ZA 290 Mikado & ZA 292 "Accidentado"

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thunder

Veterano Guerra de Malvinas
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Moderador
No, gracias a vos y tu análisis "en el terreno" sin el cual no podría establecer algunos de los puntos que señalé.

Un abrazo
 
Estimados forista:
Lamento que algunos se cansen y otros se aburran, pero he tratado de no salirme del tópico de la charla, y si perdí el hilo, les pido mil disculpas. Quizás no se entienda que conocer el terreno de nuestra Patagonia no es fácil, y me doy cuenta que los que viven allí o frecuentan o estuvieron, como es mi caso, tenemos mucho interés en que se comprenda que las condiciones, las distancias, el clima y las sensaciones que estos producen son distintas a las de otros puntos geográficos de nuestra Patria.
Pero antes de seguir lléndome del tema que nos interesa les cuento que he conseguido el libro del Cnel (R) Richard Hutchings "Special Forces Pilot -The Flying Memoir of the Malvinas War".
Tengo del capítulo 11 en adelante, me envían las traducciones del principio, sobre la invasión a la Isla Bobón, en la semana que viene; pero acá voy a subir los capitulos de este libro que puede servir para aclarar un poco algunas cosas, aunque sabemos que algunos datos pueden no ser ciertos, y que solo buscamos coincidencias entre los dichos de los soldados que dicen haber tenido contacto con el AZ 290 en el continente.
Este material lo conseguí gracias a Carlos Vivas, que fue uno de los AOR que participó en el hecho de Punta Loyola.
Hace un rato hablé con él por telefono y después me pasó este material por mail. Y además me contó cosas que completan el relato y responde algunas de las preguntas que se hicieron.
En punta Loyola hubo personal del RI Mec 24 distribuido en la costa, cada 150 metros (aprox) había un pozo de zorro, un guardia que recorría de pozo a pozo y cuatro soldados en cada uno, todos estaban armados con FAL y Colt 11,25, nada más. No hubo cañones, ni otras armas pesadas. Me dio más detalles que amplían lo ya descripto por él, pero que no hacen al relato, por lo menos en lo que importa ahora. Me faltan más datos, cómo cúantos pozos había, cuántos soldados, cantidad de municiones, etc.
Otra cosa que me contó es que había una casa de material, donde estaban los oficiales y una casa más chica de espaldas al mar a unos 250 metros de la otra, donde dormían los suboficiales.
La noche del 18 de mayo había solo dos cabos despiertos y se le disparó a al helo desde tierra a masomenos 25 metros de altura, que no saben si impactaron todos, pero la certeza la tienen porque al día siguiente se enteraron de la caída del helo en Punta Arenas. Que no le dieron a las aspas y que tenía, efectivamente una pequeña luz roja intermitente encendida en la cola del rotor, que era muy tenue pero solo visible a corta distancia. Que el aprato se apreció repentinamente porque el terreno irregular no permite ver el mar desde las posisiones, aunque el en ese momento estaba parado fuera de pozo hablando con otro soldado. Que el soldado Piccin comenzó el fuego y descargó un cargador mientras corría entre los pozos una gran distancia que calcula en mil metros, que cambió el cargador y que sigió tirando un poco más, y que desde las posisiones tambien tiraron pero cuando pasaba por arriba de las mismas y que la mayoría ni asomaba la cabeza, algunos pensaban que el aparato era argentino, pero que a todos les llamó la atención lo silencioso que era, el sonido era como un suave sumbido, y que se desplazaba en sigsag y ascendiendo y descendiendo, como buscando aterrizar.
El relato es casi el mismo que en el diario clarín, de 2007, y es lo mismo que declaran todos los involucrados.
Este caso fue llevado a la Justicia y a los distintos niveles del Poder Ejecutivo, pero lo más llamativo es la respuesta por nota (que cuando la tenga la subo) del Ministerio de Defensa: "Los hechos que se relatan y que sabidos son, transcurrieron en el continente argentino y no en el TOM o en el TOAS, por lo tanto no los incluye en las leyes vigentes como Vetranos de Guerra", firmado por Hugo Tomás Cormick, Subsecretario de Coordinación del Ministerio de Defensa de la Nación Argentina, el 7 de agosto de 2007.
A continuación les envío el libro por capítulos desde el 11, en el próximo post.
Saludos cordiales.

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CAPÍTULO 11
“Nunca van a creer esto”
La gran defensa contra la amenaza aérea es atacar los aviones del enemigo lo más cerca posible de sus puntos de partida.
Winston Churchill
“Nunca van a creer esto,” exclamó Bill. “EL Gobierno aprobó un plan para una operación del SAS (Special Air Service) [Servicio Aéreo Especial] en el interior de Argentina con el fin de destruir los aviones Súper Etendards y misiles Exocet. “El anuncio de Bill se encontró con un silencio apabullante durante unos pocos segundos. No supe como reaccionar; ninguno de nosotros supo. Se interrumpió el silencio por las numerosas expresiones que significaban una mezcla de descreimiento, asombro e incredulidad.
“¿De qué se trata todo esto, Splot?, pregunté.
“No puedo decir más en esta etapa por razones de seguridad”, respondió Bill. “Quiero que todos ustedes se vayan y descansen durante el resto del día. A las 18 horas, quiero que todos ustedes me informen si desean o no ser voluntarios en la misión. Ah, sí, algo más, es un viaje de ida- no hay manera de que el helicóptero pueda regresar a la Fuerza de Tareas”.
La larga noche, junto con las noticias increíbles, nos dejó a la mayoría sintiéndonos muy atontados. Sin más conversaciones sobre el tema, nos retiramos de la sala de instrucciones y tomamos caminos separados. Yo me dirigí directo al casino de oficiales a buscar un desayuno muy deseado. Una decisión de tal magnitud no se podía tomar apresuradamente o sintiéndose casi con el cerebro agotado, así que me fui para poder tener unas pocas horas de sueño que necesitaba desesperadamente.
Se estaba haciendo de día a medida que el Hermes iba en movimiento, dirigiéndose de regreso hacia la seguridad relativa de la Fuerza de Tareas, unas 150 millas al noreste. Más tarde, esa mañana, dos Harriers piloteados por Dave Morgan y Ted Ball llevaron a cabo una misión de reconocimiento fotográfico sobre la Isla Pebble. Los resultados revelaron que todos los once aviones en el campo aéreo fueron inutilizados para volar, por estar casi destruidos o severamente dañados. Después, el Almirante Woodward comentó, “desde mi punto de vista, esta única operación es fácilmente el mejor ejemplo de una operación especial exitosa con todas las armas que probablemente no veamos en mucho tiempo”. Durante gran parte de la mañana y la primera parte de la tarde, dormí como un bendito, acurrucado cómodamente en la cabina de día del Capitán, ajeno a todo lo que sucedía a mi alrededor, en particular la preparaciones preliminares que estaban en curso para el audaz ataque aéreo del SAS en Argentina.
