Programas navales en América Latina
Las armadas de la región desde hace un tiempo que intentan llevar a cabo una serie de programas de modernización, en tiempos de presupuestos recortados y falta de apoyo político. La necesidad de proteger los mares, sin embargo, se ha incrementado frente a nuevas amenazas.
Por Santiago Rivas
A las labores convencionales de las Armadas latinoamericanas, desde hace tiempo que se han ido sumando otras nuevas, principalmente el cuidado del medio ambiente marino y el control de las actividades de organizaciones criminales, especialmente el tráfico de drogas. A esto se suma la necesidad, en casi todos los casos, de modernizar las flotas y reemplazar unidades viejas para mantener las capacidades preexistentes. Sin embargo, en casi todos los casos esta realidad choca con la falta de interés político y los recortes de presupuesto, lo que complica mucho llevar adelante los programas navales.
El caso de Brasil es sin dudas el más complejo. Desde el descubrimiento de petróleo frente a las costas centrales del país, a comienzos del nuevo milenio, la Armada Brasileña llevó adelante uno de los programas de reequipamiento y expansión más ambiciosos de la historia latinoamericana, presentado en 2009. Este plan, que comprendía una inversión de 84.400 millones de dólares entre 2010 y 2030, chocó con la crisis económica de Brasil. Del plan original que comprendía la creación de una nueva escuadra y una nueva división anfibia, que prácticamente duplicaría la fuerza, alcanzando para 2030 un total de 282 buques, incluyendo dos portaaviones, 30 escoltas, cuatro buques multipropósito, 15 submarinos convencionales y seis nucleares, además de 288 aeronaves, hoy se mantiene muy poco.
Por el momento, progresa a paso firme la construcción de cuatro submarinos clase Scórpene, como parte del programa Prosub, el primero de los cuales, bautizado “Riachuelo”, ya fue botado y está realizando las pruebas de mar, habiendo completado en agosto pasado las pruebas de superficie, esperándose que sea entregado en 2021, siete años más tarde de lo originalmente previsto. Los buques son construidos en un astillero hecho especialmente para el programa en Itaguaí, al oeste de Río de Janeiro, perteneciente al consorcio Itaguaí Construções Navais (ICN), con partes fabricadas localmente y otras provistas desde Francia por Naval Group.
Submarino Riachuelo de la clase Scorpéne, siendo preparado para las primeras pruebas de mar en Brasil. Foto Itaguaí Construções Navais.
Para los submarinos de la clase Scórpene, el plan era que los cascos se construyeran en la Unidade de Fabricação de Estruturas Metálicas (UFEM, perteneciente al ICN) y hasta el 20% de los componentes internos también se construirían en Brasil, incluidas baterías, sistemas de combate, navegación y comunicación, sonar, motores eléctricos y diesel, generadores, tubos de torpedos y otros. Las consolas multifunción de sistemas de combate fueron desarrolladas por Atech (una compañía perteneciente a Embraer), junto con Ribfer y Atmos.
Los submarinos serán más grandes que los buques de la clase Scorpene anteriores entregados a India, Malasia y Chile, con 71 metros de eslora y un desplazamiento de 2.000 toneladas. A pesar de que originalmente fueron diseñados para tener propulsión independiente del aire (AIP), la Armada Brasileña decidió no usarla y usar ese espacio para combustible, alimentos y otros usos. Estarán armados con hasta dieciocho torpedos F21, minas o misiles SM-39 Exocet, que podrían lanzarse a través de seis tubos.
El destructor ARA Almirante Brown es uno de los cuatro tipo Meko 360, que junto a las seis corbetas tipo Meko 140 se espera que sea modernizado dentro de poco tiempo. Foto Santiago Rivas.
Mientras tanto, el programa del submarino nuclear continúa avanzando muy lentamente y sigue sufriendo constantes retrasos en la fecha en que se espera tenerlo operativo. Por ahora, además, se planea construir una única unidad, que debería entrar en servicio para 2030.
Frente a la próxima incorporación de los Scorpéne, la Armada Brasileña primero ofreció sus cuatro submarinos tipo 209-1400 sin costo a la Armada Argentina, lo cual resultó muy atractivo para dicha fuerza, pero luego cambiaron las condiciones para que sea una venta, por lo que la falta de presupuesto asignado por la Armada Argentina llevó a frenar la operación. Actualmente se está negociando con la Marina de Guerra del Perú la venta de dos de ellos (los Timbira y Tapajó, que entraron en servicio en 1996 y 1999 respectivamente) a cambio de la construcción de un buque logístico del tipo Makassar, por parte del astillero peruano SIMA, para la Armada Brasileña, aunque la Armada Argentina mantiene el interés por los otros dos.
