Las FF.AA. no tienen estructura para el servicio obligatorio
Se donaron o vendieron gran cantidad de unidades militares.
En
sintonía con la Casa Rosada, el debate por el retorno del
servicio militar obligatorio no cayó bien en la cúpula de las Fuerzas Armadas. Creen que sería un retroceso y perderían profesionalismo; además, aseguran que hoy sería imposible debido a la falta de infraestructura edilicia adecuada,
de presupuesto y de mandos medios.
En 1983, un año después de la guerra de Malvinas, en las Fuerzas Armadas había 100.754 conscriptos. Ese número fue disminuyendo paulatinamente con el retorno de la democracia. En 1994, antes de que el 31 de agosto se derogara la Ley 4301/1901 del servicio militar obligatorio, en las unidades militares
de todo el país había 25.035 "colimbas".
En la actualidad hay unos
20.600 soldados voluntarios, no muchos menos que en 1994, cuando el asesinato del conscripto
Omar Carrasco terminó con la obligatoriedad del servicio militar. Tampoco hay muchos más soldados que en 2001, cuando la crisis también pasó por los cuarteles, donde había 20.166 voluntarios.
"A corto plazo, sería imposible retornar a la experiencia
de lo que se llamó ‘colimba’. Ni siquiera tenemos lugar donde ponerlos, usted sabe que desde hace muchos años se han donado o vendido cientos de propiedades; incluso hay lugares donde se han montado shoppings. Por otra parte, la cantidad de tropa debe ser equivalente a la capacidad operativa; hoy estamos en un equilibrio adecuado", explicó a PERFIL un general que prefirió que su nombre no se publicara porque dice no estar "autorizado". Otra dificultad es la "baja cantidad de oficiales subalternos y suboficiales para controlar una tropa integrada por conscriptos en masa".
En la primera línea de mando de las Fuerzas Armadas nadie quiere aceptar que el reclutamiento, pese a haber mejorado en los últimos años, no es una tarea sencilla.
En el Ejército, por ejemplo, el número de aspirantes en la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral no es lo que era. Lo mismo sucede en el Colegio Militar de la Nación, donde “antes había una terrible purga y hoy tenemos que empujar a los cadetes para que egresen”, se sincera un coronel en actividad que hasta el año pasado estuvo en la Dirección de Institutos Militares.
El mismo oficial explicó que “sólo para la carrera de oficial del cuerpo comando y de servicios, la cantidad de ingresos disminuyó 45% respecto de la década del 90. Si hoy egresan 200 subtenientes, tenemos que festejar”. El año pasado egresaron 180 oficiales. En la Fuerza Aérea sucede lo mismo. En 1983 había 439 alféreces, y en la actualidad no hay más de 220.
La deserción es otra de las preocupaciones en las Fuerzas Armadas. Un comodoro retirado dice que “los pilotos están unos años en la Fuerza Aérea y después se pasan a la actividad privada, donde cobran hasta cinco veces más”. Los jóvenes oficiales pueden tener toda la vocación y sus jefes pueden estimularlos hasta lo máximo, pero el salario, en muchos de los casos, es inferior al de un empleado de una agencia de seguridad privada de buen nivel.
El debate estalló después de que el senador bonaerense
Mario Ishii propusiera el retorno del servicio militar obligatorio. Según el ex intendente, su propuesta “no fue lanzada al azar. Está basada en una encuesta en la calle, donde la gente está de acuerdo con la consulta popular, con la posibilidad de que vuelva el servicio militar obligatorio”, destacó Ishii en un comunicado. Y agregó: “Aparte de que podrían recibir una mensualidad, serviría para formar a éstos jóvenes ‘ni ni’ ante la imposibilidad de hacerlo en una escuela o en un trabajo”.
El ministro de Defensa, Agustín Rossi, rechazó la iniciativa y dijo que es una propuesta “facilista”. Para el funcionario, la discusión conlleva una “mirada estigmatizante” de los jóvenes y afirmó que “atrasa desde el punto de vista de la política de las Fuerzas Armadas”. Por su parte, el jefe de Gabinete nacional, Jorge Capitanich, afirmó que “el servicio militar no resuelve los conflictos sociales” y que la propuesta “no es beneficiosa desde el punto de vista de las políticas sociales ni desde el punto de vista de la defensa”.
El ex jefe del Ejército y actual embajador en Costa Rica,
Martín Balza, señaló: “el Ejército no es un reformatorio”
perfil