Inmediatamente después del amanecer, los jefes militares en Londres habían recibido informes de la Fuerza de Tareas acerca del éxito total de la misión de Acción Directa del SAS en la Isla Pebble. El Almirante Woodward y los comandantes Northwood y Hereford, ahora estaban ocupados dándole los últimos toques a un plan para ocuparse de los restantes misiles argentinos Exocet. El éxito del ataque aéreo del SAS hizo mucho para convencer a los planificadores militares de la factibilidad de montar una segunda operación de este tipo, solo que esta vez, contra los misiles Exocet y sus aviones de lanzamiento, los Súper Etendards, en su base de operaciones de Río Grande, en la isla de Tierra del Fuego, unas 400 millas, o algo así, al oeste de las Islas Malvinas. El éxito reciente contra los blancos en la Isla Pebble ahora daba a la idea, un ímpetu y empuje renovados. De hecho, el gabinete de guerra ya había dado la aprobación tentativa a lo que se conoció como “la opción interior”, habiendo tomado el asesoramiento de Sir Michael Havers, el Procurador General, de que dicha operación sería legal conforme a las leyes internacionales.
Después del ataque al Sheffield, la opción interior fue observada de manera creciente como el único método factible de impedir el despliegue de más misiles Exocet contra la Fuerza de Tareas, y el Comité Conjunto de Inteligencia había solicitado al SAS que diseñara los planes necesarios. La planificación detallada para un ataque aéreo contra Río Grande había comenzado con el equipo del SAS en Hereford durante las dos semanas anteriores. La opción de introducir la fuerza de reconocimiento preliminar por medio de un Sea King, montado desde la Fuerza de Tareas, tuvo su génesis en una idea pensada por el Capitán Lyn Middleton, aunque coincidentemente el equipo de planificación del SAS en Hereford había arribado a la misma conclusión habiendo descartado las opciones de inserción por paracaídas y submarinos.
Dejando de lado por un momento los obvios obstáculos a saltar para lograr la aprobación política necesaria para dicha operación, hubo consideraciones prácticas significativas. Antes de que un ataque aéreo pudiera ser autorizado, fue esencial establecer más allá de cualquier duda, que el avión y los misiles estuvieran en Río Grande. Aunque no se conocía en el momento de las hostilidades, después de la guerra se reveló que para ocultar las pérdidas de aviones a sus pilotos, a los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina con base en Río Gallegos, se les ordenó que se recuperaran en Río Grande después de las misiones. Hubo, en consecuencia, todas las posibilidades de un acuerdo recíproco aplicado a los Súper Etendards. Se requeriría una pequeña fuerza para reconocer la base y confirmar la presencia del avión y los misiles antes de que se pudiera autorizar una misión de Acción Directa. Durante algunos días previos, tuvieron lugar los intercambios de señales y conversaciones seguras por satélite entre la Fuerza de Tareas, los Cuarteles de la Flota en Northwood, MoD, el Plantel de Dirección del SAS (DSAS) y los comandantes del Grupo Anfibio de Tareas. Se discutieron varias opciones para ejecutar el reconocimiento preliminar y el ataque aéreo y hubo idas y vueltas entre los distintos comandantes. Finalmente, se decidió que un solo Sea King IV de la Fuerza de Tareas introduciría la fuerza de reconocimiento de nueve hombres.
Temprano por la tarde, pude salir de la cama gateando después de haber disfrutado de más sueño del que había tenido en días. La decisión de si debía o no ser voluntario para una misión sin retorno no me impidió dormir profundamente – estaba demasiado cansado después del vuelo épico de la noche anterior de casi seis horas para tener alguna preocupación: una supermodelo podría haber caminado desnuda en mi cabina- quizás debería decir la cabina del capitán- y no habría movido un párpado.
Después de un almuerzo tarde en el ACRB (Aircrew Refreshment Buffet) [Buffet para Refresco de la Tripulación], fui a la Cubierta 03 para ver lo que estaba sucediendo en el gran mundo de la luz del día. Necesitaba tener la cabeza lo más clara posible si iba a tomar una decisión sensata en cuanto a si debía o no ser voluntario en la operación Argentina. El clima había mejorado enormemente: la ráfaga de la noche anterior fue reemplazada por una suave brisa y el mar estaba calmo bajo los cielos soleados; el aire del límpido Atlántico Sur era refrescante. Faltaban cuatro horas antes de que tener que darle una respuesta a Bill y necesitaba la calma relativa y el espacio privado que me daba la Cubierta 03, lejos de todos, para aclarar mis pensamientos. Al principio, traté de llegar a la decisión desapasionadamente mediante la exclusión de cualquier pensamiento sobre Lorraine, mis hijos y mis padres, concentrándome, en cambio, en los imperativos militares.
Hice pasar por mi mente un cálculo militar, o lo que en 1982 se conocía como una evaluación. El Almirante Woodward consideró que la tarea era vital para la supervivencia de los barcos capitales de la Fuerza de Tarea y la victoria final; que la decisión era clara y por encima de cualquier reproche. Había dos caminos abiertos para mí: ser voluntario o no ser voluntario. Tenía que haber una tripulación de voluntarios, pero ¿por qué yo tenía que ser un miembro de ella? Con excepción de tres de los pilotos, cada uno de los seis restantes entre nosotros, tenía las capacidades de vuelo y navegación requeridas. Los pilotos que debían estar exentos de la operación eran, Bill, debido a su función de comando; Bob Grundy, debido al trauma que sufrió en el amerizaje tres semanas antes y Paul por su relativa inexperiencia como piloto. Los restantes seis teníamos una cantidad similar de horas de vuelo y experiencia operativa. En cuanto se completara la tarea de vuelo, no ser detectados y la supervivencia se convertirían en imperativos, y yo era el único de los seis que era marine, me había entrenado con el SAS y tenía las capacidades para operar y sobrevivir detrás de las líneas enemigas: esas capacidades eran mi métier. Les debía a los otros el poner este conjunto único de capacidades a disposición del bien común. Finalmente, aunque había tratado de permanecer desapasionado, y totalmente objetivo, permití que la emoción tuviera una parte en mi decisión. Cada uno de nosotros estaba casado y la mayoría teníamos hijos pequeños; emocionalmente los libros estaban balanceados de manera pareja. Tome mi decisión: sería voluntario.