Render del proyecto para la clase Tamandaré presentado por el consorcio ganador, Águas Azuis formado por thyssenkrupp Marine Systems, Embraer Defense & Security y Atech.
El programa para buques de superficie fue prácticamente desmantelado al día de hoy, manteniéndose solamente el proyecto por la clase Tamandaré, por cuatro fragatas que reemplazarán a la clase Inhaúma. En 2012 el comandante de la Armada Brasileña, Almirante Júlio Soares de Moura Neto anunció la decisión de avanzar con el programa, cuyas unidades serán bautizadas Tamandaré, Jerônimo de Albuquerque, Cunha Moreira y Mariz e Barros, con la intención de comenzar la construcción en 2014 basando su diseño en el de la corbeta Barroso, pero este se demostró obsoleto y se empezó a trabajar en un nuevo diseño, el cual fue realizado por Vard Niterói (perteneciente a Fincantieri Group). Tras muchos retrasos, el 29 de marzo de 2019 se seleccionó el consorcio Águas Azuis formado por thyssenkrupp Marine Systems, Embraer Defense & Security y Atech, que plantea el diseño Meko A100. Si bien se espera que se entregue el primer buque en 2025 y el cuarto en 2028, los recortes de presupuesto de defensa anunciados en 2019 pueden afectar seriamente al programa.
El proyecto original incluía el uso de un cañón Oto Melara de 76 mm, misiles MBDA Sea Ceptor, misiles antibuque Mectron ManSup (desarrollados a partir del MM40 Exocet), dos lanzadores triples Ares para torpedos Mk-46, un cañón de 40 mm, dos ametralladoras Browning de 12,7 mm, dispensadores de chaff / bengalas Ares, radar de vigilancia BAE Systems / Bradar, radar de control de tiro, radar de navegación, sonar, mira óptica Ares, sistema Defensor Mk.3 ESM desarrollado por el Instituto de Pesquisas da Marinha (IPqM) de la Armada de Brasil y sistema de control táctico SICONTA 3.
Buque patrullero Damen Stan Patrol 5009 “Isla de San Cristóbal” de la Armada Ecuatoriana. Foto: Astinave.
Argentina
A pesar de la falta de presupuesto y una realidad angustiante para la Armada Argentina, que fue duramente golpeada por la pérdida del submarino ARA San Juan en noviembre de 2017, la fuerza mantiene activos sus programas de modernización y reemplazo de buques. Por ahora, el que avanza a buen paso es la incorporación de los cuatro OPV tipo Gowind, el primero de los cuales, el ARA Hipólito Bouchard, el cual había sido alquilado a la Armada Francesa desde 2012 por Naval Group y bautizado L’Adroit, llegó a la Argentina el 5 de febrero de 2020. De los otros tres buques, el segundo, ARA Piedrabuena, está en la etapa final de construcción y deberá ser entregados en 2021, con las otras dos unidades, ARA Almirante Storni y ARA Bartolomé Cordero se entregarán en 2022.
A la vez, a un ritmo lento avanza el plan para la construcción de un buque polar, cuyo presupuesto de 195 millones de dólares fue aprobado para 2020 y nuevamente para 2021, pero no ha sido ejecutado aún. El proyecto se haría como parte de un acuerdo con China, con cuyo gobierno se firmó una carta de intención para la provisión de un diseño y la financiación, mientras que se está decidiendo la posibilidad de construirlo en el Astillero Río Santiago (con algunos componentes chinos y acero naval provisto por dicho país) o en China. El diseño original chino fue luego reemplazado por otro liderado por la Universidad Tecnológica Nacional de Argentina y prevé un buque de clase PC4 (navegación todo el año en hielo grueso de un año) de 13250 toneladas, 132,2 metros de eslora, capacidad para 2200 toneladas de carga y 60 pasajeros, similar en muchos aspectos al rompehielos ARA Almirante Irízar, pero con capacidad solamente para romper hielo de hasta 1,65 metros de espesor (el Irízar puede romper hielo de hasta 5,6 metros de espesor). Este buque finalmente reemplazaría al ARA Bahía Paraíso, perdido en 1989 en la Antártida. Si bien en 2020 se negoció la incorporación del buque polar australiano Aurora Australis, de la empresa P&O, dicha operación fue finalmente cancelada por el oferente.
