Personal Argentino en zona de combate

De la Prom 113 del Colegio Militar fueron a MLV 48 con el grado de Subteniente en Comisión, era cadetes de 4° Año del CMN. En MLV no falleció ninguno. Hay un Sbt En Comisión que no fue a MLV pero que murió ahogado en una playa de la Ría de Pto Deseado el 20 MAY 1982 (Sbt EC ABRAHAM Juan Omar)
El listado es el siguiente:
Nro APELLIDO y NOmbre Destino Arma
1- AGUIRRE René Héctor Ca Ing 10 G
2- ALDAO Carlos Osvaldo RI 12 I
3- ALIAGA Guillermo Ricardo RI 8 I
4- ALVAREZ BERRO Aditor César RI 12 I
5- APARICIO Alberto Victorio RI 8 I
6- ARISPTEGUI Javier RI 3 I
7- AROMANDO Ricarddo Arsenio RI 5 I
8- BARREIRO Sergio Orfeo José GA 3 A
9- BELLO Roberto Osvaldo Br III R
10- CANSINOS MARTINEZ Manuel Ricardo RI 25 Y

SEGUIRË MAS TARDE
NOTA: Para NIPPUR: Le he mandado tres mail sobre el tema foto del izamiento de la bandera y me han sido devueltos (failure) Contesteme si Ud tiene un problema en la computadora o yo en la mía. Trataré de hacerlo con otra computadora.
 
Continuo:

11- CENTURION Jorge Omar - GA3- A
12- COBOS Sebastián José - RI25- I
13- COLOTTI Guillermo Camilo - RI 3 - I
14- CORDOBA José Luis - GA 3 - A
15- DALLAFONTANA Luis Esteban - RI 25 - I
16- DIAZ Mario Alejandro - RI 8 - I
17- DURAN Leonardo - RI 12 -I
18- DURANTE Osvaldo Luis RI 25 - I
19- FERRANTE Jorge Oscar -RI 5- I
20- FRIAS Ricardo Antonio- RI 12 - I
21- GARCIA Pedro José -RI 3- I
22- HERRERO Mario Jorge Aureliano -GA3 -A
23- JIMENEZ CORVALAN Lautaro José -RI4 -I
24- KITANOVICH Alberto Nicolás - Ca Com 3 - O
25- LAFFERRIERE Guillermo Horacio Eduardo - RI 25 - I
26- LOCATELLI Jorge Alberto - RI 8 -I
27- MACHUCA Jorge Horacio - RI 8 - I
28- MARTINEZ Francisco Alfredo- RI 4 -I
29- MOSQUERA GUTIERREZ Miguel Carlo Julio- RI 4- I
30- MOSTEIRIN Celestino- RI 12 - I
31- NOCENTE Luis Alberto- Ca Ing 10 - G
32- PALAZZO Alberto Raúl Armando- RI 6- I
33- PAZ Jaime Ramón- RI 25 -I
34- PELUFFO Ernesto Orlando RI 12- I
35- PEREZ GRANDI Daniel Jorge- RI 4 -I
36- QUINTANA Marcos Alberto - RI 5 - I
37- RAMOS Néstor - RI 12 - I
38- REUTHER Alejandro Alfonso -RI 8- I
39- RUIZ Víctor Daniel- RI 8 -I
40- SALAVERRI FERNANDEZ Diego Alejandro- RI 8 - I
41- SALVADORES Gustavo Daniel - Ca Ing 10 -G
42- SEGUI Guillermo Jorge -Ca Ing 10 - G
43- TORAN Héctor - RI 4 -Y
44- TREGLIA Martín RI 12 - I
45- VAZQUEZ ARRUABARRENA Juan José - C
46- VEGA Oscar Alberto RI 8 -Y
47- VEGA Roberto Augusto- GA3 -A
48- VILGRE LAMADRID Augusto Esteban - RI 6 -I

ARMA: A: Artillería, C: Caballería, G. Ingeniero, O. Comunicaciones, Y: Intendencia
 

FerTrucco

Colaborador
Muchas gracias. Por lo visto, excelente balance para ellos a nivel estadístico: fueron a una guerra, pelearon en el frente (en algunos casos, en combates durísimos) y volvieron todos.
 
