WikiLeaks y las idas y vueltas de la negociación palestina.
Palestina, falsas revelaciones, inquietantes aclaraciones.
Los documentos revelados por la cadena Al-Jazeera sobre Palestina (en colaboración con el diario inglés The Guardian) bajo el nombre de Documentos Palestina, publicaciones que comenzaron el 24 de enero, suscitaron rápidos comentarios y en algunos casos falsos. Según ellos, la Autoridad Palestina habría aceptado concesiones sin precedentes sobre Jerusalén, sobre los refugiados, sobre las fronteras. Nada más alejado de la verdad. En cambio, estas transcripciones de reuniones, a condición de tomarlas por lo que son (documentos que no dicen forzosamente La verdad), confirman la debilidad de la Autoridad, el hecho de que no existe un compañero israelí para la paz, así como el compromiso norteamericano apoyando a Israel: nada que trastorne a los lectores de este blog, pero son precisiones útiles. Ellos dan claridad bajo un día tormentoso y siniestro, de la colaboración, en parte conocida, de los servicios de inteligencia israelíes y palestinos, más siniestro aún porque no está condicionado de ninguna manera en la dinámica del reglamento del conflicto.
Para los que no leyeron “No habrá Estado palestino” (Max Milo, 2010), el libro de Ziyad Clot, cuenta la historia de las negociaciones de estos últimos años, en las que el autor participó, y las profundas razones del fracaso.
No voy a rehacer aquí la historia de las negociaciones israelí-palestinas tales como fueron llevadas en la cumbre de Camp David en el verano del 2000, entre Yasser Arafat, Ehoud Barak y el presidente norteamericano William Clinton. Ellas prosiguieron las semanas que siguieron, a pesar del estallido de la segunda Intifada a fines de septiembre. Culminaron con las negociaciones de Taba, en enero de 2001, unos días antes de las elecciones israelíes que devolvieron a Ariel Sharon y a la derecha el poder.
Estas negociaciones verdaderamente no se acabaron por un documento preciso, sino por los compromisos sobre puntos señalados en los documentos palestinos y que son evocados en “Cien claves del Próximo Oriente” (Alain Gresh y Dominique Vidal, editorial Hachette):
«Los documentos elaborados sobre los cuatro principales expedientes (territorio, Jerusalén, seguridad y refugiados) confirman esta apreciación»:
«La delegación israelí propone restituir el 94% de Cisjordania (que comprende cerca del 20% de los colonos) y a cambio anexionaría el 6%; de lo cedido, el equivalente al 3 % en territorios israelíes más el 3% para el “paso seguro” para enlazar Cisjordania y Gaza, que no estaría bajo soberanía israelí. También acepta la salida de los colonos del corazón de Hébron y el desmantelamiento de Kyriat Arba así como de todas las colonias en territorio palestino. Con relación a Camp David, Israel renuncia al valle del Jordán, a Shilo, al este de Ariel, y a puntos más aislados como Kedumim y Bet El, así como a una región en el norte de la colonia de Modim (que comprende a 50.000 palestinos)».
«La delegación palestina consiente a ceder el 2 % de Cisjordania (que comprende cerca del 65 % de los colonos), a cambio de territorios del mismo valor (los israelíes ofrecen dunas de arena en Halutza, en el desierto del Negev, en los confines de Gaza). La evacuación debería efectuarse rápidamente, tres años según Israel, dieciocho meses según los palestinos».
«Las posiciones se acercan también sobre el reparto de la soberanía de Jerusalén Oriental, según el principio del plan Clinton: los barrios árabes son integrados al Estado palestino, los barrios judíos anexionados por Israel (lo que ratifica la colonización judía en Jerusalén Oriental). Los palestinos exigen la soberanía sobre Haram El-Sharif (la explanada de las Mezquitas), los israelíes el conjunto de la pared occidental (incluso el muro de los Lamentos). Los negociadores contemplan diversas sugerencias, entre las que están la de confiarles la soberanía de los lugares santos, por un período limitado, a los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y a Marruecos».
