Estados Unidos: A Palos con el F-35 Lightning II
Mientras el potencial retraso del programa de desarrollo y el escarpado incremento de sus costos proyectan negras sombras el futuro del Joint Strike Fighter (JSF), algunos recientes informes ponen en duda la capacidad militar de este avanzado avión y su tecnología “furtiva”, frente a los más avanzados cazas de la línea Suhoi desplegados por las fuerzas aéreas de Rusia, China y otros países. El proyecto enfrenta también las nuevas incertidumbres generadas por el próximo cambio de gobierno en Washington, que tendrá lugar en el contexto de una profunda crisis económica a nivel tanto nacional como global.
Por José Higuera *Imágenes de LOCKHEED MARTIN (LMA) y el Departamento de la Defensa de los Estados Unidos (DoD)
La información más reciente confirma el atraso del programa de desarrollo del avión de combate multirol avanzado Joint Strike Fighter (JSF) de Lockheed Martin –también conocido como F-35 Lightning II- cuyas fases de pruebas técnicas y operacionales se prolongarán por un año más de lo previsto, completándose recién a mediados del 2013 y el 2014, respectivamente.
El desafío que implica desarrollar lo que resta de esas fases de prueba es enorme. En los dos años transcurridos desde el vuelo inaugural del primer prototipo operativo del F-35, el aparato ha realizado un total de setenta vuelos de prueba.
Aunque esa cantidad de vuelos puede parecer impresionante, la verdad es que las pruebas pendientes demandarán un total de 5.100 salidas o vuelos entre Enero del 2009 y Junio del 2014. Eso equivale a ochenta vuelos de prueba…¡Por mes!
“…Como Crías de Foca…”
Mientras, las críticas hacia el avión –que según su fabricante promete una optima combinación de furtividad y poder ofensivo letal- han arreciado. Las más fuertes fueron generadas por la publicación en medios de prensa australianos, donde en Septiembre circularon versiones citando la existencia de un reporte muy negativo producido por el centro de estudios RAND.
De acuerdo a los medios de comunicación, ese estudio había concluido, a partir de los resultados de un juego de guerra con apoyo de combates simulados en computador realizado en la Base Aérea Hichkam en Hawai, que los F-35 serían “diezmados como en un apaleo de crías de foca” en el caso de una confrontación con China. Según las versiones, el F-35 habría sido completamente superado en los combates simulados por los cazas avanzados Sukhoi de las fuerzas aéreas de China y Rusia.
Ello gatillo que el Sr. Andrew Hoehn, Director del programa de investigación sobre la Fuerza Aérea del centro RAND, saliera al paso de las afirmaciones de la prensa, negando absolutamente que el estudio citado incluyera alguna evaluación o comparación del F-35. El Sr. Joel Fitzgibbon, ministro de defensa de Australia –país que planea comprar ese aparato y que había enviado observadores al mencionado juego de guerra- también negó las versiones.
Pero las negativas de los personeros de RAND y el gobierno australiano no parecieron suficientes ni a Lockheed Martin (LMA), empresa encargada del desarrollo y futura producción del F-35, ni a la oficina que maneja el proyecto desde el Pentágono. Ambas organizaciones decidieron despachar equipos de representantes al exterior, con la misión de tranquilizar a los distintos países ya involucrados en el proyecto o en vías de involucrarse.
La preocupación de los responsables del Programa JSF es entendible. Conseguir y mantener los pedidos necesarios para asegurar la producción de 368 ejemplares del F-35 entre los años 2012 y 2016 –con una razón de producción de 50 ejemplares anuales en los dos primeros años y subir a 100 ejemplares anuales después- es un objetivo clave y vital. Eso permitirá mantener los beneficios de economía de escala a nivel de precio que hacen atractivo el aparato para los clientes de exportación, y también para conservar el interés de aquello que aún no firman los contratos, con duras cláusulas de castigo financiero para quienes decidan retirarse.
Lo concreto es que el texto del reporte de RAND, que fue presentado oficialmente después, no dice nada siquiera cercana a lo reportado antes por los medios, sino que se concentra en la estudio de las tendencias en la Guerra Aérea. Ello incluye un análisis de la efectividad y viabilidad del despliegue de una fuerza de ciento veinte F-22 Raptors, en un hipotético enfrentamiento bélico con fuerzas chinas sobre las aguas del Estrecho de Taiwán, con alusiones muy tangenciales al F-35 y otros aviones de combate.
La situación tras la publicación del informe de RAND dividió a la audiencia entre los que piensan que lo publicado por la prensa en Australia es simplemente mentira, dirigida a dañar al F-35 y a los intereses estadounidenses; y aquellos que creen que el informe del centro de estudios fue modificado, omitiendo la información inconveniente para el nuevo cazabombardero.
