En el reciente debate de candidatos a vicepresidente fue mencionado Eduardo Villarruel.
Tuve el honor de conocerlo en Malvinas, conversar con él, sacarle fotos. Después de la guerra me invitó a dar una charla en Rosario.
El entonces capitán era el segundo jefe de la Compañía de Comandos 602. Había sido un durísimo instructor de fuerzas especiales.
Antes de salir desde Comodoro Rivadavia para las islas, le dijo a sus comandos que quería regresar victorioso con todos, pero sabía que iba a haber caídos.
En Malvinas, cuidando a sus hombres, Villarruel siempre trataba de equilibrar con una dosis de prudencia las decisiones temerarias de su jefe. Pero el mayor Aldo Rico lucía incomovible ante las bajas propias.
El padre de la actual candidata a vicepresidente era un hombre altamente ético, de profunda formación religiosa, gran cultura general, un profesional exigente y justo.
Siempre fue muy crítico de la Junta Militar, como todos los comandos, que eran fervientes nacionalistas. Tenían una escala de valores diferente a la de Videla y Massera.
Durante la guerra demostró su valentía en reiteradas oportunidades, siempre alentando a sus subordinados cuando enfrentaban al SAS.
En el combate donde cayeron el sargento “Perro” Cisnero y el gendarme Gumersindo Acosta del Escuadrón Alacrán, Villarruel era el jefe del escalón apoyo, que cubrió permanentemente a los comandos con su fuego de ametralladoras.
En un momento la artillería inglesa batió sus posiciones y el capitán Andrés Ferrero pensó que lo habían abatido.
De repente volvieron a bramar las ametralladoras.
El capitán Villarruel seguía allí cumpliendo con su misión.