Hablando de los Subtenientes en Comisión, se que también hubo Cabos mal llamados "T@tcher" y escuché que en el RI25, había un Cabo de 16 años. ¿Es factible este comentario?
Desde ya muchas gracias.
 
Continuo:

11- CENTURION Jorge Omar - GA3- A
12- COBOS Sebastián José - RI25- I
13- COLOTTI Guillermo Camilo - RI 3 - I
14- CORDOBA José Luis - GA 3 - A
15- DALLAFONTANA Luis Esteban - RI 25 - I
16- DIAZ Mario Alejandro - RI 8 - I
17- DURAN Leonardo - RI 12 -I
18- DURANTE Osvaldo Luis RI 25 - I
19- FERRANTE Jorge Oscar -RI 5- I
20- FRIAS Ricardo Antonio- RI 12 - I
21- GARCIA Pedro José -RI 3- I
22- HERRERO Mario Jorge Aureliano -GA3 -A
23- JIMENEZ CORVALAN Lautaro José -RI4 -I
24- KITANOVICH Alberto Nicolás - Ca Com 3 - O
25- LAFFERRIERE Guillermo Horacio Eduardo - RI 25 - I
26- LOCATELLI Jorge Alberto - RI 8 -I
27- MACHUCA Jorge Horacio - RI 8 - I
28- MARTINEZ Francisco Alfredo- RI 4 -I
29- MOSQUERA GUTIERREZ Miguel Carlo Julio- RI 4- I
30- MOSTEIRIN Celestino- RI 12 - I
31- NOCENTE Luis Alberto- Ca Ing 10 - G
32- PALAZZO Alberto Raúl Armando- RI 6- I
33- PAZ Jaime Ramón- RI 25 -I
34- PELUFFO Ernesto Orlando RI 12- I
35- PEREZ GRANDI Daniel Jorge- RI 4 -I
36- QUINTANA Marcos Alberto - RI 5 - I
37- RAMOS Néstor - RI 12 - I
38- REUTHER Alejandro Alfonso -RI 8- I
39- RUIZ Víctor Daniel- RI 8 -I
40- SALAVERRI FERNANDEZ Diego Alejandro- RI 8 - I
41- SALVADORES Gustavo Daniel - Ca Ing 10 -G
42- SEGUI Guillermo Jorge -Ca Ing 10 - G
43- TORAN Héctor - RI 4 -Y
44- TREGLIA Martín RI 12 - I
45- VAZQUEZ ARRUABARRENA Juan José - C
46- VEGA Oscar Alberto RI 8 -Y
47- VEGA Roberto Augusto- GA3 -A
48- VILGRE LAMADRID Augusto Esteban - RI 6 -I

ARMA: A: Artillería, C: Caballería, G. Ingeniero, O. Comunicaciones, Y: Intendencia

Estimado ulugali, se omitió en el listado al Subteniente (EC) Marcelo Alberto Llambias Pravaz, RI 4, Infantería.-
 
Última edición:
Las Malvinas son una de las heridas que le duelen más a Latinoamérica, y mucho más desde hace 35 años. Aquella primera semana de abril de 1982 se desataba la guerra por estas islas ubicadas en el extremo sur americano. Y entonces César Horacio González Trejo (54) fue convocado a volver al cuartel donde había completado su servicio militar apenas tres meses antes. Una serie de azares del destino hizo que este bonaerense entonces de 19 años se convierta en un testigo privilegiado de la tragedia.

En el histórico café Iberia de la capital argentina, González Trejo relató detalladamente a OH! aquella experiencia que le cambió la vida. Su odisea empezó el 19 de marzo cuando un grupo de marineros chatarreros izó la bandera argentina en la isla San Pedro (Georgia del Sur). La acción en un territorio reclamado desde hace 150 años por Buenos Aires precipitó roces y tensiones. El gobierno militar optó por retomar las islas el 2 de abril, la guerra estaba declarada.

