Los cazas de la Fuerza Aérea casi obtuvieron un misil balístico lanzado desde el aire hace 40 años, ahora son un artículo de moda
El problema es una cierta tendencia a meter todo en la misma bolsa.
Hace cuarenta años ya había misiles balísticos lanzados desde el aire plenamente operacionales: el AGM-69 SRAM estadounidense, de principios de los 70; y el KH-15 soviético, de principios de los 80. De hecho, había hasta uno lanzado por un caza: el Phoenix.
Lo que no había era un sistema de guía capaz de hacerlos eficaces con una cabeza convencional contra un blanco terrestre puntual. El SRAM era un arma atómica, y el KH-55 un arma antibuque (y atómica también, después). El Phoenix como sabemos era un arma aire aire.
El misil de la nota era una variante del ATACMS; pero el ATACMS de la Guerra Fría era solo el con cabeza con submunición; de vuelta, no había tecnología para colocar una cabeza convencional con precisión suficiente como para que valiera la pena.
Cuando hubo disponible la tecnología de guiado, el que pudo, fue a por armas de crucero de baja observabilidad. Los misiles balísticos, ya sea de lanzamiento aéreo o de superficie, contra blancos convencionales, son solo un complemento al poder aéreo ya sea porque no hay tal a nivel operacional (caso de los rusos o iraníes), que no pueden hacer interdicción, y con las limitaciones del caso (según los ucranianos, el famoso Kinzhal no tiene ni de lejos la velocidad pregonada por los rusos, no llegando ni a mach 3 al momento de ser interceptado) o como elemento extra para el ejército a nivel táctico.
Y otra cosa totalmente distinta, por tecnología implicada y por los escenarios en los que son válidos, son los medios basados en planeadores hipersónicos.