«Sobre la seguridad también, las posiciones convergen. Los palestinos aceptan una limitación del armamento con que contará su Estado, así como la instalación, bajo ciertas condiciones, de tres estaciones de alerta israelíes. La presencia de una fuerza internacional sobre las fronteras también es aceptada».
«La cuestión de los más de cuatro millones de refugiados palestinos dispersados entre Jordania, Siria, el Líbano y los territorios autónomos representa el escollo más molesto. Pero, por primera vez, Israel reconoce su responsabilidad en el drama de los refugiados, acepta contribuir directamente a la solución del problema y afirma que éste debe conducir a la aplicación de la resolución 194, que estipula particularmente que “hay que permitirles a los refugiados que lo desean volver a sus hogares lo antes posible y vivir en paz con sus vecinos”. Cinco posibilidades serían ofrecidas a los refugiados: el retorno a Israel; la vuelta a territorios israelíes cedidos a Palestina; el retorno al Estado palestino; la instalación en su lugar de residencia (Jordania, Siria, etc.); la partida hacia otros países (varios Estados, entre los que está Canadá, ya dieron a conocer que estaban dispuestos a aceptar a contingentes importantes de palestinos)».
«Israel consiente el regreso dentro de su territorio de 40.000 refugiados. Los palestinos consideran que una oferta inferior a las 100.000 personas no permite avanzar, insistiendo en la libre elección de los refugiados y afirmando que no quieren volver a poner en discusión el carácter judío del Estado de Israel. Una comisión internacional y un fondo internacional serían rápidamente puestos a disposición para resarcir a los refugiados».
Sobre esta última cuestión, la de los refugiados, encontramos en los archivos del blog el documento propuesto por la delegación israelí, «Una proposición israelí olvidada sobre los refugiados palestinos».
Por supuesto, entre las proposiciones de principios de los años 2000 y las de hoy, hay matices, pero algo más. Además, el contexto cambió y nos preguntamos, a leer los documentos, si la Autoridad Palestina es consciente de eso. La delegación israelí dirigida por Tzipi Livni, considerada como más "moderada" que la del primer ministro actual, explica claramente que no es cuestión de volver a los parámetros de los años 2000.
Es lo que explica, por ejemplo, Udi Dekel, durante la reunión del 29 de mayo de 2008 en Jerusalén (esta reunión se realiza luego de la conferencia de Annapolis que prometió un Estado palestino para fines del año 2008). Él replica a la delegación palestina, que pone por delante los resultados obtenidos durante las negociaciones de Camp David y de Taba:
«Desde el 2000, han sucedido cosas y no partimos del mismo punto. Ustedes comenzaron una guerra de terror contra nosotros y nosotros actuamos sobre el terreno. Es la realidad con la cual debemos vivir, no podemos volver a Camp David. Las circunstancias cambiaron muchísimo desde entonces. Los hechos cambiaron. No podemos parar el tiempo y pensar que estamos en el año 2000. Medio Oriente cambió».
En cuanto a la posición de la administración Obama, tal como se puede apreciar en estos documentos, es resumida por dos análisis publicados en el sitio de Al-Jazeera en inglés: Gregg Carlston, «Deep frustrations with Obama» (24 de enero), y Marco Perry y Ali Abunimah, «The US role as Israel's enabler» (26 de enero): la determinación a no confrontar con el gobierno israelí, la subestimación de la importancia de Jerusalén, las presiones sobre los palestinos para que ellos hagan concesiones, etc.
Fuente: Le Monde diplomatique por Alain Gresh 27 de enero de 2011
Gráficos: Le Figaro.
Traducción propia.
Palestine, fausses révélations, inquiétants éclairages.
