Alertan sobre riesgos de que el conflicto de Libia derive en una guerra civil
Una reunión de alto nivel en la ONU alertó hoy sobre los peligros de que el conflicto de Libia derive en una guerra civil e hizo un llamamiento para profundizar el diálogo, evitar injerencias exteriores y apoyar a las instituciones legítimas.
"La situación se está deteriorando cada día que pasa y la posibilidad de una guerra civil acecha en el horizonte", afirmó el presidente del Congreso de los Diputados de Libia, Aquila Saleh.
Presidida primero por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y luego por el enviado especial de la ONU a Libia, Bernardino León, en la reunión participaron gobernantes, ministros y altos cargos.
Había sido convocada por Ban para analizar un tema que ha despertado una especial preocupación en la ONU por las implicaciones que tiene el conflicto en la región y sus vínculos con el aumento de las amenazas de los grupos yihadistas.
"El proceso de transición política se enfrenta al mayor desafío desde la revolución", afirmó el secretario general de la ONU en una declaración introductoria de la reunión.
"Crece la división en el país. La violencia y la intimidación es creciente", insistió al hacerse eco de las continuas luchas armadas entre grupos rivales, algunos de los cuales participaron en el derrocamiento del dictador Muamar el Gadafi, en 2011.
Saleh, al hacer su diagnóstico de la situación, mencionó la violencia y destrucción que afecta a la capital y sus alrededores, y el surgimiento de nuevas luchas tribales, "en lugar de trabajar juntos hacia la unidad y objetivos comunes".
Propuso cinco líneas de acción para lograr encaminar la transición democrática, entre ellas permitir que el Gobierno interino sea el único que disponga del "uso legítimo de la fuerza" para ejercer su autoridad y desarmar a los grupos armados.
También asistir al Gobierno de Libia para que recupere el control de Trípoli y forzar la retirada de los grupos armados que han ocupado las instituciones para cumplir con su misión y puedan regresar las misiones diplomáticas a la capital.
Su propuesta incluye el no reconocimiento de ninguna institución "ilegal" o "paralela", una "alianza estratégica" con los países del Mediterráneo para combatir el terrorismo, y el apoyo para establecer una "cultura del diálogo" en el Gobierno y el poder legislativo.
El presidente de Chad, Idris Deby, dijo que las consecuencias del conflicto de Libia se han comenzado a sentir en las naciones vecinas: "La confusión es absoluta entre los distintos grupos armados y en el gobierno de transición", afirmó.
Según Deby, la "injerencia extranjera también acentúa" esa confusión y "radicaliza las posiciones de todas las partes".
El presidente de Níger, Mahamadou Issoufu, también insistió en que la situación en Libia "se ha degradado totalmente", y para remediarlo se necesita "tacto, compromiso y decisión".
La lucha armada en ese país, agregó, "tiene el potencial de convertirse en un conflicto internacional como el de Irak".
"Ahora se destinan muchos recursos para Irak, y mucho me temo que habrá que destinarlos mañana para Libia si no actuamos con la urgencia necesaria", insistió.
Issoufu también insistió en la necesidad de reforzar la legitimidad en Libia y fomentar un proceso de reconciliación, pero también apuntó que "las organizaciones terroristas deben ser aisladas para que nadie sienta la necesidad de aliarse a ellas".
El presidente de Túnez, Monsef Marzuki, recordó que en su país han encontrado refugio dos millones de libios huyendo de la tragedia de su país.
"La comunidad internacional nos tiene que ayudar en esta situación, que está causando mucho impacto en nuestro país desde el punto de vista económico también", se lamentó Marzuki.
Al norte del Mediterráneo, la ministra italiana de Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, dijo que en su propio país han llegado este año 110.000 inmigrantes procedentes de Libia, aunque no necesariamente todo ellos de ese país.
Esa cifra, recordó, es cinco veces superior que la registrada en el 2013.
Entre los ministros que participaron en la reunión se encontraba el español, José Manuel García-Margallo, que recordó la "hoja de ruta" aprobada el martes pasado, con una serie de reuniones que culminarán en dos meses en Madrid.
"Libia es un país moderado que nunca ha abrazado versiones extremas o extremistas del Islám", recordó el ministro español.
De parte de Argelia, el país del Magreb que, junto con Egipto, sigue más de cerca del conflicto libio, su ministro de Asuntos Exteriores, Ramtane Lamamra, insistió también en la necesidad de evitar injerencias exteriores.
"Pueden generar mayores complicaciones, y nuestra opinión es evitarlas", insistió.
EFE