“LO DESPIDO COMO UN VIEJO AMIGO QUE AHORA VA A QUEDAR EN LA PERPETUIDAD DENTRO DEL MUSEO”
De esta manera se refirió el titular de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier general “VGM” Mario Miguel Callejo, al sistema de armas Mirage durante la ceremonia que los incorpora al Museo Nacional de Aeronáutica
Por Lic. Cecilia Vergara / Fotos por Sol. Vol. Melina Fernández
En la tarde calurosa del 11 de diciembre, la entrada de la Base Aérea Militar (BAM) Morón se colmó de vecinos que, una vez más, demostraron su amor hacia la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Al mismo tiempo, en la plataforma de la Base, oficiales, suboficiales y civiles se saludaban cariñosamente como cada vez que miembros de una familia se reencuentran. La emoción, por un lado, y la tristeza, por el otro, se conjugaron en un mismo sentimiento para recibir a los legendarios Mirage en las instalaciones del Museo Nacional de Aeronáutica (MNA).
Con la llegada del jefe de Estado Mayor General de la FAA, brigadier general “VGM” Mario Miguel Callejo, acompañado por brigadieres mayores y brigadieres en actividad, los míticos Mirage I-002 (biplaza) e I-011 (monoplaza) realizaron los últimos pasajes aéreos, mostrando su destreza en el aire. Luego de aterrizar, mientras se aproximaban a la plataforma al son de la marcha “Alas Argentinas” acompañada por el fuerte rugido de sus motores, las autobombas de la Unidad los recibieron con un cordón de agua, bajo el cual realizaron su entrada triunfal para dar comienzo a la ceremonia.
Asimismo, asistieron al acto el intendente del Municipio de Morón, Ramiro Tagliaferro; el jefe de la VI Brigada Aérea de Tandil –cuna de los Mirage-, comodoro mayor Pedro Girardi; el director del MNA comodoro Alejandro Iazzolino; el director de Asuntos Históricos, comodoro (R) “VGM” Oscar Aranda Durañona; veteranos de guerra de Malvinas, personal militar y civil en actividad y situación de retiro, y amigos de la Institución.
La Banda Militar de Música del Estado Mayor General “Jorge Newbery”, con asiento en la BAM Morón, interpretó los acordes del Himno Nacional para dar el marco oficial a la conmemoración. A continuación, el comodoro Iazzolino, como titular del Museo, compartió una reseña histórica de las aeronaves en la que resaltó que “el Mirage III, fue el primer avión de la Fuerza Aérea con capacidad de llevar misiles aire-aire y de realizar interceptaciones todo tiempo y bajo control radar de tierra”. Y agregó: “Estos aviones fueron desplegados frecuentemente a distintos puntos del territorio para poder realizar la misión principal de la Fuerza Aérea Argentina que es la defensa del espacio aéreo argentino”.
Los gloriosos defensores de la Patria también tuvieron una destacada actuación durante el Conflicto del Atlántico Sur siendo los protagonistas de efectuar 56 salidas: 47 de cobertura y 9 de diversión.
“Estas matrículas que incorporamos hoy al Museo para poner en valor histórico fueron de suma importancia para el adiestramiento de nuestros pilotos. El I-011 realizó su primer vuelo en noviembre de 1973, dejando de prestar servicios en la Fuerza Aérea con un total de 4.300 horas voladas”, finalizó Iazzolino.
Por su parte, el comodoro (R) “VGM” Oscar Aranda Durañona, director de Asuntos Históricos, también dirigió palabras alusivas: “Hoy estamos aquí, después de 43 años de la incorporación de los M-III E, para cerrar la historia de los ala deltas supersónicos argentinos. Sumadas todas las versiones y orígenes, los Mirage totalizaron un parque aéreo de 92 máquinas que, en conjunto, volaron en el país cerca de 131 mil horas. A su bordo, centenares de aviadores tuvieron el privilegio de desplazarse más rápido que el sonido, y de hacerlo allá arriba, bien en lo alto, donde la luminosa transparencia de la atmósfera purifica los espíritus. (…) En las 131 mil horas la Fuerza Aérea ganó experiencias invalorables pero también perdió vidas irremplazables. Muchas de ellas partieron con las sienes coronadas de laureles, el glorioso galardón que únicamente ostentan quienes combaten y mueren en defensa del sagrado honor de la Patria “.
Asimismo, el comodoro (R) "VGM" Ricardo González, ex piloto de Mirage, tomó la palabra y relató con detalles y en primera persona, cómo fue la última misión de combate en Malvinas del sistema de armas. “Aquel 13 de junio de 1982 la orden fragmentaria fue la 1397 y nuestro indicativo era “plutón”. Los aviones fueron el I-016 y el I-014. Los tripulantes: el mayor José Sánchez, nuestro jefe de Escuadrón y yo. La misión era de cobertura sobre dos MK 62 Canberra, el B-108 y el B-109 que iban a bombardear las posiciones de Monte Kent, el comando de las Fuerzas británicas en Malvinas”.
