El IS presenta a su 'emir' en el sudeste de Asia
Los militares filipinos dijeron que tras ocupar un sector de Marawi los milicianos afiliados al Estado Islámico asolaron un colegio y la catedral cristiana, destrozaron imágenes de vírgenes y cristos, secuestraron a más de una docena de feligreses, devastaron una mezquita shía y hasta decapitaron la estatua de José Rizal, uno de los héroes locales más emblemáticos de la oposición al dominio de España en el siglo XIX.
La última edición del semanario Rumiyah, órgano de expresión del IS, reclamaba además la "ejecución de varios cristianos beligerantes" capturados en esa misma localidad y mostraba una foto de media docena de cautivos tirados en el suelo, con las manos atadas a la espalda y bajo la mirilla de los fusiles de los milicianos.
Se trataba de recrear el mismo estilo y maneras brutales de la "central" del IS que comanda Abu Bakr al Baghdadi, y conseguir gracias a ello la portada de la citada Rumiyah, que bajo el título de 'La Yihad (guerra santa) en el Sudeste Asiático', advertía que la "pérdida de territorios" que está sufriendo el movimiento en Irak y Siria -que no negaba- vendría acompañada de ataques "en regiones que nadie esperaba que quedarían bajo control" de los insurgentes, colocando como ejemplo el asalto contra la ciudad filipina.
Combates en Marawi entre las fuerzas gubernamentales y el grupo Maute
La ofensiva de los radicales filipinos afiliados al IS contra esta población ubicada en la isla sureña de Mindanao, que comenzó el pasado 23 de mayo y ha costado ya la vida a más de 200 personas, ha confirmado la expansión en Asia del ideario defendido por Baghdadi en Oriente Próximo y ha servido a esta formación para intentar recuperar el crédito perdido con sus múltiples derrotas en su reducto original.
La simbología que el IS pretende otorgar a la pugna por el control de Marawi quedó una vez más de manifiesto el lunes, cuando su portavoz, Aboul Hassan al-Mouhajer, difundió un mensaje en el que felicitaba a "los hijos del califato" por su acción en la villa asiática, al tiempo que Amaq, la agencia de la facción, decía que sus acólitos todavía controlan "dos tercios" de la localidad.
En su esfuerzo propagandístico, el IS ha presentado de forma pública a quien ejerce como su líder más significado en esta región, el filipino Isnilon Hapilon, un veterano del grupo Abu Sayyaf, que rindió pleitesía a Baghdadi tan pronto como este declaró el califato en 2014 pero que sólo el año pasado consiguió aglutinar bajo su influencia a varias camarillas radicales entre las que destaca el llamado Estado Islámico Ranao, que dirigen los hermanos Maute.
Apodado ahora Abu Adillah al-Muhajir, Hapilón concedía una entrevista a Rumiya en la que relacionaba el resurgir del ideario extremista en esta región con en la aparición de una "nueva generación de jóvenes dispuestos a establecer la ley de Dios", al tiempo que anunciaba que el asalto contra Marawi no será "el último" que protagonicen.
Hapilón aclaró que sus fuerzas se han visto reforzadas por voluntarios de "varios países del sudeste asiático" y otras naciones, algo que quedó confirmado cuando los militares que combaten en Marawi identificaron entre los alzados abatidos en los primeros días de la refriega a 8 extranjeros, incluidos varios árabes.
El jefe radical de 50 años es un viejo conocido de las autoridades de EEUU que ofrecen una recompensa de 5 millones de dólares por su captura y lo mantienen en la lista de personajes más buscados por el FBI desde que participó en la década pasada en una serie de raptos masivos, incluido uno en 2001 en el que un norteamericano fue decapitado.
Los extremistas disponen de un significativo apoyo en varias regiones de Mindanao, donde la influencia de la ideología es quizás un elemento tan significativo como el sostén que les otorga sus vínculos con los clanes regionales.
El propio teniente coronel Jo-ar Herrera, un portavoz del una de las unidades que actúan en la zona -la Primera División de Infantería- reconoció que Maute posee de "un montón de simpatizantes y apoyo en el área" ya que tienen unas profundas raíces locales "en términos de familiares, cultura y herencia".
La primacía del factor tribal en esta sublevación es algo tan obvio como el hecho de que la facción que lideran los Maute sea más conocida por el patronímico del dúo que por su nombre original: Estado Islámico Ranao.
La arremetida contra Marawi ha propulsado también a OmarKhayam Romato y Abdullah Maute como nuevos referentes para los activistas que comparten su fanatismo.
Control militar en Marawi
Ambos crecieron junto a toda su cohorte familiar en Marawi, una villa dominada por una amplia mayoría musulmana que atesora un largo legado de oposición a las autoridades centrales de Filipinas desde la era del dominio español.
La pareja se trasladó a Oriente Próximo a principios de la década anterior. Omar estudió en la Universidad Al Azhar de El Cairo (Egipto) y Abdullah recaló en Jordania.
El hermano mayor, Omar, se casó con una joven de Indonesia que conoció en la nación árabe, hija de un clérigo de aquel país conocido por su estricto ideario, y regresó con ella a ese país, antes de volver definitivamente a Mindanao en 2011.
El ejército filipino asegura que tanto los padres de la pareja -ambos detenidos en los últimos días- como 5 de sus 6 hermanos y hermanastros se han sumado a la ofensiva contra Marawi, en un signo más del peso que tienen los lazos sanguíneos en esta sublevación.
