Tristeza e impotencia en las bases antárticas
Por Silvio Bocchicchio
Para LA NACION
USHUAIA.- Tristeza, impotencia, desconcierto. El incendio del rompehielos Almirante Irízar acongojó por igual al personal civil y militar de las bases antárticas argentinas, cuyo relevo y abastecimiento dependen en un 95 por ciento del buque siniestrado.
"¿Se hundió?", quiso saber, angustiado, el jefe de la base Esperanza, mayor Sergio Pietrafesa, en diálogo telefónico con LA NACION. El funcionario, al igual que sus pares de otras estaciones, siguió las alternativas por Internet, sin contar con información oficial. "Me llamaron a las 6.30 para avisarme y quedé conmocionado", confió.
El administrador de la base donde funciona la escuela Julio Argentino Roca, del sistema educativo fueguino, destacó la coincidencia del incendio con el Año Polar Internacional, y contó que a bordo viajaban artículos del personal de la base, con "equipos y vehículos para reparar en Buenos Aires".
Pietrafesa despidió hace unos diez días al barco de casco rojo y cubierta amarilla, que recaló en la capital fueguina antes de emprender el regreso trunco a Buenos Aires. "Es un barco muy querido, era «El Rompehielos», un nombre propio, un buque insignia; no me imagino la vida antártica nacional sin él", lamentó.
Costos de reparación
El vicecomodoro Cristian Coleman es el jefe de la base Marambio, y en la temporada antártica 2005-2006 fue parte de la tripulación del Irízar como jefe del componente aéreo del buque. "Espero que no se hunda y que lo recuperen, se han hecho milagros en la industria naval, pero no sé los costos", dijo emocionado Coleman, que entiende que, más allá del valor afectivo, "el país perdió un bien material de suma importancia".
La estación antártica más dependiente del Irízar es Belgrano II, la más cercana al Polo Sur. El relevo del personal y el abastecimiento de víveres y pertrechos se hace atravesando varias millas de mar congelado.
"Los que venimos aquí sabemos que podemos quedarnos dos años. Son las reglas del juego; claro que siempre esa posibilidad es remota y ahora está algo más cerca", reflexionó el capitán del Ejército Gustavo Quiroga, jefe de la base.
Por su parte, el secretario de Asuntos Circumpolares y Antárticos de Tierra del Fuego, Daniel Leguizamón, consideró que la pérdida del Irízar coloca al programa antártico argentino "por debajo de la línea de flotación", y que significó "un golpe terrible para el liderazgo" del país en materia antártica.
"En Buenos Aires decidirán cómo sustituirlo, ojalá que sea pronto", deseó el funcionario