Se agitaron las alarmas diplomáticas que buscaban frenar la confrontación. Mientras tanto, Londres anunciaba la organización de una poderosa fuerza militar que llegaría al extremo sur en menos de un mes. Todo el país empezó preparativos para la guerra. El 9 de abril González Trejo fue llamado a filas junto a miles de reservistas.

Se presentó al Regimiento 3 de infantería mecanizada “General Belgrano”, ubicado en la zona de la Matanza de Buenos Aires. “Cuando llegamos dijeron que ‘los soldados viejos’, reincorporados, no iríamos a Malvinas, que nos quedaríamos haciendo guardia en el regimiento –recuerda el ex combatiente-. Entonces varios pedimos que nos lleven, nos anotamos en la Compañía Comando y Servicios. Pero nos decían ‘no hay más lugar’”.

De pronto uno de los responsables le sugirió: ”Si quiere ir, el único lugar es enfermería”. Y lo incorporaron como Auxiliar Camillero de la Dirección de Sanidad Militar del regimiento. González Trejo no sabía en ese momento la singular óptica que sobre la guerra le brindaría esa condición de camillero.

El 11 de abril, en un avión Boeing 707, la Compañía Comando y Servicios partió rumbo a Malvinas. Era una de varias aeronaves de línea que el gobierno había puesto bajo bandera. Fueron en naves a las que les habían quitado los asientos, pertrechados, sentados en el piso “espalda contra espalda”. Tres horas más tarde llegaron al recién rebautizado “puerto Argentino”, al que los ingleses llamaban “Puerto Argentino”.



UNA APUESTA EQUIVOCADA

El ex soldado recuerda que ese arribo fue especialmente emotivo y estuvo coronado con un gesto particular: “Cuando llegamos a Malvinas y bajamos del avión, sin que nadie ordenase nada, muchos de nosotros nos tirábamos al piso a besar la tierra. Era esa emoción de saber que estábamos protagonizando la historia, esa emoción colectiva, una especie de ensoñación. Hay pocos momentos en la vida en los que uno se siente protagonista de la historia, nosotros sabíamos que vivíamos uno de esos momentos”.

A partir de esa llegada se iniciaron probablemente las ocho semanas más dramáticas de la vida de González Trejo. Al principio las emociones fluían entre el conocimiento del lugar, el armado de posiciones, el cavado de trincheras y la organización de tropas. El puente aéreo entre el continente y las islas funcionaba impecablemente, por lo que abundaba la comida y el aprovisionamiento era sostenido. El clima se presentaba menos agreste de lo que se había temido, era otoño, todavía.

Pero esas primeras dos semanas fueron afectadas por una hipótesis que marcó el rumbo de la guerra desde un principio: “Los ingleses finalmente no vendrían y la diplomacia resolvería todo”. Meses antes de que se iniciase el conflicto las noticias que llegaban desde el Reino Unido daban a entender un virtual abandono de las Malvinas. Es más, abundaban versiones sobre un debilitamiento del poder militar inglés y problemas internos que acentuaron la confianza de los militares argentinos.

A Horacio González Trejo contradecir ese sentimiento le costó un peligroso cambio de destino. “En abril hubo gente que dudaba de la guerra, decían que estábamos ahí, pero que la ONU, que la OEA, que los gobernantes negociarían. Un día escuché que, conversando, uno de mis superiores le decía a otro: ‘Nooo vaaa a pasar nada, son locos Galtieri y Anaya (la junta gobernante), ya verás que vendrán Naciones Unidas y los norteamericanos a arreglar’”.

Luego añade que terció en el diálogo con una opinión incómoda: “’Me disculpan capitán y sargento: quien haya estudiado la historia de los ingleses no pensará así, ellos van a venir. Y ustedes con esas presunciones no nos ayudan a los soldados, deberían estar preparándonos para el combate’. Así les dije, es que se estaban haciendo ilusiones de que no haya guerra. Y entonces la cara les cambió como cuando a un niño le revientas un globo que recién le han regalado”.