De esta manera, González explicó en profundidad los pormenores de las diferentes maniobras, misión durante la cual fue atacado en dos oportunidades por misiles británicos, pudiendo salir airoso de la situación. En sus palabras, “el sabor de aquel momento, de haber tenido éxito en la misión, se mezclaba con el dolor y el pesar de haber perdido, que en ese momento no sabíamos, una tripulación. Así llegamos a (Río) Gallegos, aterrizamos a las 00:04 del 14 de junio y nos fuimos a la pista a esperar al Canberra que volvía. El abrazo fue fuerte y dolido pero no teníamos mucho tiempo de pensar, ya había otra sección de M III para salir de escolta de otros dos Canberra. Nos fuimos a descansar, esperando cumplir a las 7 de la mañana nuestro turno de alerta. Pero esa noche se habían suspendido las acciones. Así fue que, sin saberlo, cumplimos la última misión de combate de la Fuerza Aérea Argentina en Malvinas”.
Luego, y refiriéndose a la ceremonia que lo convocó, el comodoro manifestó que “a 33 años de aquella Gesta, no estamos despidiendo a un sistema de armas, estamos recibiendo a dos viejos guerreros, cargados de gloria y honor y, sobre todo, sabiendo que cumplieron con sobrado éxito su misión”.
Y con ferviente entusiasmo e imitando la velocidad con la que se realizan las maniobras de despegue en el avión concluyó: “No es cierto que se van. Si escuchamos atentamente sus cabinas, resonarán el arnés trabado, freno desconectado, horizonte, tapa, bola sobre velocidad, potencia, segunda presión de frenado, luces, potencia, temperatura, despegue. Viejos amigos, viejos guerreros, queridos M III: hoy ya han despegado hacia la leyenda”.
Con un ovacionado aplauso a las aeronaves y a todas las generaciones de tripulantes finalizó la ceremonia. Para seguir compartiendo experiencias y anécdotas de los legendarios “deltas”, todos los presentes se dirigieron a las instalaciones del Museo para disfrutar de un ágape, durante el cual miembros de la Asociación civil “Amigos del Museo” obsequiaron al jefe de la VI Brigada Aérea una maqueta de la homenajeada aeronave que quedará en custodia de la Unidad dentro de su Sala Histórica.
Al finalizar, el brigadier general Callejo, piloto de Mirage más antiguo en actividad, ofreció el tradicional brindis. “Este era el último eslabón que quedaba por completar dentro de las despedidas. Esta ceremonia tiene la intención de que estemos presentes rindiendo tributo a este viejo guerrero que va a seguir viviendo, perfectamente preservado, para que todo el pueblo argentino en algún momento, se haga un tiempo para visitarlo”, manifestó.
“El hermoso biplaza, uno de los primeros en llegar al país, pintado con nuestra enseña nacional, no es otra cosa que un símbolo de lo que significó el avión por 43 años, de defender todo el espacio aéreo de la República Argentina. Es una parte importantísima de la historia de la Fuerza Aérea por la experiencia que dio, las generaciones que adiestró y todos los pilotos que se sumaron a ese sentimiento muy difícil de explicar”.
Y concluyó aportando una reflexión personal: “Yo estuve catorce años en la VI Brigada y volé muchas horas y como digo siempre ‘el mejor avión que uno vuela en su vida es el que lo trae vivo de la guerra’. Para mí significó eso. Volara el avión que volara en cualquier momento no se va a comparar en sentimiento con el que tengo con el Mirage que me trajo vivo de la Guerra. Por eso lo despido como un viejo amigo, como un guerrero que ahora va a quedar en la perpetuidad dentro del Museo Nacional de Aeronáutica”.
Y como no podía faltar, entre los presentes se escuchó a viva voz: “No hay quien pueda” seguido por un caluroso “¡Viva la Patria!”.
Muchos hombres de la Institución fueron privilegiados con la posibilidad de trabajar junto a estas leyendas. Es el caso del mayor Diego Bravo Reta, último jefe del Escuadrón Mirage, que desde el año 1999 presta servicios en la VI Brigada Aérea y conoce cada detalle del sistema de armas. Noticias en Vuelo conversó con él sobre estas aeronaves y su despedida.
“Para un piloto, el Mirage es vida operativa, es estar al tope. Es como para un automovilista pilotear un Fórmula 1. Es un avión que tiene muchas exigencias, es muy veloz, ágil, tiene mucho empuje, es un desafío y genera mucha adrenalina”, manifestó el oficial.
Luego, agregó que a nivel personal “después de muchos años, despedirlos genera tristeza porque se va un avión glorioso de la Fuerza Aérea, por el que han pasado muchas generaciones de pilotos, al que a nosotros nos hace bien volar (…) Poder durante el transcurso de este año cerrar la vida operativa de este sistema de armas es también un gran honor”.
Con respecto a la incorporación de las dos aeronaves al patrimonio del Museo Nacional de Aeronáutica, este medio conversó con su titular, el comodoro Alejandro Iazzolino quien expresó: “Como cuenta la historia estas aeronaves participaron en Malvinas, por lo que significa su última misión y todo lo que hicieron los pilotos, incorporarlos como Museo nos engrandece. Nos estaba faltando un Mirage III EA porque ya teníamos un MV Dagger y un M-III C. (…) Dentro del lugar histórico, tenemos la sección Malvinas y lo pondríamos allí, todos juntos”.