Sin desmerecer a la buena voluntad de los amigos brasileros, pero es humillante, es rebajar el nombre y la dignidad del país, no somos Haití...
Hay cosas que son esenciales, básicas, principales, irremplazables, excluyentes, fundamentales, inamovibles, que no son transables ni delegables, por más buena relación que se tenga con cualquiera que nos quiera ofrecer un servicio, aunque sea de onda.
Es tan humillante como pensar que la primera dama de Brasil le hubiera prestado alguna pilcha usada para asumir, porque no tenía nuestra presidente electa la ropa apropiada; es exactamente igual, es la dignidad, es el nombre que hay que mentener en alto, es la mínima autoestima de decir: "no gracias", aunque vaya en un taxi...
Esos gestos de amistad se pueden hacer en otro y singular momento, pero no en la ceremonia exclusiva y excluyente del pueblo y de las instituciones republicanas argentinas, es una fiesta privada, los demás son invitados; pero que la que ofrece la fiesta venga usando otros colores que no sean los argentinos para la ceremonia es degradante.