Aquellos combates navales.......

MWAA

Colaborador Veterano Guerra de Malvinas
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Gracias, iba a seguir con algunos relatos de los intervinientes, curiosos, por que no se hundio el "LION", ¿por que Scheer omitio el hundimiento del "LUTZOW"?, pero ya es medio largo.
El tema que Frost no es britanico, es yanqui, critico y hasta fastidioso contra los britanicos, si supo vislumbrar en su libro varias cosas, de los alemanes principalmente, el potencial de los destructores, bien conducidos y adiestrados, los submarinos, la importancia del empleo aereo en la observacion y la direccion de tiro, da a entender que estos factores ya ponian en juego el futuro delos buques capitales y que ser prudente en exceso no es beneficioso en la conduccion de flotas, si, los britanicos tuvieron su golpiza, los alemanes tambien, a los alemanes los beneficio "no haberse quedado cinco minutos mas", a los britanicos los perjudico mas "dudar", pero algo claro dejo, ya no impresionaron a las demas potencias y otros querian su lugar
 

MAC1966

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Arturo Pérez-Reverte 16-7-2012

No siempre fue una vergüenza


Como saben, me gusta recordar viejos episodios de nuestra Historia. Sobre todo si causan respeto por lo que algunos paisanos nuestros fueron capaces de hacer. O intentar. Situaciones con posible lectura paralela, de aplicación al tiempo en que vivimos. Les aseguro que es un ejercicio casi analgésico; sobre todo esos días funestos, cuando creo que la única solución serían toneladas de napalm seguidas por una repoblación de parejas mixtas compuestas, por ejemplo, de suecos y africanos. Sin embargo, cuando una de esas viejas historias viene a la memoria, concluyo que quizás no sea imprescindible el napalm. Siempre hubo aquí compatriotas capaces de hacer cosas que valen la pena, me digo. Y en alguna parte estarán todavía. Como estuvieron.

Era un navío de 70 cañones y tenía un bonito nombre: Glorioso. Lo mandaba el capitán don Pedro Mesía de la Cerda, y en 1747 traía de La Habana cuatro millones de pesos en monedas de plata. El 15 de julio, cerca de las Azores, el navío se topó con un convoy inglés escoltado por tres barcos de guerra que casi lo doblaban en número de cañones: el navío Warwick, la fragata Lark y un bergantín. En aquel tiempo, un navío de América era un bombón: solía llevar caudales a bordo, así que los ingleses le dieron caza. Manteniendo el barlovento con mucho arte, el Glorioso se batió toda la noche, tuvo un respiro al caer el viento durante el día, y volvió a pelear la noche siguiente: primero dejó fuera de combate a la fragata, que se hundió; y tras hora y media de combate con el Warwick en la oscuridad, sin otra luz que los fogonazos artilleros -los españoles dispararon 1.006 cañonazos y 4.400 cartuchos de fusil-, el navío inglés se retiró con el rabo entre las piernas. Que no siempre Britania, aunque lo venda con trompetas, parió leones.

Sin embargo, la odisea del Glorioso no había hecho más que empezar. Siguiendo rumbo a Finisterre, el 14 de agosto volvió a dar con una fuerza británica: el navío Oxford, la fragata Shoreham y la corbeta Falcon. Como en el caso anterior, los ingleses le fueron encima igual que lobos. Pero el comandante Mesía y su gente eran de esa casta de colegas que aprietan los dientes y venden caro el pellejo. Por segunda vez asomaron los cañones y batieron el cobre como los buenos: después de tres horas de arrimar candela, pese a haber perdido el bauprés, una verga y tener la popa hecha una piltrafa, el Glorioso continuó navegando hacia España mientras los ingleses se retiraban con graves daños.

