Un análisis del modelo turco para Egipto y Cía.
Análisis: ¿Un "modelo turco" para las revoluciones árabes?
Cuando la mayoría de los líderes de Medio Oriente han caído en desgracia, uno de ellos refuerza su popularidad: es el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde el 2003, y que pretenderá un tercer mandato en junio. En un paisaje de regímenes autoritarios y decrépitos, Turquía muestra una cara moderna y próspera para seducir a los pueblos árabes en busca de un modelo. Ankara se proyectó sobre la región con un apetito sin disimulo, volviendo a ser, en algunos años, una potencia económica, cultural y política dominante, difundiendo sus series televisivas como su visión del mundo.
Mientras que la plaza Tahrir de El Cairo reclamaba la salida de Hosni Mubarak, un influyente círculo de reflexión turco llamado Tesev, publicaba una encuesta sobre el brillo regional de Turquía. Para dos tercios de los encuestados, en los países árabes y en Irán, Turquía "representa un ejemplo del matrimonio conseguido entre el Islam y la democracia" y el 78% considera que ella "debería jugar un papel más importante en la región".
Según este estudio, las tres fuerzas del modelo turco son, en orden de importancia, "su tradición musulmana", "su economía dinámica" y "su gobierno democrático". El modelo laico kemalista, edificado alrededor de su ejército, que influyó sobre regímenes autocráticos de medio oriente, se hizo obsoleto. La perspectiva de un Estado islámico también.
El modelo, es una Turquía moldeada por el AKP (Partido de la justicia y el desarrollo), que impuso, en una década, un país estable, capaz de conjugar las aspiraciones conservadoras del electorado con la democracia y la economía de mercado. Pragmático, Erdogan gastó más energía en liberalizar la economía que en islamizar a la sociedad turca. En ocho años, el producto bruto interior (PBI) anual por habitante se triplicó, llegando a mas de 11.000 dólares (8.180 euros). En Egipto, el PBI es el mismo que hace veinte años.
Desde Rabat a Ammán, existe una misma sintonía entre los movimientos islamistas al referirse al AKP. "Numerosos islamistas lo ven como un modelo para integrar el sistema democrático y hacerse actores políticos", analiza Jonathan Levack, director de proyecto en Tesev. El Partido de la justicia y el desarrollo marroquí pidió prestado su símbolo, una ampolla, adoptando la lámpara de aceite. En Irak y Siria, algunos movimientos se inspiran en el modelo turco. En Egipto, los Hermanos musulmanes, aunque están divididos, son atraídos por su aura.
"La Turquía democrática es un ejemplo a seguir", estima Tariq Ramadan, nieto del fundador de la hermandad. En cuanto al viejo líder islamista tunecino Rached Ghannouchi, de vuelta del exilio, comparó a su partido, el Ennahda, con el AKP, incluso aprobando el código del estatuto personal tunecino y la posibilidad de que una mujer sea elegida presidente. El mismo tipo de concesión a la laicidad del Estado que el partido islamista conservador turco consintió para sumarse al poder.
¿El partido AKP un modelo? "Es demasiado ambicioso, un ejemplo tal vez", matizó el presidente turco, Abdullah Gül. Un lúcido Erdogan, ve a Turquía como "una estrella polar de Medio Oriente". Pero, para que el injerto turco prenda, haría falta que el mundo árabe conozca el pasado que generó el progreso político de Turquía, pasaron treinta años entre una dictadura militar sangrienta y la actual democracia, todavía imperfecta, pero sólidamente anclada.
Salido del Islam político, el AKP fue fundado en el 2002, sobre el esquema de la democracia cristiana alemana. Sus raíces son un islamismo clásico, el de Milli Görüs ("Visión nacional"), la doctrina de Necmettin Erbakan. Pero el islamismo turco participó en varios gobiernos de coalición desde 1974. Y el modelo no sería así sin la herencia laica y pro occidental de la República, creada en 1923 por Atatürk, un cuadro al cual el último hijo de la familia islamista se plegó.
"Ellos pusieron agua en el vino", sonríe el intelectual Mehmet Altan. El AKP, que reúne diversas sensibilidades, ha sido concebido para gobernar. Su negocio es la prosperidad de su electorado, y no su frustración. La práctica del poder en la república laica y las negociaciones de adhesión a la UE, comenzadas en el 2004, transformaron al AKP. "Hay que darles esta posibilidad a los Hermanos musulmanes, añade el periodista Mustafa Akyol. La posibilidad de participar libremente en elecciones, de llegar al poder, de afrontar los problemas del mundo real y de encontrar su propia vía hacia el pragmatismo".
Es el pragmatismo característico del AKP que debería permitirle ser acompañado al poder, en junio. El sabio equilibrio entre los valores islámicos ostensiblemente afirmados y un oportunismo político en cada instante forjó el éxito de Erdogan. Aunque es miembro de la OTAN y aliada de Israel, Turquía ganó popularidad gracias a sus diatribas contra Tel-Aviv. Pero lo que seduce, es también la imagen de un país moderno y abierto a Occidente, atento al derecho de las mujeres y a las libertades individuales. Para hacerse "la estrella polar" del mundo árabe, Erdogan deberá evitar caer en la trampa del autoritarismo y de la hiper concentración del poder.
Fuente: Le Monde. Corresponsal en Estambul Guillaume Perrier 15.02.2011
Traducción propia.
Analyse: Un "modèle turc" pour les révolutions arabes?