Sin embargo, hay otros informes que también son críticos y pesimistas respecto del futuro del F-35. En uno de ellos, también hecho público en Septiembre pasado, el Centro de Análisis de Northrop Grumman revisó las alternativas disponibles para una capacidad de intervención en el Asia-Pacífico, frente a la posible cancelación del Bombardero de Nueva Generación (NGB).
El estudio indicó que, aún disponiendo del NGB, se necesitarían todavía sesenta y cuatro F-35 como complemento, pero que si el NGB es cancelado se necesitarán ciento cincuenta F-35 para cubrir las necesidades de apoyo de esa intervención. La razón es que, para mantener su condición de furtividad, el F-35 puede llevar sólo dos bombas guiadas almacenadas internamente.
De la misma forma, aunque no incluye criticas contra el F-35, la lectura entre líneas de otro informe, esta vez realizado por la Asociación de la Fuerza Aérea, deja entrever tensiones entre sectores de esa fuerza que privilegian la compra de cazas y cazabombarderos, y otros sectores de la institución que favorecen menos cazas a favor de un mayor número de nuevos bombarderos y vehículos aéreos no tripulados (UAV).
Por su parte, el renombrado analista australiano Carlo Kopp ha respaldado las críticas y temores respecto del F-35, señalando que los aviones de las series Su-30 y 35 son superiores al cazabombardero estadounidense. Como plataformas, su mejor relación peso/empuje y el empleo de toberas vectoriales les confiere una ventaja cinética que implica mayor velocidad, agilidad y maniobrabilidad.
Según Kopp, los sistemas tácticos de más reciente introducción en los aviones rusos -como el radar multi-modo NIIP Irbis E de barrido electrónico (ESA) hibrido- serían igualmente superiores en sus prestaciones a aquellos incorporados por los aparatos occidentales, con excepción del F-22.
Escalada de Costos
Los costos de desarrollo del F-35 se han incrementado en un 45 por ciento desde el año 2001 –añadiendo USD 38 mil millones sólo en el 2007- y hoy ascienden a un total acumulado de USD 337 mil millones.
Esto significa que el Pentágono tendrá que pagar 137 millones por cada F-35 que compre, si es que se lograse congelar ese precio en sus niveles actuales. Pero esto último es improbable, dada la inestabilidad predominante en el escenario financiero hoy.
La cifra es estratosférica. Por ejemplo, para un país como el Reino Unido, que ha planeado comprar 138 ejemplares para reemplazar a los Harrier Gr.9 en su fuerza aérea y su aviación naval, esto se estaría traduciendo en un costo que por lo bajo ascendería hoy a USD 19 mil millones.
Esto ha hecho que surjan voces demandando la cancelación de los planes de compra, tanto por razones de precio y costos como también por las restricciones que Estados Unidos quiere imponer a la transferencia de tecnología y a las cuotas de participación industrial de los países socios. En el caso de Dinamarca y Noruega, desde hace un tiempo se viene considerando al Gripen NG del fabricante sueco SAAB como una alternativa.
En el caso del Reino Unido, cancelar la adquisición del F-35 originaría problemas mayores para la Marina Real, forzando una revisión del proyecto de construcción de los dos grandes portaaviones de 65 mil toneladas de la Clase “Queen Elizabeth”, lanzado recientemente con un costo previsto por sobre los USD 7 mil millones.
Descartado el avión de despegue y aterrizaje corto o vertical (VSTOL), se debería optar por un cazabombardero naval convencional, lo que obligaría a revisar el diseño de los portaaviones para incorporar catapultas y equipos de retención en la cubierta de vuelo. Esto encerraría el peligro de generar retrasos y alzas de costos, que podrían terminar por “hundir” definitivamente ese proyecto naval británico.
Pero el F-35 también tiene enemigos en casa. Es sabido, por ejemplo, que el actual Secretario de la Defensa, Sr. Robert gates, es también un crítico del avión y partidario de sacrificarlo con el fin de liberar más recursos para operaciones militares. Al interior de la propia fuerza aérea también hay quienes lo lanzarían a la hoguera a favor de la compra de más F-22 Raptor, un “elefante blanco” de costos igualmente astronómicos que es el proyecto estrella de esa fuerza.
Sin duda, la evolución del escenario económico global en general, así como de la economía estadounidense en particular, tendrá un efecto en el futuro del F-35 y otros proyectos y programas
militares, ya sea en la forma de una reducción o una más drástica cancelación. La última palabra la tendrán a partir del próximo 20 de Enero el presidente electo de los Estados Unidos, Sr. Barack Obama, y su aún no nominado Secretario de la Defensa.