Mientras estaba reclinado sobre la baranda, observando las idas y vueltas en la cubierta de vuelo y mirando fijamente lejos hacia el mar, no sabía que a unas pocas millas al noreste, el equipo de reconocimiento del SAS estaba saltando desde un C130 al mar después de un vuelo maratónico de 28horas desde el RU. El equipo fue recogido rápidamente por Sea Kings ASW y depositado en el Fort Austin dela RFA. Iba a ser una sorpresa describir, unas horas después, que el líder del equipo que iba a ser destinado a Argentina, era un viejo amigo a quien había visto por última vez dos años antes cuando asistimos al mismo curso de entrenamiento militar.
Muy poco antes del plazo de las 18 horas, me dirigí a la cabina de Bill y le informé sobre mi decisión.
“Gracias, Dick”, fue la respuesta de Bill, y agregó, “te informaré sobre la decisión más tarde. Con eso, no había nada más que decir y me fui al casino de oficiales para la cena pensando en quién más se habría ofrecido como voluntario. Mientras estaba sentado comiendo, no pude evitar levantar la vista y mirar a los otros pilotos, preguntándome quiénes de ellos se habían ofrecido como voluntarios y quiénes no, y qué había influido en sus decisiones. Nunca lo iba a descubrir.
La noche comenzaba y había una misión de combate programada para la noche que todavía había que planificar. Algunos de los equipos del SAS y el SBS habían estado operando en las islas durante casi tres semanas y necesitaban la extracción, al haber completado sus tareas, o el reabastecimiento. Esta noche habría una formación de tres helicópteros a la Isla Soledad (East Malvinas). La luna estaba ahora en cuarto menguante y no saldría hasta las 02.45 horas. Las condiciones en el mar seguían estando calmas y después del amanecer, el cielo se aclaró, creando niveles de luz razonable para la primera parte de la misión de combate y, luego de la salida de la luna, aun mejor condiciones. El lanzamiento de la misión fue fijado, entonces para las 23.00 horas. Mientras hacíamos nuestros preparativos, no sabíamos que el Fort Austin se había unido nuevamente con la Fuerza de Tarea y el equipo del SAS, que habían estado arrojándose en paracaídas al mar durante la tarde, habían sido transferidos al Hermes, sumergiéndose y muy cansados después de su dura prueba.
Para las 22.30 horas, las naves fueron alineadas en sus lugares y Pete, “Doc”” y yo fuimos al helicóptero. En clave, “Flyco” (sala de control de aviación junto al puente que da a la cubierta de vuelo sobre un portaaviones) entregó los datos de navegación y los tres helicópteros se lanzaron en la oscuridad, 140 millas al noreste de Puerto Argentino. El tiempo de tránsito al avistaje de tierra sería de menos de una hora, treinta minutos, por lo tanto, nos fijamos en nuestra formación bien establecida a 50 pies y disfrutamos las condiciones climáticas mucho mejores. Se habían ido los vientos de proa casi impenetrables y el azote, la turbulencia y los mares montañosos de la noche anterior. En su lugar, una mar calmo, plano, casi de manera extraña e inquietante que ofrecía poco, a modo de definición a las gafas. Era esta la calma antes de otra tormenta, me pregunté, a medida que lentamente nos acercábamos a la distancia que nos separaba de la Isla Soledad. Nos habíamos acostumbrado al tiempo realmente malo y las condiciones de calma parecían de algún modo incongruentes, pero estaba agradecido por el vuelo tranquilo.
Una hora y veinte minutos después, divisamos Cabo Dolphin y la formación se dividió ya que los tres helicópteros se separaron y se dirigieron a sus destinos. En mi helicóptero, teníamos que completar dos tareas. Pete descendió la nave a 20 pies a medida que volamos sobre lo que, por ahora, era un terreno muy familiar hacia el RV (Rendezvouz) 10 millas al oeste de Fitzroy. A medida que nos acercábamos al RV, la señal de luz Morse esperada de--. (Golf) fue observada con aproximadamente un cuarto de milla por delante. Pete maniobró el helicóptero en el poco viento que había y yo le hablaba dando instrucciones para el aterrizaje. Con la ruedas firmemente en el suelo, dos soldados del SAS se abrieron paso rápidamente a la puerta de la cabina y arrojaron dos mochilas muy completas a cambio de las cuales, “DOC” entregó dos reemplazos totalmente llenos de alimentos y baterías. Un minuto después, Pete elevó el helicóptero en vuelo suspendido y realizó la transición a un vuelo hacia adelante, al noroeste hacia una posición cerca de Caleta Trullo (Teal Inlet). Se esperaba que la siguiente tarea fuera un poco dificultosa.
 
Special Forces Pilot - A Flying Memoir Of The Malvinas War (2)

Capítulo 11 - parte 2

Varios días antes, un equipo del SBS de cuatro, moviéndose oculto en la oscuridad hacia un sitio elegido como OP (Observation Post) [Puesto de Observación], había escuchado a un grupo de soldados argentinos que se movían en el área. En la niebla y la confusión, el equipo se dividió, con dos de ellos, ambos cabos, perdiendo contacto con el líder del equipo y asumiendo posteriormente que habían desaparecido. A pesar de los esfuerzos del líder del equipo por buscarlos a través de una serie de RVs de emergencia, los dos hombres permanecieron desparecidos durante varios días.
Al ser rescatados por un helicóptero, el líder del equipo y otros tres infantes de marina fueron reintroducidos en el área varios días después para continuar con la búsqueda de los hombres desaparecidos. Después de buscar los RV de emergencia por segunda vez, encontraron a los dos cabos. Nuestra segunda tarea de la noche era volar al RV y recoger a todos los seis hombres. Sin embargo, hubo dificultades con las comunicaciones entre el equipo y el Hermes por lo que no se sabía si el líder del equipo había recibido o no el mensaje confirmando su rescate y la señal de luz Morse a utilizar. Nos acercamos al RV con más precaución que la normal, con “Doc” manejando la GPMG (General Purpose Machine Gun) [Ametralladora para uso general]. A medida que nos acercábamos al RV, se podía ver la señal de luz Morse -.-. (Charlie) - el mensaje desde el Hermes había sido recibido indicando que todo estaba bien. Los helicópteros habían aterrizado, los seis infantes de marina encaramados en la parte trasera de la cabina, dos de ellos ciertamente se veían sucios y agradecidos por haber sido encontrados. Los seis eran toda sonrisa a medida que la nave se elevaba en el vuelo suspendido y en camino a su transición norte-oeste hacia Bahía Sucia (Foul Bay) y el largo vuelo de regreso al Hermes.
