Peligrosos problemas de diseño
La central atómica de Atucha II no cumple normas “post Chernobyl”
Un intenso debate domina la actividad nuclear argentina. Un estudio de la Autoridad Regulatoria Nuclear, hasta ahora confidencial, al que accedió PERFIL, advierte que la demorada central atómica de Atucha II tiene dificultades de diseño en materia de seguridad, ya que no asume la experiencia dejada por el accidente de Chernobyl en 1986. El diseño de la central, cuyas obras fueron puestas nuevamente en marcha por el presidente Kirchner, es anterior al accidente, y nadie se hace cargo de reformar el proyecto. Hacerlo superaría el presupuesto de US$ 700 millones. Escándalo internacional.
No siempre alcanza con la decisión política para que un proyecto llegue a buen puerto. Más aún si se trata de una cuestión tan delicada como la energía atómica. A pesar de que el Gobierno nacional tiene el propósito de inaugurar hacia 2010 Atucha II, la tercera central nuclear argentina, después de Atucha I y Embalse de Río Tercero, existe una serie de problemas técnicos. Un informe interno de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) señala puntos oscuros que impedirían su funcionamiento de acuerdo a las normas internacionales de seguridad establecidas después del accidente en Chernobyl, en abril de 1986.
La ARN es el organismo que decide sobre qué se puede hacer y qué no en el área. El memorando en cuestión fue elaborado el 11 de abril de este año y generó una serie de respuestas de parte de la empresa estatal que maneja las centrales, Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NaSa). Pero nada en concreto sobre el fondo de la cuestión.
El problema fundamental de Atucha II es que fue diseñada en los 70 y que se comenzó a construir en 1980. Treinta años después, la Argentina aún no pudo terminar las obras, ya que estuvo totalmente paralizada entre 1984 y 1992, y desde 1994 hasta la asunción de Néstor Kirchner.
El diseño actual no contempla qué sucedería si uno de los caños que llevan combustible radiactivo se rompiera enteramente. Apenas si tiene en cuenta un daño del 10% de la superficie, uno de los puntos aggiornados por la normativa internacional desde el diseño original.
“Con el correr de los años, y después de Chernobyl, la IAEA, el ente internacional que regula la actividad, se puso mucho más exigente. Salvo que haya presiones en la ARN es imposible que se apruebe”, relató un especialista del área refiriendo a las obras en curso.
“Si se rompe un caño se vacía el ‘tacho’ o recipiente de presión de la central, que está cargado con agua pesada. Lo peor que podría pasar es que se saliera todo el combustible gasificado.” En síntesis, hay normas que hoy no se están cumpliendo.
Mutis. Y eso lleva a un problema anexo: en el caso de rediseñar la central, habría que buscar quién lo haga. Siemens, empresa que realizó el mentado diseño original, ya casi no se dedica a temas nucleares. Y NaSa jamás hizo algo así. “NaSa no está en condiciones de rediseñarla”, dijo una fuente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en estricto off the record.
“Así como está diseñada, Atucha II no podría funcionar ni en Canadá, ni en Alemania, ni en los EE.UU.”, enumeró otro técnico. Y agregó que los problemas de seguridad son numerosos y van más allá de lo señalado en el informe de la ARN. “El principal es el extrañísimo sistema de apagado: comienza a apagarse pero luego se inicia de nuevo... es muy raro, como un freno que frena pero sólo un poco. Hace falta otro sistema”, recalcó.
Los expertos se quejan de que no son oídos sus dictámenes. Y afirman: “Otro problema es que, en vez de cambiar el sistema, siguen avanzando (en la construcción). Las autoridades de la CNEA y de NaSa convencieron al Gobierno de que se puede seguir construyendo así, pero lo cierto es que muchos profesionales ya advertimos de este problema. Además, se nos presiona laboralmente para que dejemos de hablar del tema”.
No sólo los científicos locales son afectados, en una situación que algunos ya comparan con la de los empleados del INDEC. Se ha presionado a disertantes extranjeros. “Vinieron expertos de los EE.UU., y cuando plantearon sus dudas les cortaron la presentación: fue a fines de 2006 en un seminario de NaSa. Por suerte la ARN no entró en este juego”, contó otra fuente. La situación es delicada para los expertos de la CNEA, lo que también explica que prefieran no dar a conocer públicamente sus nombres. Y es entendible: ¿De qué podría trabajar un físico nuclear argentino en su país sino allí?
Voz oficial. El informe de la ARN también expresa la urgencia con que se necesita un rediseño de Atucha II en vista de estos problemas. Pero no hay a la vista ninguna empresa con experiencia que pueda hacerlo.
Respecto del hipotético pedido de NaSa para hacerse cargo de ese rediseño, Nicolás Riga, responsable en la ARN para la licencia de Atucha II, aseguró: “No creo siquiera que se atrevan a pedir semejante cosa”. Y fue claro: “Deberán buscar a alguien competente para que lo haga. Si no, nosotros o en última instancia la IAEA impediremos que comience a funcionar”.
De todos modos, Riga remarcó que todavía se está a tiempo de tomar decisiones correctas. “Son cosas factibles de hacer”, minimizó. “Pero requieren un amplio replanteo y de más presupuesto. Hace casi un año se le informó a NaSa de los estándares actuales de seguridad.”
Y no es todo lo que sucede en el avispero nuclear. Además de las acusaciones cruzadas sobre supuestas mafias, hay al menos cuatro causas penales instruidas por jueces federales, en relación con manejos de fondos por parte de Dioxitek, la empresa que administra el combustible para las centrales, cuyos responsables no quisieron hablar.
PERFIL buscó también a los representantes de NaSa para que expresaran sus puntos de vista. Su presidente, Eduardo Messi, atendió su celular desde China, pero se excusó de opinar diciendo que estaba descansando (era la madrugada local). En tanto que José Luis Antúnez, su vicepresidente, tampoco respondió los llamados de este diario.
Es que la decisión política de finalizar la central para sumar megawatts al endeble sistema eléctrico nacional hizo que un notable flujo de dinero se destinara eso. Algo que llevó a un nuevo inconveniente. Según informes reservados (corroborados por científicos que hablaron con PERFIL), los US$ 700 millones presupuestados no alcanzarían para finalizar la obra. Ni siquiera en las precarias condiciones actuales. El mismo informe, de una firma francesa, señaló la necesidad de revisar aspectos del núcleo del reactor (además de insistir sobre la seguridad).
“En la CNEA hay malestar y mal manejo, con grandes conflictos entre el presidente (José Abriatta) y el gerente general (Rubén Calabrese)”, explican los técnicos citados. “El tema es que lo más barato es terminar la central tal cual fue diseñada. Sería mucho más caro cambiar componentes y equipos. Por lo menos un 50% más.” Y se preguntan: “¿Por qué seguir con una construcción que tarde o temprano deberá replantearse?”
fuente: perfil.com