70º aniversario de la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial
1 de febrero de 2013
Majmut Garéyev, Rusia Hoy
Durante la Segunda Guerra Mundial hubo otras victorias no menos brillantes del Ejército Rojo por sus resultados estratégicos y por el nivel de técnica militar. Entonces, ¿por qué se destaca la batalla de Stalingrado? En el 70º aniversario de la batalla, hemos querido reflexionar sobre ello. Los intereses de la Historia y del desarrollo de la cooperación entre los pueblos exigen liberar a la historia militar de un espíritu de confrontación y, al mismo tiempo, subordinar los estudios científicos en aras de una interpretación de la historia de la Segunda Guerra Mundial profunda, verdadera y objetiva, incluyendo la batalla de Stalingrado. Esto está relacionado con el hecho de que algunas personas quieren falsificar la historia de esta guerra, “volver a combatir” en el papel.
En la historiografía mundial no se concibe de la misma manera el significado de la batalla de Stalingrado en relación al desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Tras el final de la guerra, en fuentes occidentales aparecieron afirmaciones de que la batalla de Stalingrado y la victoria de las tropas aliadas en El Alamein representaron el punto de inflexión más importante de la Segunda Guerra Mundial.
Por supuesto, en favor de la objetividad, debemos reconocer que en El Alamein los aliados obtuvieron una gran victoria, lo que supuso una contribución significativa a la derrota del enemigo común.
Si hablamos del aspecto militar y estratégico, la batalla de Stalingrado tuvo lugar en un vasto territorio de casi 100.000 kilómetros cuadrados, mientras que la operación de El Alamein se desarrolló en un lugar relativamente estrecho de la costa africana.
En Stalingrado, en distintas etapas de la batalla, participaron más de 2,1 millones de personas en total, se utilizaron más de 26.000 cañones y lanzaminas, 2.100 tanques y más de 2.500 aviones de combate. El mando alemán para la batalla de Stalingrado utilizó a 1.011 000 personas, empleó 10.290 cañones, 675 tanques y 1.216 aviones. Mientras que en El Alamein el pabellón africano de Rommel tenía “solo” 80.000 personas, 540 tanques, 1.200 cañones y 350 aviones.
La batalla de Stalingrado duró 200 días y noches (del 17 de julio de 1942 al 2 de febrero de 1943), mientras que la batalla de El Alamein, 11 días (desde el 23 octubre hasta el 4 noviembre de 1942), por no hablar de la intensidad incomparable y la ferocidad de estas dos batallas.
Si en El Alamein el bloque fascista perdió 55.000 personas, 320 tanques y alrededor de 1.000 cañones; en Stalingrado, la pérdida de Alemania y sus satélites fue 10 ó 15 veces mayor. Fueron hechas prisioneras cerca de 144.000 personas. Se destruyeron 330.000 tropas. Fueron muy grandes también las pérdidas de las tropas soviéticas. Las pérdidas irrecuperables llegaron a 478.741 personas. Muchas de las vidas de los soldados podrían haberse salvado. Sin embargo, nuestros sacrificios no fueron en vano.
No es comparable a la importancia militar y política de los acontecimientos. La batalla de Stalingrado tuvo lugar en el teatro principal de la guerra europea, donde se decidió el destino de la guerra. La operación en El Alamein, en el norte de África, tuvo lugar en un teatro secundario de la guerra y su impacto en el curso de los acontecimientos pudo ser indirecto. La atención de todo el mundo se centró entonces no a El Alamein, sino precisamente en Stalingrado.
A su vez, los importantes daños y las enormes pérdidas de la Wehrmacht en Stalingrado empeoraron seriamente la situación política, militar y económica de Alemania y la sumieron en una profunda crisis.
El daño de los tanques enemigos y vehículos en la batalla de Stalingrado se comparó a su cantidad de producción en seis meses en las plantas de Alemania, a la producción de cañones en cuatro meses y a la de dos meses de producción de lanzaminas y armas pequeñas. Y para compensar tan grandes pérdidas, la industria militar alemana tuvo que trabajar con una tensión extremadamente alta. Aumentó drásticamente la crisis de la mano de obra.
La catástrofe en el río Volga dejó su impacto visible en la moral de la Wehrmacht. En el Ejército alemán aumentó el número de casos de deserción y la insubordinación a los comandantes, y también aumentaron los delitos de guerra.
Después de Stalingrado, el número de condenas a muerte dictadas por la justicia nazi a militares alemanes aumentó de manera significativa. Los soldados alemanes comenzaron a cumplir con menos tenacidad las acciones militares y empezaron a temer a los ataques de los flancos y alrededores. Entre algunos políticos y altos oficiales se manifestó un sentimiento de oposición a Hitler.
La victoria del Ejército Rojo en Stalingrado sacudió al bloque militar fascista, tuvo un efecto depresivo en los satélites de Alemania, causó pánico en el campamento y contradicciones insolubles.
Los líderes de Italia, Rumanía, Hungría y Finlandia, para escapar de la catástrofe inminente, empezaron a buscar excusas para poner fin a la guerra e ignoraron las órdenes de Hitler de enviar tropas al frente soviético-alemán.
Desde 1943, se entregaron prisioneros del Ejército Rojo no solo soldados y oficiales, sino subdivisiones enteras y parte de los ejércitos rumano, húngaro e italiano. Se tensaron las relaciones entre la Wehrmacht y los ejércitos aliados.
La destructiva derrota de las hordas fascistas en Stalingrado actuó de manera aleccionadora en los círculos gobernantes de Japón y Turquía, es decir, abandonaron su intención de entrar en guerra contra la URSS.
Bajo la influencia de los avances realizados por el Ejército Rojo en Stalingrado y en las operaciones posteriores de la campaña de invierno 1942-1943, se reforzó el aislamiento de Alemania en la escena internacional.
En 1942-1943, el Gobierno soviético estableció relaciones diplomáticas con Austria, Canadá, Holanda, Cuba, Egipto, Colombia, Etiopía, y con Luxemburgo, México y Uruguay reanudaron las relaciones diplomáticas anteriormente interrumpidas.
Todo esto sugiere que precisamente la batalla de Stalingrado rompió la columna vertebral de la Wehrmacht e inició un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial en favor de la coalición antiHitler. Más precisamente, Stalingrado ordenó este cambio fundamental.
Majmut Ajmetovich Garéyev es presidente de la Academia de Ciencias Militares, doctor en Historia y Ciencias Militares, general del Ejército y veterano de la Segunda Guerra Mundial.
http://rusiahoy.com/cultura/2013/02...talla_de_la_segunda_guerra_mundial_24493.html