Según el relato, la charla se desarrolló cerca del encargado de la sección sanidad, que era el superior de González Trejo. A partir de ese día, el soldado sanitario fue enviado a los lugares más peligrosos o incómodos de la isla. Pagó caro el exceso de confianza para confesar sus convicciones a sus superiores. De nada valdría que a partir del 1 de mayo los hechos le darían la razón.



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César González Trejo
Rafael Sagárnaga L.


LA GUERRA PASO A PASO

“¡Yo sentí teeerrror! –enfatiza el veterano-. Nunca en mi vida había visto volar lo que yo suponía que era un avión enemigo. Los soldados de tierra no sabíamos distinguir si era un Mirage o un Sea Harrier. Era una cosa que pasa a mucha velocidad sobre tu cabeza, con un ruido infernal y bien podría estar a 200 metros de altura. Pero a nosotros nos parecía que estaba a 5 metros, y le disparamos con todo, con antiaéreas, con fusiles, con pistolas...”.

Pero no era un avión enemigo, era el Mirage III del capitán Gustavo García Cuerva, un piloto que fue a atacar a la flota. Tras ser alcanzado no se quiso eyectar para no perder la aeronave y buscó aterrizar en Malvinas mientras agotaba su sobrevuelo. Su intención le costó ser derribado por fuego amigo. Sobre el mar habían empezado los combates aéreos.

La guerra se anunció aún más cercana antes de mediados de mayo. La flota inglesa inició el bombardeo a puerto Argentino. Luego se sumarían los ataques de los aviones bombarderos Vulcan. Una especie de proceso para que los defensores del territorio recuperado empiecen a acostumbrarse a la idea de la muerte.

“Cuando empezaron los bombardeos, todo era alerta roja, todos a las trincheras de cabeza, pero a la semana cambiamos de actitud –explica el ex enfermero-. Ya calculábamos más o menos bien lo que pasaba, el sonido, la distancia: era como un silbido que atravesaba el cielo, luego escuchábamos el temblor de la tierra y finalmente la explosión. Empezaron a circular historias que decían, por ejemplo: ‘Mataron al sargento Pérez, estaba en la misilera Roland y se despedazó en el aire’”.

Era una especie de ruleta que se jugaba a determinadas horas. La potencia de los proyectiles que llegaban generó entre los soldados argentinos la resignada conclusión de que “al que le toca, le toca”. Los agujeros que dejaban las bombas se asemejaban a pequeñas piscinas de natación porque en la zona apenas se escava un metro brota agua. A González Trejo le tocó atender casos de muertos y de heridos cada vez más impactantes y conmovedores.



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La guerra se anunció aún más cercana antes de mediados de mayo.
Archivo


LOS HERIDOS Y LOS MUERTOS

“El primer herido grave que atendí fue un amigo que atravesó un campo minado mal señalizado mientras iba a cazar una vaca – explica el veterano-. La explosión le arrancó una pierna. Él parecía no darse cuenta, decía que sentía el dolor en la pierna que ya no tenía más. Gran pibe, usa una prótesis, hoy vive en Mendoza, pudo rehacer su vida”.

A esas alturas empezaron también a conocerse casos de reclutas que habían sido llevados a las Malvinas casi sin instrucción. Reclutas que luego deberían enfrentar a los mejores cuadros de una de las potencias militares del planeta. Reclutas que eran parte de una conscripción obligatoria, algunos con sólo 30 días de instrucción, frente a soldados profesionales, formados bajo una milenaria tradición bélica. Posiblemente, uno de los casos extremos fue el que más conmovió a Horacio González Trejo.

“Jorgito Soria era un muchacho muy miope, usaba unos lentes muy gruesos – cuenta el sanitario a quien sus camaradas pronto apodaron “doc”-. En Buenos Aires, en vez de licenciarlo lo pusieron de camarero en el casino de suboficiales, su uniforme fue de camarero. No había hecho nunca guardias, ni prácticas de tiro, ni entrenamiento de combate, pero algún estúpido lo llevó a Malvinas. Ahí no hizo de mozo, sino de soldado en la compañía “C”, destinada al monte Williams”.