Quand la plupart des leaders du Moyen-Orient tombent en disgrâce, l'un d'eux renforce sa popularité: c'est le premier ministre turc, Recep Tayyip Erdogan, au pouvoir depuis 2003, et qui briguera un troisième mandat en juin. Dans un paysage de régimes autoritaires et décrépits, la Turquie montre un visage moderne, propre à séduire les peuples arabes en quête d'un modèle. Ankara s'est projeté sur la région avec un appétit non dissimulé, redevenant, en quelques années, une puissance économique, culturelle et politique dominante, diffusant ses séries télévisées autant que sa vision du monde.
Au moment où la place Tahrir du Caire réclamait le départ d'Hosni Moubarak, un cercle de réflexion turc influent, Tesev, publiait une enquête sur le rayonnement régional de la Turquie. Pour deux tiers des sondés, dans les pays arabes et en Iran, la Turquie "représente un exemple de mariage réussi entre islam et démocratie" et 78 % estiment qu'elle "devrait jouer un rôle plus important dans la région".
Selon cette étude, les trois forces du modèle turc sont, dans l'ordre, "sa tradition musulmane", "son économie dynamique" et "son gouvernement démocratique". Le modèle laïque kémaliste, bâti autour de son armée, qui a influencé des régimes autocratiques moyen-orientaux, est devenu obsolète. La perspective d'un Etat islamique aussi.
Le modèle, c'est la Turquie estampillée AKP (Parti de la justice et du développement), qui s'est imposée, en une décennie, comme un pays stable, capable de conjuguer les aspirations conservatrices de l'électorat avec la démocratie et l'économie de marché. Pragmatique, M. Erdogan a dépensé plus d'énergie à libéraliser l'économie qu'à islamiser la société turque. En huit ans, le produit intérieur brut (PIB) annuel par habitant a plus que triplé, à 11 000 dollars (8 180 euros). En Egypte, il est le même qu'il y a vingt ans.
De Rabat à Amman, il est désormais de bon ton, parmi les mouvements islamistes, de se référer à l'AKP. "De nombreux islamistes le voient comme un modèle pour intégrer le système démocratique et devenir des acteurs politiques", analyse Jonathan Levack, directeur de projet à Tesev. Le Parti de la justice et du développement marocain a emprunté son symbole, une ampoule, en adoptant la lampe à huile. En Irak et en Syrie, des mouvements s'inspirent du modèle turc. En Egypte, les Frères musulmans, bien que divisés, sont attirés par son aura.
"La Turquie démocratique est un exemple à suivre", estime Tariq Ramadan, petit-fils du fondateur de la confrérie. Quant au vieux leader islamiste tunisien Rached Ghannouchi, de retour d'exil, il a comparé son parti, Ennahda, à l'AKP, approuvant même le code du statut personnel tunisien et la possibilité qu'une femme soit élue présidente. Le type de concession à la laïcité d'Etat que le parti islamo-conservateur turc a consenti pour se hisser au pouvoir.
L'AKP, un modèle? "C'est trop ambitieux, un exemple peut-être", a nuancé le président turc, Abdullah Gül. M. Erdogan, lui, voit la Turquie en "étoile polaire du Moyen-Orient". Mais, pour que la greffe turque prenne, il faudrait que le monde arabe connaisse un cheminement politique comparable à celui de la Turquie, passée, en trente ans, d'une dictature militaire sanglante à une démocratie, encore imparfaite, mais solidement ancrée. Emanation de l'islam politique, l'AKP a été fondé, en 2002, sur le schéma de la démocratie chrétienne allemande. Ses racines sont dans un islamisme classique, celui du Milli Görüs ("Vision nationale"), la doctrine de Necmettin Erbakan. Mais l'islamisme turc a participé à plusieurs gouvernements de coalition depuis 1974. Et le modèle n'en serait pas un sans l'héritage laïque et pro-occidental de la République, créée en 1923 par Atatürk, un cadre auquel le dernier-né de la famille islamiste s'est plié.
"Ils ont mis de l'eau dans leur vin", sourit l'intellectuel Mehmet Altan. L'AKP, qui rassemble des sensibilités diverses, a été conçu pour gouverner. Son fonds de commerce est la prospérité de son électorat, et non sa frustration. La pratique du pouvoir dans une république laïque et les négociations d'adhésion à l'UE, ouvertes en 2004, ont transformé l'AKP. "Il faut donner cette chance aux Frères musulmans, ajoute le chroniqueur Mustafa Akyol. La chance de participer librement aux élections, d'arriver au pouvoir, d'affronter les problèmes du monde réel et de trouver sa propre voie vers le pragmatisme."
C'est ce pragmatisme caractéristique de l'AKP qui devrait lui permettre d'être reconduit au pouvoir, en juin. Le savant équilibre entre des valeurs islamiques ostensiblement affirmées et un opportunisme politique de tous les instants a forgé le succès de M. Erdogan. Bien que membre de l'OTAN et alliée d'Israël, la Turquie a gagné en popularité grâce à ses diatribes contre Tel-Aviv. Mais ce qui séduit, c'est aussi l'image d'un pays moderne et ouvert sur l'Occident, attentif au droit des femmes et aux libertés individuelles. Pour devenir "l'étoile polaire" du monde arabe, M. Erdogan devra donc éviter de tomber dans le piège de l'autoritarisme et de l'hyperconcentration des pouvoirs.
Le Monde. Istanbul Correspondance Guillaume Perrier 15.02.2011