Fondeó el navío en Corcubión, desembarcando los caudales, y volvió a la mar para reparar averías en Cádiz, pues vientos contrarios descartaban El Ferrol. Y el 17 de octubre, a la altura del cabo San Vicente, volvió a encontrarse con una fuerza enemiga. Esta vez eran cuatro fragatas corsarias con base en Lisboa y bajo el mando del comodoro Walker: King George, Prince Frederick, Princess Amelia y Duke, que sumaban 960 hombres y 120 cañones. Inmediatamente le dieron caza, aunque el español, resabiado, no reveló su nacionalidad -treta común del mar- hasta que la King George se acercó a preguntársela. Entonces Mesía izó pabellón de combate y le largó al rubio una andanada que le desmontó dos cañones y el palo mayor. Siguieron tres horas de carnicería muy bien sostenida por el Glorioso; pero al rato se unieron a la fiesta las otras fragatas y dos navíos de línea ingleses que navegaban cerca, el Darmouth y el Russell: seis barcos y 250 cañones contra los 70 del solitario español, maltrecho y corto de gente por los combates anteriores y la travesía del Atlántico. Aun así, el comandante Mesía y su tripulación, a quienes a esas alturas daban ya igual seis guiris que sesenta, se defendieron como gato panza arriba bajo un fuego horroroso durante dos días y una noche. Que se dice pronto. Aún tuvieron la satisfacción de acertar en una santabárbara y ver volar al Darmouth, que se fue a tomar por saco con 314 de sus 325 tripulantes. Y al fin, el 19 de octubre -33 muertos y 130 heridos a bordo, agotada la munición, el barco desarbolado, chorreando sangre por los imbornales, raso como un pontón y a punto de hundirse-, el comandante convocó a los oficiales que seguían vivos, los puso por testigos de que la tripulación había hecho lo imposible, y arrió la bandera.

De tal modo, fiel a su nombre, acabó viaje el navío español Glorioso. Había librado tres combates contra 12 barcos enemigos, de los que hizo volar uno y hundió otro; pero la hazaña final no corresponde sólo a quienes con tanta decencia lo defendieron, sino al navío mismo: remolcado a Lisboa por los vencedores para repararlo e izar en él su pabellón, los destrozos se revelaron tan graves que se negó a flotar y fue desguazado. Ningún inglés navegó jamás a bordo de ese barco.

 

MAC1966

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“La mas alta ocasion que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros” Miguel de #Cervates; el manco de #Lepanto

¡La mayor batalla naval de todos los tiempos!

En el golfo de Lepanto se libró la batalla en la que los turcos perdieron cerca de doscientos barcos, entre ellos una gran cantidad galeras, mientras que la Liga Santa tuvo muchas menos bajas saliendo así victoriosa.



La flota cristiana era una unión de escuadras, reflejo de la complejidad política del momento. El grueso lo integraban galeras de España y de la República de Venecia pero contaban también con barcos pontificios, genoveses, de la orden de Malta y de los duques de Toscana y Saboya.

 

MAC1966

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El día del gran golpe de Luis de Córdova a la Armada inglesa​


El mayor desastre logístico de la historia británica incuía 37 fragatas, 9 bergantines, 9 paquebotes; sumaba 294 cañones; portaba 1692 hombres de equipajes, 1159 hombres de la tropa de transporte y 244 pasajeros, entre ellos algunos importantes. De las fragatas había algunas de 700 toneladas, muchas de 400, más de 10 de 200 y el resto de 300 toneladas. Tres de ellas pasaron a la Armada española con los nombres de “Colón”, “Santa Balbina” y “Santa Paula”.

 

MAC1966

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El 25 de enero de 1797, el navío San Francisco de Asís del capitán de navío Alonso de Torres navegaba en solitario frente a la costa de Cádiz cuando los vigías informan de una descubierta de una división de 4 fragatas británicas. El comandante español manda tocar a zafarrancho.

El invierno de 1796 se recordaba como uno de los más fríos y con mala mar del siglo XVIII, y una marejada le había garreado el ancla al navío San Francisco, por lo que tuvo que salir a mar abierto. Entonces, el capitán de navío Torres había continuado cumpliendo con sus órdenes.

Sus órdenes eran patrullar la costa desde el cabo de Santa María al de San Vicente y dar protección a los mercantes españoles de los ataques británicos. La divión de fragatas del capitán Stewart pertenecían a la vanguardia del almirante John Jervis y estaban a la caza.

Al ver al solitario navío español, consideraron que era una presa fácil pero el capitán de navío Torres opinaba otra cosa. A las 13:00 h las fragatas estaban a tiro de cañón, y el San Francisco izó el pabellón español, haciendo fuego con sus 74 cañones.



Las fragatas trataron de aprovechar su mayor velocidad para colocársele en la popa y batirle por parejas con metralla, pero el navío español respondió con sus guardatimones. Posteriormente, en una gran maniobra, dejó que le alcanzaran y les presentó el costado, batiéndolas.

El combate duró sin interrupción hasta las 16:00 h, cuando los capitanes ingleses discutieron si merecía la pena continuar debido al gran daño sufrido. Media hora después, las fragatas volvían a acosar al navío español. Alonso de Torres les iba a plantar cara heroicamente.

