La ciencia al servicio de un proyecto de país. Entrevista a la Subsecretaria de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico del Ministerio de Defensa de la Nación
La Dra. Mirta Iriondo cuenta cómo se vinculan ciencia , tecnología y producción en un ámbito poco conocido para el conjunto de la sociedad, la Defensa Nacional. También relata su historia de vida, que de algún modo refleja la história contemporanea del país: fue detenida-desaparecida, se exilió en el exterior, volvió en los 90 y en la actualidad sueña con una Argentina en desarrollo e inclusiva, que cuente con fuerzas armadas profesionalizas, con “ciudadanos profesionales de la defensa”
Por Gonzalo Soloaga
03/08/2012. Luego del restablecimiento de la democracia en el año 1983, la política de Defensa Nacional pasó por muchos estadios y cambios. Pero el más significativo y simbólico fue la designación de Nilda Garré al frente del Ministerio de Defensa en diciembre de 2005.
La conducción de la cartera de Defensa -que mediante el Estado Mayor Conjunto dirige las Fuerzas Armadas- a cargo de una mujer con una gran trayectoria en la lucha por los derechos humanos, dio como resultado, un ministerio con mirada más profunda respecto de lo que pasa en la sociedad civil.
De esa manera, se explica cómo es que en la actualidad el Ministerio de Defensa tiene una fuerte vocación de articulación con empresas e instituciones de la comunidad científica en pos de generar soberanía científico-tecnológica para la defensa del país.
Otra forma de ver materializado el cambio de visión y política de la Defensa Nacional, es conocer la historia de una militante detenida-desaparecida en la dictadura militar, que en el exilio sueco se recibio de Ingeniera, licenciada en Física y Doctora en Tecnologia con especialidad en Matematica y que en la actualidad trabaja en el Ministerio de Defensa. Se trata de la doctora Mirta Iriondo, quien aceptó una propuesta de Nilda Garré para abocarse a la gestión pública, a sabiendas de que esa decisión implicaba dejar de lado su carrera como científica e investigadora del CONICET.
¿Con qué te encontraste cuando llegaste a la Argentina en el año 1995?
Fue muy extraño el comprender lo que pasaba acá. No entendía la ausencia del Estado ni las desigualdades.
Yo venía de un país social-demócrata con un estado benefactor, que cuando era joven me ayudaba con el alquiler y con los estudios. Cuando tuve hijos, en el verano me daban un subsidio para que no dejara a los chicos solos. Durante el año funcionaba una guardería en cada barrio. Los colegios eran de doble escolaridad y aparte de ello, luego de las clases, los chicos de hasta 11 años se quedaban haciendo los deberes en el establecimiento.
¿Cómo hiciste para ponerte en sintonía con la realidad que se vivía acá?
Desde que volví siempre hice trabajo social, nunca me encerré en una biblioteca o un laboratorio. Tampoco lo hacía en el exterior, pero acá me sirvió para comprender el porqué de las asimetrías. En los países del tercer mundo, al no tener garantizado a través del Estado el entramado social que permita la incorporación plena de la mujer a la actividad productiva, por cada mujer que ingresa a la actividad gerencial o científica, hay otras que dejan a sus hijos solos para mantener la casa, el cuidado del hogar y los hijos de las primeras. Sin esas mujeres no existirían, por ejemplo, tantas científicas a pesar de la escasa presencia del Estado.
Eso es la desigualdad de oportunidades
En muchos países como el nuestro, falta bastante para la igualdad de oportunidades, porque más allá de la bienvenida reivindicación de la mujer, se requieren muchos recursos para tener una igualdad real de género. El Estado debe asumir el rol de la mujer en tanto trasmisora de cultura, para que ésta se incorpore al proceso productivo.
El 24 de marzo de 2007 conoció a la Ministra Nilda Garre en el acto donde le entregaron el centro de detención clandestino “La Perla” a los organismos de derechos humanos. En ese campo de concentración estuvo detenida Mirta Iriondo. Allí, en cautiverio se puso en pareja con un compañero y quedó embarazada. En octubre de 1978 salió del país y en noviembre nació el tercero de sus tres hijos. Años más tarde, tras volver a la Argentina gracias a una beca de posdoctorado pagada por el gobierno de Suecia, se radicó en su Córdoba natal para trabajar en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba y en el Instituto Universitario Aeronáutico dependiente de Fuerza Aerea Argentina. Allí, en la FAMAF, posteriormente obtuvo otra beca posdoctoral, esta vez otorgada por CONICET para poder seguir trabajando en el país. Luego del encuentro con la Ministra, Iriondo viajó a Buenos Aires y comenzó a trabajar como Directora General de Planificación Industrial. En la actualidad es Subsecretaria de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico del Ministerio de Defensa de la Nación
¿Que rol tiene la ciencia en la defensa de un país?
Yo lo llamo soberanía tecnológica. En pleno siglo XXI, es central llevar el conocimiento y la tecnología a la industria para la defensa. Pero incorporar tecnología no significa comprar el último misil, sino tener el conocimiento para el manejo de las cuestiones críticas de la tecnología. Porque no sirve poseer la tecnología sino se tiene un control sobre ella. Debemos manejar, operar y desarrollar tecnología propia, ya que en los momentos críticos donde hay que defenderse, no se puede depender de otros países (habitualmente los más desarrollados) que tienen intereses diferentes, y a veces, contrapuestos a los nuestros, tal como puso de relieve la Guerra de Malvinas..
Es una nueva cosmovisión, hasta no hace mucho tiempo la Argentina se dedicaba a comprar paquetes cerrados de tecnología de defensa
Si. Antes se salía de compras a los países desarrollados para adquirir armamento y tecnología equivalente a la que tenían nuestros países limítrofes como Chile y Brasil, con quienes se planteaban hipótesis de conflicto.