Mientras tanto, la Armada planea reemplazar a los dos portacontenedores clase Costa Sur que hoy forman parte de Transportes Navales por dos buques con cierta capacidad polar que se construirían en el
Astillero Río Santiago, aunque dicho programa está frenado por el momento. También está frenada la modernización de los destructores Meko 360 y las corbetas Meko 140, para lo cual había dos propuestas, una presentada por la empresa local
INVAP, que solo cubría el equipamiento electrónico y otra por
Thales que incluía también los sistemas de propulsión y de armas. Además, se estudia la conversión de los Meko 140, las Parker y Robinson, en OPV, modificando, entre otras cosas, su popa para poder desplegar dos lanchas interceptoras, para lo cual seguramente se elimine el cañón de 40 mm de popa.
La Fuerza de Submarinos, por su lado, se encuentra en una encrucijada luego de la pérdida del ARA San Juan, con su gemelo ARA Santa Cruz fuera de servicio y con los trabajos de recorrida detenidos desde 2017 y el ARA Salta en las mismas condiciones y próximo al final de su vida útil. La propuesta de cesión de dos submarinos Tipo 209-1300 por parte de Brasil se frenó, aunque se mantiene el interés. Por su parte, se recibió una oferta desde Suecia por la construcción de dos submarinos nuevos, pero no pudo prosperar tampoco por falta de presupuesto, aunque se mantiene el plan, dentro del período 2020-2030, de incorporar al menos un submarino de un tipo aún no definido.
Para la Prefectura Naval se ha presupuestado la incorporación de cuatro buques patrulleros Damen Offshore Patrol Vessel por un monto de 150,4 millones de Euros. Hasta ahora la fuerza no ha dado detalles sobre qué tipo de buque, dentro del portfolio de OPV ofrecidos por Damen, es el que se busca incorporar ni otros detalles de dicho programa.
Diseño del nuevo buque polar que se espera que sea construido para la Armada Argentina. El gobierno ya autorizó la toma del crédito por 195 millones de dólares para su construcción. Imagen Universidad Tecnológica Nacional.
Chile
La Armada de Chile llevó adelante en el nuevo milenio el más exitoso programa de modernización, reemplazando una flota que databa de los años cincuenta y sesenta por otros de segunda mano, pero entre veinte y treinta años más nuevos, los cuales, además, han sido modernizados. Mientras la fragata Tipo 22 Almirante Williams fue extensivamente modernizada entre 2008 y 2009 con misiles Barak 1, un radar ELTA EL/M 2238 de vigilancia, un cañón Oto Melara de 76mm y misiles Harpoon. También, las cuatro fragatas Tipo 23 están siendo modernizadas gracias a un contrato firmado con Lockheed Martin Canada, instalándoseles el Sistema de Gestión de Combate CMS 330, los misiles antiaéreos MBDA CAMM, radar de vigilancia y control de tiro Hensoldt TRS-4D, a la vez que se instaló el sistema de apoyo electrónico ESM RD-170 junto a la empresa local DTS.
Mientras tanto, la construcción del nuevo buque polar Antártica 1 de clase PC5 (navegación todo el año en hielo medio de un año de hasta un metro de espesor) comenzó el 16 de agosto de 2018 y se espera que esté listo en 2023. El buque está siendo construido en Chile por Asmar y es del diseño Vard Marine 9 203, tendrá una eslora de 109,8 metros y el costo total se estima en 210 millones de dólares.
La fuerza además incorporó en abril de 2020 las fragatas australianas HMAS Melbourne y Newcastle, rebautizadas Almirante Latorre y Capitán Prat, para reemplazar a los dos buques de la clase L del mismo nombre.
Por otro lado, está en los planes el reemplazo del buque de apoyo de submarinos Merino, comprado a la Armada Sueca en 1997 y se espera para 2025 poder reemplazar a los dos submarinos Tipo 209/1400 Thompson y Simpson, aunque no se ha definido por qué clase. Dado que la fuerza actualmente opera dos submarinos de la clase Scorpéne, es posible que opten por dicho diseño.
Las fragatas clase L Capitán Prat y Almirante Latorre que acaban de ser dadas de baja y reemplazadas por las australianas HMAS Melbourne y Newcastle. Foto Santiago Rivas.
