último y más antiguo exponente de esta “necrópolis aeronáutica” merece ser rescatado para su preservación en algún museo del país ya que lleva cincuenta años de vida en el país… ¡y casi veinte inmovilizado en el aeroparque!
Se trata del
Rockwell 680V Turbo Commander LV-OFX (c/n 680V-1681-63, año 1967), que voló desde su fábrica hasta el país para integrarse a las filas del Ejército Argentino como aeronave ejecutiva de la Dirección General de Fabricaciones Militares (matrículas militares AE-104 y AE-129).
Sucedido por un birreactor Cessna Citation II en 1980, el aparato pasó a manos civiles y operó con distintas empresas (Air Amigos, Banco Juncal y Empesur, entre otras) hasta ser embargado en esta aeroestación en mayo de 1995.
Tras algo más de una década estacionado en plataforma de talleres, en diciembre de 2007 lo vimos por primera vez abandonado en el pasto a un costado de la pista 13/31, justo en frente a la torre de control, en medio de lo que pronto se transformaría en un depósito de chatarra aeronáutica e industrial.
¿A pasos del final?
Si nos guiamos por la historia reciente de otras aeronaves que quedaron en desuso en este aeropuerto, las tres últimas también están condenadas a desaparecer a manos de chaterreros, motivo por el cual se hace más urgente el llamado a la conservación de algunos de ellos… ¡o al menos a aprovechar para documentar fotográficamente sus últimos días!
Aunque no existan planos detallados, es razonable presumir que estas aeronaves y los últimos vestigios del MNA desaparecerán cuando ese espacio sirva para ampliar la plataforma de vuelo hacia el Sudeste y así dar nueva capacidad de estacionamiento al nunca bien ponderado aeroparque porteño.
Reconocimientos:
Alejandro Drigani colaboró en la elaboración de este reporte, que también consultó las siguientes fuentes en Internet:
AviacionLine,
Historias Individuales y
La Nación.
http://www.gacetaeronautica.com/gaceta/wp-101/?p=26446