El ejército egipcio usa bombas de racimo en el Sinaí, denuncia Amnistía Internacional
El ejército egipcio ha empleado bombas de racimo, prohibidas internacionalmente, en la ofensiva que inició el mes pasado en la península del Sinaí contra la insurgencia yihadista. Así lo ha denunciado este jueves Amnistía Internacional a partir del examen de un vídeo difundido por las propias fuerzas armadas en la antesala de unas controvertidas elecciones presidenciales.
Los fotogramas, divulgados el pasado 21 de febrero por el ejército egipcio a través de su cuenta de Twitter, han proporcionado la prueba a la organización internacional. Según los uniformados, las imágenes corresponden a unos artefactos explosivos improvisados plantados por "elementos terroristas". Expertos en armas consultados por Amnistía, sin embargo, confirman que se trata de munición de racimo Mk 118, de fabricación estadounidense, sin detonar que sólo podría haber sido arrojada por las fuerzas armadas del país árabe.
"Las bombas de racimo son una de las armas más viles de la guerra moderna por sus efectos indiscriminados y su capacidad de matar y mutilar a civiles años después de ser desplegadas", denuncia Najia Bounaim, directora regional de Amnistía Internacional para Oriente Próximo y África del Norte. "El vídeo confirma nuestros peores temores, que el ejército egipcio está usando bombas de racimos en el norte del Sinaí. Muestra una terrible indiferencia hacia la vida humana y el Derecho internacional".
"Las afirmaciones de que las armas fueron colocadas por miembros de grupos armados no se sostienen. El vídeo muestra un tipo de munición fabricada en EEUU que sabemos que el ejército posee y que solo puede ser lanzada desde ciertos tipos de aviones que usan las fuerzas aéreas egipcias", detalla Amnistía. A pesar de su edad, la munición se halla en buenas condiciones y su número de serie es aún visible lo que "sugiere que fue arrojada en operaciones recientes".
El apoyo estadounidense
La presencia de este tipo de bomba plantea otros interrogantes, entre ellos, la millonaria asistencia militar estadounidense al país árabe. Su uso -recuerda la organización- no sólo contraviene el tratado que lo prohíbe, firmado por la mayoría de los países, sino que también vulnera la legislación de Estados Unidos acerca de los receptores de su ayuda. El Ejército no ha reaccionado, de momento, a una denuncia que por enésima vez arroja luz sobre las sombras de las actividades militares en el norte del Sinaí, una región convertida en bastión de la rama local del IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) y vetada por completo a la prensa.
Egiptono ha rubricado el tratado que prohíbe el uso de las bombas de racimo. Tampoco lo ha secundado Estados Unidos, que en 2008 se comprometió a restringir su uso. El vídeo analizado por Amnistía no es la primera prueba del uso de este tipo de munición en el Sinaí. En julio de 2017 Al Amaq, la agencia de noticias afín al autodenominado Estado Islámico, difundió un vídeo denunciando que un caza F16 había arrojado dos bombas de racimo. El examen de Amnistía desvela que las imágenes no fueron trucadas y que efectivamente la munición corresponde al modelo Mk 20.
Según documentación del departamento estadounidense de Defensa, obtenida por Human Rights Watch, Egipto contaba con 321.000 submuniciones de racimo en 2007. El efecto de estas armas es brutal: se abren en el aire liberando centenares de pequeñas bombas sobre un área similar a la de un campo de fútbol. Al menos el 20% ni siquiera llega a detonarse y puede permanecer durante años sin explotar amenazando la vida de los civiles.
"Las fuerzas armadas egipcias deben detener de inmediato el uso de estas armas y destruir todas las almacenadas. Todos los países que proporcionan armas a Egipto, incluido Estados Unidos deben suspender unas exportaciones por el riesgo de ser empleadas en graves violaciones de los derechos humanos", reclama Najia Bounaim.
El ultimátum de Al Sisi
El 9 de febrero el régimen egipcio lanzó una vasta operación en el norte y centro de la península del Sinaí, el desierto occidental -fronterizo con Libia- y algunas provincias del delta del Nilo. Desde entonces, la campaña -en la que participan la policía y las divisiones aérea, terrestre y marina del ejército- se ha cobrado la vida de 82 supuestos yihadistas y ha arrestado a unos 1.800 sospechosos. La población civil que permanece en el norte de la península denuncia el castigo colectivo al que se enfrenta por parte de las autoridades.
A finales del pasado noviembre, tras el ataque a una mezquita sufí del norte del Sinaí que dejó más de 300 muertos, Al Sisi lanzó un ultimátum de tres meses a sus fuerzas para "erradicar el terrorismo" y "devolver la estabilidad". Una exigencia que los uniformados han asumido a punto de expirar el plazo y en plena campaña de unas elecciones presidenciales convertidas en un mero trámite para el ex jefe del ejército y urdidor del golpe de Estado de 2013. Al Sisi carece de rival tras una campaña de hostigamiento, arrestos y amenazas que le ha dejado el camino expedito.
http://www.elmundo.es/internacional/2018/03/01/5a97f2b7468aeb6a048b459d.html