Las denuncias que conmueven al Ejército
Sep-19-08 - por Rosendo Fraga
Hay un solo caso en la historia del Ejército, en el cual su jefe debió renunciar por una denuncia de corrupción. Fue a fines de los años treinta, cuando el General Rodolfo Márquez, entonces ministro de Guerra del presidente Roberto M. Ortiz, se vio obligado a dejar el cargo por una denuncia de pago de sobre precio en la compra de los terrenos, en los cuales fue construido el actual Colegio Militar en la localidad bonaerense de El Palomar.
Pero en aquel caso, el jefe militar no fue procesado, ni habían tenido lugar situaciones de corrupción dentro de la Fuerza. Los acusados concretamente habían sido legisladores, que en la comisión de la Cámara de Diputados que integraban, autorizaron la compra con el pago del sobreprecio. Un diputado conservador responsable del caso (Kaiser), se suicidó al ver afectado su honor.
Por esta razón, es difícil encontrar un precedente histórico dentro del Ejército, similar al que hoy afecta a la Fuerza en términos de denuncias de corrupción de distinto tipo.
La opinión pública percibe a los militares corporativamente, como lo hace con los jueces, los sacerdotes o los legisladores. Lo que afecta a algún miembro de estas actividades suele afectar a la imagen del conjunto, como no sucede con las profesiones liberales como abogados, médicos, ingenieros o economistas, cuyas fallas no se proyectan sobre todos en la percepción de la opinión pública.
Desde esta perspectiva, lo que hoy sucede es una situación delicada.
Quizás convenga analizar que pueden estar quedando, en una misma situación en términos de imagen, casos que son diferentes.
La realidad es que parecen haberse establecido sistemas -violando las normas administrativas- para generar fondos.
En algunos casos, estos fondos eran usados para el financiamiento de un presupuesto militar que está en crisis desde hace mucho tiempo por falta de recursos. Pero al manejarse dinero irregular o en negro, si este dinero iba al financiamiento de la Fuerza o al beneficio personal, es una cuestión no menor.
Al tratarse de situaciones que revelan un sistema en ciertas áreas del Ejército, la responsabilidad del jefe -en este caso Bendini-, se hace insoslayable. Pero cabe señalar también que estos hechos suceden a cinco años y medio de que Néstor Kirchner llegó al poder, con lo cual dichas situaciones no han comenzado hace poco tiempo.
Pero a la vez, el ex jefe del Estado Mayor arrastraba una causa en Santa Cruz -donde era el Comandante de la Brigada XI al momento de ser electo Kirchner como presidente-, iniciada ese mismo año de 2003.
La cercanía al poder político hizo que la justicia patagónica, durante cinco años, dilatara el procesamiento que ahora ha decidido dictar.
Si la influencia del Gobierno ahora es más débil o si el oficialismo decidió dejar de proteger a Bendini, es un tema que queda para la conjetura.
A ello se agrega que Bendini estaba enfrentado con la ministra de Defensa Nilda Garré, y que tenía acceso directo al ministro de Planificación, Julio De Vido.
El ya ex jefe del Ejército quedará en la historia del Ejército por dos notas de su gestión: haber bajado personalmente -desde un banco- el retrato del ex presidente de facto, Jorge R. Videla, en el Colegio Militar, en una actitud humillante para un jefe militar; y la segunda, por las causas de corrupción que afectaron al Ejército durante su mando y a él personalmente. Seguramente por ninguna de las dos será recordado positivamente desde la perspectiva militar.
Lo importante hacia adelante ahora es erradicar los manejos irregulares en la administración militar -como lamentablemente los hay en otras áreas del Estado-, transparentar el presupuesto militar poniendo en ejecución proyectos que están en marcha al respecto dentro del mismo Ministerio de Defensa y clarificar lo más rápido posible las responsabilidades de quiénes, dentro del Ejército, cometieron irregularidades para el financiamiento de la Fuerza y quiénes lo hicieron para beneficio propio.