A medida que hacíamos el camino hacia el “ Buque Nodriza”, tomé el control de Pete para que él pudiera descansar después de la intensa concentración de volar alrededor de la Isla Soledad durante una hora a solo 20 pies. El viaje no tuvo acontecimientos pero, a medida que acortábamos la distancia al barco, el clima comenzaba a deteriorarse. La neblina familiar de los días recientes había sido un retorno bienvenido y durante los últimos cuarenta y cinco minutos del vuelo, las gafas eran inútiles. Cambié a vuelo con instrumentos, solo para poder volver a ganar vuelo visual a medida que nos acercábamos al barco. Finalmente, después de exactamente cuatro horas de vuelo, aterricé en el Hermes para la que sería la última vez durante la guerra.
Habiendo firmado el ingreso de la nave, me dirigí al casino de oficiales para ser sometido al interrogatorio usual después de la misión de combate. Nadie tenía mucho para decir, las tareas se habían completado todas con varios equipos del SAS y el SBS por ahora, hambrientos reabastecidos y dos infantes de marina desaparecidos, recuperados: en total, una noche de trabajo más que satisfactoria. La pregunta en la mente de todos era, ¿quién va a ir a Argentina? Todos tendríamos que esperar hasta más tarde para descubrirlo. La prioridad ahora era dormir.
Era muy tarde por la mañana cuando me desperté, me refresqué después de una buena noche de sueño y estaba listo para cualquier cosa que el día me iba a traer. Desayuné en el casino de oficiales antes de hacer mi camino a la sala de instrucciones. Después de unos minutos, Bill entró en la sala.
“Vos estás, Dick”, dijo Bill, breve y muy al grano. ¿Es así como uno se entera de que fue elegido para volar en una misión sin retorno?, me pregunté. Decidí que debía de ser así - ciertamente no había ningún sentido en una ceremonia; había un trabajo que hacer y alguien tenía que hacerlo. “¿A quién querés para tu tripulación?”, preguntó Bill.
“¿A quién puedo tener?”
“No funciona de ese modo. Vos me decís a quien querés y yo te digo si esa persona está o no disponible”. Estaba claro que no iba a descubrir quién se había ofrecido como voluntario y quién no; y estaba bien que fuera así. No dudé en preguntar si “Wiggy” estaba o no disponible para ser mi copiloto y navegante – indudablemente era el mejor operador del sistema TANS (Tactical Air Navigation System) [Sistema Táctico de Navegación Aérea] en nuestro equipo y una navegación precisa sería claramente de suma importancia para el resultado exitoso de esta tarea.
“Lo tenés”, respondió Bill. “¿A quién querés como tripulante del helicóptero?” Para todas las misiones de combate con NVG (Night Vision Goggles) [Gafas para Visión Nocturna], hasta entonces, “Doc” Love había sido mi tripulante del helicóptero. Habíamos trabajado bien juntos y no podía ver el motivo para que hubiera necesidad de cambiar.
´“Doc” Love´, fue mi respuesta inmediata.
“No está disponible”, respondió Bill. Uh, esto va a ser difícil, pensé. La tarea requería de un tripulante del helicóptero competente, pero yo sabía desde el comienzo que Bill sería reacio a romper las tripulaciones restantes de NVG si pudiera evitarlo.
“¿Qué te parece Pete Imrie?”, preguntó Bill. Pete había volado en una cantidad de misiones de combate con NVG, pero no tanto como cualquier otro de los tripulantes de helicóptero. Estaba confiado de que él poseía las capacidades para el trabajo. Si Pete era uno de los voluntarios, entonces él sería ideal.
“OK”.
“Lo tenés”. Por lo tanto, en el lapso de menos de cinco minutos, la tripulación había sido elegida. En realidad, el proceso de selección había tenido lugar durante un periodo de tiempo un poco más largo. Bill había pensado mucho el tema durante los días previos y había llegado a la composición ideal de tripulación mucho antes de que él y yo tuviéramos una charla de cinco minutos. De lo que no me di cuenta hasta que regresé a Inglaterra unas semanas después, fue de la acción de retaguardia que había sido combatida por los Royal Marines en un intento por persuadir al Almirante Woodward de no sacrificar un Sea King IV, sino, en cambio, sustituir un Sea King II ASW para la misión. Puedo entender la renuencia de los Royal Marines a perder otro helicóptero de soporte valioso. Con los aterrizajes anfibios en San Carlos programados para el 21 de mayo, la fuerza anfibia necesitaba tantos helicópteros de soporte como fuera posible. El Sea King que se perdió el 23 de abril había reducido la cantidad de Sea Kings de comando a trece; mi partida de la Fuerza de Tareas reduciría eso a doce. Trágicamente, el 19 de mayo, otro Sea King iba a tener un amerizaje forzoso en la noche con la pérdida de veintiún vidas, incluyendo la de mi ex tripulante de helicóptero, “Doc” Love, dejando apenas once Sea Kings IV y dos escuadrones de Wessex V para soporte de dos brigadas. En la posición del Comandante de Brigada, habría hecho las mismas protestas. Sin embargo, la cantidad inestable de helicópteros no era un factor determinante. Los Sea King ASW no eran compatibles con NVG y con el poco tiempo disponible, la conversión de un helicóptero era impracticable.
La planificación ahora podía empezar en detalle. Bill yo nos dirigimos al casino de oficiales anexo que lo estaba usando la célula de planificación de las Fuerzas Especiales. Al ingresar al compartimento, el líder del equipo del SAS estaba de espaldas a mí. Al darse vuelta, me sorprendí de ver el rostro de mi viejo amigo el Capitán “A”.
Lo saludé diciéndole “Hola, Andy, entiendo que voy a volar con vos a Argentina”.
La expresión de Andy que antes era ansiosa, cambió a una expresión de reconocimiento con sonrisa.
“Hola, Dick”, me respondió, “es bueno ver un rostro amigable”. Andy y yo seguimos intercambiando amabilidades y él me contó acerca de cómo se empapó al haberse arrojado al mar en paracaídas la tarde anterior. Andy, el Mayor “E” y yo comenzamos a conversar sobre la misión mientras que Bill se fue para buscar a “Wiggy” y Pete Imrie.