Según el relato, Soria empezó a decaer física y emocionalmente. Un día le pidió ayuda: “Doc Trejo, no aguanto más, no puedo resistir”. El sanitario en su informe al responsable de la compañía, capitán Varela, citó el caso. Pero obtuvo como respuesta una soberbia negativa: “Eso es miedo, es cagazo, que se quede donde está ese cagón”.

“A los dos días, antes del amanecer, nos despertó el grito de ‘heridos, heeeridos’ –recuerda González Trejo-. Fuimos por la ladera de la montaña y vimos que la casa de un kelper (colono inglés) había sido alcanzada y se estaba incendiando. Alguien anunció “hay un muerto” y luego hallo un pedacito de los anteojos de Soria. Después encuentro pedazos de carne chamuscada, era él, trasladamos sus restos en una palangana. Sentí todo el peso de la guerra, pena terrible por el compañero que fue tratado de esa manera y porque no pude evitar que se muera”.





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La guerra se anunció aún más cercana antes de mediados de mayo.
Archivo
LAS TROPAS DE ELITE

En el otro extremo de aquellos militares que defendieron Malvinas están quienes supieron que no volverían vivos y resistieron hasta la muerte al desembarco inglés: los oficiales de las fuerzas de élite del Ejército Argentino. A González Trejo le impresionaron especialmente los casos del sargento Mario Antonio “perro” Cisneros y el teniente Roberto Néstor Esteves. El primero escribió en su libreta de comando: “Yo rendido no vuelvo, después de muerto hablaré”.

Esteves, muerto en el desembarco de San Carlos, uno de los más encarnizados de la contienda, ha inspirado infinidad de reflexiones y escritos. La carta póstuma que legó a su progenitor es parte del documental “El loco de la Bandera”. Sus reflexiones reflejan desde un íntimo sentimiento de realización personal hasta críticas a “los imperios del norte”. Gonzáles Trejo recuerda que Esteves murió comandando a un grupo de 200 soldados sólo cuando fue herido por tercera vez.

Aquel ingreso de miles y miles de militares británicos se inició el 27 de mayo y constituyó la apoteosis de la muerte. Los ingleses enviaron a lo más granado de sus fuerzas. “Los gurkas (soldados de origen nepalés) les servían como carne de cañón para detectar campos minados, trincheras y baterías –explica el veterano-. Quienes cometieron actos crueles fueron los Parac del 2 y el 5 británicos, son los SAS, sus tropas de elite. En realidad combatimos contra casi todas las tropas de élite que tenían los británicos y siempre en abrumadora inferioridad numérica”.

Horacio Gonzáles Trejo fue capturado el 8 de junio junto a decenas de soldados argentinos en la zona de Darwin. Lo habían enviado a rescatar heridos en una ambulancia que dejó de funcionar. Cuando intentaba cumplir su misión a pie vio que comandos británicos supervisaban que los prisioneros apilen sus armas y formen a sus órdenes. Fue llamado a hacer lo propio.



UN RETORNO CONMOVEDOR

El 14 de junio el general Benjamín Menéndez firmó la rendición ante su homólogo Jeremy Moore. Cerca de 5.000 prisioneros argentinos fueron embarcados en el buque Camberra. Los mantuvieron en el mar durante 3 días hasta que se confirmase el cese de hostilidades. Finalmente los trasladaron hasta la ciudad patagónica de puerto Madrin donde tuvieron una singular recepción.

“Estaba todo el pueblo de puerto Madrin esperándonos, hasta los enfermos salieron –recuerda-. Las autoridades militares habían ordenado que se forme una barrera de la Policía Militar para evitar que se nos acerquen, pero la gente rompió la barrera. Querían abrazarnos, invitarnos algo, llevarnos aunque sea media hora a sus casas, fue maravilloso, tremendamente conmovedor. Ellos querían decirnos que no importaba el resultado de la guerra, sino que reconocían que habíamos estado allí”.

