En la actual sociedad de la tolerancia, que no tiene ideales fijos y, como resultado, tampoco una clara división entre el bien y el mal, existe una técnica que permite cambiar la actitud popular hacia conceptos considerados totalmente inaceptables.
Esta técnica, llamada ‘
la ventana Overton‘ y que consiste en una secuencia concreta de acciones con el fin de conseguir el resultado deseado, «puede ser más eficaz que la carga nuclear como arma para destruir comunidades humanas», sotiene el columnista Evgueni Gorzhaltsán.
En su artículo en el portal
Adme publicado en 2014 y que ha sido rescatado en las redes, pone el ejemplo radical de cómo convertir en aceptable la idea de legalizar el canibalismo paso a paso, desde la fase en que se considera
una acción repugnante e impensable, completamente ajena a la moral pública, hasta convertirse en una realidad aceptada por la conciencia de masas y la ley.
Eso no se consigue mediante un lavado de cerebro directo, sino en técnicas más sofisticadas que son efectivas gracias a su aplicación coherente y sistemática sin que la sociedad se dé cuenta del proceso, cree Gorzhaltsán.
Primera etapa: de lo impensable a lo radical
Obviamente, actualmente la cuestión de la legalización del canibalismo se encuentra en el nivel más bajo de aceptación en la ‘ventana de posibilidades’ de Overton, ya que la sociedad
lo considera como un fenómeno absurdo e impensable, un tabú.
Para
cambiar esa percepción, se puede, amparándose en la libertad de expresión, trasladar la cuestión a la
esfera científica, pues para los científicos normalmente no hay temas tabú. Por lo tanto, es posible celebrar, por ejemplo, un simposio etnológico sobre rituales exóticos de las tribus de la Polinesia y discutir la historia del tema de estudio y obtener declaraciones autorizadas sobre el canibalismo, garantizando así la transición de la actitud negativa e intransigente de la sociedad
a una actitud más positiva.
Simultáneamente hay que crear algún
grupo radical de caníbales, aunque exista solo en Internet, que seguramente será promocionado y citado por numerosos medios de comunicación. Como resultado de la primera etapa de Overton, el tabú desaparece y el tema inaceptable empieza a discutirse.
Segunda etapa: de lo radical a lo aceptable
En esta etapa, hay que seguir citando a los científicos, argumentando que uno no puede blindarse a tener conocimientos sobre el canibalismo, ya que si alguna persona se niega a hablar de ello será considerado
un hipócrita intolerante.
Al condenar la intolerancia, también es necesario
crear un eufemismo para el propio fenómeno para disociar la esencia de la cuestión de su denominación, separar la palabra de su significado. Así, el canibalismo se convierte en
‘antropofagia’, y posteriormente en
‘antropofilia’.
Paralelamente, se puede crear un precedente de referencia, histórico, mitológico, contemporáneo o simplemente inventado, pero lo más importante es que sea legitimado, para que pueda ser utilizado como prueba de que la antropofilia en principio puede ser legalizada.
Tercera etapa: de lo aceptable a lo sensato
Para esa etapa, es importante promover ideas como las siguientes:
«el deseo de comer personas está genéticamente justificado», «a veces una persona tiene que recurrir a eso, si se dan circunstancias apremiantes» o «un hombre libre tiene el derecho de decidir qué come».
Los adversarios reales a esos conceptos, es decir, la gente de a pie que no quiere ser indiferente al problema, intencionadamente se convierten para la opinión pública en
enemigos radicales cuyo papel es representar la imagen de psicópatas enloquecidos, oponentes agresivos de la antropofilia que llaman a quemar vivos a los caníbales, junto con otros representantes de las minorías.
Expertos y periodistas en esta etapa demuestran que durante la historia de la humanidad siempre
hubo ocasiones en que las personas se comían unas a otras, y que eso era normal.
Cuarta etapa: de lo sensato a lo popular
Los medios de comunicación, con la ayuda de personas conocidas y políticos, ya hablan abiertamente de la antropofilia. Este fenómeno empieza a aparecer en películas, letras de canciones populares y vídeos. En esta etapa, comienza a funcionar también la técnica que supone la
promoción de las referencias a las personajes históricos destacados que practicaban la antropofilia.
Para justificar a los partidarios de la legalización del fenómeno se puede recurrir a la humanización de los criminales mediante la creación de una imagen positiva de ellos diciendo, por ejemplo, que ellos son las víctimas, ya que la vida las obligó a practicar la antropofilia.
Quinta etapa: de lo popular a lo político
Esta categoría supone ya empezar a
preparar la normativa para legalizar el fenómeno. Los grupos de presión se consolidan en el poder y publican encuestas que supuestamente confirman un alto porcentaje de partidarios de la legalización del canibalismo en la sociedad. En la
conciencia pública se establece un nuevo dogma: «La prohibición de comer personas está prohibida.»
Esta es una
técnica típica del liberalismo que funciona debido a la tolerancia como pretexto para la proscripción de los tabúes. Durante la última etapa del ‘movimiento de las ventanas’ de Overton de lo popular a lo político,
la sociedad ya ha sufrido una ruptura, pues las normas de la existencia humana se han alterado o han sido destruidas con la adopción de las nuevas leyes.
Gorzhaltsán concluye que el concepto de las ‘ventanas de posibilidades’, inicialmente descrito por Joseph Overton,
puede extrapolarse a cualquier fenómeno y es especialmente fácil de aplicar en una sociedad tolerante en la que la llamada libertad de
expresión se ha convertido en la deshumanización y donde ante nuestros ojos se eliminan uno tras otro todos los límites que protegen a la sociedad del abismo de la autodestrucción.
El aborto, los vientres de alquiler, la eutanasia… Todos estos temas, antaño tabú, han pasado por este procedimiento o se encuentran inmersos en él en estos momentos.