Colombia
El principal programa de la fuerza es el llamado PES (Plataforma Estratégica de Superficie), que plantea la construcción por parte del astillero local Cotecmar de cuatro fragatas de unas 3600 toneladas, con sistemas antibuque, antiaéreos y antisubmarinos, baja firma radar y sistemas de detección para todo tipo de amenazas. Estas serían los primeros buques de guerra de gran porte de la fuerza, hoy equipada con las cuatro naves de la clase Almirante Padilla. Si bien la Armada de Colombia las clasifica como fragatas, su desplazamiento de 1500 toneladas y sus capacidades las ubican como corbetas.
Por su parte, Cotecmar ha avanzado en la exportación de buques, con un buque de desembarco BAL-C entregado a Honduras y otro a Armada de Guatemala. Se estudia la construcción de otro para la Armada de Colombia, donde son denominados BDA (Buque de Desembarco Anfibio). Además, han ofrecido su diseño OPV 93C/E a la Armada de Ecuador, el cual puede armarse hasta calificar como una corbeta.
El ARC Golfo de Tribuga es el primero de los buques de desembarco producidos por Cotecmar. Ya se entregaron cinco de ellos a la Armada de Colombia, uno a la de Honduras y otro para Guatemala. Se espera además una sexta unidad para la primera fuerza. Foto Cotecmar.
Perú
A pesar de encontrarse en una situación crítica, la Marina de Guerra del Perú avanza con algunos programas. Por un lado, sigue adelante la construcción de los buques multipropósito de la clase Makassar, construidos localmente por SIMA con licencia del astillero surcoreano Daesun Shipbuilding & Engineering, de los cuales el primero, BAP Pisco, ya está operativo, mientras se finaliza el BAP Paita y se analiza la posible construcción de un tercero. Además de la negociación citada con la Armada Brasileña, el modelo ha sido ofrecido a la Armada de Colombia.
Mientras, se estudia la incorporación de cuatro buques de desembarco más pequeños, para poder llegar a las costas en donde no hay muelles, estudiándose sobre todo los diseños Damen Stan Lander 5612 y el Cotecmar BAL-C. También, SIMA espera poder avanzar en los contratos para la producción de dos buques de patrulla marítima.
Sin embargo, por otro lado, sigue sin plantearse el reemplazo de las fragatas clase Lupo. Dos de ellas, las BAP Carvajal y Villavicencio, fueron modificadas y clasificadas como guardacostas. De las otras seis, solo dos están operativas, las BAP Aguirre y Bolognesi, que han recibido la modernización de sus sistemas, incluyendo radares AESA Selex Kronos NV-3D, misiles MBDA MM40 Block III Exocet, el sistema de comando y control SIMA Varayoc y el sistema de guerra electrónica MAGE QHAWAX. Se espera que las BAP Mariagetui y Montero sean las siguientes a ser modernizadas.
Por otro lado, se espera la recepción de una segunda corbeta de la clase Po Hang donada por la Armada de Corea del Sur, que se sumaría a la BAP Ferré, entregada en julio de 2016. Si bien esto se anunció a comienzos de 2018, la entrega aún no se hizo efectiva y se espera para 2021.
Además, en octubre de 2020 se aprobó el proyecto para la compra de tres OPV de entre 1500 y 2200 toneladas, con una inversión prevista de unos 85 millones de dólares por unidad.
La fragata clase Lupo BAP Carvajal fue modificada como guardacostas, retirándole los sistemas de misiles, torpedos y radares de vigilancia y control de tiro, entre otros sistemas, y rebautizada BAP Guardiamarina San Martín. La BAP Villavicencio está en proceso de sufrir la misma modificación. Foto Lewis Mejía.
México
Originalmente, el plan 2020-2024 de la Armada de México preveía la construcción de dos buques de Patrulla Oceánica de Largo Alcance (POLA), cuatro de patrulla costera, cinco interceptoras y un buque de patrulla logística, aunque el plan total de las POLA era el de alcanzar las ocho unidades.
Estas últimas en realidad son fragatas Damen Sigma Clase 10514 de 2365 toneladas de desplazamiento, y el objetivo era el de reemplazar a las dos unidades de la clase “Bronstein” que poseía la Armada de México, pero luego de la entrada en servicio de la ARM “Benito Juárez” (inicialmente bautizada ARM “Reformador”), el programa se ha detenido por completo y no tiene presupuesto asignado para 2021, por lo que su continuidad es dudosa. Además, algunos sistemas, como los dos lanzadores dobles de misiles antibuque Boeing Defense RGM-84L Harpoon Block II no han sido instalados, mientras que, si bien en agosto de 2018 se anunció la aprobación por parte de Estados Unidos para la venta de un lanzador vertical Mk56 y ocho misiles RIM-162 ESSM (Evolved Sea Sparrow) para incorporar a la fragata, dicha operación no se terminó concretando.