Andy había traído consigo desde el RU, fotografías satelitales que cubrían Tierra del Fuego y el área de Chile desde la frontera con Argentina hasta una distancia hacia el interior de Punta Arenas. Las imágenes eran contemporáneas, a una escala de 1:50.000 de excelente calidad, amablemente suministradas por EE.UU. No se podía decir lo mismo de los mapas disponibles. Al planificar esta misión, el SAS había perseguido al RU pidiéndole mapas más grandes y de menor escala de las áreas de interés, pero, desafortunadamente, los mapas eran escasos. Habiendo revisado todo de arriba a abajo, el equipo se las tuvo que arreglar con fotocopias en blanco y negro producidas en 1939 que fueron desenterradas de los archivos geográficos de la Universidad de Cambridge. Armado con fotografías satelitales y mapas de Tierra del Fuego y Chile, volví a la sala de instrucciones para comenzar a estudiarlos.
El plan requería que la operación se montara desde el Invincible, saliendo a aproximadamente la medianoche, hora local, del día siguiente, lunes 17 de mayo. El Sea King elegido, la tripulación y el equipo del SAS cruzarían de cubierta desde el Hermes durante la tarde del lunes y haríamos nuestras preparaciones finales. Conociendo el pronóstico de niebla para Tierra del Fuego en cuarenta y ocho horas, el Almirante Wooward hubiera preferido montar la operación veinticuatro horas antes. Sin embargo, con el equipo del SAS recientemente arribado del RU, después de un vuelo largo y cansador, y con su indumentaria y equipos empapados durante la sumergida en el mar, se acordó una demora de 24 horas, aunque renuente por parte del Almirante Woodward, quien más tarde escribiría en su diario: “No tuve más alternativa que estar de acuerdo, espero que con buena gracia. Ordené que trajeran al Hermes y retornar al grupo principal. A medida que el transportador giraba, de algún modo sentí que el éxito del proyecto estaba dando la vuelta con nosotros”. Después se demostraría que sus presentimientos estaban bien fundados.
Sentado en la sala de instrucciones y dedicado a los mapas y las fotografías, mi concentración se interrumpió después de unos minutos cuando se abrió la puerta y entró Bill, acompañado de “Wiggy” y Pete, ambos con amplias sonrisas, que sentí que ocultaban un nivel de aprehensión. Comenzamos a hablar de la operación cuando algunos de los pilotos de Sea Harriers entraron en la sala. Como necesitábamos llevar a cabo nuestra planificación en total secreto, rápidamente recogí los mapas y las fotografías y salimos de la sala de instrucciones “para engañar” y pospusimos todo para hacerlo en mi cabina en la Cubierta 05. A salvo de las miradas curiosas, seguimos con nuestro estudio de los mapas y las fotografías. Mientras que las fotografías presentaban un nivel excelente de detalle, aun con un examen superficial de los mapas fue suficiente para que los tres apreciáramos su valor limitado. No podríamos llevar fotografías con nosotros debido a la sensibilidad de su origen, por lo que nos ocupamos de buscar papel, copiar todos los detalles relevantes de las fotografías y comenzamos el lento y esforzado proceso de transportarlos a los mapas. El resultado fue impresionante para cualquier estándar, dando como resultado mapas que daban toda la información necesaria para la navegación precisa a una escala de 1:50.000.
En el momento de planificar la misión de combate para llevar al equipo del SAS a Argentina, la tripulación del Sea King supo que el equipo que estábamos introduciendo estaba de manera preliminar en una operación más grande pero, por razones de seguridad operativa, no estábamos informados al detalle en función del cuadro más amplio. Llevaría varias semanas antes de que yo supiera el alcance de la operación completa. Sin embargo, al recopilar este relato definitivo y detallado, los acontecimientos se describen dentro del contexto del cuadro más amplio para asegurar una cronología holística que es contigua y completa.
El plan, denominado en código, Operación Mikado, requirió que la mayoría de un escuadrón del SAS fuera cargado en dos aviones C130 que serían “aterrizados de emergencia” en la pista de aterrizaje en Rio Grande. EL objetivo del Escuadrón B era localizar y destruir los cinco aviones Súper Etendard que se creía estaban situados en el campo de vuelo y destruir los tres misiles Exocet restantes. Con su misión lograda, el escuadrón se iba a retirar cubierto por la noche e irían al Chile neutral o en los C130, si sobrevivían al ataque aéreo, o, a pie, a unas 50 millas al oeste, si los C130 quedaban sin poder volar. Los planificadores evaluaron que al aproximarse a la base aérea desde el oeste, a bajo nivel, los C130 podrían permanecer dentro de la cobertura del radar Argentino AN/TPS 43 en Río Grande, tan cerca como unas 30 millas. Una vez que los C130 fueran detectados, las fuerzas argentinas tendrían un máximo de seis minutos de tiempo de advertencia del ataque aéreo – evaluados como apenas suficientes para una respuesta efectiva. En cuanto los C130 se detuvieran, tres de los grupos del escuadrón B localizarían y destruirían los Súper Etendard y los Exocet, mientras que el cuarto grupo atacaría al desorden de oficiales, matando tantos oficiales argentinos como fuera posible.
Para una operación de tanto riesgo, finalmente de alto perfil y políticamente sensible para recibir la aprobación final, la inteligencia precisa fue un prerrequisito esencial. Con este fin, como operación preliminar, un equipo de voluntarios bajo el comando del capitán “A” del escuadrón 6 sería introducido en Argentina para llevar a cabo un reconocimiento de cerca del blanco. Su misión sería confirmar la presencia de los Súper Etendard y los misiles Exocet y evaluar la fuerza y el aprestamiento de las fuerzas de defensa argentinas. Si el equipo identificaba una oportunidad de destruir los aviones sin mayor asistencia adicional, entonces lo iba a hacer y estarían equipados con esta misión en mente. Si no era así, entonces la fuerza de ataque principal se desplegaría en los C130. Una cantidad de opciones para el despliegue del equipo de reconocimiento fueron consideradas por la célula de planificación en Hereford, para incluir la introducción por paracaídas o submarino. Ambas fueron descartadas pronto en el proceso de planificación: la opción del paracaídas no se podría lograr sin que el avión de entrega fuera detectado por el radar, eliminando así, los elementos de sorpresa y ocultamiento; y la opción del submarino era impracticable por las aguas poco profundas mar adentro en la costa de Tierra del Fuego y la falta de disponibilidad de un submarino convencional en el marco de tiempo requerido. Esto dejó al despliegue por helicóptero como la única opción práctica para la introducción, como lo propuso el capitán Lyn Middleton unos días antes.