Les documents révélés par la chaîne Al-Jazira sur la Palestine (en collaboration avec le quotidien anglais The Guardian) sous le nom de Palestine Papers, dont la publication a commencé le 24 janvier, ont suscité des commentaires hâtifs et parfois faux. L’Autorité palestinienne aurait accepté des concessions sans précédent sur Jérusalem, sur les réfugiés, sur les frontières. Rien n’est plus éloigné de la vérité. En revanche, ces compte-rendus de réunions, à condition de les prendre pour ce qu’ils sont (des documents qui ne disent pas forcément LA vérité), confirment la faiblesse de l’Autorité, le fait qu’il n’existe pas de partenaire israélien pour la paix, ainsi que l’engagement américain aux côtés d’Israël: rien qui bouleversera les lecteurs de ce blog, mais des précisions utiles. Ils éclairent aussi sous un jour assez sinistre la collaboration, en partie connue, des services de renseignement israéliens et palestiniens – d’autant plus sinistre qu’elle ne s’inscrit nullement dans une dynamique de règlement du conflit.
Pour ceux qui ne l’ont pas lu, Il n’y aura pas d’Etat palestinien (Max Milo, 2010), le livre de Ziyad Clot, raconte l’histoire des négociations de ces dernières années, auxquelles l’auteur a participé, et les raisons profondes de l’échec.
Je ne vais pas refaire ici l’histoire des négociations israélo-palestiniennes telles qu’elles se sont engagées au sommet de Camp David à l’été 2000, entre Yasser Arafat, Ehoud Barak et le président américain William Clinton. Elles se sont poursuivies dans les semaines qui ont suivi, malgré l’éclatement de la seconde Intifada à la fin du mois de septembre. Elles ont culminé avec les négociations de Taba, en janvier 2001, quelques jours avant les élections israéliennes qui ont ramené Ariel Sharon et la droite au pouvoir.
Ces négociations ne se sont pas vraiment achevées par un document précis, mais par des compromis sur des points évoqués par les documents palestiniens et qui sont rappelés dans Les Cent clefs du Proche-Orient (Alain Gresh et Dominique Vidal, Hachette, nouvelle édition à paraître en mars):
«Les documents élaborés sur les quatre principaux dossiers (territoire, Jérusalem, sécurité, réfugiés) confirment cette appréciation»:
«La délégation israélienne propose de restituer 94 % de la Cisjordanie (comprenant environ 20 % des colons) et, en échange des 6 % qu’elle annexerait, de céder l’équivalent de 3 % en territoires israéliens, plus 3 % pour le “passage sûr” devant relier la Cisjordanie et Gaza – et qui ne serait pas sous souveraineté israélienne. Elle accepte également le départ des colons du cœur d’Hébron et le démantèlement de Kyriat Arba ainsi que de toutes les colonies en territoire palestinien. Par rapport à Camp David, Israël renonce à la vallée du Jourdain, à Shilo, à l’est d’Ariel, et à quelques points plus isolés comme Kedumim et Bet El, ainsi qu’à une région au nord de la colonie de Modim (qui comprend 50 000 Palestiniens)».
«La délégation palestinienne consent, elle, à céder 2 % de la Cisjordanie (comprenant environ 65 % des colons), en échange de territoires d’une même valeur (les Israéliens offrent des dunes de sable à Halutza, dans le désert du Néguev, aux confins de Gaza). L’évacuation devrait s’effectuer rapidement – trois ans selon Israël, dix-huit mois selon les Palestiniens».
«Les positions se rapprochent aussi sur le partage de souveraineté à Jérusalem-Est, selon le principe du plan Clinton: les quartiers arabes sont intégrés dans l’Etat palestinien, les quartiers juifs annexés par Israël (ce qui entérine la colonisation juive à Jérusalem-Est). Les Palestiniens exigent la souveraineté sur le Haram El-Sharif (l’esplanade des Mosquées), les Israéliens sur l’ensemble du mur occidental (y compris le mur des Lamentations). Les négociateurs envisagent diverses suggestions, dont celle de confier la souveraineté des Lieux saints, pour une période limitée, aux cinq membres du Conseil de sécurité et au Maroc».