Hoy en día la visión es totalmente distinta e implica un gran desafío. Con la dinámica del proceso de integración regional que estamos viviendo, cuyos mayores exponentes son el MERCOSUR y la UNASUR, en donde debemos pensar la defensa desde una perspectiva de Patria Grande y basada en capacidades crecientemente propias, la cuestión se transforma en un enorme y acuciante reto, más aún sin una historia de soberanía tecnológica reciente sobre la cual poder apoyarse.
¿Qué proyectos están llevando a cabo que de cuenta de la relación entre ciencia, tecnología y defensa?
Uno de los proyecto más ambiciosos que tenemos en la actualidad es el Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA). Este es un proyecto de aviones no tripulados (UAV) cuya ejecucion completa llevara alrededor de diez años con una importante inversion por parte del Ministerio de Defensa. Cuando esté listo dotará al país de capacidades hoy tan sólo soñadas tanto para misiones aéreas, marítimas como terrestres; además de desarrollar nuevos sectores de la tecnología argentina con múltiples usos duales, como es la propulsión de aeronaves no tripuladas, sensores electroópticos, radares de apertura sintética, comando y control y comunicaciones de alto rendimiento.
¿Cuál sería el eje central en este tipo de proyectos?
La hoja de ruta tecnológica
¿De qué se trata?
Es un modo particular de encarar los proyectos que viene de la mano de articular las necesidades con las capacidades. En el caso de los UAV que es un proyecto a 10 años, encaramos el SARA porque evaluamos que estamos en condiciones de hacer la carga útil, que es lo más importante en este tipo de sistemas. Pero llegamos a esta conclusión luego de trazar una hoja de ruta tecnológica conjunta con la empresa INVAP. En la misma, se evaluó qué tecnología se importaría, cuál se desarrollaría con Pymes a nivel local, cuál se sustituirá paulatinamente y cuál no. En la actualidad, tenemos la capacidad de producir los radares que llevarian estos sistemas. En el caso de la propulsión, los primeros prototipos podran tener por ejemplo propulsión importada, pero ya identificamos las empresas que van a desarrollar la propulsión a nivel locals. Lo mismo sucede con el piloto automático y el radar de apertura sintética. En el caso de las cámaras, por ejemplo, encontramos en Córdoba una pequeña empresa compuesta por tres ingenieros que fabrican cámaras que usan los helicópteros para filmar las carreras de rally. Hoy en día, esa empresa ya está haciendo en conjunto con INVAP, una cámara giroestabilizada ( tipo Flir) para la policía federal que será similar a la que utilizaremos en el UAV. Esa cámara, tiene un telémetro laser importado que será sustituido por uno nacional que el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF), dependiente de nuestro Ministerio, ya comenzó a desarrollar. Eso es armar y planificar una hoja de ruta tecnológica. Es apasionante.
¿Qué es el CITEDEF?
Es el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa, que tiene un gran trabajo conjunto con institutos del CONICET. También tenemos una articulación interesante con Universidades Nacionales a partir de los subsidios PIDDEF. Son instrumentos con los cuales buscamos articular demandas científico-tecnológicas de defensa con instituciones que no necesariamente tienen que ser de la jurisdicción del ministerio. Esta apertura empezó a dar resultados muy interesantes, particularmente con Universidades Nacionales.
En el plano de la defensa, ¿cómo articular la producción de conocimiento con el desarrollo tecnológico?
En el país tenemos mucho conocimiento, tanto en el CONICET como en las Universidades y un entramado de pymes tecnológicas muy interesante. Pero para articular eso con la amplia red de Pymes de todo el país, hay que copiar el modelo de la empresa privada: el punto de partida es la satisfacción de una demanda. En otras palabras, tiene que haber alguien que adquiera lo que se produzca y recién ahí ponerse a pensar cómo llegar a producir determinado resultado. En los proyectos estratégicos, que requiere mucho tiempo e inversión, el principal cliente es el Estado. Por lo que su rol es el de articular y traccionar todo el sistema.
Haciendo honor a su afección por el conocimiento, Mirta Iriondo está convencida de que es necesario profesionalizar las fuerzas armadas desde la capacitación y el conocimiento. Entre todas las tareas que lleva adelante en la Subsecretaría, una de la que más la motivan es la reactivación de la carrera de investigador y desarrollista del Ministerio de Defensa, denominado RPIDFA (Régimen de Personal de Investigación y Desarrollo de las Fuerzas Armadas). Es un régimen similar al de CONICET y exclusivo para civiles. Iriondo apuesta a romper el cerco. Cree oportuno un debate social amplio respecto de cómo deben ser las Fuerzas Armadas. Por otra parte, considera necesario que los militares se formen en las universidades nacionales públicas. “Para generar ‘ciudadanos profesionales de la defensa’, a veces es tan importante una clase de derechos humanos como ir a compartir una cerveza con un compañero. La posibilidad de que el futuro profesional militar comparta espacios de formación, reflexión y trabajo con otros actores de la sociedad, con dinámicas y estilos de vida diferentes, enriquece su capacidad de adaptación, compresión de problemas y de encuentro de soluciones de manera creativa y eficiente, y de interacción con otros, por distintos que sean. Esto es de enorme utilidad para la incorporación, generación y aplicación de conocimientos, pero también para que él se sienta integrado a la sociedad a la que pertenece, y en definitiva, pueda interpretar más cabalmente las necesidades que ella tiene y los modos más adecuados de satifacerlas”.
fuente
http://server.innovat.org.ar/?p=2140
saludos