Entre tanto, de regreso en el RU, el grupo de ataque del escuadrón B pasó una semana entrenándose, atacando campos de la RFA en Gales y Escocia por la noche para simular el ataque aéreo a Río Grande. Durante cada ejercicio, el personal de defensa de la RFA informó el punto en el cual los aviones que se acercaban habían sido detectados en el radar- los resultados fueron desilusionantes, con la detección de algún modo más alejada del campo aéreo que lo esperado en la mayoría de los casos. Sin embargo, impertérrita, la célula de planificación continuó con los preparativos para la misión de combate, para incluir la procuración de armas y equipos especializados. Pero el plan no careció de detractores, muchos en el regimiento, incluyendo algunos oficiales de alto rango tuvieron reservas acerca de la eficacia de la misión – en las mentes de algunos hubo demasiadas incertidumbres y demasiadas cosas que podrían salir mal. La Operación Mikado se convirtió en la operación apodada “Muerte certera” por la mayoría de los de alto rango y los soldados rasos. Sin embargo, las preparativos siguieron sin disminuir y mientras el Capitán “A” y su equipo fueron entregados sin ceremonias al Hermes, la aprobación para su introducción clandestina en Argentina fue otorgada por el gabinete de Guerra.
Durante el resto de la tarde y el comienzo de la noche, seguí estudiando la ruta y los preparativos del helicóptero mientras el Capitán “A” y su equipo limpiaban sus armas y secaban sus ropas y equipos después de haberse sumergido de manera no ceremoniosa. EL Hermes no podría moverse lo suficientemente lejos al oeste para montar la operación la noche siguiente, así que la tarea fue delegada al Invincible. La tarde siguiente, el helicóptero, la tripulación y nueve Fuerzas Especiales (ocho del SAS y una del SBS) cruzarían de cubierta pero entretanto, hubo otras consideraciones. Había estado meditando en mi mente por algunas horas, si sería posible o no, salvar el helicóptero convirtiendo una misión sin retorno en un viaje con retorno. Decidí compartir mis pensamientos con Bill y “Radar”. El Sea King IV solo puede ser reabastecido de combustible desde fuera de la cabina. Los dos puntos de reabastecimiento, uno por presión y otro por gravedad, están en popa de la puerta de la cabina y no se puede llegar a ellos desde el interior del helicóptero. Le pregunté a “Radar” si era posible diseñar una plataforma de reabastecimiento temporaria para que el helicóptero pudiera reabastecerse desde dentro de la cabina. Después de pensarlo cuidadosamente, me dijo que dicho arreglo sería posible. Con una carga completa de combustible, el Sea King tiene una tolerancia de más de seis horas. Con una posición de salida inmediatamente hacia el sur de las islas, el helicóptero tenía rango y tolerancia suficientes para llegar a Argentina, bajar en el lugar requerido y volver al mar a una posición aproximadamente a mitad de camino entre la costa argentina y la Isla Gran Malvina (West Malvinas). Yo quería explorar la factibilidad técnica de reabastecer el helicóptero, en la oscuridad, justo hacia el oeste de ese punto, desde un submarino o buque escolta. Razoné que durante las horas de oscuridad, un submarino podría salir a la superficie y hacer un RV con un helicóptero que pudiera transferir por un montacargas, una cantidad de tambores de 45 galones de combustible. Veinticuatro horas después, o algo así, podría hacer un RV con el submarino, cargar los tambores en mi helicóptero y Pete podría recargar el helicóptero a través de la plataforma temporaria desde dentro de la cabina. Técnicamente, todo esto era factible – la pregunta era, ¿ mi sugerencia sería aprobada’? No tenía mucho tiempo para averiguarlo. Después de unos minutos, Bill regresó para explicar que mi sugerencia no era una opción – la consideraba un riesgo muy grande para un submarino o un buque escolta.
 
Special Forces Pilot - A Flying Memoir Of The Malvinas War (3)

Capítulo 11 parte 3

A la noche temprano, me fui a la cabina para empacar todas mis pertenencias personales; no las necesitaría más en un caso de apuro. Mientras hacía esto, mis pensamientos vagaban hacia mi esposa y mis hijos allá en Somerset y mis padres en Essex. ¿Qué harían ellos con todo esto? Me lo preguntaba. Sabía que mi madre se preocuparía, mientras que mi padre se sentiría inmensamente orgulloso – se estaba muriendo de cáncer así que razoné que era bueno que tuviera sentimientos positivos con no muchos meses por delante para vivir. Me imaginé que Lorraine habría tenido sentimientos mezclados, pero era importante para mí, saber que ella entendía la importancia de lo que yo estaba por hacer. Eran cincuenta y cincuenta las probabilidades de que mis amigos y yo viviéramos para contar la historia, así que decidí escribir cartas para mis padres y Lorraine, y dejárselas a Bill – en el caso de mi muerte sabía que él se aseguraría de que las entregaran. La carta a Lorraine se reproduce a continuación:
HMS Hermes en el mar
16 de mayo de 1982
Queridísima- El grupo de tareas está en un punto crítico y yo me ofrecí como voluntario para una misión a Argentina que es necesariamente sin retorno y de alto riesgo. Durante el corto tiempo que queda antes de partir para este último viaje, estoy aprovechando una calma pasajera en el clima y la acción del enemigo para escribir cartas preparatorias para mi posible muerte. La primera es para vos, el amor de mi vida, que está constantemente en mis pensamientos, de día y de noche. Si algo me sucede, me gustaría que supieras cuánto significaste para mí durante nuestro tiempo juntos y que los recuerdos felices están conmigo mientras parto. Por favor, tomá de mis sentimientos lo que te reconforte, dejaré este mundo más fortalecido por mis lazos emocionales con vos y los niños. No estoy seguro de qué hay por delante en las próximas horas y quizás días. Pero estoy bien preparado para lo que el destino ponga en mi camino. No estoy solo en la empresa para la cual estoy por partir y tendré amigos cerca conmigo hasta el final. Todos estamos con temor, pero bastante seguros de que pasaremos una prueba muy dura de resolver. Con cada día que pasa, ahora el clima se deteriora, el barco con frecuencia asume las características de un paseo en un parque de diversiones - será bueno volar para escaparse del movimiento inquietante.