«Sur la sécurité aussi, les positions convergent. Les Palestiniens concèdent une limitation de l’armement de leur Etat, ainsi que l’installation, sous certaines conditions, de trois stations d’alerte israéliennes. La présence d’une force internationale sur les frontières est acceptée».
«La question des plus de 4 millions de réfugiés palestiniens éparpillés entre la Jordanie, la Syrie, le Liban et les territoires autonomes représente la pierre d’achoppement la plus embarrassante. Mais, pour la première fois, Israël reconnaît sa responsabilité dans le drame des réfugiés, accepte de contribuer directement à la solution du problème et affirme que celle-ci doit conduire à l’application de la résolution 194, qui stipule notamment qu’“il y a lieu de permettre aux réfugiés qui le désirent de rentrer dans leurs foyers le plus tôt possible et de vivre en paix avec leurs voisins”. Cinq possibilités seraient offertes aux réfugiés: le retour en Israël; le retour dans des territoires israéliens cédés par Israël à la Palestine; le retour dans l’Etat palestinien; l’installation sur leur lieu de résidence (Jordanie, Syrie, etc.); le départ pour un autre pays (plusieurs Etats, dont le Canada, ont déjà fait savoir qu’ils étaient prêts à accepter d’importants contingents de Palestiniens)».
«Israël consent au retour sur son territoire de 40 000 réfugiés. Les Palestiniens estiment, eux, qu’une offre inférieure à 100 000 personnes ne permet pas d’avancer, tout en insistant sur le libre choix des réfugiés et en affirmant qu’ils ne veulent pas remettre en cause le caractère juif de l’Etat d’Israël. Une commission internationale et un fonds international seraient rapidement mis en place pour dédommager les réfugiés».
Sur cette dernière question, celle des réfugiés, on trouvera dans les archives du blog le document proposé par la délégation israélienne, «Une proposition israélienne oubliée sur les réfugiés palestiniens».
Bien sûr, entre les propositions du début des années 2000 et celles d’aujourd’hui, il y a des nuances, mais rien de plus. En revanche, le contexte a changé et on se demande, à lire les documents, si l’Autorité en est consciente. La délégation israélienne dirigée par Tzipi Livni, considérée comme plus «modérée» que l’actuel premier ministre, explique clairement qu’il n’est pas question de revenir aux paramètres des années 2000.
C’est ce qu’explique, par exemple, Udi Dekel, lors de la réunion du 29 mai 2008 à Jérusalem (cette réunion se tient après la conférence d’Annapolis qui a promis un Etat palestinien pour la fin de l’année 2008). Il rétorque à la délégation palestinienne, qui met en avant les résultats obtenus lors des négociations de Camp David et de Taba:
«Depuis 2000, des choses sont arrivées et nous ne partons pas du même point. Vous avez commencé une guerre de terreur contre nous et nous avons créé des faits sur le terrain. C’est la réalité avec laquelle nous devons vivre, nous ne pouvons retourner à Camp David. Les circonstances ont énormément changé depuis lors. Les faits ont changé. Nous ne pouvons arrêter le temps et penser que nous sommes en l’an 2000. Le Proche-Orient a changé».
Quant à la position de l’administration Obama, telle qu’elle se dégage de ces documents, elle est résumée par deux analyses publiées sur le site d’Al-Jazira en anglais: Gregg Carlston, «Deep frustrations with Obama» (24 janvier), et Mark Perry et Ali Abunimah, «The US role as Israel’s enabler» (26 janvier): non détermination à affronter le gouvernement israélien, sous-estimation de l’importance de Jérusalem, pressions sur les Palestiniens pour qu’ils fassent des concessions, etc.
Le Monde diplomatique par Alain Gresh 27 janvier 2011