La fragata, construida entre el astillero local Astimar en Salina Cruz, Oaxaca, y Damen, posee un sistema de combate Thales Tácticos, radares Raytheon Anschütz Synapsis y Thales Smart, sistema de contramedidas electrónicas Indra Rigel, sistema de integral de control de comunicaciones Navantia Hermesys y sonar Thales Captas. El armamento consiste en dos lanzadores triples de torpedos Raytheon Mk.54 Mod 0, un cañón BAE Systems Bofors Mk3 de 57 mm, un cañón BAE Systems Bushmaster Mk 38 Mod 2 de 25 mm, un lanzador Raytheon Mk 31 con 21 misiles RIM-116 Rolling Airframe Missile (RAM) Block II y cuatro montajes para ametralladoras de 12,7mm. También tiene a popa una plataforma para desplegar lanchas interceptoras y cubierta de vuelo y hangar para un helicóptero mediano.
Los otros buques que se esperan construir antes de 2024 son cuatro patrullas costeras Damen 4207, cinco lanchas interceptoras Polaris II y un buque Damen Fast Crew Supplier, aunque tampoco se ha aprobado su presupuesto ni se ha avanzado durante 2020.
El ARM Benito Juárez, el primero de los POLA para la Armada de México, que entró en servicio recientemente. Foto Armada de México.
Patrulleras costeras
La Armada Ecuatoriana, por ahora, solo avanzó con el proyecto Apollo, al incorporar dos pequeñas patrullas oceánicas del diseño Damen Stan Patrol 5009, producidas localmente por Astinave y entregadas en 2017. El mismo diseño también se incorporó en cuatro unidades, entre 2015 y 2016, por las Fuerzas de Defensa de Trinidad y Tobago. Esta fuerza contrató al astillero australiano Austal en julio de 2018 para la construcción de dos lanchas patrulleras clase Cape, con entregas a partir de 2020, mientras que también compraron en 2015, por 24,4 millones de dólares, una OPV de 79 metros de eslora y 1000 toneladas de desplazamiento. al astillero chino CSSC Huangpu Wenchong Shipbuilding Company, bautizado “Nelson II”, aunque, a pesar de su tamaño, no cuenta con armamento, cubierta de vuelo ni embarcaciones interceptoras. Sin embargo, es el barco más grande de la fuerza.
Metal Shark Defiant 85 como las que están siendo entregadas a las armadas de Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y República Dominicana. Foto Metal Shark
América Central y el Caribe
La región enfrenta el desafío de modernizar su pequeña flota de buques de patrulla costera, muy envejecida, para hacer frente a la creciente amenaza del narcotráfico. El país que más ha invertido hasta ahora es Honduras, con la contratación a Israel Shipyards del OPV “José Trinidad Cabañas”, del tipo OPV 62M (basado en el diseño de corbetas SAAR 4.5), el cual fue entregado a fines de 2019. Además, como se citó más arriba, incorporaron un buque de desembarco BAL-C comprado al astillero Cotecmar. Además de estos proyectos y el citado BAL-C para Guatemala, tanto Honduras como Guatemala, El Salvador, Costa Rica y República Dominicana están incorporando un total de trece patrulleros costeros Metal Shark Defiant 85 contratados por la US Navy para entregar a dichos países, por un total de 54 millones de dólares dentro del programa Near Coastal Patrol Vessel (NCPV). Estas naves son del diseño Damen Stan Patrol 2606.
Venezuela y Uruguay
Por ahora, dichos países, si bien tienen varios proyectos, atraviesan una realidad de escaso presupuesto que impide concretarlos. En el caso de Uruguay, busca reemplazar sus dos fragatas clase Commandant Riviere por OPV del diseño PV80 de Lürssen. Sin embargo, la falta de presupuesto obligó a postergar dicha adquisición y, en cambio, se consultó a las armadas de Argentina y Brasil la posibilidad de comprar de segunda mano, dos corbetas tipo A-69 en el primer caso, o dos clase Inhaúma en el segundo, aunque ambas opciones fueron descartadas.
Venezuela, por su parte, no avanza con ningún proyecto naval de envergadura, de la misma manera que otros países de la región, como el caso de Cuba o las naciones sin salida al mar de Bolivia y Paraguay.
Las armadas de la región desde hace tiempo que intentan llevar a cabo programas de modernización, en tiempos de presupuestos recortados.
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