Estoy bien de ánimo y lo he estado desde que me fui de Inglaterra hace siete semanas. Fue gratificante ver a muchos amigos y colegas aceptar el desafío mientras mantienen el buen sentido del humor. Hubo pocas víctimas, lo sabrás por las noticias, pero hubo casos también de estrés psicológico- esta guerra está demostrando ser demasiado para algunos, los compadezco. Por mi parte, siento con fuerza que la decisión del Gobierno de ir a la guerra fue la correcta. Es solo una guerra; una guerra para la liberación de los británicos de una tiranía fascista.
Estoy seguro de que verás todo esto con tu determinación valiente y sentido común usuales. Los niños serán tu consuelo y fortaleza. Anhelaba que los criáramos juntos, pero me siento reconfortado de saber que están a salvo con vos. Tenés que consolarte sabiendo que el mío habrá sido el mejor ejemplo de sacrificio.
No te tortures por honrarme con tu lealtad. Si el hombre correcto aparece, debés aprovechar la oportunidad de ser feliz y seguir con tu vida de manera completa. Espero ser un buen recuerdo –ciertamente mi muerte no es nada para que te preocupes o te inquietes y quiero pensar que los niños tendrán un buen inicio en la vida y buenos modelos de roles de los que enorgullecerse.
Estuvimos juntos lo suficiente como para que sepas cómo te he amado, sabés que mis pensamientos han estado siempre con vos y tenés que saber que el peor aspecto de esta situación es el pensamiento de que no te volveré a ver nunca más- hay que enfrentar lo inevitable. Sé que pensás que este despliegue es peligroso – estoy contento de haber aportado mi granito de arena.
Estoy ansioso por el futuro y el de los niños – alentá a los chicos a que se interesen en las cosas que verdaderamente importan en la vida, en cumplir con nuestras obligaciones, ser leales a la conciencia de uno por encima de todo lo demás, leales a la familia y los amigos y leales a la verdad. Lamentablemente, la sociedad en la que vivimos hoy no fomenta estas cualidades. Sé que enfrentarán el futuro estoicamente – tu foto y la de los niños están siempre conmigo. ¡Qué cuento les podrás contar un día!
Por favor, sé buena con mis padres. Papá no estará mucho en este mundo; quedáte cerca de ellos. Poné cara firme para que todos vean – solamente no seas demasiado orgullosa para aceptar la ayuda por el bien de los niños- que ellos deben hacer buenas carreras y ser alguien. No tengo tiempo para escribirles a algunos de nuestros amigos – decíles que pensé mucho en ellos y valoré su amistad.
Que Dios te bendiga, mi querida. Intentaré escribir más después, si tengo oportunidad antes de partir mañana.
Escribí una carta para mis padres que adjunto a esta, mi última carta para vos. Por favor, entrégaselas cuando los vayas a ver.
Tu esposo que te ama.
El equipo empacado y la carta lista. Me senté en mi cabina unos minutos reflexionando sobre las últimas semanas desde que partí de Inglaterra: los éxitos y las tragedias; los buenos ejemplos de espíritu y coraje de los que fui testigo; el humor siempre presente, a veces negro, pero siempre bien intencionado; el sonido de “Sailing” de Rod Stewart mientras la Fuerza de Tareas dejaba Portsmouth; la ceremonia de “cruzar la línea”; esas primera misiones con NVG de combate, el enorme programa “Vertrep” (Vertical Replenishment) cuando estuve en Ascensión; la pérdida de “Ben Casey”; el hundimiento del Belgrano y el Sheffield; el ataque aéreo a Isla de Borbón (Pebble Island); Narwal; el gran número de equipos de Fuerzas Especiales introducidos y respaldados. Algunos de los acontecimientos parecen muy distantes; cómo voló el tiempo.
Después de la cena, fui al casino de oficiales para buscar una cerveza cuando me encontré con “Wiggy”. Después de varios minutos, nos reunió el Mayor Cedric Delves, el OC del escuadrón D. Quien más tarde sería promovido a Teniente General, Cedric, estaba interesado en saber cómo nos sentíamos acerca de nuestro viaje sin retorno a Argentina.
´No puedo hablar por “Wiggy”, pero me siento bien por esto´, dije. ´Wiggy´ era del mismo punto de vista. A partir de su comportamiento general, Cedric daba la impresión de estar en el campo de los escépticos del SAS. Hablamos bastante acerca de la tarea antes de que yo decidiera que necesitaba estar solo con mis pensamientos durante un rato, por eso, me fui a la sala de instrucciones a través de mi cabina para recoger los mapas y las fotografías satelitales. La sala de instrucciones estaba vacía de tripulación, así que me puse a desplegar los mapas y las fotografías y estudiarlas durante varios minutos repasando en mi mente cada milla del viaje. Me acordé del proverbio “De la mano a la boca se pierde la sopa”. Me encontré preguntándome a mi mismo qué podría salir mal. ¿Había identificado todas las posibles eventualidades? ¿Qué había que hacer en caso de que ocurriera algo inesperado? Mis deliberaciones fueron interrumpidas por Dave Morgan que entró a la sala. Se acercó y miró los mapas fotocopiados de aspecto raro. Los junté rápidamente pero sin apuro para no despertar mucho el interés de parte de Dave.
“¿Te vas a algún lugar lindo?”, preguntó Dave.
Pensé que lo mejor era no responder directamente a su pregunta, en cambio lo miré algo decaído diciendo:”Este es uno de los pocos lugares donde un tipo puede encontrar algo de paz y silencio para estudiar un poco. Si en verdad encuentro un lugar lindo para visitar, podés estar seguro que te lo diré.”
Durante el curso de la tarde y la noche, Bill y “Radar” habían estado considerando cuál seria el helicóptero más adecuado para un vuelo sin retorno. Claramente, el helicóptero tenía que estar acorde con la tarea, pero que saliera con la intención expresa de destruir una de las naves de Su Majestad, esa decisión no se podía tomar con liviandad.
Después de una consideración cuidadosa, se eligió el ZA.290 (“Victor Charlie”) el helicóptero que había estado volando en todas las misiones de combate con NVG. Las modificaciones se harían al día siguiente luego del arribo en el Invincible. Todos los equipos no requeridos para la tarea serían removidos, incluyendo el montacargas, el equipo para levantar las cargas, prueba de sonido, el engranaje de flotación, el deflector FOD y una pequeña cantidad de artículos auxiliares.