Horas más tarde, los combatientes de Malvinas fueron trasladados a sus ciudades de origen. González Trejo y cientos de sus camaradas fueron recluidos durante tres días en un cuartel de Buenos Aires. Les dieron abundante alimentación y oficiales de inteligencia, en grupos de a tres, los sometieron a interrogatorios sobre lo vivido. Luego les vertían la advertencia de que no contasen nada.

Tras la guerra González Trejo se dedicó a abogar por los veteranos y por los familiares de los 649 combatientes que no volvieron. Lideró la Comisión Nacional y la Federación de Veteranos. Es uno de los referentes a la hora de abordar temas tan complejos como los cerca de 290 casos de ex soldados que se suicidaron año tras año. También participa frecuentemente en la reflexión académica al momento de analizar las polémicas causas de la guerra y el sentido de la patria grande.

Sin duda, su misión de enfermero en aquella confrontación le impulsó a consagrarse a las causas de la post guerra y la herida latinoamericana. “Estuve en monte Williams, en las dos Hermanas, en Sapper hill, en los peores lugares. Cada vez que iba a una compañía, tenía cierta autonomía, y el jefe de compañía no me contaba entre los otros. Eso me permitió dedicarme a pleno a atender a mis compañeros, y eso me marcó para toda la vida. Me ayudó en la guerra para enfrentar mis miedos para que confiaran en mí. Mis compañeros me dieron un mandato que me fortaleció: era como un superior no en términos militares, sino espirituales”.
 
Varias de estas anécdotas están en el libro "Operación Rosario", de Busser. Y creo que otras en el "Anecdotario de Malvinas".

No conozco el segundo. Si tengo ediciones de "Anecdotario de Infanteria de Marina". ¿Será el mismo?

En todo caso, si la fuente original existe, se la cita. Como ud bien establece en su trabajo de insvestigador independiente sobre los episodios de Pradera del Ganso (Goose Green).

La apropiacion privada de docuemnteos de la Historia del país y de propiedad estatal, no se si no es incluso un delito punible. Pero, bueno, estamos condenados a los 90 años de secreto que rigen en este pais por tradición, uso y costumbre.
 
Continuo:

11- CENTURION Jorge Omar - GA3- A
12- COBOS Sebastián José - RI25- I
13- COLOTTI Guillermo Camilo - RI 3 - I
14- CORDOBA José Luis - GA 3 - A
15- DALLAFONTANA Luis Esteban - RI 25 - I
16- DIAZ Mario Alejandro - RI 8 - I
17- DURAN Leonardo - RI 12 -I
18- DURANTE Osvaldo Luis RI 25 - I
19- FERRANTE Jorge Oscar -RI 5- I
20- FRIAS Ricardo Antonio- RI 12 - I
21- GARCIA Pedro José -RI 3- I
22- HERRERO Mario Jorge Aureliano -GA3 -A
23- JIMENEZ CORVALAN Lautaro José -RI4 -I
24- KITANOVICH Alberto Nicolás - Ca Com 3 - O
25- LAFFERRIERE Guillermo Horacio Eduardo - RI 25 - I
26- LOCATELLI Jorge Alberto - RI 8 -I
27- MACHUCA Jorge Horacio - RI 8 - I
28- MARTINEZ Francisco Alfredo- RI 4 -I
29- MOSQUERA GUTIERREZ Miguel Carlo Julio- RI 4- I
30- MOSTEIRIN Celestino- RI 12 - I
31- NOCENTE Luis Alberto- Ca Ing 10 - G
32- PALAZZO Alberto Raúl Armando- RI 6- I
33- PAZ Jaime Ramón- RI 25 -I
34- PELUFFO Ernesto Orlando RI 12- I
35- PEREZ GRANDI Daniel Jorge- RI 4 -I
36- QUINTANA Marcos Alberto - RI 5 - I
37- RAMOS Néstor - RI 12 - I
38- REUTHER Alejandro Alfonso -RI 8- I
39- RUIZ Víctor Daniel- RI 8 -I
40- SALAVERRI FERNANDEZ Diego Alejandro- RI 8 - I
41- SALVADORES Gustavo Daniel - Ca Ing 10 -G
42- SEGUI Guillermo Jorge -Ca Ing 10 - G
43- TORAN Héctor - RI 4 -Y
44- TREGLIA Martín RI 12 - I
45- VAZQUEZ ARRUABARRENA Juan José - C
46- VEGA Oscar Alberto RI 8 -Y
47- VEGA Roberto Augusto- GA3 -A
48- VILGRE LAMADRID Augusto Esteban - RI 6 -I

