Partamos que los turbinas no se sacan una vez instaladas. Si no que se cambian los componentes. Por eso tiene que sea modulares. Eso de varias veces no me convence mucho.
Dejo una parte, el artículo completo, el link al pie.
Máquinas adelante, toda
Zarpar es el resultado de cinco horas de trabajo previo de la gente del departamento máquinas –que comprende los cargos de propulsión, electricidad y control de averías-. Una de las tareas es calentar el aceite de las cajas de reducción para generar una película lubricante dentro de ella. “Hay que tener en cuenta que la caja de engranajes de reducción permite pasar de 16.000 revoluciones por minuto (rpm) de las Tyne a un máximo de 220 rpm en la línea de eje. Es increíble el esfuerzo al que está sometida la caja de reducción y por eso el cuidado que debe prestársele”, explica el jefe de Propulsión, Teniente de Fragata Lucas Pattacini.
Un motor diesel produce combustión dentro de una cámara y los gases que allí se generan son los que hacen girar a las turbinas navales. El consumo de combustible depende de las condiciones del mar, del viento y de los nudos a los que se avance, pero aproximadamente para un destructor tipo Meko 360 a velocidad crucero es de entre 50.000 y 60.000 litros diarios. Este tipo de unidades tienen una capacidad de carga de 550.000 litros. Cuando está varios días operando en el mar es necesario reabastecerlo en navegación. Para ello es imprescindible contar con un buque logístico, en el caso de la Flota de Mar, el “Patagonia”.
Turbinas significa potencia, mucha e instantánea. Esto es imprescindible para las operaciones eficaces en el mar, pero tiene su precio. Una turbina de gas es un motor de alta complejidad y precisión que usa el flujo de gas para convertir energía térmica en energía mecánica. “Acá no se puede reparar con alambres y picardía” explica el Jefe “se necesitan repuestos y mucha solvencia técnica, en fin, un sostén logístico de apoyo importante. Además, las turbinas tienen una vida útil determinada y cuando ésta finaliza el buque queda en puerto”. Todo jefe de Máquinas sabe además de la necesidad de conformar un buen equipo de trabajo con su gente. “Nuestra gente está muy bien calificada y es muy difícil formarla, por eso es que la requieren tanto desde la empresa privada”.
Desde que se zarpa, ese equipo cubre guardias permanentes para garantizar el funcionamiento del buque, que además de ser un enorme sistema mecánico, es una ciudad en miniatura. Estar operando en el mar implica generar potencia para propulsar, electricidad para todos los sistemas de abordo, agua potable, calor y frío. Desde el cuarto de control máquinas, donde hay un oficial de guardia y un suboficial de cada cargo, se controla todo. No falta la ronda de mate y jamás falta trabajo.
Por el cargo propulsión, los operadores de turbinas cubren guardia en el cuarto de máquinas: un hombre con un ayudante en las turbinas principales y otro par en las de crucero. El Cabo Ascenza Parisi y su compañero, el Cabo Mercadante, deben comunicarse a los gritos para imponerse al ruido producido por sus protegidas, las Tyne y las Olympus. Cuando terminan su turno están cansados, con la cabeza que no les aguanta. “Lo mejor de ser maquinista es el compañerismo. Acá tenés que sacrificarte por tus camaradas. Esa es la única forma de pertenecer a máquinas”, declara Alfredo
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