No había nada más para hacer a modo de preparación hasta el día siguiente, por lo que decidí irme a acostar temprano. No habría oportunidad de dormir al día siguiente antes de montar la operación, por eso, una última noche de buena calidad de sueño era esencial. Como después resultó ser, esa iba a ser mi última noche de sueño decente en muchos días. Volví a la cabina para escribir la carta a mis padres, cuya copia se incluye a continuación:
HMS HERMES en el mar
16 de mayo de 1982
Queridísimos mamá y papá:
Ustedes están leyendo esta carta porque nunca más tendré la alegría de verlos y estar en su compañía. Al momento de escribir, la Fuerza de Tareas está en un momento crítico que requiere que una misión vuele a Argentina. El vuelo es necesariamente sin retorno y por lo tanto, de alto riesgo. Es improbable que el resultado de la misión sea revelado durante muchos años, pero por mi parte, no viví para luchar otro día. Así es la guerra, creo: cumplí con mi obligación.
Por la propia naturaleza de lo que tengo que hacer, el final habría llegado rápidamente. No habré estado solo sino en la compañía de amigos y colegas cercanos hasta el final. Estuve de buen ánimo todo el tiempo con la Fuerza de Tareas. Fue reconfortante que tantos amigos y colegas afrontaran el desafío a la vez que mantenían el buen sentido del humor. Hubo pocas víctimas, lo sabrán por las noticias, pero también hubo algunos casos de estrés psicológico – la lucha en la guerra demostró ser demasiada para algunos, los compadezco. Por mi parte, sentí con fuerza que la decisión del gobierno de ir a la guerra fue la correcta. Es simplemente la guerra; una guerra para la liberación de personas inglesas de la tiranía fascista.
Por favor, reconfórtense en lo que puedan con mis sentimientos y el de cada uno de ustedes mutuamente. Dejaré este mundo libre de ataduras excepto la de mi lazo emocional con ustedes, Lorraine y los niños y con buena salud y espíritu.
Su hijo que los ama y cumple con su obligación.
El lunes 17 de mayo fue el día de la Armada Argentina. Para marcar esta fecha, muchos en el Hermes creían que la Armada Argentina lanzaría otro ataque Exocet sobre la Fuerza de Tareas. El clima para los Súper Etendard era ideal: sin nubes y con excelente visibilidad. Hubo indicaciones durante el día de que los Etendards nos estaban buscando pero finalmente, nunca se materializó el ataque. Todo esto ahora parece algo distante para mí a medida que mis pensamientos sobre lo que hay que hacer se concentran y cristalizan más con cada momento que pasa. Me desperté inusualmente temprano, ya sea porque disfruté de irme a acostar temprano y había recargado mis pilas, o por la espera nerviosa de la tarea por delante; no sabía por cual de las dos razones. No importa, tenía cosas que hacer y un comienzo temprano era necesario. Después de un desayuno sustancioso – iba a ser el último para mí durante muchos días, me dirigí a la cubierta 03 para tomar un poco de aire fresco y estar a solas con mis pensamientos por última vez. ¿Estaba haciendo lo correcto? Me lo seguía repitiendo. Cada vez, la respuesta era la misma: sí. La planificación de la tarea fue completa; los asuntos administrativos finales fueron atendidos. Todo lo que se necesitaba ahora era cruzar de cubierta al Invincible y matar más tiempo esperando la oscuridad y el momento de partir. Me sentí como un condenado debe sentirse en las horas previas a la ejecución; los minutos me parecían horas. Con poco para hacer, mis pensamientos volvían sin parar a mi familia- ¿cómo haría frente Lorraine al hecho de que no nos viéramos nunca más? ¿Era egoísta? ¿Fui egoísta al ofrecerme como voluntario para esta misión, o hubiera sido más egoísta no hacerlo? Tenía que aclarar estas dudas en mi mente, por eso me fui de la cubierta 03 a la sala de instrucciones.
“Wiggy” y Pete ya estaban en la sala cuando yo llegué. El día anterior le había pedido diamorfina al Oficial Médico Principal (PMO) del barco.
A donde íbamos no habría atención médica disponible. Si alguno de nosotros quedaba seriamente herido, pasarían por lo menos ocho días antes de que pudiéramos buscar ayuda de las autoridades chilenas, por lo que necesitábamos estar autoabastecidos con un control efectivo del dolor a nuestra disposición. Después de unos minutos, el PMO ingresó a la sala transportando nuestro suministro de diamorfina, entregándome un envase con cincuenta ampollas. Directamente le entregué dos a cada uno: “Wiggy” y Pete. Cada uno de nosotros ató dos ampollas a la cuerda que tenía nuestras medallas de ID en el cuello para que estuvieran disponibles si eran necesarias. Puse el envase con las restantes cuarenta y cuatro ampollas en mi mochila y no mucho tiempo después, “Wings” (Comandante Aéreo) y el Capitán Lyn Middleton nos reunieron en la sala de instrucciones. El Capitán me dio instrucciones exactas de lo que tenía que hacer, y lo que es más importante, que no tenía que hacer. También me pidió que le enviara una tarjeta postal si era posible, para decirle que estábamos vivos y bien… en algún lugar. Deseándonos buena suerte, el Capitán y “Wings” salieron de la sala de instrucciones, para ser reemplazados por Nigel y Pete Rainey, los dos ofreciendo consejo seguro sobre los aspectos de la tarea. Después de que Nigel y Pete salieron de la sala, le entregué a Bill mis últimas cartas para mi familia.
“Dios quiera que nunca las lean”, dijo Bill con gran sinceridad y algo de emoción.
“Amén para eso”, respondí.
Luego de un almuerzo temprano, llegó el momento de despedirse del Hermes por última vez y volar una corta distancia al Invincible. Cargué mi mochila y la bolsa de navegación al helicóptero, pero para esta última partida desde el Hermes no estaría piloteando el helicóptero. En cambio, tres de nosotros, juntos con el equipo de fuerzas especiales, “Radar” y un pequeño grupo de mantenimiento, fuimos como pasajeros en dos Sea Kings. El propósito del segundo helicóptero era doble: uno de repuesto en caso de que “Victor Charlie” quedara fuera de servicio y, después de nuestra partida desde el Invincible, volver con “Radar” y su equipo de mantenimiento al Hermes. Me recosté en el asiento para “capturar” todo lo que pasaba a mi alrededor. A medida que el helicóptero se elevaba de su sitio y hacía la transición alejándose del Hermes, me di cuenta con algún estremecimiento de que dejaba por última vez el barco que había sido mi hogar durante las últimas siete semanas.
 
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