Grave: avión que cae, escuadrilla que cierra
Es la directiva que adoptó Defensa a raíz del accidente que costó la vida de un piloto. Suspenden vuelos de entrenamiento e investigan faltas técnicas.
Escribe Edgardo Aguilera
Avión que cae, escuadrilla que cierra. Es la directiva que adoptó el Ministerio de Defensa, a semejanza del modelo de resolución del conflicto ferroviario durante el gobierno de Carlos Menem. La Armada Argentina suspendió todos los vuelos de entrenamiento de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque a raíz del accidente de un aparato Embraer-Aermacchi que costó la vida al piloto naval Julio Alonso.
El gobierno ya había puesto en práctica esta medida preventiva –algunos uniformados la calificaron de extrema- al caer un caza bombardero Mirage III en Tandil, el 2 de mayo, durante la ceremonia del bautismo de fuego de la fuerza aérea
Los primeros peritajes en el terreno luego del accidente del avión de la Armada, un turborreactor de entrenamiento MB-326 Xavante, fabricado por la empresa brasileña Embrear con la licencia de la firma italiana Aermacchi, muestran dos fallas graves: se habría plantado la turbina en el momento más crítico del vuelo: el despegue y además habría fallado el sistema de asiento eyector del teniente de fragata Alonso quien murió como consecuencia de los golpes contra el suelo.
Tras la caída de la aeronave, ocurrida el 24 de octubre, la jefa castrense pidió el archivo del informe sobre el estado de las aeronaves de las tres FFAA que había encargado al Departamento Aeronautica de la Facultad de Ingeniría de La Plata. Como si de la revisión de la carpeta titulada “Desarrollo de un estudio para determinar el estado general y de mantenimiento de la flota de aeronaves de las Fuerzas Armadas de la República Argentina” pudieran extraerse otras conclusiones que atenuaran lo que todo piloto militar conoce, pero calla: La falta de presupuesto ha degradado a límites riesgosos (fatales) el vuelo (…)
(…) El embargo de armas impuestos por el Reino Unido durante el conflicto por el Atlántico Sur se extendió aún después del cese de hostilidades y repercutió gravemente en todo el stock de material de ese origen. Se sumó la estrechez del presupuesto militar que hace imposible acceder a fuentes de abastecimiento alternativas. En igual situación de precariedad están las turbinas Rolls Royce de las fragatas y los destructores misilisticos de la Armada. Claro que en el mar las consecuencias de una falla no revisten la fatalidad de una aeronave en vuelo. Los Embrear-Aermacchi de la Escuadrilla estaban al final de su vida útil; una de las alternativas que manejaba el subsecretario Oscar Cuattromo, era su reemplazo por aviones Pampa, el entrenador de la Fuerza Aérea fabricado por Lockheed en su planta de Córdoba (…)
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La información completa se encuentra en la edición de papel del diario Ambito Financiero.
Para los usuarios de Ambitoweb
Es la directiva que adoptó Defensa a raíz del accidente que costó la vida de un piloto. Suspenden vuelos de entrenamiento e investigan faltas técnicas.
Escribe Edgardo Aguilera
Avión que cae, escuadrilla que cierra. Es la directiva que adoptó el Ministerio de Defensa, a semejanza del modelo de resolución del conflicto ferroviario durante el gobierno de Carlos Menem. La Armada Argentina suspendió todos los vuelos de entrenamiento de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque a raíz del accidente de un aparato Embraer-Aermacchi que costó la vida al piloto naval Julio Alonso.
El gobierno ya había puesto en práctica esta medida preventiva –algunos uniformados la calificaron de extrema- al caer un caza bombardero Mirage III en Tandil, el 2 de mayo, durante la ceremonia del bautismo de fuego de la fuerza aérea
Los primeros peritajes en el terreno luego del accidente del avión de la Armada, un turborreactor de entrenamiento MB-326 Xavante, fabricado por la empresa brasileña Embrear con la licencia de la firma italiana Aermacchi, muestran dos fallas graves: se habría plantado la turbina en el momento más crítico del vuelo: el despegue y además habría fallado el sistema de asiento eyector del teniente de fragata Alonso quien murió como consecuencia de los golpes contra el suelo.
Tras la caída de la aeronave, ocurrida el 24 de octubre, la jefa castrense pidió el archivo del informe sobre el estado de las aeronaves de las tres FFAA que había encargado al Departamento Aeronautica de la Facultad de Ingeniría de La Plata. Como si de la revisión de la carpeta titulada “Desarrollo de un estudio para determinar el estado general y de mantenimiento de la flota de aeronaves de las Fuerzas Armadas de la República Argentina” pudieran extraerse otras conclusiones que atenuaran lo que todo piloto militar conoce, pero calla: La falta de presupuesto ha degradado a límites riesgosos (fatales) el vuelo (…)
(…) El embargo de armas impuestos por el Reino Unido durante el conflicto por el Atlántico Sur se extendió aún después del cese de hostilidades y repercutió gravemente en todo el stock de material de ese origen. Se sumó la estrechez del presupuesto militar que hace imposible acceder a fuentes de abastecimiento alternativas. En igual situación de precariedad están las turbinas Rolls Royce de las fragatas y los destructores misilisticos de la Armada. Claro que en el mar las consecuencias de una falla no revisten la fatalidad de una aeronave en vuelo. Los Embrear-Aermacchi de la Escuadrilla estaban al final de su vida útil; una de las alternativas que manejaba el subsecretario Oscar Cuattromo, era su reemplazo por aviones Pampa, el entrenador de la Fuerza Aérea fabricado por Lockheed en su planta de Córdoba (…)
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