Me contaba que habían ingresado dentro de las 200 MN y luego salieron.
Ya estaban afuera de las 200 MN por eso ellos lo consideran un crímen de guerra.
El vigía y otros confundieron esa estela o directamente no la vieron.
Luego del 1er. impacto, perdieron comunicaciones con máquinas y muchos otros sectores.
Luego me comentaba otros hechos lamentables y muy difíciles de superar, que me hicieron acordar al momento del ataque del 1º-May-82 con el Pucará del Ten. Jukic: el olor penetrante de los cuerpos quemándose. Es indescriptible e inolvidable. Coincidimos que también se huelen los olores a los químicos que componen el explosivo del artefacto que explotó. Otros subían "enpetrolados", que sólo se les veían los dientes y ojos, sin identificar quiénes eran, ni grado ni nada.
En ningún momento vieron al submarino.
Partes de las escaleras estaban rotas o cortadas, por lo que bajar a los heridos les ocasionaron heridas o hierros se les incrustaban en las piernas dejándolos como brochetes que les costaba desenganchar.
Si bien las balsas eran para 20 Pcas c/u, en una llegó a tenr hasta 37 hombres y en una hubo 1 solo hombre.
"Había cuerpos en el agua. Recuerdo uno que era una persona morocha, con los ojos bien abiertos, que salió con ambos brazos extendidios hacia arriba y volvió a hundirse. Sus ojos lo decían todo. No llegamos hasta él a tiempo, pese a que fueron escasos segundos".
No se podía orinar para afuera, ya que el orín caliente les hacía combatir la hipotermia y congelamiento.
Los golpeteos de las olas tormentosas en el piso de las balsas, los demolían y sentían como si los apalearan.
Cada ola era una plegaria.
Si los daba vuelta: la muerte.
El cansancio los hizo dormir y las luces del barco que los rescató los hizo nacer de nuevo.
El rescate era lerdo.
Bajaban la silleta del barco y entre rescate y rescate, el barco se alejaba de la balsa para que el oleaje tremendo no la hundiera o rompiera.
Cuando llegaban a la cubierta del barco, se caían y no podían caminar por estar entumecidas sus piernas y debían llevarlos a cuestas.
El Capitán Bonzo no quería dejar su barco.
Su suboficial ayudante le dijo que si él no saltaba, él se ahogaría a su lado.
Le dijo que si no saltaba le haría una corte marcial y el suboficial le dijo que la enfrentaría sin problema alguno.
Terminaron saltando ambos casi a último momento.
Bonzo era querido por su tripulación por ser muy justo.
Estimados foristas, estos son aportes textuales de alguien que estuvo en el puente de mando y traté de no olvidarme de nada al relatarlo.
Conozco a esta persona desde hace 6 años y sin embargo recién ahora me comentó esto.
Cada uno tenemos nuestro propio sensor de tiempo para estas cosas.
Un abrazo a todos y buen fin de semana.
QUEKA