Las razones por las que Brasil se alejó de Irán
Joao Fellet
BBC Brasil, Brasilia
Ahmadinejad incluyó a Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Cuba en su gira regional.
La ausencia de Brasil en la quinta visita del presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, a América Latina indica que la relación entre los dos países se enfrió bajo el gobierno de Dilma Rousseff, de acuerdo con los analistas consultados por BBC Brasil.
La gira de Ahmadinejad, que comenzó el pasado fin de semana, incluye visitas a Venezuela, Ecuador, Cuba y Nicaragua, pero no a Brasil, como lo había hecho en otras ocasiones cuando Luis Inàcio Lula Da Silva estaba al frente del gobierno.
El viaje se produce en medio de la creciente presión de Estados Unidos y Europa para que Irán abandone su programa nuclear y a pocos días de la amenaza del líder iraní de cerrar el estrecho de Ormuz -que da salida a una quinta parte del petróleo mundial- si su país sufre más sanciones económicas.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, Teherán no se acercó a ellos para coordinar una visita de Ahmadinejad.
El ministerio señala, sin embargo, que las relaciones entre los dos países siguen normales y que no han sufrido ninguna conmoción desde el inicio del gobierno de Dilma.
No obstante, para el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Pontificia Católica de Sao Paulo (PUC-SP, por sus siglas en portugués), Reginaldo Nasser, la ausencia de Brasil en el guión del líder iraní indica que el país ha tomado distancia de la república islámica.
"Desde que Dilma asumió el cargo, hemos recopilado información que confirma que hay un cambio de la posición de Brasil con respecto a Irán", dice a BBC Brasil.
De acuerdo con Nasser, el hecho de que el gobierno iraní no haya consultado con el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre el viaje ya es un signo de desprendimiento.
Después de todo, subraya, incluir a Brasil en la gira de Ahmadinejad le daría más relevancia a su viaje, ya que el país es la economía más grande de la región y ha desempeñado un papel cada vez más grande en la diplomacia internacional.
"Si Ahmadinejad no hizo contacto es porque se sentía avergonzado", comenta Nasser.
El analista también cita entre los signos de enfriamiento el silencio de Brasil en el debate sobre el programa nuclear de Irán y las crecientes tensiones en el Golfo Pérsico.
En mayo de 2010, Brasil y Turquía negociaron un acuerdo en virtud del cual Teherán recibirá combustible nuclear para ser usado en investigación médica. El acuerdo, sin embargo, se canceló después de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara nuevas sanciones contra Irán.
Algunos miembros del Consejo - en particular Estados Unidos- justificaron la decisión diciendo que el programa nuclear de Irán está destinado a producir armas atómicas, acusación rechazada por Teherán.
En noviembre, la disputa tuvo un nuevo capítulo con la publicación de un informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), en el que se señala que el programa nuclear iraní tiene una vertiente militar.
Teherán rechazó nuevamente la acusación y señaló que cumple todos los requisitos de la No Proliferación Nuclear (TNP).
Según Nasser, después de estos acontecimientos, Brasil está intentando adoptar una posición "más neutral" sobre Irán.
"Con Lula, Brasil tomó una posición de liderazgo en las relaciones con Irán, pero ahora el país simplemente se ha distanciado de ese protagonismo", agrega.
El profesor menciona entre los signos del distanciamiento de Dilma, una entrevista que concedió la actual mandataria en noviembre de 2010, antes de asumir el cargo.
Dilma señaló que estaba "totalmente en contra de la lapidación de Sakineh Ashtiani en Irán", una mujer acusada de adulterio y asesinato en su país.
El caso tuvo repercusión mundial y provocó críticas severas de las potencias occidentales a los derechos humanos en Irán.
"Yo no diría que Brasil va a asumir una actitud de condena de Irán en algún foro, pero sí se va a alejar de la actitud que tenía Lula", apunta Nasser.
Márcio Scalércio, Universidad Pontificia de Río de Janeiro
Para Márcio Scalércio, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Río de Janeiro, el hecho de que el Ministerio de Relaciones Exteriores no haya recibido una solicitud por parte de Irán no demuestra que Brasil estuviese fuera de los planes de la visita de Mahmoud Ahmadinejad.
"El protocolo diplomático indica que Brasil tenía que haber extendido una invitación oficial a Irán, pero no se tomó la iniciativa", le explica a la BBC.
Según Scalércio, en lugar de invitar a Ahmadinejad, el gobierno brasileño se deshizo de una "gran controversia".
"Ciertamente, la oposición y organizaciones judías en Brasil se han organizado para protestar contra una eventual visita del líder, pero es poco probable que Irán tome represalias contra Brasil por este cambio de comportamiento", detalla el experto.
"La diplomacia brasileña ha jugado un papel moderador en las relaciones del país persa con las potencias occidentales", agrega.
"Irán no puede permitirse el lujo de responder a esta postura menos entusiasta de una forma hostil hacia Brasil. Si las sanciones internacionales siguen cerrando la exportación de petróleo y gas iraní, el país tendrá que hacer frente a problemas económicos muy difíciles como para sumarle más confusión alejándose de un país como Brasil", puntualiza Scalércio.