No solo sobre los aviones se tejieron leyendas, sino también sobre los tractores fabricados por IAME, EL PAMPA. Lo que sigue es la historia del mismo y como nos verseo a los argentinos el General.-
El siguiente es un relato aparecido en Automovilsport.com cuyo autor es Carlos Gerbaudo
En este preciso momento recordar la historia del tractor Pampa, o simplemente El Pampa como se lo conoció y conoce aún en el campo argentino, solo toma unos instantes que bien vale la pena invertir...para comprender que en estos pagos las cosas cambian, pero no tanto.
Esperanza, bella ciudad cercana a Santa Fe Capital, es la primera colonia agrícola argentina, con lo mucho que ello significa siendo el agro un inclaudicable puntal de nuestra economía. Allí, el entonces General Presidente Juan Perón, hilvano otro capitulo de nuestra eterna novela de odios y amores con Estados Unidos de Norteamérica, y de ella nace El Pampa.
Perón, en un encendido discurso pronunciado el 8 de septiembre de 1948, en ocasión de inaugurar el monumento al agricultor ubicado en la calle Alberdi, declaro la guerra comercial a los Estados Unidos de Norteamérica. Y fue bien claro, al decir que si los americanos querían pintar sus casas de madera con el aceite de lino que hasta entonces les proveímos, tendrían que traer las mismas a la Argentina...y alguien dijo entonces que el agricultor del monumento, que mira a lo lejos haciendo pantalla con la mano, estaba esperando ver las casas llegar. Otro de los presentes se pregunto si, a la reciproca, los americanos, que por entonces nos vendían la materia prima para fabricar el papel higiénico, estarían esperando que los argentinos les llevásemos el traste para limpiar...
Chanzas aparte, una gran preocupación surgió entre los asistentes, ya que la mayor parte de la maquinaria agrícola era de origen americano, y se dice que los tractores en particular escaseaban, y que era necesario ser afiliado al partido peronista para conseguir uno. Preguntado que lo fue el General Presidente al respecto, anuncio que "los fabricaremos en nuestro país, y en tres meses estará listo y en marcha el primero de una gran serie". Costaba mucho creerle, claro, pero Perón cumplía.....
Como a esa altura no se tenia tan siquiera idea de que tractor fabricar, y la promesa estaba lanzada, lo primero que se hizo fue una encuesta...un grupo de expertos recorrió la ruta 9 desde Buenos Aires hasta Córdoba, ingresando a cada establecimiento rural para preguntar cual era el tractor que mejor funcionaba y era mas sencillo de copiar. El mas votado fue el tractor Lanz Bulldog, de origen alemán, producido en Mannheim. Las razones eran varias, ya que se trataba de un motor muy sencillo, de un solo cilindro, que trabajaba por autoencendido, y que solo requería un calentamiento previo a la puesta en marcha, para lo que se utilizaba una lámpara a bomba alimentada con kerosén, eliminándose así todo componente eléctrico. Como el combustible Diesel oil entonces escaseaba, este tractor también ofrecía la ventaja de aceptar una mezcla preparada con kerosén y aceite usado, y hasta aceite o grasa animal. Su potencia permitía reemplazar también a las viejas calderas de vapor que se utilizaban para mover las trilladoras estacionarias de trigo y lino.
Cuando la encuesta estuvo lista, ya se habían consumido gran parte de los tres meses disponibles, de manera que había que apurar el tramite, decidiéndose entonces importar desde Uruguay dos tractores Lanz. Uno de ellos fue íntegramente desarmado y sus innumerables partes desparramadas en el piso de un galpón desocupado perteneciente a IAME, en Córdoba. Todos los industriales con posibilidades de fabricar alguna pieza fueron convocados, y a muchos de ellos se les proveyó de maquinas, materiales y herramientas.
El plazo era imposible de cumplir, claro, pero como el prestigio estaba en juego, algo había que hacer. Es así que al segundo Lanz se le reemplazo la parte frontal, único lugar donde aparecía la marca Lanz, por una fundida y maquinada localmente, que decía "Pampa - IAME - Industria Argentina", enmarcada por una insignia que contenía un engranaje atravesado por dos alas. Completado el camuflaje al reemplazar el color azul por un llamativo anaranjado, se lo llevo a Buenos Aires, y se lo mantuvo en marcha durante varios días al pie del Obelisco, al lado de una bandera Argentina. El pueblo, ajeno a este proceso, una vez mas se asombraba y comprobaba el famoso Perón Cumple. Tiempo después, se completaron 10 unidades que salieron a recorrer el país, arrastrando un arado de cinco rejas, efectuando exitosas demostraciones.
Se fabricaron en total 3500 Pampas, que se vendieron a un precio inicial de 85000 pesos, llegando luego a los 326000, inflación mediante. De todos modos, el precio estaba debajo del costo.
Mucho se cuenta del Pampa, y la mayoría de las historias refieren a su capacidad de invertir la marcha, provocando no pocos accidentes. Esto era en particular peligroso cuando en plena aceleración las vueltas caían durante un esfuerzo, el pistón no llegaba a completar la compresión, para volver invirtiendo la marcha y salir el tractor disparado hacia atrás. Se sabe de muchos accidentes fatales y paredes de galpones derrumbadas por esta diabólica maquina, responsable también de incendios de campo al despedir combustible encendido. Su puesta en marcha era un tema, ya que el precalentamiento con la lámpara a bomba tomaba tiempo, sobre todo en invierno, ya que esta no siempre funcionaba bien. La solución llego junto al gas, fabricándose en Esperanza un quemador alimentado por medio de garrafas.
La historia mas llamativa dice que, como el tractor desarmado del cual se copiaron las piezas era usado, las unidades nuevas que luego se fabricaron estaban ya desgastadas...cualquier semejanza con la actualidad o el futuro inmediato, no es pura coincidencia.
Visite Esperanza varias veces dado que mi monoposto es de esa ciudad, así que en una de ellas mi gran amigo Donaldo Huber me hizo saber de un Pampa en venta...acudí presuroso con el recuerdo de su acompasado andar grabado en mi memoria de niño, en mi Arequito natal. Es una bella bestia que hoy atesoro en mi campo de General Rodríguez, y que suelo poner en marcha y manejar, previniendo una imprevista caída de la autoestima, de la que nadie esta exento en estos tiempos....
Atte.-
Miguel