ARMA: A: Artillería, C: Caballería, G. Ingeniero, O. Comunicaciones, Y: Intendencia
Cuantos nombres conocidos !!!
 
Por la cabeza del entonces capitán Horacio Mir González jamás se cruzó la idea de participar en la primera batalla aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial, ni que iba a hundir barcos de la potencia naval británica, en la Guerra de las Malvinas.
Sin posibilidad de abastecimiento, volando al ras de las olas, los vidrios tapados por la sal, con escasos minutos para atacar y picar hacia el cielo, contando los segundos para llegar a la base antes de que se acabara el combustible y con bombas adaptadas que habían sido hechas para otros blancos, Mir González y sus compañeros realizaron heroicas misiones de combate a través de los casi 700 kilómetros que separan a las Malvinas del continente, y ocasionaron graves daños a los barcos ingleses.



El brigadier retirado Horacio Mir González, condecorado con la Medalla 'La Nación Argentina al Valor en Combate', era por entonces capitán y estaba asignado como jefe de cuadrilla en la VI Brigada aérea de Tandil, 300 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires. La Brigada contaba con 36 aviones de combate Mirage 5 Dagger, una versión israelí del avión francés, y era una fuerza muy profesional, recuerda Mir.


Los dos intensos meses de la Guerra de las Malvinas, que duró del 2 de abril al 14 de junio de 1982, fueron para los pilotos argentinos el desafío de sus vidas. Ya no se trataba de vigilar la cordillera de los Andes por una eventual escaramuza con Chile, donde la disputa por el Canal del Beagle casi termina en un enfrentamiento armado en 1978. Ahora era Guerra de verdad y en mayúsculas, no contra un enemigo parejo, sino contra la flota naval y aérea de Su Majestad, que atravesó todo el Atlántico a lo largo de 12.700 kilómetros para defender 150 años de ocupación. Era David contra Goliat.


El valor de los pilotos argentinos produjo como resultado los peores daños a la Armada británica en la posguerra: los barcos Sheffield, Coventry, Ardent, Antelope, Sir Galahan, Tristam, Atlantic Conveyor, hundidos, otros 15 averiados, sin hablar del portaaviones Invincible, del cual Gran Bretaña nunca reconoció sus daños.


Días antes del comienzo del conflicto, en el apacible ambiente rural y ganadero de Tandil, los pilotos de la Brigada no tenían idea de la prueba que les iba a poner el destino. "Nosotros ni siquiera estábamos enterados ni habíamos hecho ningún preparativo para el conflicto. Llegamos a la base y nos encontramos con la novedad de que se habían tomado las Malvinas", recuerda.


A partir del desembarco en las islas el 2 de abril, "hubo una excitación muy grande y se empezaron a recibir directivas. El 6 de abril recibimos la orden de desplegarnos al sur, a Comodoro Rivadavia, donde se organizó el comando de la Fuerza Aérea Sur, y a Río Grande, Tierra del Fuego, donde fui desginado como jefe de una escuadrilla de 12 aviones, la ubicación más austral de todas".


"Estábamos en una base de la Armada y todo estaba tan improvisado, que los pilotos no tenían dónde dormir: era lo que se llamaba 'cama caliente', porque había menos camas que gente. A lo largo de la guerra, empezaron a sobrar las camas".

"Uno de los tantos errores de la guerra fue que no hubo coordinación: la Fuerza Aérea manejó sus operaciones, la Armada manejó las suyas y el Ejército hizo lo mismo", recapacita Mir.
 
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