Hapilón también ha recurrido a sus raíces étnicas consiguiendo el apoyo de los combatientes de Abu Sayaf pertenecientes al clan Yakan establecido en la isla de Basilan, alejándose así de la imagen de bandoleros y secuestradores que se había ganado este conglomerado.
"Hapilón mantuvo a sus seguidores en una línea más ideológica. Hace años, envió una carta al obispo católico de Basilan, diciéndoles que tenían la opción de convertirse (al Islam), pagar el dhimmi (una tasa que debían abonar los miembros de esta religión cuando todavía existía el califato real) o pelear", asegura Steven Rood, uno de los expertos más reconocidos en el estudio del islamismo político filipino, en un intercambio de emails con este diario.
La presencia de activistas imbuidos por esta ideología radical es un desafío que enfrenta el gobierno de Manila desde hace décadas y mucho antes de que existiera el Estado Islámico. Mindanao, de hecho, fue durante años uno de los refugios de los militantes de Jemaa Islamiyah (JI), la franquicia más activa de Al Qaeda, en el sudeste asiático, que llegó a mantener en la década de los 90 dos campos de entrenamiento en esa recóndita región donde se formaron decenas de voluntarios no sólo de Filipinas sino de países vecinos como Indonesia y Malasia.
"Esta situación recuerda ciertamente a la presencia de Jemaa Islamiya en Mindanao", opina Rood.
Para este analista, si en un principio los diversos grupúsculos filipinos usaban la bandera del IS sólo "para intentar apropiarse de la marca" ahora "si existe una conexión operativa" entre los militantes que luchan en Marawi y la central instalada en Oriente Próximo.
La relación entre el declive del Estado Islámico en Siria e Irak y el progresivo auge de sus seguidores en Asia constituye otro guiño al pasado. Las autoridades regionales llevan meses alertando sobre el peligro que entraña el regreso de los combatientes que viajaron a Oriente Próximo ahora que su quimera se derrumba y recordando que en los 80 los insurgentes que pelearon en Afganistán fueron precisamente decisivos en la creación de Abu Sayyaf o Jemaa Islamiyah.
Durante la última Conferencia de Seguridad de Asia celebrada en Singapur, todos los participantes alertaron sobre el giro hacia la región que parece haber adoptado el Estado Islámico. El ministro de Defensa de la ciudad-estado, Ng Eng Hen, dijo que hasta 31 facciones de milicianos asiáticos han jurado lealtad a Abu Bakr al Baghdadi aunque Hapilon sigue siendo su delegado más connotado.
En la misma cita, el ministro de Defensa de Indonesia estimó que la camarilla de radicales instalados en esa nación puede comandar hasta 1.200 combatientes, incluidos cerca de 40 de su propio país, donde la organización Jamaah Ansharud Daulah (JAD) -una de las herederas de JI- ha requirido a sus simpatizantes que se sumen a la organización que capitanea el filipino.
El crecimiento del Estado Islámico en Filipinas se ha visto ayudado por la influencia de las redes sociales y la libertad de actuación que mantienen los radicales en ese espacio virtual. Las decenas de páginas de Facebook que mantienen abiertas los extremistas constituye el mejor referente para recibir información de su presencia en el interior de Marawi -no cesan de colgar fotos y vídeos-, recibir sus comunicados, poder apreciar imágenes más antiguas de los militantes entrenándose en campos selváticos o adentrarse en el perfil social del propio Omar Maute, que se describe a sí mismo como "una bomba de relojería".
Según declaró a la agencia Reuters, Samira Gutoc-Tomawis, una activista civil que conoce a la saga de Mindanao, los Maute han convertido el espacio virtual en su principal bandera de enganche para captar seguidores. "Son muy activos en internet. Difunden sus ideas en Youtube. Son articulados y educados", señaló.
En un informe de octubre de 2016, Sidney Jones, otra experta en yihadismo regional instalada en Indonesia, avisaba que los Maute eran "los miembros más inteligentes, sofisticados y mejor educados de todos los grupos pro-IS de Filipinas" y advertía sobre su manejo de las redes sociales.
Tanto Jones como Rood y otros estudiosos de esta problemática como Zachary Abuza, el Colegio Nacional de la Guerra de Washington, consideran que otro elemento clave para comprender el arraigo creciente de las prédicas del IS entre los musulmanes de Mindano es el bloqueo que sufre el proceso de negociación entre Manila y el Frente Moro de Liberación Islámico (MILF).
"Mucho de lo que está ocurriendo en Marawi tiene sus raíces en el proceso de paz estancado", insiste Abuza.
Para Rood la aquiescencia del MILF -la principal formación armada musulmana de Mindanao- al establecimiento de una amplia autonomía en la isla sureña debería ser "la vacuna contra el virus del IS" y su implementación -paralizada por el parlamento filipino desde 2014- "reduciría el número de reclutas potenciales al demostrar que las negociaciones pacíficas tienen su fruto".
El mismo Hapilón se refirió a esta circunstancia en su diálogo con Rimuyah y dijo que el anquilosamiento de todo el proceso "ayudó a distanciar a la juventud" del liderazgo de una agrupación a la que tacha poco menos que de apóstatas y que dice "ahora no tienen ningún poder para hacer frente a la influencia de los Cruzados".
http://www.elmundo.es/internacional/2017/06/14/5940ea1a46163f165f8b460b.html