El comandante español mandó entonces virar en redondo y presentarles la proa para dirigirse directamente hacia ellas y pasar entra la formación inglesa, así podría aprovechase su mayor artillada al disparar por ambas bandas. Los ingleses, al ver la maniobra, se pusieron en fuga.

Así fue como un solitario navío español derrotó a una división entera de 4 fragatas (de 40, 32 y 28 cañones). El suceso apareció en la Gaceta de Madrid del 7 de febrero de 1797, y por su valentaría el capitán Alonso de Torres recibirían la encomienda de la Orden de Alcántara.

Los británicos ante tamaño fracaso y humillante derrota borrarían el suceso de sus registros y de hecho no ha quedado constancia del combate ni de sus bajas, que estimamos en más de 50 entre muertos y heridos. El navío San Francisco de Asís tuvo 14 en total.
 
El 25 de enero de 1797, el navío San Francisco de Asís del capitán de navío Alonso de Torres navegaba en solitario frente a la costa de Cádiz cuando los vigías informan de una descubierta de una división de 4 fragatas británicas. El comandante español manda tocar a zafarrancho.

El invierno de 1796 se recordaba como uno de los más fríos y con mala mar del siglo XVIII, y una marejada le había garreado el ancla al navío San Francisco, por lo que tuvo que salir a mar abierto. Entonces, el capitán de navío Torres había continuado cumpliendo con sus órdenes.

Sus órdenes eran patrullar la costa desde el cabo de Santa María al de San Vicente y dar protección a los mercantes españoles de los ataques británicos. La divión de fragatas del capitán Stewart pertenecían a la vanguardia del almirante John Jervis y estaban a la caza.

Al ver al solitario navío español, consideraron que era una presa fácil pero el capitán de navío Torres opinaba otra cosa. A las 13:00 h las fragatas estaban a tiro de cañón, y el San Francisco izó el pabellón español, haciendo fuego con sus 74 cañones.



Las fragatas trataron de aprovechar su mayor velocidad para colocársele en la popa y batirle por parejas con metralla, pero el navío español respondió con sus guardatimones. Posteriormente, en una gran maniobra, dejó que le alcanzaran y les presentó el costado, batiéndolas.

El combate duró sin interrupción hasta las 16:00 h, cuando los capitanes ingleses discutieron si merecía la pena continuar debido al gran daño sufrido. Media hora después, las fragatas volvían a acosar al navío español. Alonso de Torres les iba a plantar cara heroicamente.

El comandante español mandó entonces virar en redondo y presentarles la proa para dirigirse directamente hacia ellas y pasar entra la formación inglesa, así podría aprovechase su mayor artillada al disparar por ambas bandas. Los ingleses, al ver la maniobra, se pusieron en fuga.

Así fue como un solitario navío español derrotó a una división entera de 4 fragatas (de 40, 32 y 28 cañones). El suceso apareció en la Gaceta de Madrid del 7 de febrero de 1797, y por su valentaría el capitán Alonso de Torres recibirían la encomienda de la Orden de Alcántara.

Los británicos ante tamaño fracaso y humillante derrota borrarían el suceso de sus registros y de hecho no ha quedado constancia del combate ni de sus bajas, que estimamos en más de 50 entre muertos y heridos. El navío San Francisco de Asís tuvo 14 en total.
Éstas son las historias que me dan orgullo.
Necesitamos una serie histórica de las batallas navales españolas.
 

MAC1966

Colaborador
Colaborador
8 islas, 2 ciudades, 25 villas y 36 castillos rendidos, 4759 franceses, 780 ingleses y 6243 portugueses derrotados y prisioneros, 202 naves capturadas. 0 derrotas. Don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz. Quien de no ser español estaría colmado de honores, calles y películas.

El fiero turco en Lepanto
en la Tercera el francés
y en todo el mar el inglés
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quien he sido
por la cruz de mi apellido
y con la cruz de mi espada.

(Dedicatoria de Don Lope de Vega en el Monumento a Álvaro de Bazán, Madrid)

 

Nocturno Culto

Colaboracionista
Colaborador
Éstas son las historias que me dan orgullo.
Necesitamos una serie histórica de las batallas navales españolas.
Muchos siguen "chisteando" sobre la Armada Invencible y Trafalgar injustamente (como cargando a los franceses por la IIGM sin tener idea), pero los gallegos (lo digo con cariño) han pateado una cantidad interesante de cojones en el mar.
 
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